ROSARIO
CASTELLANOS: "Aarón de Anchorena: una vida privilegiada" es un libro de reciente
aparición del escritor uruguayo Napoleón Baccino Ponce de León. Napoleón Baccino
tiene 50 años, es profesor de Literatura, egresado del IPA, autor de dos novelas:
"Maluco: la novela de los descubridores", del año 1989, y "Un amor en Bangkok",
publicada en 1994. En el '95 publicó un libro de cuentos: "El arte de perder".
Este trabajo es diferente. "Aarón de Anchorena: una vida privilegiada" es
un libro publicado por Presidencia de la República, que ha sido entonces encargado
a Napoléon Baccino por el Presidente, y que implicaba además una tarea de
investigación histórica, algo que ya había hecho para "Maluco" pero de otra
índole.
NAPOLEON
BACCINO: Fue una experiencia totalmente distinta. Yo no soy historiador
ni pretendo serlo. Soy un simple narrador. Eso es lo que me gusta. Intentar
una biografía como tal dentro del género, y que además iba a convertirse
-por lo menos en su primera edición- en un libro oficial, era un desafío
muy grande. Había otro gran desafío y era la ausencia total de información
sobre Aarón de Anchorena.
RC - Aquí en nuestro país.
NB - Y en Argentina también. En Argentina sobre los Anchorena hay solamente
un libro de Juan José Sebreli que se llama "La saga de los Anchorena",
que es un libro bastante tendencioso donde, desde una perspectiva populista,
se les estigmatiza como el símbolo de la oligarquía ganadera -que lo fueron-
pasando como al descuido, sin dedicarle ni media página, al personaje
sin duda más fascinante -yo revisé toda esa familia- de la saga de los
Anchorena, que fue Aarón.
Todo esto empezó por una invitación del presidente Sanguinetti, que está
empeñado -y ya lo logró- desde su primera presidencia en restaurar el
legado de Anchorena, un legado fabuloso, no sólo por su valor económico
(una estancia de 1500 hectáreas frente a Buenos Aires, un poco al norte
de la ciudad de Colonia, una estancia para financiar el mantenimiento
de uno de los parques exóticos más bellos de Sudamérica plantados por
el propio Aarón, una residencia donde predomina el estilo Tudor, con normando
y otros componentes, el alhajamiento, el amoblamiento). Todo, todo eso
lo legó al Uruguay Aarón de Anchorena al cabo de más de 50 años de trabajo
allí. Se reconstruyó la casa a nuevo y según los planos originales. Estaba
muy deteriorada porque el Estado se hizo cargo...
RC - A las apuradas...
NB - Los trámites sucesorios fueron largos. Luego los tiempos que siguieron
a ello fueron difíciles. El Estado tomó posesión del bien en el '72 y
con el quiebre institucional y todo lo demás, hubo otras prioridades.
De manera que en el '85 recién se inician las obras. Hoy están culminadas.
El arquitecto paisajista Leandro Silva Delgado dirigió la restauración
del parque, que también hoy está en todo su esplendor. Casi todo estaba
como en tiempos de Anchorena. Pero nadie sabía quién era Aarón de Anchorena.
Para uruguayos y argentinos no era más que un millonario excéntrico. Yo
suponía que podía haber algo más, pero tampoco estaba seguro.
RC - Pero dentro de ese halo de misterio se colaban
ciertos datos que al menos a las mujeres nos resultaban sumamente atractivos.
Él fue un seductor, de acuerdo a este libro. Pero había aspectos, desde
la propia exquisitez en el planteo de su residencia y del parque... Pero
además cosas que uno viene descubriendo cuando hace ese paseo: el lugar
de la torre, el propio deseo de ser enterrado allí... Es una figura que
a cualquiera que haya visitado el parque alguna vez, lo tiene que haber
dejado intrigadísimo. NB
- Exacto. Eso fue lo que me decidió a aceptar lo que, como decía al principio,
era un desafío, una invitación a pasar solo unos días en la residencia
de Anchorena. La casa estaba en obras. Estaba yo solo con mi esposa, recorriendo
el parque, las playas, las barrancas donde Darwin fue a extraer sus fósiles
-allí mismo estuvo Darwin quedándose, en 1832- y recorriendo esos extraños
ambientes de la casa, el cuarto chino del propio Aarón.
Por disposición testamentaria, esa casa está reservada a los presidentes y
jefes de Estado, no así el parque, que es parque nacional, también por disposición
testamentaria. Como todo estaba en obras y la casa de huéspedes también, tuvimos
la suerte de estar en la parte más antigua y convivir de alguna manera con
el fantasma atildado, cortés, seductor de Aarón de Anchorena, que fui descubriendo
en cada objeto, en cada animal embalsamado, en cada cornanenta de esas que
adornan las paredes y cuando vine lo hice convencido, apasionado, de que tenía
un tema. Como dice Vargas Llosa: no es el escritor el que busca al tema, sino
el tema al escritor. Y esto, que parece un juego de palabras, en este caso
por lo menos se dio así, tal cual. Y me di a la tarea, con el apoyo del presidente.
RC - Pero antes de empezar con la tarea -que vale la pena saber cómo se llevó
a cabo- por otro lado era la primera obra por encargo.
NB - Por encargo pero hasta por ahí nomás. Yo tuve una primera
conversación en la que quedó planteada la invitación.
RC - Por ofrecimiento al menos...
NB - Pero hasta que no fui y descubrí, intuí, que detrás había una personalidad
fascinante, una vida riquísima, llena de aventuras y que en todo caso
si había sido uno de los hombres más ricos de su época en el mundo -en
Europa se decía "es tan rico como un argentino"- había sacado el mejor
provecho de su fortuna, no sólo personalmente, además. Así que se combinaron
las dos cosas. Nunca he trabajado por encargo porque, si no creo en el
tema en que estoy trabajando, no puedo hacerlo.
RC - Pero además en este caso el encargo tenía otro
compromiso. Si bien, como hablábamos al principio, para la obra "Maluco"
existió una necesidad de investigación, igual era un escritor, un literato
que podía jugar con esa realidad con los márgenes de la fantasía. En este
caso era un trabajo histórico. Había entonces que encarar -y a eso vamos
ahora- una investigación con toda la seriedad del caso para constituirse
en una historia real de Aarón de Anchorena. ¿Qué implicó esa investigación?
NB - Todo lo que se dice en el libro, cada hipótesis, o cada constatación,
está respaldada en documentos, en distintos testimonios. Tenía que ser
así. Tenía que ser una investigación rigurosa. A la vez tenía que abordarlo
con un mínimo de técnicas novelescas, desde el armado y otras cosas, para
que fuera atractivo en la lectura.
RC - Eso para el resultado, pero hablemos primero
de la investigación, aquí y en Buenos Aires.
NB - La investigación fue por momentos desesperante. Nadie sabía nada
sobre Aarón de Anchorena, que llevó una vida llena de brillos hasta que
se internó en esa aventura de crear su propio paraíso, a la manera de
los caballeros ingleses, allí en Anchorena, en la barra del San Juan.
El único que sabía, que tenía datos, era el propio presidente Sanguinetti.
RC - Porque además este hombre no tuvo descendencia
directa, no tuvo hijos; así que los miembros de la familia que hoy subsiste
no son siquiera parientes de esa rama.
NB - No son descendientes directos de él. Él tampoco llevó una vida pública.
Al contrario. Trató de mantener en privado la rumbosa vida de lo que hoy
sería el jet set y que entonces era la alta sociedad europea, la sociedad
de preguerra, de antes de la Primera Guerra Mundial.
RC - De casas reales...
NB - De casas reales, sí señor. No había prácticamente nada. Así
que durante muchos meses fue muy frustrante. Yo cada tanto recibía una
llamada del presidente de la República ansioso por tener datos sobre Aarón,
porque él frecuenta mucho esa residencia y conoce muy bien todo el entorno
y demás.
RC - Y algunos datos estarían allí. Por ejemplo la biblioteca
se conservó tal cual, sus papeles...
NB - La biblioteca fue una de las cosas que me reveló, como es lógico...
Siempre una biblioteca habla sobre el hombre que la hizo. Una biblioteca
en la que está cada libro minuciosamente anotado con la propia letra de
Aarón y uno podía desde ahí adivinar un poco su personalidad.
RC - Fotografías, por ejemplo...
NB - Fotografías, sí. La Presidencia tenía buena cantidad de las fotografías
en el archivo de la estancia de Anchorena, pero yo llegué a tener acceso
finalmente a los descendientes.
RC - ¿Cuándo se abrió esa puerta y cómo? NB - Fue muy difícil. Aarón,
como decíamos, no tuvo hijos. Se casó con Zelmira Paz, viuda de Gaínza y dueña
del diario La Prensa en su esplendor. Pero fue un matrimonio que no prosperó.
Él ya era un hombre maduro con todas sus mañas. No sé cómo sería ella. Apenas
conozco algunas fotos. Pero en todo caso, no prosperó, se divorciaron de común
acuerdo, hubo siempre separación de bienes y no hubo hijos. Cuando Aarón muere
el 24 de febrero de 1965, además del legado al Estado uruguayo y del legado
a la mujer que lo acompañó en sus últimos 17 años en la más estricta reserva...
RC - "La Negra"...
NB - Se llamaba "La Negra" y da nombre a una de las playas más
lindas del lugar. Además de estos legados nombró dos herederos, sus dos
sobrinos preferidos: Juan de Anchorena -que todavía vive y que estuvo
ayer en el acto de presentación del libro y en representación de su familia-
y Luis Ortiz Basualdo y Anchorena. Por la rama de los Ortiz Basualdo todos
ellos tienen los campos que fueron de Aarón, que tenía en su momento 11.000
hectáreas entre el San Pedro y el San Juan. Y comparten esa fracción con
el Estado uruguayo. A través de los Ortiz Basualdo fue que logré realmente
revertir aquella situación de carencia de datos, una situación frustrante,
de que el libro no se iba a poder concretar, que yo no podía. Quiero decir:
si yo lo hubiera encarado como novela no hubiera tenido problema. Pero
yo tenía que respaldar todo aquello que intuía con documentos que no aparecían.
Sucesivos viajes y llamadas y viajes, y al final fueron apareciendo y
apareciendo cosas, a tal punto que cuando el libro ya estaba en proceso
de imprenta -el proceso gráfico también estuvo a mi cargo, porque no había
nadie que lo hiciera, ya que la Presidencia no tiene un departamento de
publicaciones- llegó un momento en que había que cerrar el libro y seguían
apareciendo cosas. Ahora ya casi que me molesta que aparezcan nuevos datos.
Lo digo en broma: se incorporarán en ediciones sucesivas.
RC - En este caso se trataba además de no sólo parientes
sino de personas que lo hubieran conocido personalmente. ¿Tuvo acceso
a testimonios de gente que lo trató?
NB - Yo entrevisté, sobre todo allí en San Juan mismo, en Colonia, a mucha
gente que lo trató. También en Buenos Aires. Testimonios directos, pero
son poco confiables, no porque la gente mienta, sino porque la leyenda,
los recuerdos, se mezclan; con la imaginación todo se deforma. Y lo mismo
con la familia. Muchas veces yo tuve que discutirle a la familia datos
y hechos que ellos creían que habían sido de tal manera y que yo tenía
la documentación que probaba que era de otra. Hasta hoy a veces nos peleamos
por algún detallecito, esos ínfimos en los que repara sólo la familia.
Así que yo necesitaba para todo un documento por escrito.
Lo otro fue la apoyatura, lo que me permitió trabajar. Para decirlo en
pocas palabras, yo no creo que una biografía sea una línea recta cortada
por dos perpendiculares: el nacimiento y la muerte. Yo creo, como Marguerite
Yourcenar cuando escribió "Las memorias de Adriano", y salvando las distancias
de libro a libro, que son más bien tres caminos sinuosos que se tocan
y se separan y que se componen de lo que ese hombre hubiera querido ser,
de lo que cree haber sido y de lo que realmente fue. En esa triple perspectiva
había que trabajar y devolverle a aquel fantasma un poco de vida.
RC - ¿Cómo se hace para intuir o adivinar o ver
al hombre que fue con los documentos, al que quiso ser o al que creyó
ser? ¿Cómo el escritor adivina eso otro que de pronto es más subjetivo?
Hay algunas cosas escritas por él mismo en donde uno puede leer cómo se
veía a sí mismo, también.
NB - Hay por ejemplo anotaciones en los libros. Hay un proyecto de escribir
un libro sobre Caboto. Porque ese es un lugar, San Juan, muy estratégico,
y donde estuvo también el primer asentamiento europeo en el Río de la
Plata, antes de la primera fundación de Buenos Aires.
RC - De Sancti Spiriti, no.
NB - Desde allí partió para fundar Sancti Spiriti. Detalles, no podría
decirte exactamente. No es que haya tres clases de elementos para alimentar
las tres vertientes. Lo que importa es más bien preservar esa perspectiva
sobre cada hecho que aparece. Creo que en cada hecho puntual están las
tres perspectivas: lo que hubiera querido ser, lo que cree haber sido
y lo que realmente fue.
RC - En este libro, además, se habla del entorno de
Anchorena, de su época, de una realidad que evidentemente condicionó todo
su accionar. También hubo que hacer investigación histórica por ese lado.
NB
- Uno de los intereses más fuertes para mí, más allá de una personalidad realmente
fascinante, compleja, que (como digo en la solapa del libro) había que abordar
hasta por lo que no tuvo o no pudo realizar, sino por lo que tuvo en demasía,
y creo que ese fue su gran reto, superar aquello- fue la posibilidad de aprehender
e intentar retratar la clase y el mundo al que pertenecía...
RC - Muy diferente al nuestro...
NB - Totalmente diferente al de nuestra época, al del Uruguay históricamente
hablando y al del resto de las -llamémosles así aunque a veces la palabra
tiene otras connotaciones- oligarquías latinoamericanas.
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