Pedro Campos |
Rotundo mentís y respuesta demoledora
2007 fue un año decisivo para la revolución socialista en Cuba,
donde el papel protagónico fue reasumido por las masas. Ratifica
Raúl su compromiso anti inmovilista. Se agudizará la lucha
fraternal entre el viejo y el nuevo socialismo. Las próximas
elecciones para diputados y el nuevo gobierno podrían reflejar el
nuevo rumbo.
Concluye un año decisivo para el futuro de la Revolución
Socialista en Cuba, caracterizado por el papel protagónico que el
pueblo y los trabajadores se dieron con su amplia participación en
el debate orientado por el Partido sobre el discurso de Raúl el 26
de julio, a cuyo análisis dedicó el 2do Secretario del PCC su
intervención en la reciente Asamblea Nacional del Poder Popular,
en la cual expresó: “El último año ha sido sin dudas de un intenso
trabajo con la participación activa de todo el pueblo”.
El 2007 abrió con una clarinada contra el sistema burocrático
entorpecedor del normal desarrollo de la sociedad: la protesta de
los intelectuales conocida como la “guerrita de los emilios”,
continuando el debate que se venía desarrollando en las páginas
digitales de la izquierda y otros foros desde el discurso del
Comandante en Jefe en la Universidad en noviembre del 2005 sobre
la eventual reversibilidad de la Revolución y sus causas, el cual
se reflejó también en otros intercambios electrónicos, artículos
de la prensa oficial y la especializada, inspirados en los
reiterados llamados del Ministro de las FAR a debatir abiertamente
nuestros problemas.
Puntos relevantes en el año, fueron el discurso de Raúl el 26 de
Julio y su posterior debate, acontecimientos históricos que
incluyeron la realización de 215 687 reuniones donde participaron
más de 5 millones de compatriotas, quienes realizaron 3 255 344
intervenciones, en las que se hicieron más de 1 300 000
planteamientos. Esos más de 3 millones de cubanos que
intervinieron en las discusiones, apoyaron con su actitud los
llamados de Raúl y confiaron en él, constituyen el verdadero
destacamento de vanguardia de la revolución socialista en la Cuba
actual.
La intervención del Presidente en funciones, en la última sesión
de la Asamblea del Poder Popular es el más rotundo mentís a los
que creyeron que tales discusiones serían “una estratagema más” y
una respuesta demoledora a los que, desde dentro o desde fuera,
trataron de mediatizarlas, unos para que nada cambiara y los otros
para derrumbarlo todo desde la contrarrevolución, aprovechando el
descontento generado por el inmovilismo. Fue preciso el líder
revolucionario en ofrecer ya algunas consideraciones prelimares y
directrices principales, emanadas de todo ese proceso, entre las
que destacan:
“El principal y decisivo propósito de este gran esfuerzo ha sido
la búsqueda, con la participación consciente y activa de la
inmensa mayoría de los cubanos, de las mejores soluciones...”
“Coincidimos con quienes han alertado sobre el exceso de
prohibiciones y medidas legales, que hacen más daño que beneficio”
“… continuará actuándose con toda la rapidez que permitan las
circunstancias, para que la tierra y los recursos estén en manos
de quienes sean capaces de producir con eficiencia, se sientan
apoyados, reconocidos socialmente y reciban la retribución
material que merecen.”
“se trabaja para… eliminar la nociva tendencia al triunfalismo y
la complacencia”
“No he pretendido agotar ninguno de los temas abordados, sobre
ellos habrá que volver una y otra vez”
“Millones de cubanos expresaron consideraciones y sugerencias
dirigidas a perfeccionar nuestro socialismo.”
“Una Revolución que nos pertenece a todos,”
“Sería suicida no actuar así frente a una administración
norteamericana que… ha arreciado su agresividad contra Cuba.”
“También se analizan decisiones dirigidas a la paulatina solución
de diversos problemas en la educación, la salud, el transporte, la
vivienda, la recreación,…”
“Habrá que establecer prioridades, organizar mejor la mano de obra
y los recursos e introducir tecnologías modernas.”
“Otro grupo de complejos asuntos, como la existencia de dos
monedas y las deformaciones de los sistemas de salarios y precios,
requieren estudio profundo”
“Debemos determinar, con la participación activa de todos, cuáles
son en nuestras condiciones las vías más efectivas para asegurar
el incremento sostenido de la producción nacional… así como el
perfeccionamiento del sistema empresarial vinculado a los
resultados.”
“Son justas las críticas de la población por el uso irracional de
los recursos en determinadas entidades estatales”
Estas expresiones de Raúl, en consonancia con la máxima del
Comandante Marcos: “Mandar obedeciendo”, confirman que el pueblo
pidió avanzar hacia un socialismo más participativo y que la
dirección de la Revolución, haciendo honor a la confianza que en
ella depositaron los millones que tomaron parte en el debate,
actuará en consecuencia, para lo cual garantizará que este proceso
no termine aquí, sino que continúe como un permanente generador de
renovados y objetivos enfoques para buscar y aplicar -entre todos-
las soluciones socialistas a nuestros problemas sociales,
económicos y políticos.
En una revolución verdadera como la cubana, signada por el
enfrentamiento al más brutal de los imperios y donde los medios de
producción han sido expropiados al gran y medio capital, la
garantía del camino socialista y la irreversibilidad hacia el
capitalismo, estará en la activa participación del pueblo y los
trabajadores en la discusión y en la toma de decisiones sobre
todos los aspectos importantes que afectan su vida, rumbo que Raúl
acaba de anunciar.
El propio debate, donde todo pudo ser cuestionado por las bases
desde las posiciones de la Revolución y el Socialismo, fue la
máxima expresión del cambio que ya se vislumbra de una concepción
dirigista y burocrática para conducir los problemas de la sociedad
y la economía, hacia otra nueva, participativa y democrática donde
sean las bases, los trabajadores y el pueblo los principales
actores y directores, en la cual todos seamos sujetos y no objetos
del desarrollo social.
Si en las pasadas ediciones de las sesiones de la Asamblea
Nacional, Raúl hablaba de la necesidad del debate, las discusiones
y las discrepancias, en esta ya pudo centrar su intervención en
las millones de participaciones y propuestas y referirse
concretamente a los problemas y a las soluciones planteadas por
las bases, muchas de las cuales no estaban en el arsenal del
aparato burocrático tradicional que dirige la economía y la
sociedad.
Esta primera gran batalla contra el inmovilismo ha sido entablada
y ganada, pero no significa su derrota definitiva. Ahora tendremos
que andar un complicado trecho para hacer realidad este camino
iniciado, hacer efectivas las medidas que se intuyen del discurso
de Raúl y, específicamente, formalizar las maneras concretas que
garanticen sistémicamente el ejercicio democrático y decisorio de
los de abajo en los centros de producción y servicios, en la
comunidad y en la prensa, impregnándolos de este nuevo estilo.
Siempre habrá quienes estén llamando a la moderación, a la
pasividad y pedirán analizar muchas veces las cosas antes de dar
paso a alguna nueva medida, serán los mismos para quienes todo
está bien y sólo necesitamos “trabajar más”. Con esa especie de
revolucionarios encorbatados y sabihondos, estaríamos todavía
esperando la caída de la tiranía batistiana.
En una clara muestra de que el centralismo burocrático va
perdiendo terreno, cuando algunas intervenciones con datos
económicos generales en la Asamblea Nacional, dejaban en el aire
una estela de interrogantes, Raúl señalaba: “nos interesa,
especialmente, que el comportamiento positivo de los indicadores
macroeconómicos se refleje lo más posible en la economía
doméstica, donde están presentes carencias cotidianas.” Para más
claridad sobre el verdadero significado del cifrado estadístico
del aparato económico ministerial, al referirse al debate sobre el
mismo expresó: “Hemos tenido una buena reunión sobre el Plan de la
Economía y el Presupuesto aprobados para el próximo año. Sobre
todo ha sido la más breve de la historia.” Ciertamente más vale la
pena dedicar el tiempo a pensar el futuro.
El debate importante, al que sí dedicó Raúl su tiempo y su
discurso fue al que realizó el pueblo, algunas de cuyas propuestas
–sin precisar- el inmovilismo trató (y seguirá tratando) de
desarticular al pretender descalificarlas como producto de la
ignorancia. Tales irrespetuosas e irresponsables alusiones a las
opiniones de los de abajo, reflejan el comportamiento típico de
los carentes de argumentos que subestiman la sapiencia obrera y
popular. En nombre de los millones de “ignorantes” que ahora
fueron escuchados, pero que no tienen acceso directo a esas
tribunas, ni cuyas opiniones publica la prensa oficial, respondió
Raúl: “…el debate fue una sólida demostración del alto nivel de
conciencia y cultura política del pueblo.” Los que en forma
sibilina siguen buscando la ignorancia en las bases, sólo reflejan
su propia incapacidad para comprender los verdaderos intereses
populares y resultaron ser los descalificados en este proceso,
tanto por el pueblo como por Raúl. Fueron los estertores del viejo
sistema que, sintiéndose acorralado, busca mediatizar, amedrentar
y detener la crítica popular y la aplicación de medidas que
inevitablemente arrasarán, en la continuación de este proceso, con
el burocratismo, el dogmatismo, la doble moral y el cinismo que lo
caracterizan.
Simplemente la filosofía justificativa que inmoviliza debe ir
quedando atrás, esa que todavía a) cree necesario producir primero
para repartir después, en negación de la relación dialéctica
interdependiente que existe entre producción y estímulo; b)
entiende, o hace como que entiende, cuando se hable de cambios
estructurales que se trata sólo de infraestructura de puentes,
carreteras, vías férreas, nuevas grandes inversiones industriales,
sistemas constructivos de producción, almacenamiento y
distribución de electricidad, agua, gas o petróleo, etc.,
desconociendo que la base –estructura- de cualquier sociedad, el
modo de producción, está compuesto por las fuerzas productivas
(que además de la infraestructura económica incluye la más
importante: el ser humano y sus conocimientos) y las relaciones de
producción, al centro de las cuales están las formas de propiedad
y apropiación; c) insiste en culpar de la ineficiencia en la
producción, a los trabajadores indisciplinados, que hay que
“educar económicamente”, a la falta de exigencia de los eslabones
intermedios y a los desvíos de recursos, cuando todos sabemos que
las “causas de todas esas cosas” radican en que los trabajadores
están insatisfechos con la retribución a su trabajo y no se
sienten dueños de los medios de producción, pues no lo son en
verdad por mucho que se les diga, si en nada ellos determinan; d)
continúa justificando los problemas en la agricultura con la
ocurrencia de desastres naturales y el bloqueo imperialista, sin
reparar en que casi la mitad de las tierras cultivables, con o sin
lluvia, se han llenado de marabú por encontrarse hasta ahora
acaparadas en manos del ineficiente estado que no ha sido capaz de
hacerlas producir y ha preferido comprar productos agropecuarios
fuera del país antes que estimular su producción por los
campesinos cubanos, y e) mantiene como “explicación” para los
atrasos en el proceso inversionista “la no llegada a tiempo de
materiales y componentes constructivos” para intentar ocultar las
insuficiencias de la planificación no democrática.
Por suerte para Cuba y su futuro todos estos argumentos se van
desvaneciendo ante la fuerza de la realidad, la inconformidad del
pueblo y la plena disposición de la dirección de la Revolución a
realizar los cambios que sean necesarios.
El lógico conflicto entre lo viejo por sobrevivir y lo nuevo por
acabar de nacer y consolidase, entre el viejo socialismo estatista
dirigista y el nuevo, participativo y democrático, se agudizará en
lo sucesivo, aunque sus propios actores -quizás- no lo valoren
así. No es un conflicto entre compañeros, sino entre ideas. Raúl
lo identificó de esta manera: “Desde luego, no todas las
propuestas y sugerencias podrán aplicarse íntegramente. Habrá que
forjar el consenso para determinar lo más racional y conveniente,
pues en no pocos casos se contraponen, y algunas opiniones
reflejan falta de información, muy especialmente en la esfera
económica.”
En esta lucha democrática y fraternal a lo interno de la
Revolución, seguirá la confrontación entre opuestos y partidarios
de nuevas formas de organizar la producción, de la
descentralización y del control obrero y popular; lo que Raúl
denominó sintéticamente: “que la tierra y los recursos estén en
manos de quienes sean capaces de producir con eficiencia, se
sientan apoyados, reconocidos socialmente y reciban la retribución
material que merecen.(…)… establecer prioridades, organizar mejor
la mano de obra y los recursos e introducir tecnologías modernas.”
Será la economía un área de difíciles batallas, pues el
inmovilismo tratará de aferrarse a sus actuales palancas de poder
y al monopolio de la “verdad y la información” que se va
desmoronando ya, siendo necesario trabajar fuerte y claro en todas
partes, a todas las instancias y en todas las ramas de la economía
y la sociedad, para seguir buscando un consenso –sin graves
fracturas- hacia una mayor participación de todos los trabajadores
y ciudadanos en las decisiones económicas tanto en los centros de
producción y servicios como en las comunidades, pues además de
ideas contrapuestas y falta y información, a veces ausente
totalmente y hasta tergiversada, hay desconocimiento de la teoría
marxista sobre el socialismo en algunos compañeros que siguen
asidos a los viejos esquemas fracasados y no logran rebasar los
horizontes de los añejos manuales o se guían por modernos
mamotretos del capitalismo agonizante.
Cualquier macroeconomía está sustentada en muchas microeconomías.
Si éstas no funcionan bien, difícilmente aquella lo logre y
viceversa, por lo que a ambas debe brindarse atención, análisis y
remedios armonizados.
En el socialismo lo “productivo” no es lo que da “ganancias o
aumenta los ingresos para el estado”, sino lo que ayude de forma
directa, efectiva y palpable a mejorar las condiciones de vida de
los trabajadores y todo su entorno vivencial y socio cultural.
Aquí, a los seres humanos no se les puede seguir viendo como otra
mercancía más, como un valioso recurso capital o financiero, u
objeto componente del sistema productivo, visiones todas sobre la
fuerza de trabajo, cuando menos, tecnocráticas que la
menosprecian; sino como los sujetos que organizan concientemente
ellos mismos y realizan a diario la producción social y hacen su
propia historia.
Las normas organizativas del trabajo en el socialismo, claramente
expuestas por Marx, Engels, Lenin y muchos de sus continuadores,
escamoteadas en aquellos manuales y aún poco divulgadas y al
parecer desconocidas todavía por muchos, difieren de las del
sistema asalariado y lucrativo del capitalismo y asientan sus
bases en los tres principios fundamentales del paradigma
cooperativista-autogestionario, súmmum histórico –además- de las
mejores relaciones humanas: la propiedad o el usufructo colectivo
sobre los medios de producción; la gestión democrática (discusión
y aprobación colectiva de los planes y la dirección de la empresa)
y la distribución equitativa (no igualitaria) del plus-trabajo o
excedente para el consumo de los trabajadores, luego de
descontados los aportes al fondo social y a la reproducción
ampliada de la empresa. En muchos pasajes, Marx dejó claro que las
nuevas relaciones de producción socialistas estaban contenidas en
el sistema de trabajo de las cooperativas que ya existían, por
mucho que se quiera desconocer esta parte de su obra.
Hace años el Perfeccionamiento Empresarial (PE) y las Unidades
Básica de Producción Cooperativas, UBPC, que transitan por la
senda que los puede conducir al paradigma autogestionario del
socialismo marxista, tratan de abrirse paso entre el marasmo de
los mecanismos burocráticos, las prohibiciones, las excesivas
regulaciones de cientos de cuartillas que nunca nadie llega a
dominar, las directivas de planes previamente aprobados y
decididos desde arriba “a consultar con los trabajadores” y los
enfoques mercantilistas y asalariados de la organización de la
producción y la distribución del plus-trabajo o excedente,
pensados para un esquema de acumulación centralizada. Igual se
reconoce la alta productividad de las empresas que están en
Perfeccionamiento, pero se restringe la entrada de otras en el
sistema, por sus debilidades contables y de otros tipos, cuando el
PE debería verse como una precondición para el mejor
funcionamiento esas empresas y no como una consecuencia de su buen
trabajo organizativo. Es evidente la confusión burocrática entre
qué hace de carreta y qué de bueyes y la oposición, por cierto no
muy disfrazada, a que sean los trabajadores los que controlen y
decidan directamente la forma en que se emplea el excedente en
salarios, costos, gastos e inversiones (fondos sociales, de
consumo y reproducción), todos sabemos porqué.
Mientras sea un grupo de bienintencionados especialistas los que
tomen esas decisiones y no los trabajadores mismos de cada centro,
el socialismo seguirá siendo una utopía, la lucha por el ahorro
una mera consigna y continuarán el despilfarro, el desvío de
recursos, aumentarán las costosas empresas improductivas estatales
de custodios, el desinterés de los trabajadores, la indisciplina
laboral, el autoritarismo en la producción, el incumplimiento de
los planes y todas las deficiencias señaladas y por señalar al
sistema estatal-dirigista-asalariado. Otra cosa es la
planificación general y desarrollo de la infraestructura nacional
a partir del presupuesto del país, que deberá descentralizarse
para su ejecución y concederse a empresas especializadas de
organización permanente. Cuando la “rectificación de errores y
tendencias negativas” se criticó y desactivó al SDPE, Sistema de
Dirección y Planificación de la Economía por su ineficiencia y
excesivo centralismo; hoy aquello parece haberse reproducido bajo
otros nombres. Y seguirá reproduciéndose mientras no se cambie la
filosofía que lo sustenta.
Será necesaria una clara determinación para implantar el PE en
todas las entidades estatales, librarlo de sus pesados fardos
burocráticos actuales y optimizarlo hasta llevarlo a funcionar
sobre las bases paradigmáticas del sistema de trabajo
cooperativo-autogestionario, para poder convertirlo en un
verdadero motor incentivador de la producción y el compromiso de
los trabajadores, con vistas a constituirlas en el futuro en
empresas socialistas cooperativas, autogestionadas o
cogestionadas, según las características de cada centro de
producción o servicios, hasta lograr que: “las sociedades
cooperativas unidas regulen la producción nacional con arreglo a
un plan común” al decir de Carlos Marx.
Esta batalla central fue planteada por Raúl en estos términos:
“Debemos determinar, con la participación activa de todos, cuáles
son en nuestras condiciones las vías más efectivas para asegurar
el incremento sostenido de la producción nacional y de la
capacidad exportadora del país, reducir las importaciones e
invertir los recursos en prioridades bien definidas, para la
búsqueda sistemática de la eficiencia productiva, así como el
perfeccionamiento del sistema empresarial vinculado a los
resultados.”
Todos estamos de acuerdo en la fórmula socialista “de cada cual
según su capacidad, a cada cual según su trabajo”. Las diferencias
vienen a la hora de abordar el asunto en concreto. Entre otras,
las fundamentales son:
1) Quién determina el aporte de cada cual, ¿un X aparato estatal
de la superestructura del estado que establece esquemáticamente
salarios fijos y estímulos adicionales por el buen comportamiento,
o los propios trabajadores en la base a la hora de repartir la
parte del excedente destinada al consumo?
2) Cómo se determina el aporte de cada cual, ¿según el nivel
científico o cultural de cada uno o según la aplicación y
resultados concretos de esa capacidad en valores mesurables?
3) Cómo se retribuye el aporte ¿en pesos devaluados que no
permiten solventar las necesidades mínimas de reproducción de la
clase trabajadora, o en una moneda con poder adquisitivo real?
4) Quién o quiénes determinan los montos de la retribución
indirecta y los criterios en que se sustentan (subsidios,
seguridad social y presupuestos sociales), ¿un grupo de
especialistas, o todos los interesados?
Otras interrogantes pueden añadirse, pero dado el funcionamiento
actual de la economía cubana, en dependencia de las respuestas a
estas cuatro, seguiremos en el estancamiento actual o avanzaremos
en la consolidación del socialismo. Estas problemáticas y sus
respuestas no se encontrarán en Nikitin, Konstantinov, los
modernos economistas burgueses ni los cursos de marketing, pero
fueron ofertadas por muchos trabajadores en las recientes
discusiones.
No podemos, tampoco, seguir discutiendo esto eternamente, sería
caer en el inmovilismo con el discurso anti inmovilista. Ya hace
muchos años alguien dijo que la mejor forma de burocratizar algo
es crear una comisión “especializada” para que lo estudie. Se
trata “del pollo del arroz con pollo”. Hay que actuar
revolucionariamente, partiendo de los criterios de los
trabajadores de la base y de la propia experiencia cubana e
internacional, y acabar de enfrentarlo. Tomar el toro por los
cuernos. Si lo dejamos en manos del aparato estatal de la
burocracia, el PE jamás será implantado totalmente y muchos menos
optimizado. Hay que poner la aplicación del PE y su optimización
en manos de los trabajadores, convertirla en una tarea de los
sindicatos, con apoyo del Partido. Sobre la marcha de su
aplicación y en la medida en que aumente la participación directa
de los trabajadores, ellos mismos demandarán nuevos pasos.
Importante será abrir la prensa oficial a todas las opiniones y al
debate comunista sobre el tema. Hay muchos académicos y
profesionales estudiosos del socialismo marxista, silenciados,
listos para trabajar en función de lo que están demandando hoy los
trabajadores con su actuación y Marx (*) definió hace siglo y
medio, como la esencia de las nuevas relaciones socialistas de
producción.
Ahora se habla por algunos de distribuir entre pequeños campesinos
partes de las tierras de las UBPC “dado su fracaso”, sin valorar
que nunca se les dieron las facilidades comerciales, crediticias y
autonómicas que se están contemplando ahora para aquellos. Eso
sería un paso atrás en la socialización y caminar en dirección a
una desviada ruta asiática. Para entregar en usufructo a
campesinos individuales, hay muchas otras tierras ociosas que
pueden distribuirse provenientes de las granjas y empresas
estatales que están sin cultivar.
Las UBPC, todas las cooperativas agrícolas y las otras que deberán
autorizarse en la industria, los servicios y el comercio deben
tener las mismas facilidades crediticias, libertades de producción
y realización comercial, que se pretenden otorgar a los campesinos
individuales, así como posibilitarles ampliar o desarrollar la
industrialización de sus productos en fábricas artesanales o mejor
dotadas técnicamente con apoyo crediticio del estado o con
respaldo financiero y comercial que puedan proporcionar los marcos
del ALBA. El control estatal debe radicar básicamente en el cobro
de impuestos progresivos sobre las ganancias, regulaciones
sanitarias y otras así.
En las próximas semanas y meses, tendrán que irse implementando
las medidas concretas que hagan efectivo el discurso de Raúl, se
levanten las absurdas prohibiciones –que no son pocas-, se haga la
adecuada prioridad de las inversiones, se organice la producción
agropecuaria sobre nuevas bases hacia la garantía de la
autosuficiencia alimentaria, se brinde un especial impulso del
Perfeccionamiento Empresarial hacia una verdadera y efectiva
participación de los trabajadores en la gestión y el control del
excedente y se den pasos a una verdadera integración económica y
social del país actualmente fraccionado por la doble moneda y las
diversas economías, mercados, formas de pago, restricciones y
discriminaciones diversas.
Esto demandará el concurso de los cuadros y dirigentes a todos los
niveles, pero sobre todo del respaldo mayoritario, decidido y
vigilante del pueblo a las medidas que se tomen a favor de más
socialización y participación, en lo cual deberá jugar un papel
primordial la prensa abierta al servicio de los intereses
populares y el socialismo que son una y la misma cosa.
En enero tendremos las elecciones para diputados al parlamento. Es
posible que en ellas se manifieste la forma en que el pueblo ha
estado valorando todo este proceso de discusiones y muchos decidan
votar selectivamente, sólo por quienes consideren capaces de dejar
atrás los viejos métodos.
El futuro gobierno que nombre la próxima legislatura, deberá estar
en capacidad y disposición de avanzar en el nuevo rumbo que está
anunciando este discurso de Raúl.
Viva el Año 50 de la Revolución.
Socialismo por la vida.
La Habana, 1 de enero de 2008
perucho1949@yahoo.es
Ver artículos relacionados en las siguientes páginas de Internet:
http://www.kaosenlared.net/rss/kaos_colaboradores_195.xml
http://www.oocities.org/es/amigos_pedroc/index.html
* Carlos Marx. La Guerra Civil en Francia. C. Marx y F. Engels, OE
en tres Tomos. T-II. Editorial Progreso. Moscú 1973. Carlos Marx,
en su análisis de la Comuna de París contenido en La Guerra civil
en Francia, escribió:
“La Comuna aspiraba a la expropiación de los expropiadores. Quería
convertir la propiedad individual en una realidad, transformando
los medios de producción, la tierra y el capital, que hoy son
fundamentalmente medios de esclavización y de explotación del
trabajo, en simples instrumentos de trabajo libre y asociado…
... si la producción cooperativa ha de ser algo más que una
impostura y un engaño; si ha de sustituir al sistema capitalista;
si las sociedades cooperativas unidas han de regular la producción
nacional con arreglo a un plan común, tomándola bajo su control y
poniendo fin a la constante anarquía y a las convulsiones
periódicas, consecuencias inevitables de la producción
capitalista, ¿qué será eso entonces, caballeros, más que el
comunismo, comunismo “realizable”?…
La clase obrera no esperaba de la Comuna ningún milagro. Los
obreros no tienen ninguna utopía lista para implantarla por
decreto del pueblo. Saben que para conseguir su propia
emancipación, y con ella esa forma superior de vida hacia la que
tiende irresistiblemente la sociedad actual por su propio
desarrollo económico, tendrán que pasar por largas luchas, por
toda una serie de procesos históricos, que transformarán
completamente las circunstancias y los hombres. Ellos no tienen
que realizar ningunos ideales, sino simplemente dar (rienda)
suelta a los elementos de la nueva sociedad que la vieja sociedad
burguesa agonizante lleva en su seno. Plenamente conciente de sus
misión histórica y heroicamente resuelta a obrar con arreglo a
ella, la clase obrera puede mofarse de las burdas inventivas de
los lacayos de la pluma y de la protección pedantesca de los
doctrinarios burgueses bien intencionados, que vierten sus
ignorantes vulgaridades y sus fantasías sectarias con un tono
sibilino de infalibilidad científica”.
|