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Pedro Campos

 

Ejemplo cubano de socialización: 
las cooperativas cañeras 1960-62 (I) *

La creación del sistema de cooperativas cañeras fue el primer paso concreto hacia la revolución social, el paso más trascendente que dio la Revolución Cubana hacia formas socialistas de producción. Sus mejores experiencias y aquel rumbo debieran ser retomados.

De 1960 a 1962 la economía cubana creció. La zafra 60-61, de 6,8 millones de toneladas de azúcar, fue la segunda zafra más grande de la historia de Cuba hasta entonces. Las grandes nacionalizaciones de 1960 habían transferido el grueso de la propiedad burguesa y terrateniente a manos del Estado, las administraciones revolucionarias de las empresas agrícolas e industriales controladas por el INRA (Instituto Nacional de Reforma Agraria) en estrecho vínculo con los sindicatos, las Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) y el Ejército Rebelde, garantizaban e impulsaban la producción, junto a la pequeña y mediana burguesía nacional. El nivel de vida de los trabajadores y el pueblo en general se vio ampliamente beneficiado por las medidas de la Revolución y los estímulos a la producción nacional. 

Pero si aquel crecimiento fue real y tuvo resultados palpables en el nivel de vida del pueblo, fue debido a que en este período se respetó la multiplicidad de formas de organización de la producción y especialmente a los resultados de la producción azucarera, primera y determinante industria en esos años. Si la producción de azúcar creció en medio del caos que engendra toda Revolución, un factor decisivo fue la disponibilidad de caña, la materia prima de la industria azucarera. ¿Cómo fue posible que inmediatamente después de una Reforma Agraria radical que eliminara la organización latifundista cañera, la producción de la gramínea no sólo se mantuviera, sino que se elevara considerablemente?

La respuesta: el sistema de cooperativas cañeras, que comenzó a organizarse a principios de 1960 a iniciativa del Jefe de la Revolución, fundado oficialmente por él en junio de 1960 en el teatro de la CTC, el cual se estructuró sobre la base de las tierras nacionalizadas a los latifundios cañeros extranjeros, principalmente, en 1959 y funcionó hasta principios de 1962. Por la importancia de la caña para nuestra primera industria nacional y toda la economía del país, en el discurso inaugural, el líder cubano llamó a este sistema la “columna vertebral de la Revolución”. La sabia Historia, una vez más, le daría la razón, veremos porqué.

En su poco citada, pero trascendental obra, El problema campesino en Francia y Alemania, escrita por Engels en noviembre de 1894, 11 años después de la muerte de Marx, ( dato importante pues hay quienes aseguran que Engels era partidario del socialismo estatal en contraposición al socialismo cooperativo de Marx), el cofundador del Socialismo Científico escribió: 

“Las grandes fincas restituidas así a la colectividad, serán entregadas por nosotros en disfrute a los obreros agrícolas, que ya las cultivan ahora, que deberán organizarse en cooperativas, bajo el control de la colectividad…aquí las transformación del sistema de explotación capitalista está ya plenamente preparada y puede llevarse a cabo de la noche a la mañana, exactamente lo mismo por ejemplo, que en una fábrica del señor Krupp.” (**)

La decisión del Comandante en Jefe de convertir aquellas tierras en el sistema de cooperativas cañeras, estuvo plenamente acorde con esta concepción al aplicar el régimen cooperativo a las tierras de los latifundistas, era la forma de avanzar a las nuevas formas socialistas de producción en el campo, concebida por los clásicos. 

Después de la Revolución Política de 1959 y la Ley de Reforma Agraria que inicio en gran escala la expropiación de los expropiadores, la creación de aquel sistema cooperativo en la agricultura para producir y cosechar caña, fue el primer paso concreto hacia la Revolución Social, hacia formas socialistas de producción, pues el resto de las empresas nacionalizadas continuaron laborando –casi todas- bajo el régimen de producción asalariada, típico del capitalismo, solo que ahora, la propiedad ya no era de los capitalista nacionales o extranjeros, sino del Estado empeñado en construir el socialismo.

En las Cooperativas Cañeras, denominadas por algunos estudiosos de la economía cubana, como “cooperativas agrícolas proletarias socialistas”, la propiedad de la tierra se mantuvo en el Estado pero bajo usufructo de los trabajadores. Los otros medios de producción se entregaron en propiedad colectiva a las cooperativas, que además de garantizar la caña de azúcar para los ingenios, tenían que autofinanciar todas sus operaciones y disponían de tierra y medios para autoabastecerse de productos agrícolas. 

Los cooperativistas cobraban un anticipo que no era salario, el cual se compendiaba con los resultados finales del trabajo en el año, cuando se entregaban estímulos adicionales por los excedentes económicos que quedaran luego de liquidar los créditos, hacer los aportes al presupuesto, a las inversiones, y demás erogaciones. Recibían otros beneficios extra salariales en créditos para medios de producción e insumos y bajos precios a todos los productos de consumo e insumos para la producción en las tiendas del pueblo –que eran partes del sistema- y funcionaban sin ánimo de lucro.

El Sistema de Cooperativas Cañeras implicaba un novedoso tipo de organización de la producción en la que el Estado mantenía la propiedad de la tierra a través del INRA y vinculaba la cogestión estatal con el usufructo de la tierra por parte de los cooperativistas, un alto nivel de autonomía financiera, repartición de utilidades y autoconsumo de las cooperativas. El sistema funcionaba como un todo y a la vez como partes, tenía en cuenta los intereses del país, de la producción cañera como tal, de las cooperativas como colectivo y de los trabajadores individualmente. Era por tanto un sistema de autogestión empresarial y social a la vez, era la Autogestión Socialista, aplicada en Cuba por primera vez.

Contaba con 120 mil cooperativistas y 30 mil obreros eventuales, 600 cooperativas, aglutinadas en 50 agrupaciones que se ocupaban de la parte técnica, seis Delegaciones Provinciales y una Administración General. Disponía de 70 mil caballerías de tierra de las cuales 40 mil eran de caña, 15 mil de ganado (173 mil cabezas de ganado vacuno, incluidas las yuntas de bueyes) y 15 mil de otros cultivos, 2,600 tractores, 7,700 carretas, 950 camiones y un número indeterminados de jeeps, más 346 arados, gradas y moto bombas. Administraba 867 Tiendas del Pueblo, construyeron 19 pueblos, y tenían 4,700 jóvenes estudiando.

Un elemento significativo sobre el funcionamiento de aquel Sistema, era que la producción de las áreas de autoconsumo que poseía cada cooperativa cañera, no era para el consumo de esa cooperativa, sino que iba para la Tienda del Pueblo la que se encargaba de comercializar el producto a bajos precios, lo que representaba un beneficio indirecto no salarial. Así mismo aquellas tiendas del pueblo hacían las veces de bancos de crédito y ahorro de los cooperativistas.

Del total de los cooperativistas, 71 mil eran milicianos y disponían de 3 mil armas largas. Aquellas propiedades eran defendidas, por un ejército de trabajadores. 

Además de la tierra y los medios de producción nacionalizados, el Banco Nacional invirtió 84 millones de pesos en dos créditos para estas cooperativas. Al producirse su disolución, luego de casi dos años de vida, las cooperativas cañeras habían liquidado ese préstamo y además habían aportado al estado otros 102,5 millones de pesos; pagado 2 millones de pesos por uniformes y botas para las Milicias, repartido otros 95,7 millones de pesos por concepto de estímulos, y subsidios (no contempla el autoconsumo que cubría todas las necesidades de alimentos a bajos precios); invertido 40,4 millones de pesos en nuevos equipos; 77 millones en cabezas de ganado; y aportado 15 millones al Fondo Nacional para Accidentes del Trabajo. Las cosechas en proceso en 1962 estaban calculadas en 124,7 millones de pesos. 

Estamos hablando de 1961, cuando una familia obrera podía mantenerse con un salario promedio de 100 pesos, el valor del Peso Cubano era equivalente al dólar y este tenía aproximadamente 20 veces el valor del actual.

Estas “cooperativas agrícolas proletarias socialistas” cañeras no solo resolvieron el problema de la producción y cosecha de la caña a bajo costo, sino que dieron vida estable, sustento, vivienda y seguridad social a 150 mil trabajadores del campo que anteriormente deambulaban por las campiñas de Cuba en tiempo muerto. En aquellos años, aunque parte de las tierras dedicadas a la caña fueron utilizadas para otros cultivos, las zafras azucareras fueron altas y no faltó nunca en los centrales la caña de buena calidad, que entonces era todavía cortada a mano, tirada por bueyes y carretas en un 50 % , y transportada por ferrocarril a los ingenios.

Que se sepa, en aquel sistema no se perdió un peso ni un litro de gasolina.

Aproximadamente el 50 % de la caña para la primera Zafra del pueblo, la correspondiente a 1960-1961, de 6 millones 800 mil toneladas, fue cultivada y cosechada por el sistema de cooperativas cañeras. 

La segunda zafra del pueblo, correspondiente a 1961-1962, fue de 4 millones 800 mil toneladas. Por una política de diversificación agrícola e industrial, la Dirección de la Revolución había ordenado dedicar a otros cultivos 10 mil, de las 40 mil caballerías dedicadas a la caña por las cooperativas. En verdad solo se desviaron para otros cultivos 5,038 caballerías, pero esto significó unas 250 mil toneladas menos de azúcar. 

En febrero de 1962, con el nombramiento de Carlos Rafael Rodríguez como Presidente del INRA en medio de los mejores meses de zafra, comienza la disolución de las cooperativas cañeras, que definitivamente quedan convertidas en “granjas del pueblo” al terminar la zafra. La cooperativización fue trastocada en grangización estatal. Las tierras y medios de las cooperativas cañeras pasaron a control del Ministerio de Industrias que dirigía el Comandante Che Guevara desde hacía un año, y junto con los Centrales azucareros, las tierras dedicadas al cultivo de la caña de azúcar de cada Ingenio, formaron los CAI, Complejo Agrícola Industrial. 

Cuando las tierras cañeras pasaron así del INRA al Ministerio de Industrias, el Che lograba realizar su sueño de unificar bajo una misma dirección el proceso completo de la producción azucarera, lo que equivalía a decir lo determinante en la economía cubana de entonces. Su proyecto era un sistema integral agrícola-industrial que permitiera una amplia e intensiva aplicación de la técnica y un novedoso sistema empresarial centralizado basado en el financiamiento presupuestario.

El Dr. Carlos Rafael Rodríguez en su libro “Cuba en el Tránsito al Socialismo” (****), expresa que se buscaba “crear condiciones para introducir la mecanización en la agricultura con la organización agrícola estatal”. De manera que la conversión de las “cooperativas agrícolas proletarias socialistas”, las cooperativas cañeras, en granjas del pueblo integradas a los CAI, fundamentadas en la propiedad estatal y el trabajo asalariado, se realizó con la intención de garantizar una mejor dirección y planificación centralizada de la economía agrícola imbricada con la industria, con miras a la diversificación de la agricultura y su tecnificación.

Evidentemente, en ese momento y tal vez todavía hoy no se entienda que el desmonte de aquel sistema cooperativo de relaciones socialistas de producción, cuando 120 mil cooperativistas volvieron a ser asalariados y 600 cooperativas con 70 mil caballerías de tierras fértiles y productivas se convirtieron en granjas estatales, traería graves consecuencias posteriores para la economía y la sociedad cubanas, que todavía sufrimos.

En la práctica, eso implicó que se introdujeran profundas modificaciones en la forma de propiedad y las relaciones de producción. Los cooperativistas perdieron el usufructo común de la tierra. De guardianes de un interés colectivo directo e indirecto viraron para atrás a la condición de asalariados, la gestión empresarial pasó de manos de los trabajadores apoyados por unos pocos técnicos a las de funcionarios del Estado controlados sólo desde arriba, se eliminó el área de autoconsumo y con ello una parte considerable del ingreso real de los cooperativistas, el pago por trabajo se sustituyó por un salario fijo. Los destacamentos milicianos de las cooperativas habían sido desactivados y desarmados.

La página 155 del libro citado del Dr. Carlos Rafael Rodríguez apunta: …”Los intentos realizados entre 1960 y 1962 para convertir a los antiguos obreros agrícolas de la caña en propietarios colectivos a través de formas cooperativas basadas en el usufructo permanente de la tierra, encontraron poco interés por parte de esos trabajadores. Es cierto que hubo inexperiencia y falta de aptitud de los dirigentes de aquellas cooperativas para promover formas de interés directo de los obreros…” 

Carlos Marx, viene en auxilio de un enfoque científico del problema: “el ser social determina la conciencia social”. La mentalidad colectiva y de dueños no podía crearse desde fuera, sino desde dentro de un sistema colectivista, cooperativista. Las posibilidades que brindaban las “cooperativas agrícolas proletarias socialistas”, de formar una mentalidad nueva en los trabajadores agrícolas, fue desmantelada con la “granjización”. Se pretendió hacer “el hombre nuevo” con una mentalidad comunitaria, eliminando precisamente lo que hubiera podido formarla: su base, el colectivismo logrado con las cooperativas.

Las cooperativas cañeras y sus dirigentes, dispusieron de muy poco tiempo, apenas dos años, para desplegar sus iniciativas. Fueron sacrificadas en la cuna, a favor del capitalismo de Estado creído socialismo, que tomaba fuerza. 

Aquella “granjización”, en nombre de la “socialización estatal” de las “cooperativas agrícolas proletarias socialistas”, en realidad significó un retroceso en la socialización de la producción agrícola, pues vino de nuevo a reconcentrar en manos del Estado la propiedad de la tierra, los medios de producción y los resultados de la producción que, con las cooperativas cañeras, habían sufrido un verdadero proceso de desconcentración y socialización. 

Puede afirmarse categóricamente que el sistema de las cooperativas cañeras ideado, fundado y estimulado por el Jefe de la Revolución, que funcionó entre 1960 y los primeros meses de 1962, basado en la cogestión autofinanciada de la propiedad estatal y el usufructo permanente de los trabajadores, fue la forma de organización de la propiedad, de la producción, distribución y consumo más auténtica y genéricamente socialista, de todas las establecidas en Cuba hasta el presente.

Desde luego presentaba deficiencias, hubiera podido funcionar mejor, perfeccionarse, generar otros estímulos a la producción y desarrollar más la infraestructura y las condiciones generales sociales y de vida de aquellos cooperativistas. Era algo nuevo, en marcha, necesitaba madurar. Pero apenas, no le dieron tiempo, las cooperativas cañeras, las cooperativas agrícolas proletarias socialistas, no llegaron a vivir 2 años, decretaron su muerte “cuando empezaban a hablar”.

La visión fresca y autóctona de los revolucionarios cubanos, de profundas raíces marxistas, llevada a la práctica bajo la dirección de Fidel y recogida meses después por los comunistas en su Programa aprobado en Agosto de 1960*****, fue revertida dos años después, por una visión esquemática y copista de la propiedad del Estado, mal entendida como la genérica del socialismo, que persistía en algunos cuadros de la antigua dirección comunista y tomaba fuerza con otro sistema que se empezaba a ensayar, distinto del Cálculo Económico, pero igualmente centralizador, el Sistema Presupuestario de Financiamiento impulsado por el Comandante Che Guevara.

A nadie hay que culpar. Fue la confianza en la concepción estatal neo-tecnocrática que primaba en el socialismo “real”, que ponía el énfasis en el “desarrollo de las técnicas” en lugar de las relaciones de producción y en la convicción de que la propiedad estatal y la planificación centralizada eran la esencia del socialismo y no las relaciones cooperativas y autogestionarias de producción y la planificación democrática desde la base. ¿Cómo podrían no funcionar en Cuba las bondades de un sistema que había llevado a la URSS del feudalismo al Cosmos, pasando por la victoria sobre el Fascismo en la II Guerra Mundial? 

El análisis del sistema centralizado que primó desde entonces en la producción cañera, sus causas y consecuencias, nada tiene que ver con los hombres que honesta, revolucionaria y sacrificadamente entregaron sus mejores años por tratar de hacer avanzar una organización de la producción (la asalariada) que -por su esencia- contradice los fines de satisfacer las necesidades crecientes que procura. Debemos aceptar que no había, no hay –todavía- plena conciencia de esto.

Aquella concepción, asumida casi naturalmente y sin grandes discrepancias internas, tuvo y sigue teniendo consecuencias profundas para la Revolución Cubana. El paso más importante dado por el socialismo en Cuba desde 1959 hasta 1994, en sus primeros 35 años, el primer paso verdadero del ciclo social más allá de la Revolución Política que se verificó en la superestructura , el primer y más importante paso para cambiar la base económica hacia el socialismo, fue revertido en menos de dos años, con lo cual se crearon condiciones para el fortalecimiento de las relaciones de producción basadas en la propiedad del Estado y el trabajo asalariado, el neo capitalismo de Estado que hoy sigue predominando y en el que seguimos estancados. 

Se hizo lo contrario a lo que muchas veces señaló Marx como el camino cooperativista del socialismo, a lo quería Lenin en 1923 y a lo que específicamente escribió Engels 66 años antes sobre la cooperativización de las tierras nacionalizadas.

Mucho de de lo que ha ocurrido después en nuestra economía, sus desastres en la agricultura, la industria, y los déficit productivos en muchos renglones, tiene su origen en la noción errática de socialismo en que se basó aquella decisión, que 44 años después seguimos arrastrando y sigue atascando y creando contradicciones en nuestro desarrollo económico y social.

Sus mejores experiencias y aquel rumbo debieran ser retomados.

Una segunda parte de este escrito abordará algunas de las consecuencias económicas y sociales de la desactivación de las cooperativas cañeras.

Agosto de 2007. En recordación y homenaje a la fundación del Partido Comunista de Cuba, el 16 de agosto de 1925, hace 82 años. perucho1949@yahoo.es


Notas y citas.

* Resumen del acápite referido a las relaciones de producción en los primeros años de la Revolución, extraído del libro del autor “La Autogestión empresarial y social: camino al socialismo del siglo XXI”

** Federico Engels. El problema campesino en Francia y Alemania”. C. Marx y F. Engels. O.E. en tres tomos. T-III. Editorial Progreso Moscú 1974.

*** Todos los datos relativos a las cooperativas cañeras fueron tomados de un documento confeccionado para la CTC, el 23 de mayo de 1999, por el Ingeniero Eduardo Santos Ríos, Administrador General de las Cooperativas Cañeras. Una copia del documento obra en poder al autor. El Ing. Santos Ríos vive aun a sus 92 años. Reside en el mismo modesto apartamento en que vivía antes del triunfo de la Revolución en Boyeros, La Habana.

**** Carlos Rafael Rodríguez. Cuba en el tránsito al socialismo.

***** Programa del Partido Socialista Popular, aprobado en la VIII Asamblea Nacional en Agosto de 1960. Ediciones Populares. La Habana. 1960.