Episodio 10: "EL EFECTO DOMINÓ”
ACTORES INVITADOS:
LOIS CHILES
como
HOLLY HARWOOD
LEIGH McCLOSKEY
como
MITCHELL COOPER
APARICIÓN ESPECIAL DE:
HALLE BERRY
como
DEBBI PORTER
y
JESSICA LANGE
como
BARBARA BAXTER
En mitad de la noche, un Mercedes gris estaba aparcando en una explanada, cerca del punto donde había ocurrido un accidente. Lucy salió del coche y se acercó corriendo al lugar donde estaban su hermano Bobby, estirado, y Will, arrodillado junto a él, haciéndole el boca a boca.
- No te preocupes, Lucy – tranquilizó Will, mientras le tomaba el pulso. – Está respirando otra vez y las heridas son leves. ¿Has llamado a la ambulancia?
- Sí, he llamado al Hospital de Braddock, el más cercano. – Una abatida Lucy sonrió a su amigo y le puso la mano en el brazo, en señal de agradecimiento...
De repente, Bobby abrió los ojos y miró a su hermana...
- Lucy...¿Qué me ha pasado?
- Hemos chocado contra ti de regreso a Southfork.
- Contéstame a una pregunta: ¿habías bebido alguna bebida alcohólica, Bobby?
- Tú...¿tú quién eres? – preguntó algo bruscamente el adolescente.
Lucy se le adelantó y contestó:
- Es Will, el primo de Pamela. Hemos ido juntos al Baile de los Barones.
Bobby siguió mirando a Will y, de repente, éste se ruborizó. Llevó aparte a Lucy y le dijo:
- Tu hermano tendrá problemas si se sabe que había bebido. Sus heridas no son graves, quizá debamos llevarle al rancho y llamar a vuestro médico.
- No – dijo enseguida ella, con el semblante serio – Yo me hago responsable de todo: es mi hermano y yo también iba en el coche. Después de todo, es muy tarde y la carretera no tenía la mejor iluminación del mundo...
Will afirmó con la cabeza y volvió a mirar al joven herido, que hizo el gesto de levantarse. Lucy corrió a él. Will siguió observándole con extrañeza...
En la lejanía, podía oírse la sirena de la ambulancia que venía desde el hospital de Braddock. Will se acercó al coche y se quitó el chaleco negro...En el bolsillo, estaba la pajarita que se había arrancado antes de practicarle la respiración artificial a Bobby...
En Dallas, los Ewing y Sue Ellen acababan de llegar al Longview Club, el lugar donde iban la mayoría de asistentes al Baile de los Barones después de la cena y de la entrega de los premios.
Gary, Val y Sue Ellen estaban radiantes, quizá porque eran los únicos del grupo que no habían tomando alcohol en el transcurso de la fiesta. Estaban dispuestos a divertirse bailando, charlando con sus amigos y familia, y no querían que nada estropease esa noche especial.
- Bueno, móviles apagados, charlas de negocios aplazadas y mujeres esplendorosas cerca...
- Es un bonito cumplido, Gary – dijo Sue Ellen – Sabe Dios que la mejor forma que tiene un hombre de Dallas para demostrarle su amor a una mujer es dejando de lado los negocios para centrarse en ella...
- Supongo que es un cumplido tanto para ellos como para nosotras – añadió Val.
- Ah, por cierto – recordó Sue Ellen – mi secretaria me dijo que habías llamado para pedirme una cita. Nos veremos el lunes pero, si quieres, puedes adelantarme algo ahora...
Val miró la multitud que abarrotaba el local y sonrió.
- No, si te parece, mejor lo hablamos todo el lunes...
- De acuerdo – sonrió Sue Ellen, y miró atrás a Pam y Bobby, que venían tras ellos.
- ¿Algún problema, cariño? – dijo Gary.
- No, qué va. Sólo es algo...que Sue Ellen debería saber.
Mientras tanto, en el rancho Southfork, la fiesta había terminado bruscamente cuando Lucy llamó desde su móvil, antes de salir con la ambulancia. Los jóvenes que aún charlaban animadamente se fueron a sus casas, y quedaron en casa de los Krebbs sólo Christopher, Maggie y Betsy.
- Dios mío, no puedo creerlo – dijo Maggie, con lágrimas en los ojos.
- No te preocupes, seguro que sólo serán unos rasguños. Mi hermano siempre tiene la suerte de superar los problemas...aunque sea por los pelos – dijo Betsy con la intención de calmarla...
Chris, cabizbajo, se había acercado a una de las ventanas y miraba la moto de John Ross, aparcada cerca de la entrada principal.
- Es culpa mía. Si no hubiera dejado la llave en la moto, seguro que no habrían tenido el accidente.
Beth se acercó, haciendo de tripas corazón. De alguna forma, sentía que lo debía hacer era darle un par de bofetadas por lo que había dicho...
...Pero no lo hizo.
- Escucha, Chris. No tiene ningún sentido que te culpes de lo que ha pasado. No ha tenido consecuencias graves y, además, el único responsable es Bobby: le encontré aquí tomándose un bourbon...
- ¿Quieres decir que había bebido y aún así cogió mi moto?
- Exacto – dijo, mirando a Maggie, sentada en el sofá. – De momento no se lo digamos a nadie más, ¿vale? Y no te culpes: esta es nuestra casa, no teníamos por qué tomar medidas de seguridad cuando estábamos en familia...
Chris le dio las gracias y le besó en la mejilla. Maggie se percató del gesto. Segundos después, pidió a sus primos que se acercasen...
- Llevadme al hospital...
- No creo que haga falta, además no podremos verle hasta mañana, Maggie...- dijo Chris.
- No lo dice por Bobby...fíjate, está temblando...
Chris y Beth se miraron mutuamente, y él asintió. Algo raro le pasaba a su prima.
En el hospital, Will y Lucy estaban sentados en la sala de espera. Bobby había sido trasladado a la Sala de Urgencias. De repente, Will miró a Lucy, y le preguntó:
- Ya sé que no es el momento adecuado, pero, lo sabes, ¿verdad?
- ¿A qué te refieres, a que Bobby se recuperará, o a que eres gay?
Will sonrió, de nuevo ligeramente sonrojado.
- A pesar de que no lo habíamos hablado hasta ahora, tenía la impresión de que eras la única de la familia que actuaba como si lo hubiera asumido.
- Cariño, has estado mucho tiempo ausente...Estuve a punto de casarme con un chico homosexual hace más de veinte años, y desde que me dedico al “mundo del Arte” – dijo irónica – he conocido a muchos más gays que hombres heterosexuales. ¿Por qué crees que no me he vuelto a casar?
- Nunca suelo hacer conjeturas sobre la vida privada de la gente, y cuando intimo con alguien, las cosas siempre pasan de una forma natural...o no pasan, y nos convertimos en amigos...
- Como nosotros, quieres decir... – Lucy se abanicó con una revista que había encima de la mesilla – Eres muy diferente del resto de mi familia o amigos, sí, y no me hubiera importado que hubiesen intentado seducirme. Pero créeme una cosa, monada: ya no soy tan fácil como antes...
Llegado este momento, Lucy y Will rompieron a reír y una de las enfermeras les señaló el cartel de “Silencio”.
Minutos después, otra enfermera se les acercó:
- ¿La señorita Lucy Ewing?
- Sí, soy yo – dijo ella, levantándose.
- El doctor saldrá a hablar con ustedes enseguida, aunque no tienen que preocuparse. De todas formas, creo que acaban de traer a un familiar suyo, desde Southfork.
- ¿Cómo se llama?
La enfermera consultó la hoja de entradas y le dio el nombre:
- Margaret Krebbs.
Lucy miró sorprendida a Will.
- Algo le ha ocurrido a Maggie...
En el Longview Club, Sue Ellen y Pam charlaban delante de un refresco de frutas adornado con una sombrilla.
- Nunca había estado en este local antes – comentó Pam.
- Lo abrieron hace un par de años, según me han dicho. La propietaria es nuestra antigua amiga Dora Mae, que tantas peleas nos tuvo que soportar a los Ewing en el Club de los Petroleros...
- No lo sabía... – Pam buscó con la mirada a Bob, que había recibido una llamada de teléfono urgente desde el rancho...
- Pam, ¿qué te pasa? – la mujer decidió arriesgarse – Desde que supiste que esa Holly estaba en el Baile, has actuado...como te diría...de forma muy posesiva con Bobby...
Pam fingió sorpresa.
- No sé de qué me estás hablando... – Pam recordó que estaba delante de una de las personas que mejor la conocían, y le miró a los ojos – Bueno, sí lo sé, pero te equivocas...
Sue Ellen la miró con las cejas levantadas...incrédula.
- No pasa nada, pero he visto a Holly Harwood aquí, y antes se ha acercado para hablar con Bobby a solas y...
- Pamela... – Sue Ellen le sonrió con ternura - ¿No irás a decirme que estás celosa? Sabes perfectamente que tienes el mejor marido de todo el Estado de Tejas y que las celosas somos todas las demás mujeres...
Pam suspiró, pensativa...
- Ultimamente me pregunto si he hecho bien aceptando el puesto en la redacción de la revista. Voy a tener que viajar a menudo y hasta ahora, no me había enfrentado a ello...
Sue Ellen asintió: por fin lo entendía.
- Es decir, que no sientes celos sino que tienes miedo de alejarte de Southfork...y de la tranquilidad que te da tu familia y tu matrimonio...
- Supongo que es algo así. La semana que viene, tengo que asistir a la Semana de la Moda en París, y realmente me apetece, conozco la ciudad y me defiendo con el francés...
- Entonces, ¿cuál es el problema?
- Es muy simple: tengo miedo. Miedo de levantarme un día en el hotel y no encontrar a Bobby en la ducha...De coger el móvil y no poder llamar a Chris para darle los buenos días...
- Escúchame bien, Pam: siempre fui yo la “esposa Ewing” que dependía de su estatus social y de su marido. Recuerda todas las tonterías que hice con J.R., sobre todo volver a casarme con él...Porque me sentía insegura, como si no valiese nada...cuando estaba sola. Sé que el accidente de coche te alejó de tu familia y te causó heridas interiores, más difíciles de borrar que las exteriores. Piensa sólo que hay que disfrutar el presente y valorar lo que tenemos. No seas como la antigua Sue Ellen, Pam...No tenía nada que ofrecer, y tú sí lo tienes.
Mientras, Bob y Val bailaban, cuando alguien se acercó por detrás de ella: era Holly Harwood.
- Hola, Valene. ¿Me permitirías que te robase a tu cuñado durante un baile?
- De acuerdo, mientras recuerdes que es un hombre casado y feliz...
Bob no pudo por menos que reír por el comentario de Val. Aunque no así Holly.
- ¡Dios mío, no sé qué les he hecho a las mujeres de Dallas! Me han recibido con tanta frialdad como a James Bond en “Moonraker”...
- Bueno, supongo que debes de ser la única mujer disponible y atractiva cuya confianza no se han ganado aún. Eso equivale a ser casi el “enemigo”.
Holly rió a carcajadas.
- Siempre me encantó tu delicioso sentido del humor. Sue Ellen...parecía todavía resentida conmigo...
- Tiene sus razones...
- ¡Dios mío, Bobby! Si han pasado casi veinte años desde aquello. Hay que perdonar y olvidar. Eso es lo que yo hice conmigo misma, aunque me costó años de terapia. No podía olvidar que, en parte por mi culpa, el primo de Ray acabó muerto...
- Bien, si te quedas por Dallas, quizá podamos volver a vernos de vez en cuando. Podrías venir a nuestra próxima barbacoa...Además, quién sabe si Sue Ellen, Gary o Ray se encontrarán algún día con que trabajan con una empresa llamada Thompson...
Holly sonrió con picardía, y, de repente, Ray les interrumpió. Había que volver a casa: Bobby y Maggie estaban en el hospital de Braddock.
(Fundido en negro)
Poco después, Gary y Val llegaron con Pam directamente desde el Longview Club. Beth les tranquilizó sobre el accidente, aunque no estaban tan seguros sobre el estado de Maggie, que estaba en observación.
Minutos después, llegaron Ray y Donna. Se acercaron a hablar con la enfermera que había realizado el ingreso de la joven para esa noche, y descubrieron que Maggie había sufrido un descenso del azúcar en la sangre, empeorado por los nervios y el sentido de culpa por lo ocurrido a Bobby.
En la mansión Southfork, Will se despedía de Lucy:
- Bueno, Lucy, espero que sigamos siendo amigos como hasta ahora.
- Puedes apostar tu mejor palo de billar a que sí...y, por cierto, me debes una partida al billar. Por si lo habías olvidado, en la famosa barbacoa de 1978 me dijiste que lo más importante para ti, era el billar...
- Eso te demuestra lo alto que era mi coeficiente intelectual por entonces. Bueno, espero que tu hermano se recupere pronto, y también tu prima Maggie...
-Claro que sí...Somos todos Ewing. – dijo la rubia mujer sonriendo cansada, mientras besaba a su amigo en la mejilla.
El lunes siguiente, Gary Ewing entró seguro de sí mismo en las oficinas de Industrias Westfork. Preguntó si había llegado Alan Beam y le pidió a su secretaria que le llamase a su despacho. Un minuto después, apareció Alan:
- Buenos días, Gary. Vaya fiesta la del sábado...Espero que su hijo ya esté bien.
- Sí, sólo fueron heridas leves al estrellarse mientras conducía la motocicleta...Cambiando de tema, Alan, quiero que llames de nuevo al Sr. Richard Channing – el rostro de Alan se iluminó – y le insinúes que podemos superar cualquier oferta con tal de entrar en el negocio del oleoducto...
Alan se sentía vencedor: era lo que preveía que Gary iba a decir esa mañana. Pero antes de volver a su despacho, añadió:
- Gary, había pensado que podría participar en este negocio como socio activo de la empresa. Tengo unos ahorros que guardaba para una ocasión así...
- Quieres unirte a la empresa como inversor...Eso siempre es bien recibido, Alan. Aunque ya sabrás que nuestra política impide que nuestros abogados inviertan en la empresa, por conflicto de intereses...
Gary alargó su mano derecha para estrechar la de Alan, que de repente se quedó algo sorprendido.
- Puedes llamar a Channing y decirle que la Westfork de Tejas está dispuesta a arrasar en California...
En la Ewing Oil, Sue Ellen recibía, no sin cierto nerviosismo, a su ex cuñada Valene:
- Hola, Val. Ponte cómoda... – le dijo, señalando los amplios sillones que había en uno de los rincones del despacho, adornado con vistosos ramos de flores.
- Debes estar extrañada por tenerme aquí...
- Oh, no. Eres parte de la familia Ewing, y sabe Dios lo que sufrimos ambas a mi ex marido...
- Sí, pero no he venido a hablarte de J.R., sino de tu hermana: Kristin.
- ¿De Kristin? No sabía que tú la llegaras a conocer.
- Bobby siempre ha sido muy discreto con los temas...delicados.
- Creo que me he perdido. Perdona, Val.
- Leí lo que le pasó a Kristin en Dallas, cómo murió en la piscina de Southfork. Quería explicarte que, a finales de 1980, poco después de que J.R. fuera tiroteado, Kristin nos llamó un día a nuestra casa de Knots Landing, en California. Sue Ellen abrió los ojos de par en par, y agudizó aún más los oídos.
- La habían detenido por posesión de cocaína, y recordó en la cárcel que nosotros éramos los únicos Ewing que tenía cerca. Fuimos a buscarla y vivió con nosotros unos días...y el último día, antes de marcharse, me confesó que estaba embarazada...
La expresión de Sue Ellen se volvía cada vez más sombría.
- Dijo que no estaba segura de querer al padre del niño, pero que no podía regresar a Dallas...Se sentía sin rumbo, desvalida, como buscando a un padre para su hijo. Y lo intentó con uno de nuestros vecinos, Kenny. Pero lo que quería decirte ya te lo he dicho. Luego se marchó, y no supimos de ella hasta que su muerte apareció en la prensa.
Sue Ellen se levantó y miró por la ventana, hacia los rascacielos que había delante del Edificio Ewing.
- Así que eso fue lo que pasó...desde que se marchó de aquí y hasta que conoció a Farraday...pensó que él podría cumplir con su función de padre, pero resultó ser un estafador de cuidado que la metió en el mundo de las drogas...Lo demás, ya lo sabes.
- Pero, ¿se fue de Dallas sólo porque estaba embarazada?
Sue Ellen miró fijamente a la mujer.
- No. Kristin se fue de Dallas porque había disparado contra J.R. y, además, se había quedado embarazada, posiblemente de él.
Val se quedó boquiabierta, y se recolchó en el sillón.
Al mismo tiempo, en la Universidad SMU de Dallas, John Ross hacía un horrible descubrimiento: había suspendido dos de los exámenes finales más importantes. Le quedarían esas dos asignaturas para el año siguiente y no podría heredar la fortuna de su padre hasta entonces, como él había estipulado. Inmediatamente se subió al coche con matrícula “Ewing 8” y se dirigió a casa de su primo Christopher.
En el Hospital de Braddock, Ray y Donna se llevaban a casa a su hija Maggie, que había sufrido una pequeña crisis diabética, agravada por los nervios de la noche del sábado.
- Lo siento, papá. Podría haberlo evitado. Yo soy la culpable.
- ¿De qué hablas, cariño? Es lógico que bajara tu nivel de azúcar a causa de la tensión.
- Si te refieres al accidente de Bobby y Will, eso tampoco es culpa tuya. Christopher debería haber controlado su moto y, sobre todo, Bobby no debería haber bebido.
De repente, los tres se encontraron con un pequeño grupo de reporteros con grandes micrófonos, preguntándoles por el accidente del sábado. Donna intentó quitarle importancia al asunto y obligó a Ray y Maggie a dirigirse al aparcamiento, por delante de ella.
- ¿Es verdad que los dos conductores habían sobrepasado el límite de alcohol en la sangre y que Bobby Ewing había robado una moto que no era suya?
- Basta ya – se impuso Donna – no pararán hasta convertir un accidente casual y leve en un titular de primera plana...
- ¿Es cierto que los Ewing van a denunciar a Willard Monahan por conducción en estado de embriaguez?
- Por Dios, déjenme en paz...y váyanse a otra parte a buscar la basura que necesitan...
La emisora de Cliff Barnes, la WKB, también informaba del incidente. Debbi Porter escuchaba el noticiario del mediodía cuando tuvo una genial idea. Pidió a su secretaria que le comunicara con John Ross Ewing III.
Este se encontraba en casa de Chris cuando recibió la llamada.
- Vaya, señorita Porter, me alegro de oír su voz de nuevo...
- Quería comunicarle que se ha llegado a un acuerdo para incluirle a usted y a la Ewing Oil en el programa especial que tanto le interesaba...
- Perfecto. ¿Cuándo y dónde?
- Mañana le enviaremos un cámara y una reportera a su oficina en la Ewing Oil. Luego realizaremos una completa entrevista que se emitirá previamente al programa en directo...
- ¿Realizará usted misma la entrevista...? – Debbi se calló, pensativa.
- Sí, iré yo misma, aunque dispondré de poco tiempo para ello. Espero que sepa apreciarlo, John Ross.
- Seguro que sí, señorita...Porter.
Debbi colgó el teléfono y cogió su móvil de la mesa. Marcó otro número de móvil y una voz femenina le respondió:
- ¿Podría hablar con el Sr. Barnes, por favor?
(Fundido en negro)
Continúa