Ante todo quisiéramos preguntarles si, dado que éste es el último encuentro, tienen alguna duda con respecto a alguno de los temas que fuimos abordando. Alumna: ¿Quisiera saber que es lo que harían si una institución les encarga la realización de un diagnóstico institucional? También si contemplan la fase de devolución y que importancia tiene. Docentes: Bueno, aclaremos antes que nada que toda intervención institucional, es un proceso que en algunos momentos se asemeja mucho a una investigación. Existen, así, una amplia variedad de modelos de intervención. El modelo mas conocido, mas arraigado en nuestros saberes sobre las intervenciones institucionales, propone las fases de diagnóstico y de devolución como instancias importantes. Recordemos algo que ya vimos, a saber, la utilización del diagnóstico para pensar una primer acercamiento a la institución, es una postura devota del organicismo y el funcionalismo en las ciencias sociales. Desde luego que esto no será motivo de desprestigio delas instancias de diagnostico y devolución, pero si de reflexión. Habíamos dicho ya que son éstas concepciones de lo social e institucional, las que mas arraigadas se encuentran, hasta en aquellos que no son analistas institucionales, en aquellos que son actores institucionales en una institución particular; de éste modo, es muy factible que desde una institución solo se nos pida hacer un diagnóstico. Retengamos esto y recordemos cuando hablamos de la demanda y del encargo. En aquella oportunidad hubimos de sostener que el encargo puede funcionar cual máquina de captura de aquellos otros posibles que el analista institucional puede desatar en la institución. Hubimos de comentarles un concepto que construimos y utilizamos nosotros que es el de dispositivo analizador instituido, entendiendo por esto las líneas de análisis que el encargo nos va demarcando como posibles y, en consecuencia, va invisibilizando otras. El encargo de un diagnóstico, y solo eso, puede estar en esa línea o no. Ahora, ¿De que depende de que no este en esa línea? Eso está en el analista institucional. Es el analista institucional que conociendo el estatuto de un encargo, debe poder crear las condiciones de posibilidad para la articulación de una demanda de análisis institucional. A éste respecto, no olvidemos que cuando vayamos a hacer un diagnóstico recorreremos la institución, y en ese recorrer, seamos, posiblemente, aquellos sobre los cuales se volcará la multiplicidad de voces, de sentidos, etc, que en la institución habitan. Así, habiendo hecho éste recorrido por la institución a los fines de responder al encargo de diagnosticar la institución, podemos haceros una pregunta ¿Hasta qué punto responderemos al encargo? ¿Es eso lo que querían aquellos que nos solicitaron un diagnóstico, que son, las mas de las veces, los sectores jerárquicos de una institución? En este punto, para nosotros la devolución tiene un estatuto sumamente importante, es el hecho que nos puede hacer pasar de "diagnosticadores" a analistas de la institución. Con esto queremos decir, que la instancia de devolución –en éste ejemplo según el cual solo se nos pide diagnosticar- puede funcionar como posibilitadora de una intervención institucional. La devolución, en éste caso, la podemos utilizar como medio de provocación. Lo que pro-vocamos es justamente la articulación de una demanda de análisis institucional. Supongamos que hacemos esto ¿Luego se articulará la demanda? Es muy factible que antes de articularse la demanda, se nos articule un puntapié. No obstante, y mas allá de la broma, algunas veces los actores institucionales pueden articular una demanda, tal vez no sean los mismos que pidieron el diagnóstico, tal vez sean otros, en los que nuestro andar por la institución ha dejado marcas. Ahora, todo lo que hemos dicho hasta aquí, intenta decirles que los pedidos o encargos, siempre ocultan detrás de si. No sabemos que, pero el encargo, muchas veces, esta invisibilizando otras dimensiones posibles. También, a quedado claro que a nosotros no nos resulta muy feliz pensar el acercamiento a la institución en términos de diagnóstico, fundamentalmente por la tradición conceptual que arrastra el pensar en éstos términos. La institución, no es un órgano que contribuye al funcionamiento armónico del cuerpo social. En otros términos, la institución no es una parte de una todo. Y esto sencillamente porque en la institución existen fuerzas que siempre marcan un punto de imposibilidad a la totalización, éstas son las potencias instituyentes. Lo poiético, la creación, la posibilidad de autoalteración, existe cual núcleo irreductible de la institución, de lo histórico-social y de la Psique. Esto ya lo vimos cuando introdujimos a Castoriadis. Si quieren pensarlo en términos de Delueze y Guattari, siempre emergen los flujos desterritorializados de deseo; siempre emergen aquellos flujos que no se dejan totalizar en los conjuntos molares; aquellos flujos de condición molecular que producen ruptura, desterritorializaciones, que abren líneas de fuga. Ahora bien, claro está que las instituciones y lo institucional, como vimos, se pretenden únicos, universales, naturales y, por ende, se deshistorizan, se reifican. Lo institucional y las instituciones, siempre se irán constituyendo en conjuntos molares, que instituirán líneas de significación y que codificaran flujos de deseo, los anclaran, los anudaran a la territorialidad que irán construyendo. Volvamos a lo anterior, ¿Qué es un diagnóstico sino aquello que fácilmente puede caer en una mera descripción de lo que está, en una mera descripción del estado de la maquina institucional, y contribuir al taponar los otros posibles de la institución? Se lo dejamos a ustedes... Aquí, entendemos que el análisis institucional, para ser análisis, debe poder poner en cuestión las formas instituidas de pensar de hacer, de desear, las formas instituidas que marcan un cuerpo, que crean una sensibilidad, etc. Digámoslo en otros términos, entendemos que el análisis institucional debe poder abrir quiebres, rajaduras, en el conjunto molar de Lo institucional y las instituciones. Ahora, ¿Es el análisis institucional y los analistas institucionales quienes traemos a las potencias instituyentes bajo el brazo, somos nosotros quines vamos a sembrar y a enseñarles a los actoras institucionales cómo deben autoalterar el estado que los instituye y que instituyen? Desde luego que no, y entonces ¿Cual es la tarea de A.I? Consiste en crear las condiciones para que ello sea posible. El arduo trabajo que le depara al analista institucional es el de crear espacios donde sea posible la interrogación y la reflexión sobre la institución que habita en nosotros y que nosotros instituimos permanentemente; vale decir, el analista institucional es quien debe poder crear las condiciones de posibilidad para que emerjan líneas de autonomía en el seno del orden heterónomo de la institución. Ahora bien, nada de esto es posible si el analista institucional, no hace éste trabajo sobre sí mismo. Esto es, nada de esto es posible si no tomamos el análisis de nuestra implicación como punto fundamental del trabajo de análisis institucional. Como punto Etico de nuestro trabajo. Vimos en veces anteriores que el concepto de implicación no puede homologarse al de contratransferencia, ya que aquél incluye los aspectos deseantes del analista, pero no se reduce a ello. La implicación denuncia un modo de ser y de hacer en el mundo. La implicación es un posicionamiento ontológico. La implicación es el modo en que estamos inscriptos en el tejido institucional, de allí, que a nuestro entender, el análisis de la implicación se encuentre en la línea de crear autonomía, de crear esa instancia reflexiva y deliberativa en la Psique de la que hablaba Castoriadis. Claro está, que la implicación de analiza en l núcleo de un colectivo, no es un trabajo individual, y tampoco es horizonte de una disciplina. Muchas veces, son los otros posicionamientos disciplinares los que posibilitan analizar mi implicación. |
Seminario "Análisis institucional: Subjetividad e institución en el devenir histórico-social" Crónica 6 - 06/10/2003 |
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