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                Pedro Campos  | 
              
               
              Rotundo mentís y respuesta demoledora 
              2007 fue un año decisivo para la revolución socialista en Cuba, 
              donde el papel protagónico fue reasumido por las masas. Ratifica 
              Raúl su compromiso anti inmovilista. Se agudizará la lucha 
              fraternal entre el viejo y el nuevo socialismo. Las próximas 
              elecciones para diputados y el nuevo gobierno podrían reflejar el 
              nuevo rumbo. 
               
              Concluye un año decisivo para el futuro de la Revolución 
              Socialista en Cuba, caracterizado por el papel protagónico que el 
              pueblo y los trabajadores se dieron con su amplia participación en 
              el debate orientado por el Partido sobre el discurso de Raúl el 26 
              de julio, a cuyo análisis dedicó el 2do Secretario del PCC su 
              intervención en la reciente Asamblea Nacional del Poder Popular, 
              en la cual expresó: “El último año ha sido sin dudas de un intenso 
              trabajo con la participación activa de todo el pueblo”.   
               
              El 2007 abrió con una clarinada contra el sistema burocrático 
              entorpecedor del normal desarrollo de la sociedad: la protesta de 
              los intelectuales conocida como la “guerrita de los emilios”, 
              continuando el debate que se venía desarrollando en las páginas 
              digitales de la izquierda y otros foros desde el discurso del 
              Comandante en Jefe en la Universidad en noviembre del 2005 sobre 
              la eventual reversibilidad de la Revolución y sus causas, el cual 
              se reflejó también en otros intercambios electrónicos, artículos 
              de la prensa oficial y la especializada, inspirados en los 
              reiterados llamados del Ministro de las FAR a debatir abiertamente 
              nuestros problemas.  
               
              Puntos relevantes en el año, fueron el discurso de Raúl el 26 de 
              Julio y su posterior debate, acontecimientos históricos que 
              incluyeron la realización de 215 687 reuniones donde participaron 
              más de 5 millones de compatriotas, quienes realizaron 3 255 344 
              intervenciones, en las que se hicieron más de 1 300 000 
              planteamientos. Esos más de 3 millones de cubanos que 
              intervinieron en las discusiones, apoyaron con su actitud los 
              llamados de Raúl y confiaron en él, constituyen el verdadero 
              destacamento de vanguardia de la revolución socialista en la Cuba 
              actual. 
               
              La intervención del Presidente en funciones, en la última sesión 
              de la Asamblea del Poder Popular es el más rotundo mentís a los 
              que creyeron que tales discusiones serían “una estratagema más” y 
              una respuesta demoledora a los que, desde dentro o desde fuera, 
              trataron de mediatizarlas, unos para que nada cambiara y los otros 
              para derrumbarlo todo desde la contrarrevolución, aprovechando el 
              descontento generado por el inmovilismo. Fue preciso el líder 
              revolucionario en ofrecer ya algunas consideraciones prelimares y 
              directrices principales, emanadas de todo ese proceso, entre las 
              que destacan: 
               
               
              “El principal y decisivo propósito de este gran esfuerzo ha sido 
              la búsqueda, con la participación consciente y activa de la 
              inmensa mayoría de los cubanos, de las mejores soluciones...” 
               
              “Coincidimos con quienes han alertado sobre el exceso de 
              prohibiciones y medidas legales, que hacen más daño que beneficio” 
               
              “… continuará actuándose con toda la rapidez que permitan las 
              circunstancias, para que la tierra y los recursos estén en manos 
              de quienes sean capaces de producir con eficiencia, se sientan 
              apoyados, reconocidos socialmente y reciban la retribución 
              material que merecen.” 
               
              “se trabaja para… eliminar la nociva tendencia al triunfalismo y 
              la complacencia” 
               
              “No he pretendido agotar ninguno de los temas abordados, sobre 
              ellos habrá que volver una y otra vez” 
               
              “Millones de cubanos expresaron consideraciones y sugerencias 
              dirigidas a perfeccionar nuestro socialismo.”  
               
              “Una Revolución que nos pertenece a todos,”  
              
               
              “Sería suicida no actuar así frente a una administración 
              norteamericana que… ha arreciado su agresividad contra Cuba.” 
               
              “También se analizan decisiones dirigidas a la paulatina solución 
              de diversos problemas en la educación, la salud, el transporte, la 
              vivienda, la recreación,…”   
               
              “Habrá que establecer prioridades, organizar mejor la mano de obra 
              y los recursos e introducir tecnologías modernas.” 
               
              “Otro grupo de complejos asuntos, como la existencia de dos 
              monedas y las deformaciones de los sistemas de salarios y precios, 
              requieren estudio profundo”  
              
               
              “Debemos determinar, con la participación activa de todos, cuáles 
              son en nuestras condiciones las vías más efectivas para asegurar 
              el incremento sostenido de la producción nacional… así como el 
              perfeccionamiento del sistema empresarial vinculado a los 
              resultados.” 
               
              “Son justas las críticas de la población por el uso irracional de 
              los recursos en determinadas entidades estatales”  
               
              Estas expresiones de Raúl, en consonancia con la máxima del 
              Comandante Marcos: “Mandar obedeciendo”, confirman que el pueblo 
              pidió avanzar hacia un socialismo más participativo y que la 
              dirección de la Revolución, haciendo honor a la confianza que en 
              ella depositaron los millones que tomaron parte en el debate, 
              actuará en consecuencia, para lo cual garantizará que este proceso 
              no termine aquí, sino que continúe como un permanente generador de 
              renovados y objetivos enfoques para buscar y aplicar -entre todos- 
              las soluciones socialistas a nuestros problemas sociales, 
              económicos y políticos. 
               
              En una revolución verdadera como la cubana, signada por el 
              enfrentamiento al más brutal de los imperios y donde los medios de 
              producción han sido expropiados al gran y medio capital, la 
              garantía del camino socialista y la irreversibilidad hacia el 
              capitalismo, estará en la activa participación del pueblo y los 
              trabajadores en la discusión y en la toma de decisiones sobre 
              todos los aspectos importantes que afectan su vida, rumbo que Raúl 
              acaba de anunciar. 
               
              El propio debate, donde todo pudo ser cuestionado por las bases 
              desde las posiciones de la Revolución y el Socialismo, fue la 
              máxima expresión del cambio que ya se vislumbra de una concepción 
              dirigista y burocrática para conducir los problemas de la sociedad 
              y la economía, hacia otra nueva, participativa y democrática donde 
              sean las bases, los trabajadores y el pueblo los principales 
              actores y directores, en la cual todos seamos sujetos y no objetos 
              del desarrollo social.  
               
              Si en las pasadas ediciones de las sesiones de la Asamblea 
              Nacional, Raúl hablaba de la necesidad del debate, las discusiones 
              y las discrepancias, en esta ya pudo centrar su intervención en 
              las millones de participaciones y propuestas y referirse 
              concretamente a los problemas y a las soluciones planteadas por 
              las bases, muchas de las cuales no estaban en el arsenal del 
              aparato burocrático tradicional que dirige la economía y la 
              sociedad. 
               
              Esta primera gran batalla contra el inmovilismo ha sido entablada 
              y ganada, pero no significa su derrota definitiva. Ahora tendremos 
              que andar un complicado trecho para hacer realidad este camino 
              iniciado, hacer efectivas las medidas que se intuyen del discurso 
              de Raúl y, específicamente, formalizar las maneras concretas que 
              garanticen sistémicamente el ejercicio democrático y decisorio de 
              los de abajo en los centros de producción y servicios, en la 
              comunidad y en la prensa, impregnándolos de este nuevo estilo. 
              Siempre habrá quienes estén llamando a la moderación, a la 
              pasividad y pedirán analizar muchas veces las cosas antes de dar 
              paso a alguna nueva medida, serán los mismos para quienes todo 
              está bien y sólo necesitamos “trabajar más”. Con esa especie de 
              revolucionarios encorbatados y sabihondos, estaríamos todavía 
              esperando la caída de la tiranía batistiana. 
               
              En una clara muestra de que el centralismo burocrático va 
              perdiendo terreno, cuando algunas intervenciones con datos 
              económicos generales en la Asamblea Nacional, dejaban en el aire 
              una estela de interrogantes, Raúl señalaba: “nos interesa, 
              especialmente, que el comportamiento positivo de los indicadores 
              macroeconómicos se refleje lo más posible en la economía 
              doméstica, donde están presentes carencias cotidianas.” Para más 
              claridad sobre el verdadero significado del cifrado estadístico 
              del aparato económico ministerial, al referirse al debate sobre el 
              mismo expresó: “Hemos tenido una buena reunión sobre el Plan de la 
              Economía y el Presupuesto aprobados para el próximo año. Sobre 
              todo ha sido la más breve de la historia.” Ciertamente más vale la 
              pena dedicar el tiempo a pensar el futuro.
               
               
              El debate importante, al que sí dedicó Raúl su tiempo y su 
              discurso fue al que realizó el pueblo, algunas de cuyas propuestas 
              –sin precisar- el inmovilismo trató (y seguirá tratando) de 
              desarticular al pretender descalificarlas como producto de la 
              ignorancia. Tales irrespetuosas e irresponsables alusiones a las 
              opiniones de los de abajo, reflejan el comportamiento típico de 
              los carentes de argumentos que subestiman la sapiencia obrera y 
              popular. En nombre de los millones de “ignorantes” que ahora 
              fueron escuchados, pero que no tienen acceso directo a esas 
              tribunas, ni cuyas opiniones publica la prensa oficial, respondió 
              Raúl: “…el debate fue una sólida demostración del alto nivel de 
              conciencia y cultura política del pueblo.” Los que en forma 
              sibilina siguen buscando la ignorancia en las bases, sólo reflejan 
              su propia incapacidad para comprender los verdaderos intereses 
              populares y resultaron ser los descalificados en este proceso, 
              tanto por el pueblo como por Raúl. Fueron los estertores del viejo 
              sistema que, sintiéndose acorralado, busca mediatizar, amedrentar 
              y detener la crítica popular y la aplicación de medidas que 
              inevitablemente arrasarán, en la continuación de este proceso, con 
              el burocratismo, el dogmatismo, la doble moral y el cinismo que lo 
              caracterizan. 
               
              Simplemente la filosofía justificativa que inmoviliza debe ir 
              quedando atrás, esa que todavía a) cree necesario producir primero 
              para repartir después, en negación de la relación dialéctica 
              interdependiente que existe entre producción y estímulo; b) 
              entiende, o hace como que entiende, cuando se hable de cambios 
              estructurales que se trata sólo de infraestructura de puentes, 
              carreteras, vías férreas, nuevas grandes inversiones industriales, 
              sistemas constructivos de producción, almacenamiento y 
              distribución de electricidad, agua, gas o petróleo, etc., 
              desconociendo que la base –estructura- de cualquier sociedad, el 
              modo de producción, está compuesto por las fuerzas productivas 
              (que además de la infraestructura económica incluye la más 
              importante: el ser humano y sus conocimientos) y las relaciones de 
              producción, al centro de las cuales están las formas de propiedad 
              y apropiación; c) insiste en culpar de la ineficiencia en la 
              producción, a los trabajadores indisciplinados, que hay que 
              “educar económicamente”, a la falta de exigencia de los eslabones 
              intermedios y a los desvíos de recursos, cuando todos sabemos que 
              las “causas de todas esas cosas” radican en que los trabajadores 
              están insatisfechos con la retribución a su trabajo y no se 
              sienten dueños de los medios de producción, pues no lo son en 
              verdad por mucho que se les diga, si en nada ellos determinan; d) 
              continúa justificando los problemas en la agricultura con la 
              ocurrencia de desastres naturales y el bloqueo imperialista, sin 
              reparar en que casi la mitad de las tierras cultivables, con o sin 
              lluvia, se han llenado de marabú por encontrarse hasta ahora 
              acaparadas en manos del ineficiente estado que no ha sido capaz de 
              hacerlas producir y ha preferido comprar productos agropecuarios 
              fuera del país antes que estimular su producción por los 
              campesinos cubanos, y e) mantiene como “explicación” para los 
              atrasos en el proceso inversionista “la no llegada a tiempo de 
              materiales y componentes constructivos” para intentar ocultar las 
              insuficiencias de la planificación no democrática. 
               
              Por suerte para Cuba y su futuro todos estos argumentos se van 
              desvaneciendo ante la fuerza de la realidad, la inconformidad del 
              pueblo y la plena disposición de la dirección de la Revolución a 
              realizar los cambios que sean necesarios. 
               
              El lógico conflicto entre lo viejo por sobrevivir y lo nuevo por 
              acabar de nacer y consolidase, entre el viejo socialismo estatista 
              dirigista y el nuevo, participativo y democrático, se agudizará en 
              lo sucesivo, aunque sus propios actores -quizás- no lo valoren 
              así. No es un conflicto entre compañeros, sino entre ideas. Raúl 
              lo identificó de esta manera: “Desde luego, no todas las 
              propuestas y sugerencias podrán aplicarse íntegramente. Habrá que 
              forjar el consenso para determinar lo más racional y conveniente, 
              pues en no pocos casos se contraponen, y algunas opiniones 
              reflejan falta de información, muy especialmente en la esfera 
              económica.”  
               
              En esta lucha democrática y fraternal a lo interno de la 
              Revolución, seguirá la confrontación entre opuestos y partidarios 
              de nuevas formas de organizar la producción, de la 
              descentralización y del control obrero y popular; lo que Raúl 
              denominó sintéticamente: “que la tierra y los recursos estén en 
              manos de quienes sean capaces de producir con eficiencia, se 
              sientan apoyados, reconocidos socialmente y reciban la retribución 
              material que merecen.(…)… establecer prioridades, organizar mejor 
              la mano de obra y los recursos e introducir tecnologías modernas.”
              
               
               
              Será la economía un área de difíciles batallas, pues el 
              inmovilismo tratará de aferrarse a sus actuales palancas de poder 
              y al monopolio de la “verdad y la información” que se va 
              desmoronando ya, siendo necesario trabajar fuerte y claro en todas 
              partes, a todas las instancias y en todas las ramas de la economía 
              y la sociedad, para seguir buscando un consenso –sin graves 
              fracturas- hacia una mayor participación de todos los trabajadores 
              y ciudadanos en las decisiones económicas tanto en los centros de 
              producción y servicios como en las comunidades, pues además de 
              ideas contrapuestas y falta y información, a veces ausente 
              totalmente y hasta tergiversada, hay desconocimiento de la teoría 
              marxista sobre el socialismo en algunos compañeros que siguen 
              asidos a los viejos esquemas fracasados y no logran rebasar los 
              horizontes de los añejos manuales o se guían por modernos 
              mamotretos del capitalismo agonizante. 
               
              Cualquier macroeconomía está sustentada en muchas microeconomías. 
              Si éstas no funcionan bien, difícilmente aquella lo logre y 
              viceversa, por lo que a ambas debe brindarse atención, análisis y 
              remedios armonizados. 
               
              En el socialismo lo “productivo” no es lo que da “ganancias o 
              aumenta los ingresos para el estado”, sino lo que ayude de forma 
              directa, efectiva y palpable a mejorar las condiciones de vida de 
              los trabajadores y todo su entorno vivencial y socio cultural. 
              Aquí, a los seres humanos no se les puede seguir viendo como otra 
              mercancía más, como un valioso recurso capital o financiero, u 
              objeto componente del sistema productivo, visiones todas sobre la 
              fuerza de trabajo, cuando menos, tecnocráticas que la 
              menosprecian; sino como los sujetos que organizan concientemente 
              ellos mismos y realizan a diario la producción social y hacen su 
              propia historia.  
               
              Las normas organizativas del trabajo en el socialismo, claramente 
              expuestas por Marx, Engels, Lenin y muchos de sus continuadores, 
              escamoteadas en aquellos manuales y aún poco divulgadas y al 
              parecer desconocidas todavía por muchos, difieren de las del 
              sistema asalariado y lucrativo del capitalismo y asientan sus 
              bases en los tres principios fundamentales del paradigma 
              cooperativista-autogestionario, súmmum histórico –además- de las 
              mejores relaciones humanas: la propiedad o el usufructo colectivo 
              sobre los medios de producción; la gestión democrática (discusión 
              y aprobación colectiva de los planes y la dirección de la empresa) 
              y la distribución equitativa (no igualitaria) del plus-trabajo o 
              excedente para el consumo de los trabajadores, luego de 
              descontados los aportes al fondo social y a la reproducción 
              ampliada de la empresa. En muchos pasajes, Marx dejó claro que las 
              nuevas relaciones de producción socialistas estaban contenidas en 
              el sistema de trabajo de las cooperativas que ya existían, por 
              mucho que se quiera desconocer esta parte de su obra. 
               
              Hace años el Perfeccionamiento Empresarial (PE) y las Unidades 
              Básica de Producción Cooperativas, UBPC, que transitan por la 
              senda que los puede conducir al paradigma autogestionario del 
              socialismo marxista, tratan de abrirse paso entre el marasmo de 
              los mecanismos burocráticos, las prohibiciones, las excesivas 
              regulaciones de cientos de cuartillas que nunca nadie llega a 
              dominar, las directivas de planes previamente aprobados y 
              decididos desde arriba “a consultar con los trabajadores” y los 
              enfoques mercantilistas y asalariados de la organización de la 
              producción y la distribución del plus-trabajo o excedente, 
              pensados para un esquema de acumulación centralizada. Igual se 
              reconoce la alta productividad de las empresas que están en 
              Perfeccionamiento, pero se restringe la entrada de otras en el 
              sistema, por sus debilidades contables y de otros tipos, cuando el 
              PE debería verse como una precondición para el mejor 
              funcionamiento esas empresas y no como una consecuencia de su buen 
              trabajo organizativo. Es evidente la confusión burocrática entre 
              qué hace de carreta y qué de bueyes y la oposición, por cierto no 
              muy disfrazada, a que sean los trabajadores los que controlen y 
              decidan directamente la forma en que se emplea el excedente en 
              salarios, costos, gastos e inversiones (fondos sociales, de 
              consumo y reproducción), todos sabemos porqué. 
               
              Mientras sea un grupo de bienintencionados especialistas los que 
              tomen esas decisiones y no los trabajadores mismos de cada centro, 
              el socialismo seguirá siendo una utopía, la lucha por el ahorro 
              una mera consigna y continuarán el despilfarro, el desvío de 
              recursos, aumentarán las costosas empresas improductivas estatales 
              de custodios, el desinterés de los trabajadores, la indisciplina 
              laboral, el autoritarismo en la producción, el incumplimiento de 
              los planes y todas las deficiencias señaladas y por señalar al 
              sistema estatal-dirigista-asalariado. Otra cosa es la 
              planificación general y desarrollo de la infraestructura nacional 
              a partir del presupuesto del país, que deberá descentralizarse 
              para su ejecución y concederse a empresas especializadas de 
              organización permanente. Cuando la “rectificación de errores y 
              tendencias negativas” se criticó y desactivó al SDPE, Sistema de 
              Dirección y Planificación de la Economía por su ineficiencia y 
              excesivo centralismo; hoy aquello parece haberse reproducido bajo 
              otros nombres. Y seguirá reproduciéndose mientras no se cambie la 
              filosofía que lo sustenta. 
               
              Será necesaria una clara determinación para implantar el PE en 
              todas las entidades estatales, librarlo de sus pesados fardos 
              burocráticos actuales y optimizarlo hasta llevarlo a funcionar 
              sobre las bases paradigmáticas del sistema de trabajo 
              cooperativo-autogestionario, para poder convertirlo en un 
              verdadero motor incentivador de la producción y el compromiso de 
              los trabajadores, con vistas a constituirlas en el futuro en 
              empresas socialistas cooperativas, autogestionadas o 
              cogestionadas, según las características de cada centro de 
              producción o servicios, hasta lograr que: “las sociedades 
              cooperativas unidas regulen la producción nacional con arreglo a 
              un plan común” al decir de Carlos Marx.  
               
              Esta batalla central fue planteada por Raúl en estos términos: 
              “Debemos determinar, con la participación activa de todos, cuáles 
              son en nuestras condiciones las vías más efectivas para asegurar 
              el incremento sostenido de la producción nacional y de la 
              capacidad exportadora del país, reducir las importaciones e 
              invertir los recursos en prioridades bien definidas, para la 
              búsqueda sistemática de la eficiencia productiva, así como el 
              perfeccionamiento del sistema empresarial vinculado a los 
              resultados.” 
               
              Todos estamos de acuerdo en la fórmula socialista “de cada cual 
              según su capacidad, a cada cual según su trabajo”. Las diferencias 
              vienen a la hora de abordar el asunto en concreto. Entre otras, 
              las fundamentales son:  
               
              1) Quién determina el aporte de cada cual, ¿un X aparato estatal 
              de la superestructura del estado que establece esquemáticamente 
              salarios fijos y estímulos adicionales por el buen comportamiento, 
              o los propios trabajadores en la base a la hora de repartir la 
              parte del excedente destinada al consumo?  
               
              2) Cómo se determina el aporte de cada cual, ¿según el nivel 
              científico o cultural de cada uno o según la aplicación y 
              resultados concretos de esa capacidad en valores mesurables? 
               
              3) Cómo se retribuye el aporte ¿en pesos devaluados que no 
              permiten solventar las necesidades mínimas de reproducción de la 
              clase trabajadora, o en una moneda con poder adquisitivo real? 
               
              4) Quién o quiénes determinan los montos de la retribución 
              indirecta y los criterios en que se sustentan (subsidios, 
              seguridad social y presupuestos sociales), ¿un grupo de 
              especialistas, o todos los interesados? 
               
              Otras interrogantes pueden añadirse, pero dado el funcionamiento 
              actual de la economía cubana, en dependencia de las respuestas a 
              estas cuatro, seguiremos en el estancamiento actual o avanzaremos 
              en la consolidación del socialismo. Estas problemáticas y sus 
              respuestas no se encontrarán en Nikitin, Konstantinov, los 
              modernos economistas burgueses ni los cursos de marketing, pero 
              fueron ofertadas por muchos trabajadores en las recientes 
              discusiones. 
               
              No podemos, tampoco, seguir discutiendo esto eternamente, sería 
              caer en el inmovilismo con el discurso anti inmovilista. Ya hace 
              muchos años alguien dijo que la mejor forma de burocratizar algo 
              es crear una comisión “especializada” para que lo estudie. Se 
              trata “del pollo del arroz con pollo”. Hay que actuar 
              revolucionariamente, partiendo de los criterios de los 
              trabajadores de la base y de la propia experiencia cubana e 
              internacional, y acabar de enfrentarlo. Tomar el toro por los 
              cuernos. Si lo dejamos en manos del aparato estatal de la 
              burocracia, el PE jamás será implantado totalmente y muchos menos 
              optimizado. Hay que poner la aplicación del PE y su optimización 
              en manos de los trabajadores, convertirla en una tarea de los 
              sindicatos, con apoyo del Partido. Sobre la marcha de su 
              aplicación y en la medida en que aumente la participación directa 
              de los trabajadores, ellos mismos demandarán nuevos pasos.  
               
              Importante será abrir la prensa oficial a todas las opiniones y al 
              debate comunista sobre el tema. Hay muchos académicos y 
              profesionales estudiosos del socialismo marxista, silenciados, 
              listos para trabajar en función de lo que están demandando hoy los 
              trabajadores con su actuación y Marx (*) definió hace siglo y 
              medio, como la esencia de las nuevas relaciones socialistas de 
              producción.  
               
              Ahora se habla por algunos de distribuir entre pequeños campesinos 
              partes de las tierras de las UBPC “dado su fracaso”, sin valorar 
              que nunca se les dieron las facilidades comerciales, crediticias y 
              autonómicas que se están contemplando ahora para aquellos. Eso 
              sería un paso atrás en la socialización y caminar en dirección a 
              una desviada ruta asiática. Para entregar en usufructo a 
              campesinos individuales, hay muchas otras tierras ociosas que 
              pueden distribuirse provenientes de las granjas y empresas 
              estatales que están sin cultivar. 
               
              Las UBPC, todas las cooperativas agrícolas y las otras que deberán 
              autorizarse en la industria, los servicios y el comercio deben 
              tener las mismas facilidades crediticias, libertades de producción 
              y realización comercial, que se pretenden otorgar a los campesinos 
              individuales, así como posibilitarles ampliar o desarrollar la 
              industrialización de sus productos en fábricas artesanales o mejor 
              dotadas técnicamente con apoyo crediticio del estado o con 
              respaldo financiero y comercial que puedan proporcionar los marcos 
              del ALBA. El control estatal debe radicar básicamente en el cobro 
              de impuestos progresivos sobre las ganancias, regulaciones 
              sanitarias y otras así. 
               
              En las próximas semanas y meses, tendrán que irse implementando 
              las medidas concretas que hagan efectivo el discurso de Raúl, se 
              levanten las absurdas prohibiciones –que no son pocas-, se haga la 
              adecuada prioridad de las inversiones, se organice la producción 
              agropecuaria sobre nuevas bases hacia la garantía de la 
              autosuficiencia alimentaria, se brinde un especial impulso del 
              Perfeccionamiento Empresarial hacia una verdadera y efectiva 
              participación de los trabajadores en la gestión y el control del 
              excedente y se den pasos a una verdadera integración económica y 
              social del país actualmente fraccionado por la doble moneda y las 
              diversas economías, mercados, formas de pago, restricciones y 
              discriminaciones diversas. 
               
              Esto demandará el concurso de los cuadros y dirigentes a todos los 
              niveles, pero sobre todo del respaldo mayoritario, decidido y 
              vigilante del pueblo a las medidas que se tomen a favor de más 
              socialización y participación, en lo cual deberá jugar un papel 
              primordial la prensa abierta al servicio de los intereses 
              populares y el socialismo que son una y la misma cosa. 
               
              En enero tendremos las elecciones para diputados al parlamento. Es 
              posible que en ellas se manifieste la forma en que el pueblo ha 
              estado valorando todo este proceso de discusiones y muchos decidan 
              votar selectivamente, sólo por quienes consideren capaces de dejar 
              atrás los viejos métodos.  
               
              El futuro gobierno que nombre la próxima legislatura, deberá estar 
              en capacidad y disposición de avanzar en el nuevo rumbo que está 
              anunciando este discurso de Raúl. 
               
              Viva el Año 50 de la Revolución.  
               
              Socialismo por la vida. 
               
              La Habana, 1 de enero de 2008 
              perucho1949@yahoo.es  
               
              Ver artículos relacionados en las siguientes páginas de Internet: 
               
              
              http://www.kaosenlared.net/rss/kaos_colaboradores_195.xml 
               
               
              
              http://www.oocities.org/es/amigos_pedroc/index.html   
               
              * Carlos Marx. La Guerra Civil en Francia. C. Marx y F. Engels, OE 
              en tres Tomos. T-II. Editorial Progreso. Moscú 1973. Carlos Marx, 
              en su análisis de la Comuna de París contenido en La Guerra civil 
              en Francia, escribió:  
               
              “La Comuna aspiraba a la expropiación de los expropiadores. Quería 
              convertir la propiedad individual en una realidad, transformando 
              los medios de producción, la tierra y el capital, que hoy son 
              fundamentalmente medios de esclavización y de explotación del 
              trabajo, en simples instrumentos de trabajo libre y asociado… 
               
              ... si la producción cooperativa ha de ser algo más que una 
              impostura y un engaño; si ha de sustituir al sistema capitalista; 
              si las sociedades cooperativas unidas han de regular la producción 
              nacional con arreglo a un plan común, tomándola bajo su control y 
              poniendo fin a la constante anarquía y a las convulsiones 
              periódicas, consecuencias inevitables de la producción 
              capitalista, ¿qué será eso entonces, caballeros, más que el 
              comunismo, comunismo “realizable”?… 
               
              La clase obrera no esperaba de la Comuna ningún milagro. Los 
              obreros no tienen ninguna utopía lista para implantarla por 
              decreto del pueblo. Saben que para conseguir su propia 
              emancipación, y con ella esa forma superior de vida hacia la que 
              tiende irresistiblemente la sociedad actual por su propio 
              desarrollo económico, tendrán que pasar por largas luchas, por 
              toda una serie de procesos históricos, que transformarán 
              completamente las circunstancias y los hombres. Ellos no tienen 
              que realizar ningunos ideales, sino simplemente dar (rienda) 
              suelta a los elementos de la nueva sociedad que la vieja sociedad 
              burguesa agonizante lleva en su seno. Plenamente conciente de sus 
              misión histórica y heroicamente resuelta a obrar con arreglo a 
              ella, la clase obrera puede mofarse de las burdas inventivas de 
              los lacayos de la pluma y de la protección pedantesca de los 
              doctrinarios burgueses bien intencionados, que vierten sus 
              ignorantes vulgaridades y sus fantasías sectarias con un tono 
              sibilino de infalibilidad científica”.   
               
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