
En el episodio anterior de IMPERIO EWING:
De repente, Bobby abrió los ojos y miró a su hermana...
- Lucy...¿Qué me ha pasado?
- Hemos chocado contra ti de regreso a Southfork.
- Tu hermano tendrá problemas si se sabe que había bebido. Sus heridas no son graves, quizá debamos llevarle al rancho y llamar a vuestro médico.
- Es culpa mía. Si no hubiera dejado la llave en la moto, seguro que no habrían tenido el accidente.
Beth se acercó, haciendo de tripas corazón.
- Escucha, Chris. No tiene ningún sentido que te culpes de lo que ha pasado. No ha tenido consecuencias graves y, además, el único responsable es Bobby: le encontré aquí tomándose un bourbon...
Will miró a Lucy, y le preguntó:
- Ya sé que no es el momento adecuado, pero, lo sabes, ¿verdad?
- ¿A qué te refieres, a que Bobby se recuperará, o a que eres gay?
Holly rió a carcajadas.
- Siempre me encantó tu delicioso sentido del humor. Sue Ellen...parecía todavía resentida conmigo...
- Tiene sus razones...
- ¡Dios mío, Bobby! Si han pasado casi veinte años desde aquello. Hay que perdonar y olvidar.
- Bien, si te quedas por Dallas, quizá podamos volver a vernos de vez en cuando. Podrías venir a nuestra próxima barbacoa...
- ¿Se fue de Dallas sólo porque estaba embarazada?
Sue Ellen miró fijamente a Valene.
- No. Kristin se fue de Dallas porque había disparado contra J.R. y, además, se había quedado embarazada, posiblemente de él.
- Chris, se trata de una elección personal que trazará el rumbo de tu vida. ¿Hay que seguir unos principios y tener sentido de la ética, o bien limitarte a hacer dinero, a cerrar negocios como sea y preocuparse sólo de uno mismo?
- Papá, yo...yo... – balbuceó Bobby.
- Escuchad a vuestro padre, chicos – espetó Val.
- Bobby, Betsy, soy alcohólico. Lo he sido desde que tenía vuestra edad.
Bobby y Betsy se miraron entre ellos y luego miraron a Val.
- Mitch...Supongo que no nos traes buenas noticias... – dijo Lucy, ahora con semblante serio.
- La verdad es que no. El especialista de Houston ha estado tratando a Afton y ha conseguido eliminar el cáncer de garganta...pero ahora se ha extendido a los pulmones y van a extirparle parte del pulmón derecho. Afton está en el quirófano ahora mismo.
Una vez estaban en la puerta, Beth se giró y les dijo:
- Por cierto, Bobby es homosexual...Nos vemos en la cena...
- Clayton ya pasó por dos crisis cardiacas, un infarto hace más de veinte años, y luego una recaída que le llevó de nuevo al quirófano en 1987. ¿Qué crees que podría ocurrirle a una persona con este historial si abusa del Vioxx?
- Sinceramente, Lucy, creo que podría morir en cuestión de meses...
Lucy cerró los ojos y Mitch apretó su mano intentando animarla.
Sue Ellen se levantó impulsivamente y apagó el televisor con el mando a distancia.
- Pero, ¿qué es esto, hijo? ¿Una especie de broma de mal gusto? ¿Para emitir esa basura tuvieron que venir aquí a entrevistarte? Le diré a Kelly que me ponga con la directora de la cadena...y les demandaremos.
- La mujer de Cliff está a punto de morir en algún quirófano de Houston, y dudo que Cliff apoye esto...
- Y tienes razón: No apoyo esto.
Madre e hijo se dieron la vuelta y allí estaba Cliff Barnes, vestido con un traje negro.
- Quizá me salvaste la vida... – Bobby le miró fijamente a los ojos. Will se quedó perplejo, sin saber que decir. Por fin, se besaron...
- ¿Me está haciendo chantaje, John Ross?
- Creo que usted y yo nos vamos a llevar bien. Mañana mismo quiero ver cómo rectifican la nota de mi último examen y...desde luego, espero verle en la ceremonia de graduación.
Episodio 11: “BARBACOA 2001”
Actor Invitado:
KEN KERCHEVAL
como
CLIFF BARNES
Aparición Especial de:
HALLE BERRY
como
DEBBI PORTER
y
JESSICA LANGE
como
BARBARA BAXTER
Tres semanas después. Rancho Southfork, Braddock, Tejas. Verano de 2001.
La limusina negra de los Ewing atravesó el arco de la entrada al rancho, con las letras S y F rodeadas por un círculo. Aunque la propiedad había cambiado mucho en los últimos cincuenta años, aquel arco permanecía como orgullosa bienvenida de sus propietarios...
En la mesa de desayuno junto a la piscina, se habían reunido casi todos los miembros de la familia Ewing, como era tradición los sábados. Allí estaban Bob, Pam, Chris, Gary, Val, Betsy, Ray, Donna y Maggie, además de Lucy y su pequeño hijo Peter.
Estaban esperando para darle la bienvenida a la nueva pareja formada por James y Cally, junto con sus hijos. Habían estado ausentes en Europa durante varios meses, después de la muerte de la madre de él, Vanessa, a manos de Michelle Beaumont.
Los primeros en salir fueron los niños, Jimmy, de 12, y Ellie, de 10. Tras ellos siguieron sus padres.
- Bienvenidos a casa, Jimmy – dijo Bob acercándose a él sonriendo, y le estrechó la mano. James le devolvió una triste sonrisa.
- ¡Oh, Bobby! Os hemos echado de menos...- dijo sinceramente Cally al abrazarle.
Pam, Lucy y Val también abrazaron a Cally, más hermosa que nunca, y los niños enseguida se pusieron a jugar con el pequeño Peter, que ya contaba con 7 años.
- La lectura del testamento se resolvió enseguida, pero luego pensamos que sería una oportunidad magnífica para que los niños conocieran Europa.
- ¡Qué emocionante! ¿Y adónde fuisteis exactamente? – preguntó Maggie.
- Os explicaremos todo una vez nos hayamos instalado.
- Vuestra habitación está preparada y esperamos que a partir de ahora, este sea vuestro hogar – añadió sinceramente Pamela, mientras Donna y Val asentían con la cabeza.
- Claro. La familia es muy importante...¿Y dónde está John Ross?
- James, me ha pedido que te pida disculpas, tenía algo muy importante que hacer, pero estará aquí a la hora del almuerzo...
John Ross conducía su deportivo con matrícula Ewing 8 en dirección a los nuevos estudios de la WKB. Allí esperaba encontrar a Debbi Porter, la aún directora de la emisora.
- Hola, Debbi – dijo él, al entrar en su despacho.
- Hola, John Ross – respondió ella, mirando los ramos de flores que había colocados por todo el despacho. – Ha sido todo un detalle...
- Qué va, simplemente una forma de darte la bienvenida. Sabía que te interesaría volver a tu puesto en la emisora. Mi madre y mi tío Cliff llegaron a un acuerdo cuando estuvieron a punto de llegar a los tribunales por el asunto del famoso, por no decir infame, reportaje-basura.
- Te agradezco que confiaras en mí y me defendieses ante ellos. No tuve nada que ver con aquello...
- Cierto, todo formaba parte de un plan de venganza de Alan Beam para hundir la reputación de mi familia y la Ewing Oil...Hay personas que no saben admitir sus errores y superarlos. Ahora, la emisora es propiedad de mi madre, ya que Cliff quiere desentenderse de todo lo que no pueda controlar personalmente.
- ¿Y crees que tu madre podrá llegar a confiar en mí? – preguntó tímidamente Debbi.
- Si dejas que te conozca a fondo y vienes a la barbacoa de mañana, seguramente así será.
- De acuerdo...John Ross. Creo que te debo un favor, y muy grande. Quizá haya llegado el momento de conocernos todos...
En el Edificio Ewing, no muy lejos de allí, Sue Ellen y Cliff firmaban el contrato de cesión de la emisora.
- Nunca pensé que llegaría a hacer negocios contigo, Cliff.
- Sue Ellen, sabes que esto no es un negocio, sólo estoy salvando mi piel. Ese bastardo de Beam lo tenía todo planeado para hundir a los Ewing y reavivar la enemistad con los Barnes a un tiempo...pero le salió el tiro por la culata...¿Habéis conseguido localizarle?
- Pues...no estoy segura, pero creo que podría estar en California. El y los dos millones que consiguió por cerrar un falso negocio de Westfork con aquel prepotente vinatero de San Francisco...
- ¿Y habéis sabido algo de...cómo se llamaba...aquel Channing?
- Gary ha hablado un par de veces con él por teléfono, pero no han sacado nada en claro. Alan falsificó la firma de Gary en el pre-contrato, y este considera que su empresa no se comprometió en absoluto en el negocio del oleoducto.
- Nunca hay que fiarse de la persona que está al otro lado del teléfono, sobre todo si es un móvil. Fíjate si no, en la pobre Debbi, que se pasó meses creyendo que era yo quien le daba órdenes, cuando en realidad era Alan con quien hablaba.
- Bueno, Cliff, me alegra haberte visto, y perdona que te haya hecho venir en sábado, pero quería solucionar esto antes del regreso de James...Espero que Afton se recupere por completo...
De vuelta a Southfork, James y Cally vaciaban las maletas con la ayuda de Teresa. Una vez hubo terminado, esta se retiró discretamente.
¿Cómo te sientes, cariño?
- Quizá sea el “jet lag”...pero me siento como si no supiera dónde estoy, como si no reconociera esta casa, ni a estas personas.
- Es lógico, hemos pasado meses cambiando de hotel y haciendo turismo por Europa...Me alegra que Ellie y Jimmy se lleven tan bien.
- Son unos chavales estupendos...Me pregunto cómo está John Ross...
James sacó una foto de Vanessa y la colocó encima de la mesilla de noche. Cally no pasó desapercibido el gesto y le pasó la mano por la mejilla:
- James, pronto te sentirás mejor, no debes sentirte culpable de la muerte de tu madre. No tuviste nada que ver, Michelle estaba loca...y además su muerte seguramente fue accidental...
- Estoy bien. Ahora sólo me preocupáis vosotros: mi familia. Y la Ewing Oil.
Gary y Val paseaban por los prados de Southfork, y repararon en que su hijo Bobby estaba ayudando a los peones del establo. Le saludaron con la mano.
- Parece mentira el cambio que ha dado Bobby en este último mes...
- Desde que tuvo el accidente en realidad...
- Desde que hablamos de su homosexualidad...
- ...Y de mi alcoholismo. ¿Crees que está saliendo con alguien?
- Pues, en cierta manera, yo empezaba a pensar lo mismo. Betsy está un poco celosa porque ya no van juntos al cine como solían hacerlo antes.
- Tampoco llega tarde al instituto, ni sale los sábados por la noche, ni ha vuelto a tener ningún tipo de problema.
- Lo que más me llama la atención es que ha vuelto a escribir. Ya sabes, dibujar y escribir siempre fueron sus mayores aficiones...Desde hace cosa de un mes, me lo he encontrado escribiendo con frecuencia, aunque no me deja leer lo que escribe...
- Quizá esa sea su verdadera vocación. Quizá tenemos otro escritor en la familia.
- No me importaría lo más mínimo. Ojalá Betsy se centrara ahora como lo está haciendo Bobby...
En casa de los Krebbs, junto a la mansión principal, Donna y Maggie estaban cambiando de sitio unas cajas llenas de documentos antiguos. Maggie cogió una de las cajas y, al entrar en la cocina, se cayeron varias cartas. Debajo de ellas, apareció un libro que rezaba “Diario. 1946”.
- ¿Todo va bien, cariño? – preguntó Donna, desde el almacén.
- Sí, mamá. – Luego cogió el diario y lo guardó en el bolso que había dejado encima de la mesa.
- Bueno, creo que por hoy tendríamos que dejarlo. Estoy agotada...y tú también, nena.
- ¿Puedo hacerte una pregunta personal sobre papá?
- ¿Cuándo supo que era un Ewing y no un mero capataz?
Donna salió con su hija a la piscina y se sentaron cómodamente:
- Fue en 1981. El que todos creían padre de Ray apareció por aquí y entregó pruebas al abuelo Jock de que era este su padre verdadero.
- ¿Y quién era su madre?
- Una enfermera de Kansas que conoció durante la guerra, y que se llamaba como tú, Margaret.
- ¿Así que me pusisteis este nombre en su honor?
- En efecto. Aunque tu padre y yo ya nos habíamos divorciado cuando naciste, me pareció una buena idea rendirle un homenaje a su madre. Murió cuando Ray apenas tenía 15 años...
- Qué historia más romántica, Jock y Margaret enamorándose durante la guerra...Cuéntame más...
- Lo siento, pero el resto es información confidencial. Quizá algún día alguien escriba un libro sobre ello, pero lo dudo...
Donna volvió a entrar en la casa y Maggie se quedó pensativa. ¿Qué habría tras aquel diario que había encontrado?
A medio camino entre los establos y las casas, Bobby sacó su móvil e hizo una llamada:
- Hola, Will.
- ¿Cómo estás?
- Bien, pero ahora no puedo hablar. Nos vemos mañana en la barbacoa...
- ¿Puedo llamarte esta noche?
- Me encantará...
Bobby pulsó la techa de fin de llamada y respiró tranquilamente, para después sonreír y echar a correr hacia su casa...
(Fundido en negro)
A la hora del almuerzo, los Ewing se reunieron de nuevo.
- Hemos retrasado la barbacoa un par de semanas para que pudiérais asistir – dijo Val.
- Habéis sido muy considerados – añadió James.
- Espero que todo se solucionase como esperabas en Viena, James – preguntó indirectamente Bob.
- Sí, todo quedó atado y bien atado. Aunque nunca pensé que mi madre hubiera diversificado tanto sus inversiones...
- Los amigos de Vanessa y su abogado nos trataron estupendamente, Bob. No pude evitar acordarme de nuestras vacaciones con J.R.
- Pam miró a Bob por el rabillo del ojo...Este forzó una sonrisa.
- Sí, nos lo pasamos bien, después de todo.
Fue entonces cuando Cally se dio cuenta de que no debió de haber dicho aquello. El recuerdo de April estaría siempre asociado con Viena para Bobby.
- ¿Habéis invitado a la barbacoa a algún joven ejecutivo? – dijo Lucy, en tono insinuante.
- No, Lucy, los amigos de siempre: los viejos petroleros, sus hijos y sus nietos, y algunos amigos a los que hace tiempo no veíamos.
- Yo he invitado a Will, Lucy – ella sonrió, haciéndose la sorprendida.
- ¿A Will Monahan, tu primo? – preguntó Gary.
- Sí. Lleva ya mucho tiempo aquí y, aparte de Lucy, no tiene muchos amigos fuera del círculo financiero...
- ¿Por algún motivo especial? – intervino Betsy.
- Que yo sepa no, pero puedes preguntárselo tú misma, cariño.
- Lo haré, hermanita. – dijo Betsy.
En la Mansión Wentworth, Cliff hacía una llamada a Houston, al hospital donde estaba ingresada Afton. Le pasaron con Mitch, que la estaba acompañando.
- Hola, Mitch. Me alegro de encontrarte ahí. Dime, ¿cómo va evolucionando Afton? ¿De verdad? Sería estupendo que pudiera olvidarse completamente de la quimioterapia...¿Y las últimas pruebas cómo resultaron? Fantástico. Hazme un favor, pásame con mi hija Becky. Lástima. Entonces la llamaré al móvil. Creo que va siendo hora de que se reincorpore a la vida normal. Dile a Afton que he llamado cuando salga de la quimio.
Cliff se sirvió un vaso de té helado, y recorrió la vista por aquella lujosa mansión, que en su día había comprado su madre Rebecca. Después de tantos años, aún sentía la misma inseguridad que sintió cuando falleció en un accidente aéreo, aunque había podido mitigar su sentido de culpa...
En la Mansión Southfork, era el turno de la última copa después de la comida...
- Espero que Dusty pueda venir este año, Barbara tiene ganas de volver a ver a su hija Carrie – comentó Lucy.
- ¿Por qué se marchó tan de repente ayer? – preguntó Val.
- No se ha marchado. Tenía una reunión con su agente de bolsa. Por lo visto se ha puesto de moda hacer negocios en sábado...
- Hablando de negocios – aprovechó Cally – quiero hacerte una propuesta...
- Vale. ¿Te apetece bañarte con los niños en la piscina?
- De acuerdo. Voy a cambiarme...
Bob, Gary y James tenían su propio tema de conversación: los negocios.
- James, quiero que sepas que por fin he podido entender por qué nos dejaste para irte a la Ewing Oil. Cuenta conmigo para cualquier consulta...
- Y conmigo también – añadió Bob – La industria del petróleo es muy inestable: hoy podemos estar en lo más alto, y mañana puede ocurrir algo que nos lleve a la ruina.
James apuró su bourbon.
- Supongo que debería tomarme eso como un gesto de ánimo y apoyo para reincorporarme a la Ewing Oil...
- Esa ha sido la intención – dijo Bob.
- Lo que no comprendo es por qué me tiene que venir de mis tíos en vez de mi hermano y socio en la empresa...
- James, no te preocupes, John Ross habrá tenido algún compromiso ineludible, ya sabes cómo son los chicos a esa edad...
De repente, se oyó el rugiente motor del coche del heredero de J.R., y este aparcó cerca de la piscina. Saludó a las mujeres y a los niños, y luego entró en la casa a ver a su hermano...
- Hablando del Rey de Roma... – bromeó Bob.
- Hola, hermanito – dijo John Ross, mientras se quitaba sus gafas de sol.
James se giró hacia él y, tras unos momentos de tensión, se abrazaron cariñosamente...
Aquella noche, en su habitación, Maggie abrió el Diario que había encontrado y que estaba fechado en 1946. No tardó en darse cuenta de que era el Diario de su abuela y que su abuelo Jock era mencionado en él con mucha frecuencia...Maggie se quedó dormida, con el Diario entre las manos...
En ese mismo momento, en casa de los Ewing-Clemmens, Betsy se había introducido en el cuarto de su hermano mientras este se duchaba. Buscó su móvil, y empezó a pulsar teclas, hasta llegar a la opción de “llamadas realizadas”: allí encontró un número repetido muchas veces que memorizó con rapidez. Acto seguido, se marchó sigilosamente.
En la intimidad de su habitación, Betsy modificó la configuración de su móvil para que no mostrase su número, y llamó al número que había memorizado.
Buenas noches, le llamo del Servicio de Páginas Amarillas, estamos comprobando que su número aparece correctamente asignado a su nombre en la sección de profesionales. ¿Es usted Matthew Ackles, verdad?
Se oyó un carraspeo, y finalmente contestó:
- Pues creo que se equivoca, señorita: me llamo Willard Monahan, y soy financiero.
(Fundido en negro)
A la mañana siguiente, Chris hojeaba el periódico antes de regresar a su apartamento y a su oficina, que se encontraban en el mismo edificio de Dallas. Pam y Bob se le unieron enseguida, junto con Lucy.
- ¿Alguna noticia interesante, Chris?
- Bueno, papá, aparte de la bajada de los precios del petróleo, de la crisis de Oriente Medio y de los agujeros de la capa de ozono, sí, sí que hay una cosa que me ha llamado la atención...
Chris le pasó a su padre el periódico abierto por una página en concreto. El titular decía “Catedrático de la SMU, envuelto en un escándalo sexual por internet.”
- ¿Era profesor tuyo, Chris? – preguntó una curiosa Lucy.
- No, en realidad no fui a la SMU...pero creo que John Ross sí le conocía.
- Dios mío, debe ser horrible verse envuelto en un escándalo así y perder la reputación a su edad...- comentó Pam.
- ¿Ocurre algo, Chris? Pareces preocupado... – observó su padre.
- No, no es nada...Tengo que irme. – Chris se levantó, besó a sus padres y dijo adiós a su prima Lucy. Luego cogió su maletín y se subió al coche con matrícula “Ewing 9”.
- Bueno, yo también tengo que irme – dijo Lucy - ¿Quieres que te lleve a Dallas, Pam?
- No – contestó ella – Voy a quedarme en casa para ayudar a Val y Donna con los últimos detalles de la barbacoa.
En casa de los Krebbs, Maggie seguía leyendo con fervor el diario de su abuela Margaret. De repente, la puerta se abrió y Maggie tapó bruscamente el libro con una revista. Era su madre.
- Hola, cariño. Si no te marchas ya, llegarás tarde a clase. ¿Quieres que te lleve?
- Sí, sí, gracias, enseguida estoy lista. – Donna se marchó y Maggie cogió el diario y lo guardó en una caja de música que luego cerró con llave.
- Mamá – le preguntó por el camino - ¿tenemos algún familiar, aparte de los Ewing, quiero decir, por el lado de la familia Krebbs?
- No, la tía de tu padre, Lil, falleció hace unos años, y su hijo Mickey tuvo también muy mala suerte... – Donna eligió bien las palabras porque no deseaba explicarle a su hija la trágica historia de Mickey Trotter en Dallas. Y, bueno...
- ¿Sí...? – inquirió con interés la chica.
- Aunque no era hijo suyo, Ray siempre consideró a los hijos de Jenna, Charlie y Lucas, como hijos suyos...
- ¿Ella había estado casada antes?
- Sí... – Donna detestaba que su hija notase que no confiaba plenamente en ella, así que decidió contarle un secreto – Quiero que sepas una cosa, pero ha de quedar entre nosotras. Lucas, el hijo de Jenna, era en realidad hijo de tu tío Bobby.
- Pero, ¿cómo pudo ocurrir...? ¿Acaso no estaba casado con Pam?
- Pam y Bobby estuvieron separados un par de años, y, el día de su segunda boda, descubrieron que Jenna estaba esperando un hijo de Bobby. Quiero que sepas la verdad porque estas cosas nos pasan a veces sin que por ello seamos peor personas.
- ¿Y Christopher sabe que tiene un hermanastro...?
- No lo sé, Maggie. Tal vez sí, tal vez no...
Lejos de allí, en Houston, Barbara Baxter recibía una visita en su lujoso apartamento.
- Hola, madre.
- Hola, nena. Pasa... – dijo Barbara con un vaso en la mano – Y no te preocupes por esto, es sólo Perrier con limón...
- Hace tiempo que dejé de inmiscuirse en tus asuntos, madre. He venido a hablar de otras cosas.
- De acuerdo, ponte cómoda – Barbara se sentó en el sofá y su hija Carrie en un sillón contiguo. - ¿Cómo está tu maridito?
- Steven y yo...nos vamos a divorciar.
Barbara se levantó y, señalando al mueble-bar, preguntó:
- Quizá te iría bien tomar algo más fuerte que mi Perrier...
- Un bourbon, y doble...
- Al mismo tiempo, John Ross cenaba con Debbi en un restaurante de gran reputación en Dallas.
- Nunca pensé que llegaría a verte fuera de aquella oficina en la emisora...
- Ni yo que sobreviviera a lo ocurrido con el falso reportaje. Os estoy muy agradecida a ti y a tu madre por mantenerme en el puesto cuando compraron la emisora, a pesar de haber sido responsable en parte.
- No la engañaron menos que a mí o a Cliff Barnes, claro que en el caso de Barnes, ya es una costumbre...
- Cometí el error de sentirme todopoderosa porque provenía de California, tan diferente a Dallas...a Tejas. Las cosas aquí se hacen a lo grande, pero en el fondo, en muchas cosas siguen siendo como un pueblo.
- Veo que nos has calado muy pronto. Quería invitarte a la barbacoa que celebraremos el próximo sábado en el rancho de mi familia.
- No sé si sería buena idea que nos viesen juntos allí...por lo menos de momento. Tengo entendido que los Ewing se protegen como fieras de los de fuera...y perdona si te molesta el comentario.
- Tienes muchas razón, Debbi. Pero aún así, quiero que vengas. Vamos a celebrar al mismo tiempo mi graduación en la SMU, y va a ser una ocasión especial. Para mí significaría mucho que vinieras...
Debbi sonrió levemente sonrojada por la sinceridad que estaba demostrando el joven.
- De acuerdo...Pero, ¿no crees que tu madre podría guardarme rencor por lo que tuvo que hacer a consecuencia de aquella emisión?
- ¿Te refieres a su aparición en aquel programa de entrevistas y su discurso a favor de Alcohólicos Anónimos y contra la violencia de género? – Debbi asintió. – Mi madre llevaba siglos buscando una excusa para hacer algo así. Llevaba muchos años sobria, pero no había recurrido a A.A. ni había hecho ninguna declaración pública.
- ¿Y entonces, cómo pudo dejar de beber?
- Sustituyó el alcohol por algo mucho más eficaz: la venganza.
En Houston, Barbara y Carrie seguían conversando...
- Ya sabrás que esto me pone en una situación muy complicada...
- Claro que sí, madre. Pero no creerás que voy a echarme atrás para no complicarte la vida...
- Barbara miró hacia el mueble-bar:
- ¿Quieres otra copa?
- ¿Por qué no? – contestó la joven, cuya edad rondaba los cuarenta años.
- No puedo dedicarme a cuidar de aquel rancho solitario todo el día. Echo de menos mi trabajo y ya no hay manera de hablar con Steven sin ponernos a discutir a gritos...
- ¿Y qué me dices de vuestra nueva madrastra? – por fin preguntó lo que deseaba saber desde su llegada.
- No sé, parecía aburrida en Southern Cross y sólo se quedaron para cenar con nosotros. Al día siguiente, después de que Clayton discutiera con su hijo, hicieron las maletas y se largaron...
- ¿Sabes adónde fueron?
- Creo que a Suiza. Por lo menos, aquella mujer no paraba de hablar de su querida Suiza...Pero, ¿por qué te preocupa Madeleine?
- Espero equivocarme, pero creo que el matrimonio de tu suegro no es lo que parece, y podría afectarnos a todos los Ewing y los Farlow...
En la mansión de Sue Ellen en Turtle Creek, la mujer recibía la visita de su, en otros tiempos cuñada, Valene.
Es una casa maravillosa, Sue Ellen...Debes estar muy contenta de poder vvir aquí con tu hijo...
- Bueno – contestó ella – quizá es demasiado grande para una persona sola. Y John Ross tiene un apartamento en el centro, así que hay muchas noches que no le veo. Eso cuando no se queda en Southfork...
Sue Ellen hizo pasar a su invitada a la terraza junto a la piscina y le ofreció té helado...
- Te he pedido que vinieras, primero, para darte las gracias como es debido por haberme contado tu encuentro con Kristin...Fue una época muy difícil para mí: me estaba divorciando de J.R. y no podía creer que mi hermana hubiera perdido el control de esa manera.
- Te entiendo perfectamente. Cuando nos instalamos en Knots Landing, Gary sufrió un par de recaídas, pero, afortunadamente, lleva ya muchos años sin beber. Sentía pánico de perder el control otra vez, y estropear las cosas entre nosotros de nuevo...
- He estado leyendo todos tus libros, Val – Sue Ellen entró dentro de la casa y los sacó: “Capricorn Crude”, “Nashville Junction”, “Hostage”...Tienes un estilo muy directo que podría encajar con los planes que tengo ahora mismo...
- ¿Estás buscando un escritor? – preguntó Val.
- No, en realidad busco una escritora que se dedique a investigar sobre el pasado de unas personas muy queridas para mí...
Val abrió los ojos de par en par, mientras mantenía la mirada...
- Quisiera que escribieras para mi editorial una biografía de Jock y Ellie Ewing, comenzando por los primeros tiempos. Como homenaje a ellos y su historia de amor, bastante insólita para la época. Eso sí, tendrías que usar sus verdaderos nombres y realizar una investigación en la que yo te ayudaría, en la medida de lo posible...
Val se levantó, dirigiéndose hacia la cancha de tenis que había un poco más abajo, a otro nivel de la propiedad. Sue Ellen la siguió, intrigada.
- Me siento muy halagada, Sue Ellen. Pero debo decirte que no. Hace un tiempo, otra persona me pidió que investigase los orígenes de alguien cercano a ella, y lo que descubrí podría haber arruinado sus vidas para siempre, así que...prefiero rechazar tu propuesta...Gracias por acordarte de mí...Me pareció admirable la declaración que hiciste después de aquel horrible reportaje sobre John Ross...y me gustaría que fuésemos amigas, pero no, no puedo escribir ese libro...
Poco después, Val se subía a su coche con el recuerdo del momento en que hizo aquel descubrimiento, y comprendió lo que significaba, dudando si debía decírselo a alguien o rechazar la propuesta. Aquella vez, le contó a Donna lo que había descubierto. Pero esta vez, con Sue Ellen, las cosas serían diferentes: quería que el recuerdo de Jock y Ellie se mantuviese como había llegado a ser con los años, una vez olvidadas con el tiempo las antiguas rencillas: dos personas que eran lo más importante el uno para el otro, y que se quisieron hasta el último día que estuvieron juntos...
(Fundido en negro)
Continúa