Pedro Campos |
Diversionista
“reconocimiento” imperialista a Raúl Castro esconde
siniestros propósitos
Pedro Campos Santos.
"Lo
importante en política es lo que no se ve”
José Martí.
Estados
Unidos prepara el terreno para cambiar su política hacia Cuba,
del bloqueo a la penetración y provocar fracturas graves
en la sociedad cubana, dirigidas en ambos casos a destruir la
Revolución pero ahora desde dentro.
Una
siniestra campaña diversionista contra el Comandante Raúl
Castro, han venido desarrollando, en forma cada vez menos sutil,
los servicios de desinformación del gobierno de Estados Unidos.
Diversos artículos
y comentarios provenientes de la prensa estadounidense aluden a
declaraciones abiertas de los Jefes de la Inteligencia de
EE.UU. quienes sugieren que la tranquilidad que proporcionaría
un gobierno de mano dura militar y el pragmatismo económico que
confieren a Raúl y a sus cuadros entrenados en
empresas comerciales de las FAR, posibilitarían el
desenvolvimiento de los “actuales intereses”
norteamericanos en Cuba.
Tales
“intereses” son descritos como: “la necesidad de evitar un
caos” a la desaparición del Comandante en Jefe Fidel
Castro, promover una “transición” pacífica“, impedir una
crisis migratoria y “desarrollar una economía de
mercado” que posibilite la penetración de los capitales
estadounidenses.
Soren Triff
en el Nuevo Herald del 18 de enero, afirma: “las palmaditas de
la CIA y el Pentágono, y el silencio de la Unión Europea no
son legitimidad suficiente” y llega a la alucinación de
“aconsejar” a Raúl sobre cómo lograr un mayor
respaldo de la población y legitimidad para su Jefatura.
El diversionista Alejandro Armengol en el Miami Herald,
monstruosa y maquiavélicamente llega a calificar a Raúl
como el “hombre de Washington”.
¿Análisis
realista, interesado o de doble lectura?
La valoración
del origen, los medios usados y el contenido de estas
informaciones que vienen sucediéndose, incluso –y muy
importante-desde antes de la enfermedad del Comandante Jefe y su
proclama, evidencian un patrón de comportamiento: la mayoría
son originadas en “fuentes de inteligencia” del gobierno
norteamericano, se publica en medios y por “periodistas”
dirigidos a los cubanos de allá y de acá y suponen “aprobación”
sobre la conducción del gobierno por Raúl, “confianza” en
que impedirá lo que “más le preocupa” a Estados Unidos:
una emigración descontrolada, y “esperanza” en que asumirá
reformas de mercado tipo chino, un “socialismo” para
principiantes, que pocos no saben a dónde conduce.
¿Acaso la
Inteligencia norteamericana no sabe cuántas sospechas levantan
ante los cubanos y cuánto detestamos la aprobación, la
confianza y la esperanza del Imperialismo en alguien o en
algo? ¿No sabrán que esa “bendición yanqui” “podría
descalificar” a Raúl ante los otros dirigentes, el pueblo, la
historia de Cuba y los hermanos revolucionarios de todo el
mundo?
Todos -ellos
y nosotros- sabemos que detrás de toda esa parafernalia se
esconde el verdadero interés de Estados Unidos, encubierto, de
destruir la Revolución y evitar el desarrollo del Socialismo en
Cuba, imponiendo –por cualquier vía- la restauración
capitalista, que eufemísticamente ellos llaman “transición”,
lo que a mediano plazo conllevaría inexorablemente a la anexión
económica y luego a la política de Cuba a Estados Unidos, el
tan anhelado sueño de la oligarquía yanqui desde que se
identificó a sí misma como tal.
Revolución,
Independencia y Socialismo son interdependientes. El socialismo
en Cuba sólo será construido a contrapelo del Imperialismo,
estén allí gobernando demócratas o republicanos. Estas
verdades no necesitan más demostración.
¿Cual es
pues entonces la intención norteamericana en lisonjear públicamente
a Raúl Castro?
¿Creerán
de verdad, que nosotros creemos, que ellos creen que Raúl va a
traicionar nuestra Historia y va a intentar abrir las puertas al
imperialismo vía economía de mercado capitalista tipo china? A
nadie van a convencer los gringos de que ellos aceptan de buena
gana la “sucesión” que tanto quisieron evitar para lograr
su “transición” bien expuesta en el Plan Bush-FNCA, ni que
desean la “tranquilidad en Cuba”, cuando se han pasado los
49 años de Revolución promoviendo todo tipo de caos en este país,
por todas las vías posibles.
Evidentemente,
en todo esto hay propósitos aviesos. Para decirlo a lo
cubano: “Aquí hay gato encerra´o”.
No se
percata aún el Imperialismo que está lidiando con el pueblo de
Martí, quien preparó desde el mismo territorio de Estados
Unidos -en silencio- una Revolución contra su propia expansión
hacia Nuestra América que fue capaz de prever y nos enseñó,
que “lo importante en política es lo que no se ve”.
Poderosos señores del “Norte revuelto y brutal que nos
desprecia”, antes que Lenin y antes de poder ver con sus
propios ojos la primera guerra imperialista desatada por Ustedes
para apoderarse de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas, nuestro Héroe
Nacional había descrito ya el meandro internacional de vuestro
sistema.
A falta de
informaciones precisas, no nos queda otra que acudir al análisis
del arsenal histórico del diversionismo imperialista contra el
movimiento revolucionario y los ex países socialistas. Tales
acciones siempre se han basado en combinar elementos de la
realidad con los de su invención, para buscar los efectos
deseados, en el caso de Cuba: siempre crearle dificultades de
todo tipo, destruir la Revolución y evitar la construcción
socialista.
Aunque puede
haber otras, dos tesis básicas no excluyentes aparecen claras
en el análisis de esta perversa campaña mediática originada
en la casa matriz de la CIA, en Langley, Virginia:
Tesis
primera: Dado el fracaso de la política vigente por más de 45
años, el Imperio necesita crear las condiciones internas
y externas que le permitan instrumentar las modificaciones tácticas
necesarias a la siempre estrategia de destruir la Revolución;
pero ahora desde dentro, para lo cual debe cambiar su política
de agresión y bloqueo por la de acercamiento y penetración.
El
pragmatismo del sistema así lo aconseja, aunque el mismo esté
bastante ausente en esta Administración republicana que, como
quiera que sea, es transitoria pero en la cual ya se podrían ir
dando algunos pasos paulatinos hacia el cambio, amparados en
“fines humanitarios”, como la ya autorizada venta de
alimentos, beneficiosa para los agricultores norteños.
En el
stablishment estadounidense se reconoce ampliamente que la política
de agresión y bloqueo ha fracasado en sus propósitos de
destruir la Revolución y obstaculizar la construcción de la
nueva sociedad socialista. Los primeros a convencer allá sobre
la necesidad del cambio, son los aliados ultra conservadores de
Miami, algunos de los cuales -evidentemente sus agentes- ya
hablan de la necesidad de ir caminando en otra dirección.
Siempre la tradicional contrarrevolución histórica ha
reflejado las políticas de sus benefactores, ésta no iba
a ser la excepción. El cuartel de Miami, de abrogarse el
“papel rector en la liberación de Cuba”, está pasando a
reconocerse un rol de “apoyo a la oposición interna”.
Sin cambiar
sus fines, ya muchos han empezado a trabajar en EE.UU. en la
nueva política de acercamiento y penetración por pasos, la
cual tiene entre sus plataformas principales promover en Cuba la
economía del mercado que propicie la penetración del capital
extranjero y el contagio por exaltación de los valores
del estilo de vida de la burguesía norteamericana,
estableciendo todos los lazos de “cooperación” posibles.
Significación
especial y primaria confieren al intercambio masivo “persona a
persona” que se proponen con una avalancha de emigrados,
turistas, negociantes y funcionarios que con sus dineros,
pacotillas y estilos de vida demostrarían las “bondades
y superioridades” del sistema capitalista y su “vida fácil,
llena de oportunidades”, proyectado sobre una sociedad
colmada de carencias y ávida de cambios.
EE.UU.
buscará que el paulatino levantamiento del bloqueo
“compruebe” la extrema necesidad, para la economía cubana,
de buenas relaciones de todo tipo con su vecino del Norte, a fin
de dar la razón y fortalecer a las posiciones internas de los
defensores de las teorías de la dependencia del “desarrollo
económico” de Cuba, de sus vínculos con el comercio y el
capital norteamericano, los partidarios internos del
“desarrollismo”. El triunfo de tales posiciones en nuestro
seno abriría el camino al mercado, la vía china y a la
penetración imperialista. Y nosotros “empezamos ayer”.
Aplicar esa
política tiene como escollo principal la existencia de Fidel,
pues mientras esté él al frente de la Revolución,
caminar hacia el levantamiento del bloqueo sería reconocer
la derrota y la humillación del Imperio. Su desaparición física,
para la cual se vienen preparando, les permitiría presentar
“un cambio en las condiciones”, que fundamentaría el cambio
de política. Es la metódica justificativa del Imperio: las políticas
se cambian o modifican no porque hayan fracasado las anteriores,
sino porque las circunstancias han cambiado. La salida de Fidel
de escena, es el sine qua non para la nueva política.
Otro
importante obstáculo es el encono tradicional generado entre
los dos gobiernos por la agresión y el bloqueo, lo cual
“pudiera resolverse”, como ya muestran querer hacer,
concentrando toda la responsabilidad histórica de la Revolución
y el diferendo cubano-estadounidense, en la figura de Fidel, y
“liberando” de la misma al resto de la dirección,
especialmente a Raúl.
Las
“evaluaciones” sobre Raúl, como las del “especialista”
sobre Cuba de la CIA Brian Latell, lo presentan como una persona
totalmente distinta a su hermano Fidel, “más humano,
familiar, interesado en los problemas del pueblo, más dado a
contar con los demás, más responsable y más eficiente en la
gestión de dirección económica y partidario de la economía
de mercado”.
Vistas así
las cosas, no tendría Estados Unidos porque seguir con su política
agresiva y de bloqueo, cuando ya exista “otro” gobierno en
La Habana “dispuesto a cambiar las políticas de Fidel”;
como si el gobierno cubano fuera “Fidel”, y ahora va a ser
“Raúl”, que es otro, su “hermano pero distinto”. “Con
Raúl empezó la transición”. ¿Se engañan ellos mismos? ¿Serán
de verdad tan cretinos? ¿Qué quieren hacer creer a quién?
Es por tanto
una posibilidad, que esta campaña esté en parte dirigida a
tratar de “vender” a Miami, al público norteamericano y a
sus aliados, a los que les gusta manipular informativamente,
una imagen de Raúl, que favorezca el cambio de política, no de
fines, una vez desaparecido Fidel. Los halagos a Raúl,
estarían igualmente encaminados a tratar de aflojar las
tensiones entre Cuba y Estados Unidos para facilitar el
acercamiento previo que demandaría la nueva política.
Tesis
segunda: El Imperialismo intenta crear divisiones en el seno de
la sociedad cubana, alabando supuestas intenciones militaristas,
totalitarias, capitalistas y “pro-chinas” de Raúl, que
saben no cuentan con el respaldo mayoritario de los
revolucionarios y el pueblo. Además, ellos saben que solo
el hecho de recibir el “beneplácito de los imperialistas”
es suficiente para concitar el rechazo de los revolucionarios
cubanos quienes, como nos enseñó el Che, en ellos no confiamos
“ni tantico así, nada”.
Sabiendo que
para los cubanos está muy claro que la conveniencia del
Imperialismo, contraviene los intereses de Cuba, la Revolución
y el Socialismo, se pueden apreciar tres
probables propósitos interrelacionados, dados los claros
efectos que tales lisonjas pueden provocar, algunos ya
funcionando:
1-Conociendo
que el Comandante Jefe no acepta, rechaza todo lo que huela a
capitalismo y que especialmente toda su acción ha tenido una
gran carga antiimperialistas, uno de los propósitos puede ser
intentar aparentar fricciones entre Fidel y Raúl en las
actuales difíciles circunstancias y entre las fuerzas y cuadros
considerados por ellos, más “ideológicos” fieles al
legado de Fidel, en contraste con los que ellos evalúan como más
“pragmáticos” de origen militar que han estado manejando
negocios comerciales en Cuba en los últimos años. Otros
efectos colaterales si “lograran crear una desconfianza” de
Fidel hacia Raúl sería acelerar la enfermedad del Comandante
en Jefe y desatar la “lucha por el poder” entre los cuadros
que proceden de las FAR y los civiles.
2-Las
continuas referencias al supuesto interés de Raúl en aperturas
de mercado tipo china, pueden estar intentando provocar el
rechazo al Segundo Secretario de una buena parte de los
revolucionarios cubanos que objetamos el capitalismo en
cualesquiera de sus formas, estamos convencidos de que todas sus
variantes conducen a la anexión y estamos interesados en
la profundización revolucionaria hacia más socialismo, como
dijo Lage en Uruguay, que es decir más relaciones socialistas
de producción, las cuales no están basadas en el trabajo
asalariado, sino en la autogestión social socialista expuesta
por Marx. Esta preocupación por una supuesta apertura a la
economía de mercado, empieza ya a manifestarse, como se expresa
en un artículo de Celia Hart publicado en Rebelión*.
3-La
insistencia norteamericana en el “control militar” sobre la
sociedad y dadas las negativas experiencias anteriores de este
tipo en otros países y en instituciones no militares cubanas,
unida a la realidad de que muchos cuadros nombrados en la vida
civil provienen del Ejército, puede tener la intención de
enajenar el apoyo de fuerzas socialistas a la vez democráticas,
civilistas y anti-totalitarias existentes en la sociedad cubana
a la nueva dirección en funciones, ante la supuesta y
diversionista pretensión atribuida a Raúl y a sus
cuadros militares de “controlar” el país. La reciente
reacción de sectores de la intelectualidad en el caso “Pavón”,
evidencia las complicaciones que podrían derivarse de prosperar
estas diversionistas intenciones enemigas.
Los
analistas de Inteligencia y de la prensa imperialista siempre
miran la historia a través de las personalidades y cuando más,
a través de las tendencias políticas que ellos
“identifican”. Para ellos Fidel hizo la Revolución, es la
Revolución y, simple regla de carácter transitivo: sin Fidel,
no habrá más Revolución. Con esta línea de pensamiento,
ahora la Revolución será Raúl: “concentren el fuego contra
él, los cubanos mismos se encargarán de acabarlo”.
Desde luego,
sería mucho pedir a los “cubanólos” del Imperio que se han
equivocado en todos sus análisis respecto a Cuba,
marcados siempre por el interés clasista y
diversionista, que entiendan realmente que la Revolución Cubana
es una fuerza socio-cultural, una ola gigante antiimperialista
de siglo y medio, al frente de la cual ha estado hasta
ahora el genio de Fidel, pero sin él seguirán su esencia, carácter
y avance, que le corresponde por imperativo de nuestra Historia
y de todos los hombres y mujeres que estamos inmersos en esta
batalla por el hoy y el futuro. Raúl y los otros que lo acompañan,
lo sabemos los cubanos, irán como Fidel delante de esta marea,
nutriéndose de ella y respondiendo a ella y no para servirse de
ella, ni llevarla a ninguna parte que no sea lo que quiere y
necesita ella: más socialismo.
Para los
imperialistas no cuenta el pueblo que ha estado luchando por la
independencia de Cuba desde 1868, desde 1895 –además- por las
ideas democráticas y revolucionarias avanzadas del proyecto
martiano, desde 1902 –también y siempre- contra la intervención
norteamericana, que en los años 30 intentó una Revolución preñada
de socialismo cubano, luchas populares todas que vinieron a
entroncar en la Revolución que triunfo en 1959.
Independencia,
antiimperialismo, democracia y socialismo en Cuba son una
y la misma entrelazada obra que ha ido forjando, concatenando
nuestro pueblo, nuestra Historia, nuestra Cultura. Al
extraordinario magisterio de Fidel le ha correspondido
encabezar estas luchas durante más de 50 años, los que vengan
después acometerán las tareas relativas a su
tiempo, pero en esa misma dirección.
La sociedad
cubana toda, la dirección en funciones, el Partido, los
trabajadores y el pueblo, deben estar atentos a los aviesos
fines diversionistas del Imperialismo y sus agencias, tendientes
todos a crear malestar y divisiones en Cuba, en las difíciles
circunstancias actuales.
La nueva política
de acercamiento y penetración que el imperio viene delineando,
solo podrá ser derrotada con más socialismo, que es decir más
autogestión social socialista, que implica participación,
democracia e inclusión, integración bolivariana, bases
profundas y duraderas de una sólida cohesión.
Si la cohesión
verdadera en torno a fines y medios y no la falsa unanimidad
doble-moralista, de las fuerzas revolucionarias, es uno de los
pilares estratégicos de nuestro proyecto como nación
socialista, minarlo es uno de los objetivos del enemigo. Todo lo
que afecte la consolidación de ese principal sostén o
vaya contra él, puede estar haciendo el juego a los planes
diversionistas y siniestros del imperialismo.
La Habana,
febrero del 2007.
perucho1949@yahoo.es
*Fidel
desde mi balcón. Celia Hart. Rebelión, 19 de enero del 2007:
“También
me asusto, dado mi lamentable estado de angustia, de lo que he
leído en muchos medios de que sin Fidel reverdecerían en mi país
reformas con más acento en la economía de mercado. Esto hace
que todas mis alarmas se disparen.
Pero es absurdo creerlo,
todos los que han diseñado nuestro modelo económico, que tanto
éxito ha tenido en los últimos años, están vivitos y
coleando, nuestros dirigentes no lo permitirían sin dar sus
vidas. Y si sus vidas no alcanzasen están las nuestras y las
del mundo que no permitirán tranquilamente que se deshaga este
empeño humano que es la revolución cubana.”
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