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Padre Prochaszka y Vicente Colobraro son, para quienes ignoran quienes fueron, simplemente dos calles de General Rodríguez. El tiempo pasa, y los recuerdos se diluyen... y las nuevas generaciones aprenden sus nombres simplemente por ese significado. Tanto el Padre Prochaszka como Vicente Colobraro vivieron gran parte de sus vidas entre nosotros y la entregaron con entusiasmo y sin alharacas; con sinceridad y generosidad sin límites a sus semejantes. Fueron
hombres humildes, que rechazaron palcos y micrófonos; homenajes y reconocimientos;
adulaciones y aplausos... un abrazo, la satisfacción de hacer el bien
y conseguir y lograr una sociedad mejor era premio muchísimo más
valioso que halagar el ego con sus nombres tallados en mármoles...
No pidieron para sí y entregaron además, todo de sí mismos
a la comunidad que eligieron para vivir y morir. Prochaszka
en el Sommer, derramando a manos llenas la expresión más auténtica
de amor; Colobraro, ensimismado en sus estudios por mejorar la vida... tenemos
la impresión de que en General Rodríguez hemos tenido entre
nosotros dos pequeños milagros, dos luminosos regalos de la vida. Acción, 29 de enero de 2000. |
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