Episodio 1: "RETORNO A SOUTHFORK"




- Bobby James Ewing, no puedo creerlo... - dijo ella, mientras se pasaba un mechón de cabello por detrás de la oreja, intentando sin éxito que el viento no la despeinase. Pamela Ewing había pasado la cuarentena hacía años, pero su aspecto seguía siendo juvenil y sonriente. Su marido Bobby conducía el BMW negro por la autopista en dirección a Dallas. Habían pasado toda la semana de luna de miel en un lujoso hotel de Nueva Orleáns. Pero ya hacía cinco años que se habían casado por tercera vez, aunque nunca habían podido llevar a cabo el viaje de novios.


- ¿Y puede saberse qué es eso que no puedes creer? - dijo él, lanzándole una furtiva mirada mientras giraba el volante para dirigirse a la gasolinera.

- Parece mentira que hayamos pasado cuatro años lejos de Southfork, y, además, viviendo lejos de nuestro hijo.

- Oh, vamos, Pam: sabes perfectamente que Chris no es un hijo cualquiera. Hace mucho tiempo que se independizó...

- Supongo que, para una madre, siempre resulta difícil dejar que su hijo comience a vivir su propia vida, aunque su coeficiente de inteligencia sea muy alto y ya haya cumplido la mayoría de edad...

- Y ahora, nosotros estamos viviendo una segunda juventud, y, para celebrarlo, vamos a regresar al lugar donde nos espera nuestra familia...y, esta vez, puedes estar segura de que no te van a echar a patadas del rancho...

La pareja rió sonoramente, recordando una conversación similar que había tenido lugar en un tramo de aquella misma carretera, pero veintidós años antes...



Lejos de allí, en la carretera de Braddock, un auto con la matrícula "Ewing 8" también se dirigía hacia el rancho Southfork, hogar de la familia Ewing. Su conductor, John Ross Ewing III, heredero de una de las mayores fortunas de Tejas, ya había cumplido los veinte años y tenía todo lo que podía desear, materialmente. Excepto a sus padres... De repente, como aparecido de la nada, otro deportivo mucho más lujoso se situó detrás del "Ewing 8". Al volante iba un joven con gafas de sol opacas, mayor que John Ross. Se fue acercando al auto e, inesperadamente, intentó sacarle de la carretera...

- ¿Quién diablos será ese loco? - se dijo John Ross, mientras se hacía a un lado para dejarle pasar. Pero el otro conductor parecía decidido a provocar un accidente...Por fin, aparcó a la fuerza en una planicie y, al ver que el otro coche hacía lo mismo, salió con intención de plantarle cara. Su sorpresa fue enorme al descubrir que aquel conductor no era otro que su hermano mayor, James Beaumont Ewing, cuyo peculiar sentido del humor sacaba de quicio a John Ross.



- Hola, hermanito - dijo él quitándose las gafas de sol...

- Eres un cerdo... - contestó el otro, abrazando al joven...

- He vuelto hoy mismo de Miami, y he pensado que querrías ser el primero en comprobar mi excelente bronceado...

- Nunca cambiarás, ¿verdad?

- Yo no. Pero mi hermano pequeño sí, y estoy muy orgulloso de él... - señaló hacia el deportivo con la matrícula personalizada...

- Y, bien, ¿qué haces aquí?

- Tengo buenas noticias: voy a casarme.

Lo que no le dijo a John Ross es que la elegida era nada menos que...la que había sido su madrastra.



Aquellos dos hombres rondaban la sesentena, y parecían hermanos, aunque eran sólo hermanastros, hijos del mismo padre. Gary y Ray se habían establecido definitivamente en Southfork, después de vivir muchos años lejos de allí: Gary, en una zona de California conocida como Knots Landing, y Ray en Suiza, junto a su difunta esposa Jenna y la familia de esta. Ahora, Gary vivía en el rancho familiar con su mujer Valene y sus hijos, los gemelos Bobby y Betsy. Ray habitaba en el ala contigua de la mansión, con su esposa Donna y su hija adolescente Maggie.

Cinco años antes, el rancho más conocido de todo Tejas había sido derruido tras un temporal de lluvias que azotaron la zona de Braddock, cerca de Dallas, y que había socavado los fundamentos de la casa que había sido el hogar de los Ewing durante décadas.

- A veces, aún puedo levantar la vista y ver el antiguo rancho, allá abajo, brillando a la luz del sol de la mañana...

- Yo también, Ray - asintió Gary. - Después de escaparme de casa, siendo adolescente, cuando pensaba en Southfork, no recordaba las discusiones con mi padre o mi hermano, sino la imagen de aquel rancho blanco, donde mi madre me malcriaba y me enseñaba a cabalgar...Ahora, Southfork significa muchas cosas, y en parte se debe a ti y a Bobby, que trabajasteis duro para renovar las tierras yermas y buscarle otro destino a todos esos acres de tierra. La reserva Southfork, los pozos Southfork, levantados donde estuvo antes el rancho, y los establos Southfork, donde se crían los mejores purasangres de Tejas...

- Lástima que Jock y Ellie no estén ya con nosotros para verlo...Se sentirían muy orgullosos del resultado, y también de ti, Gary...

- Gracias, Ray. Eres un buen hermano...Y recuerda que Clayton regresará dentro de un par de semanas... - Acto seguido, dieron media vuelta con sus caballos y regresaron a la casa, donde les esperaban sus familias para cenar, como siempre, a las seis en punto...



Bobby y Pamela se habían detenido a comer algo, y se disponían a proseguir el camino hacia Southfork. Pero antes querían hablar con su hijo Chris. Por fin, ella consiguió que el móvil del chico no diera señal de falta de cobertura...

- Hola, cariño. Por fin te encuentro...¿Cómo estás?

- Mamá, me alegro de tener noticias vuestras...por fin. Aunque, si estáis de luna de miel, no me extraña...

Pam se sonrojó levemente y luego sonrió a su marido.

- Chris, hijo, no seas insolente con tu madre... - bromeó - Al final, decidimos ir a Nueva Orleáns...¿Por qué? Pues porque allí fue donde tu padre y yo nos casamos por primera vez y...estamos haciendo el mismo recorrido que entonces...

- Así que es un viaje sentimental...Estos padres del siglo pasado sois incorregibles...Por aquí todo va bien, aunque hace días que no voy por el rancho. John Ross parece tener algo entre ceja y ceja, aunque se hace el misterioso...

Entonces, Bobby le arrebató con ternura pero firmeza el teléfono a su mujer:

- Hola, Chris. ¿Aún sigues viviendo solo? Pensaba que, a estas alturas, te habrías muerto de aburrimiento y habrías vuelto a Southfork...

En aquel momento, un mensaje urgente apareció en la pantalla del ordenador de Chris. El remitente era un nombre en clave conocido por él y del que esperaba información realmente importante...

- Papá, lo siento, pero ahora debo colgar, te llamaré luego...

Chris apagó el móvil y aceptó el mensaje de correo, cuyo remitente respondía al nombre de "Aguila ilegal"...El contenido del mensaje dejó boquiabierto a Chris...



"KREBBS ABANDONA EL E.E.G.: ¿QUE EMPRESA HUNDIRA, ESTA VEZ?" - rezaba el titular del "Dallas Press". Donna había puesto el periódico encima de su mesa, de manera que su marido Ray, sentado en su sillón, pudiera leer aquel malicioso encabezamiento.

"¿Cómo es posible que, después de tanto tiempo, aún sean incapaces de entender por qué lo hice?" - preguntó ella, sin esperar respuesta.

"Muy sencillo: lo hiciste por ética, porque eres una mujer honesta y tenías la posibilidad de destapar uno de los mayores casos de fraude corporativo de la historia de Tejas..."

Ray, aquel antiguo y sencillo capataz de Southfork, se había convertido ahora en un filosófico y animoso analista de todo aquello que tuviese que ver con su familia, los Ewing. Cuatro años antes, Donna Krebbs había descubierto una serie de archivos, ocultados por el difunto abogado de la familia, Harv Smithfield, que sacaban a la superficie los oscuros motivos por los que la empresa petrolífera más importante del Estado, la WestStar Oil, seguía su camino ascendente aunque tuviera que dejar en el camino muertos, atentados y una extensa red de prostitución y tráfico de armas...

Donna tuvo que elegir entre mantener en secreto aquel archivo o desvelarlo a la opinión pública y dejar que los responsables pagaran por los delitos que cometían cada día. El proceso judicial que siguió a aquello fue tan decisivo para la crisis de la economía de aquel año, y tan favorecedor para los Ewing, que acababan de encontrar petróleo en las tierras que habían acogido su hogar hasta las inundaciones del 95, que Donna Krebbs, casada con dos senadores pero orgullosa madre y esposa de un cowboy, fue marginada en el acto de todo tipo de actividad pública, política o administrativa. Tras superar una depresión, Donna se concentró en su familia: Ray y la pequeña Margaret, y ahora todos vivían con los demás Ewing en la nueva mansión de Southfork...

"Abrázame...- rogó a su marido - ...y prométeme que, algún día, todo el mundo lo olvidará..."



(Fundido en negro)


Pelirroja, rebosante de energía y de una voz que encandilaba a la audiencia de Dallas, Afton Cooper era la gran estrella de uno de los programas nocturnos de la televisión local. Terminó su canción y presentó a su próximo invitado, que actuaría después de los consejos publicitarios.

"¿Qué tal, cómo he estado? - preguntó Afton a una jovencita rubia que no era otra que su hija. "Como siempre, mamá. Eres la mejor..." "Siempre que menciono el nombre de los patrocinadores del programa, tengo la sensación de que es un nombre falso..."

Afton era una mujer muy perspicaz y su larga experiencia como cantante la había convertido en una hábil mujer de negocios que no necesitaba agente. Aún así, le resultó tremendamente fácil encontrar a un patrocinador para su programa, dedicado a encontrar nuevos valores de la canción...

"Mamá, ¿cuándo te darás cuenta de que tienes una voz que vale millones?" - "¿Por qué te crees que me casé con ella...? - oyeron decir las dos mujeres. Era Cliff Barnes, el padre y feliz marido de una y otra. "Cariño, ¿por qué no me avisaste de que ibas a venir a verme? Lo siento, tengo que volver a salir en un minuto..."

La maquilladora se le acercó para darle el último retoque. Beckie acompañó a su madre hasta el escenario, mientras Barnes utilizaba su móvil para hacer una llamada urgente: "Lloyd, quiero que le renueves el contrato a mi mujer por dos años más...sin condiciones. Todo lo que pida, dáselo...Afton se merece eso y mucho más..."



James Beaumont aparcó su deportivo frente a su lujoso apartamento y entró en él, dispuesto a darse una ducha fría lo antes posible...Fue quitándose la ropa con vigor, y, una vez desnudo, se dirigió al no menos lujoso cuarto de baño...Su cuerpo musculoso, marcado por algunas cicatrices y un tatuaje en el brazo que decía "Quiero a mamá", revelaba lo que había vivido aquel joven, ya treintañero, desde la muerte de su padre, J.R. Ewing.

"James, estaba esperándote..." - gritó una voz profunda y sexy, desde el iacuzzi que había al fondo. Ella se levantó, cubierta de espuma, revelando su exuberante y aún juvenil cuerpo...



James sonrió abiertamente y empezó a caminar hacia ella, con paso lento pero seguro..."No sé si lo sabes, pero voy a casarme muy pronto...y eres una tentación."

"¿Y tu futura esposa cómo se llama?"

"Cally" - dijo él. "Mentiroso... - bromeó ella, con picardía. "Sabes perfectamente que se llama Calpurnia...y que soy yo."

Los dos cuerpos se fundieron en uno solo y la pareja hizo el amor durante horas...



Lejos de allí, en la isla tejana de Galveston, un velero recalaba en el muelle. De allí bajaron en seguida dos adolescentes rubios, un chico y una chica, que echaron a correr tras avisar a sus padres: "Vamos a tomar un refresco al bar, os esperamos allí..." Detrás de ellos, salieron una pareja también rubia: ella, extremadamente delgada, que respondía al nombre de Valene. El, sano, atractivo y, como ella, rozando ya casi los sesenta años. Era el que un día se consideró el hijo perdedor de los Ewing, la oveja negra de la familia que, irónicamente, se había convertido en uno de los más ricos por iniciativa propia y en el que tenía una vida personal más plena.

"Gary, fue una idea estupenda comprar este velero, los chicos están entusiasmados con él..."

"Ojalá Lucy viniera con nosotros de vez en cuando..."

"Ya sabes que es una chica independiente, y que para ella su hijito es lo primero..."

"El pequeño Pete...¿cuántos años tiene, tres o cuatro?"

"Cinco. Gary Ewing, siempre fuiste un desastre para las matemáticas..."

"Espero que los chicos se adapten bien a la academia, no es fácil a su edad aceptar las decisiones que toman sus padres...aunque sean lo que más les conviene..."

"Yo sí que sé lo que más me conviene..." - añadió ella, besando a su marido con verdadera pasión, sin darse cuenta de que Bobby y Betsy les observaban desde lejos con una sonrisa en los labios...


John Ross también tenía que reanudar el curso académico, pero debía hacer importantes gestiones antes de regresar.

"No, no pienso olvidarme de esa idea - aseguró mientras conducía, con el interlocutor hablando por el manos libres - quiero ese despacho, al precio que sea, y lo quiero esta misma semana. Pon la cantidad y será tuya. Y recuerda que los Ewing no olvidamos a nuestros amigos..."

John Ross Ewing III, aún universitario, ya había asimilado parte de los consejos que su padre J.R. le había dado desde pequeño, incluído aquel que decía: "Ten cerca siempre a tus amigos, y a tus enemigos, aún más..."

John Ross preparaba una sorpresa para una persona muy especial para él que iba a regresar a Dallas dos días después...



La nueva mansión Ewing se levantaba orgullosa diez kilómetros al oeste del lugar donde el antiguo Southfork había albergado a los Ewing. Presidida por su elevado pórtico con seis columnas, de color blanco y azul, y con tres alas independientes que pertenecían a Gary, los Farlow y a los Krebbs...Unos frondosos árboles cercanos a la casa la protegían de las inclemencias del tiempo, y sus fundamentos eran los más sólidos que podían construirse en tierras como aquellas, que habían alimentado al ganado durante largas décadas...

Una solitaria mujer de unos cincuenta años observaba la casa, llena de una súbita sensación de melancolía y prematura añoranza, como si estuviera abandonando aquello que tanto tardó en conseguir: unas raíces y una familia con quien sentirse a gusto. La mujer se llamaba Barbara Baxter, y era la hija natural del hermano de Ellie Southworth Ewing, y, además, ahora era una de las propietarias de la extensa y rica hacienda de los Ewing, incluida aquella casa...


Un par de horas más tarde, a las seis menos cuarto, la mansión empezó a acoger a los miembros de la familia que se reunían para el ritual, no por más difícil de celebrar que antes, menos importante. Las cenas familiares de Southfork se celebraban a las seis en punto desde tiempos inmemoriales y pobre de aquel que hablase de los negocios...

"Chicos, no quiero que Bobby y Pam se sientan incómodos con vuestras peleas, así que hacer el favor de comportaros - pidió con una sonrisa Valene.

"Si recuerdo bien, creo que mi hermano pequeño se defiende tan bien en una pelea hogareña como en una que surja en una taberna con varios cowboys borrachos..." - bromeó Gary, mientras reparaba en el nuevo retrato de John Ross que descansaba en la repisa de la chimenea.


"Por cierto, ¿podremos tener el honor de contar con nuestro querido John Ross?"

"John Ross ha llamado hace un rato - explicó Beckie, que con sus padres Cliff y Afton también habían accedido a asistir a la cena en honor de la pareja pródiga. "Tenía que hacer algo importante en Dallas, y me ha pedido que le disculpéis."

"John Ross es un buen chico, a pesar de sus padres..." - sentenció Lucy, que se había arrepentido de decirlo en cuanto tuvo tiempo de pensar lo que había dicho.

Donna se acercó hasta el grupo, y se reunió con su marido y su hermosa hija Maggie. "Teresa dice que la cena de hoy será algo excepcional, y que ha preparado el plato favorito de Bobby..."

"Tengo tantas ganas de verlos...- confesó Afton - Ya hace un año desde que les visitamos en Toronto."

"¿Por qué se fueron a vivir tan lejos tus padres, Chris?" - preguntó Beckie.

"Hay quien siente la llamada de la selva, él parece que sintió la llamada del petróleo..."

"Bueno, y hablando de líquido, ¿qué os parece si tomamos una copa? - propuso Cliff. Afton le miró en tono de reproche...

Valene fue la primera en levantarse para servirle a su marido una copa de...agua mineral. Con una rodaja de limón.

Una vez se hubieron servido todos, Ray levantó su copa de champán y lanzó un brindis: "Como J.R. hubiera dicho, brindemos...por la tradición de la familia Ewing..."

"¿Podemos brindar nosotros también...?" - toda la familia se giró hacia la puerta y allí, como dos adolescentes enamorados, cogidos por la cintura, estaban lo más selecto de la familia Ewing y de la familia Barnes: Bobby y Pamela.

Todos y cada uno de los presentes saludaron efusivamente a los recién llegados, que, a pesar del cansancio del viaje, se sentían felices de regresar al hogar...Bobby y Pam sólo habían vivido un año en aquella casa, aunque habían ayudado a levantarla tras la tragedia del 95. Como les ocurría a los demás, era un símbolo de un nuevo comienzo y de que todas las desgracias que habían sufrido podían dejarse atrás y mirar hacia el futuro. Poco después, estaban ya en el comedor, en una amplia mesa repleta de todo tipo de manjares preparados por los fieles criados de los Ewing, Raúl y Teresa.



"Así que fuimos al Ayuntamiento de Nueva Orleáns y estuvimos a punto de casarnos ¡por cuarta vez!, en el mismo sitio donde celebramos la primera boda..." - contaba divertida Pam.

"Al final, no sé por qué, nos pareció que eso quizá podría parecer algo excesivo..." - añadió Bob.

"Nunca podría vivir con una mujer con la que no me hubiera casado por lo menos tres veces - dijo Gary mirando a los ojos a Valene, sentada junto a él.

"Un día de lluvia os contaré todo lo que pasamos antes de poder celebrar esta última boda..." - dijo Val, despertando el interés de sus hijos. "¿Fue por aquella caída del caballo, mamá? - preguntó Bobby, su hijo. "Por eso, y por cien cosas más, a cual más absurda..."

"Nosotros vivimos un par de años juntos, antes de...irnos cada uno por su lado." "Aunque, gracias a Dios, - Afton se sonrojó levemente - nuestros caminos volvieron a cruzarse y también intervino una pequeña preciosidad llamada Pamela Rebecca..."

"Oh, ya sabéis que prefiero que me llaméis Beckie, ese nombre es tan rebuscado..."

"Deberías recordar que te llamas así en honor a tu abuela paterna, una mujer excepcional." - Pam acercó su mano a la de Afton, en señal de afecto y agradecimiento por esas palabras..."Ella estaría muy orgullosa de la mujer en la que te has convertido, cariño" dijo Pamela.

"¿Alguno de los presentes mayores de edad se ha casado sólo una vez?" - preguntó Ray.

"Sí, yo misma..." - dijo una voz desde la puerta.

Una pareja acababa de entrar y se unió a la conversación. Ellos eran Cally Harper, la ex mujer de J.R., y James Beaumont.

"Sabíamos que ibais a celebrar algo especial esta noche, y queríamos aprovechar la reunión familiar para anunciar que Cally y yo vamos a casarnos dentro de un mes..."



(Fundido en negro)



Continúa