Episodio 5: "LA BODA DE MI MEJOR ENEMIGO"
(Parte 1: “LOS PREPARATIVOS”)

APARICIÓN ESPECIAL DE:
HOWARD KEEL (CLAYTON)
SUSAN SARANDON
como MADELEINE
y
JESSICA LANGE
como BARBARA

Una hora más tarde, en el Hospital Dallas Memorial...
-Dios mío, Cliff...¿Qué le ha ocurrido a Afton? – preguntó Pamela al llegar con su marido Bobby a la sala de espera. Cliff abrazó a su hermana y Bobby saludó a Beckie, que había estado llorando.
-No lo sé. La trajimos nosotros directamente, en diez minutos estábamos aquí, y aún no nos han dicho nada de ella...quizá con una ambulancia...
- Cliff, no debes pensar eso. Hicisteis lo más adecuado - aseguró Pam. Por su parte, Bobby preguntó:
- ¿Tenía alguna problema respiratorio?
- No, que yo sepa. Siempre cuida mucho su voz y su salud en general, y nada en la piscina todos los días...
Una enfermera se les acercó para informarles de que el médico que estaba en la sala de urgencias con Afton iba a salir a hablar con ellos. Beckie miró asustada a Cliff y se abrazó a él.

Mientras tanto, en Southfork la noticia impedía que las demás mujeres durmiesen tranquilamente. Primero Lucy, y luego Val, con la excusa de pedir prestada leche de soja, se sentaron frente a la mesa de la cocina.
- Pobre chica, debió de ser una impresión muy fuerte para Beckie...
- Y para Cliff: que yo recuerde, no es el hombre más valiente del mundo...- añadió Lucy. - Cambiando de tema: ¿qué me dices de la nueva mujer de Clayton?
- ¿Te refieres a Madeleine? Bueno, no se parece mucho a Ellie que digamos...- comentó Val, sonrojándose levemente. La verdad era que, no sólo no se parecía a la difunta matriarca de Southfork, sino que era completamente opuesta a ella en todo los sentidos. Lucy no sabía cómo preguntar lo que estaba pensando, y se llevó una sorpresa cuando su madre dijo:
-¿Crees que se ha casado por su dinero? – inmediatamente después, se disculpó, como si Clayton y Madeleine pudieran oírle desde la casa vecina, donde pasaban su primera noche en Southfork.
- Francamente, mamá, espero que no. Porque Clayton no sólo es multimillonario sino copropietario del rancho y del Grupo Ewing. Además de haber invertido parte de su fortuna volviendo a comprar Southern Cross para su hijo Dusty y su esposa Carrie.
- No sabía que Clayton fuera tan buen partido – un nuevo visitante nocturno llegó a la cocina de los Ewing, esta vez Gary. Abrió la nevera y sacó un plato con media tarta de chocolate. Val y Lucy se miraron, cómplices. Gary cogió un cuchillo de cocina e hizo el gesto de llevarse la tarta con él. Pero Val y Lucy se abalanzaron sobre él y lo cogieron cada una de un brazo, y lo sentaron a la mesa. Adiós al régimen...

En el hospital, Cliff estaba escuchando al doctor: habían conseguido mantener estables las constantes de Afton, aunque había perdido mucha sangre. Las 48 horas serían críticas y harían llamar al doctor Anderson, el especialista que la visitaba de vez en cuando. La mujer seguía inconsciente, pero aparentemente, y hasta conocer el resultado de las pruebas que le habían hecho, no tardaría en recuperarse. No sabían cómo había podido perder la consciencia en la piscina, pero una cosa era segura: en su cabeza no había ninguna señal de que la hubieran golpeado. Cliff respiró aliviado, abrazando a Beckie. Pam insistió en sustituirle para que él y Beckie pudieran irse a dormir, pero Cliff consiguió que la chica se marchara en el coche con Pam y Bobby y pasara la noche en Southfork. Él prefería esperar despierto, hasta que Afton se despertara...
(Fundido en negro)

A la mañana siguiente, el cielo de Dallas estaba totalmente nublado, cubierto de blancas nubes que se movían deprisa. El viento soplaba con fuerza, presagiando un invierno duro. James había subido con Cally a la azotea del Edificio Ewing. Faltaban muy pocos días para su boda.
- Impresionante, ¿verdad? ¿Habías subido alguna vez aquí, Cally?
- No, nunca. No había pasado del piso donde estaba J.R., es decir, donde ahora estáis tú y John Ross – Cally aspiró el aire de aquella azotea, una de las más elevadas de toda la ciudad, si no la más alta. Por un instante, echó de menos el aire puro y fresco de Haleyville y el olor inequívoco de su granja. – Dallas es como una gran tentación para todo el mundo, especialmente para los que venimos de pueblecitos como el mío: nos ofrecen todo lo material que se pueda desear y muchas formas de conseguirlo, pero sólo para los que tienen el nombre y la influencia de gente como los Ewing.
- Cuidado, nena: estás a punto de casarte con uno de ellos, por lo menos, en un 50%. – James sonrió inocentemente, mientras ella le acariciaba.
- Lo que quiero decir es nunca habría podido exponer mis cuadros si no hubiese estado casada con J.R., por ejemplo. Ni tampoco habría salido de Haleyville, probablemente. – En aquel momento, el rostro de Cally era como un jeroglífico para el joven: sabía que quería decirle algo, pero que eso llevaba demasiado tiempo guardado en su interior.
- Una vez, poco antes de morir, April me contó que, la primera vez que vio a J.R. a solas, fue aquí mismo: tu padre la citó, enviándole la mitad de un cheque, para empezar a ganarse su confianza. – Cally intentó recordar los detalles - Ella me contó que, entonces, se sintió como si fuera la dueña de Dallas, pero en realidad era todo un espejismo: no fue más que el principio de una serie de peleas y juicios por el control de una parte de la Ewing Oil...Me confesó que, seguramente, habría llegado a ser más feliz, a la larga, trabajando de dependienta en una tienda de su pueblo, que no con los millones que le pagó J.R. Sólo los días previos a su luna de miel con Bobby, antes de ser raptada, fueron los únicos que valieron la pena. Fue muy poco tiempo, aunque vivido muy intensamente.
James empezaba a preocuparse, temiendo que Cally estuviera pensando realmente en la hermana de April, Michelle, y la amenaza que su posible regreso suponía para su boda:
- Cariño, tienes razón: tenemos que vivir nuestra vida en común muy intensamente, pero nada de lo que ocurra con la Ewing Oil nos afectará a nosotros. Tenemos dos hijos estupendos, y quizá venga otro muy pronto – sonrió pícaramente - . Nuestra boda se celebrará en el jardín de Southfork, con nuestra familia y amigos presentes. Y todo va a salir estupendamente.
- Ya sé que pensarás que estoy loca, pero creo que piensas lo mismo que yo: Michelle está viva y ha vuelto. Y quiere vengarse de nosotros. Era la mujer del velódromo, la que hablaba con Bill, aunque llevaba el pelo teñido de negro y unas gafas de sol.
James intentó quitarle importancia a su comentario...
- Soy pintora y fotógrafa, y tengo una memoria visual excelente. De hecho, creo que hasta este momento, no he estado completamente segura de ello. Además, seguramente era ella la mujer que se hizo pasar por April en el depósito de cadáveres...
James no pudo por menos que abrazarla:
- Lo sé. Yo también llevo varios días pensando en eso. Además, Bill me contó que mi coche quedó en tan mal estado porque alguien había instalado un minúsculo explosivo...que se activó en cuanto salté por la ventana...Hay alguien que no nos desea una feliz luna de miel, sino todo lo contrario...Pero podremos con Michelle, cariño, y seremos más listos que ella.
Cally tragó saliva, mientras apoyaba su mejilla izquierda sobre el pecho de James. Sería fuerte, por James, por sus hijos, y sobre todo, por ella misma.

Mientras tanto, Clayton y Madeleine sobrevolaban las tierras de Southfork más lejanas a la mansión.
- Santo cielo, nunca imaginé que tuviérais tantos acres...parece que nunca llegaremos al límite...
- Aquello de allí podría considerarse uno de los límites – dijo Clayton, señalando con la mano un complejo de edificios de poca altura, entre los que se distinguían varias piscinas y caballerizas, además de un aeródromo. – Eso que estás viendo es la Reserva Southfork, una idea que Bobby consiguió hacer realidad poco antes de que muriese Ellie.
Madeleine arqueaba las cejas inocentemente cada vez que Clayton mencionaba a su difunta esposa, queriendo tal vez demostrar un inocente interés por su antecesora. - ¿Es una especie de balneario? – preguntó.
- Bueno, supongo que es algo así. Es un centro de descanso para familias, donde disfrutan de un ambiente sin contaminación y pueden aprender a cabalgar y a practicar el tiro al plato con toda tranquilidad. Ellie se opuso a él inicialmente, estaba muy dolida aún por encontrarse ausente cuando murió su hijo...
- ¿Quieres decir el famoso J.R.? – dijo ella, haciendo hincapié en la palabra “famoso”. Él asintió. - Me hubiera gustado haberle conocido...
- Y a él le hubiera encantado haberte conocido a ti, te lo aseguro – dijo riendo con sorna, e hizo un gesto al piloto para que volvieran a casa. Dondequiera que estuviese, J.R. siempre tenía una palabra agradable para una mujer atractiva...

En el hospital, Afton recuperó el conocimiento. A su lado estaba Cliff, que no había dormido nada en las últimas horas. Cuando ella le llamó en voz baja, Cliff dio un salto en su silla y abrió los ojos de par en par. La pareja se saludó cariñosamente, y luego ella dijo:
- Siento mucho haberos dado este disgusto...
- No digas tonterías, cariño. Hemos estado muy preocupados por ti, pero porque queríamos llevarte de picnic y sólo tú sabes hacer esos sándwichs tan deliciosos...
Afton se echó a reír, aunque acabó tosiendo.
- Cuéntanos qué te pasó en la piscina.
- ¿Dónde está Beckie? – reclamó ella. Estaba ansiosa por ver a su hijita. Cliff salió un momento y Beckie entró con él en la habitación. Las dos se abrazaron y lloraron de alegría. De repente, entró una enfermera para avisar a Cliff de que el médico de Afton llegaría a la mañana siguiente de su viaje. Pronto podría hacerle una revisión completa, y comprobar los resultados de las pruebas. Afton retiró la mirada, mientras su pensamiento se perdía en algún lugar remoto...

Era la hora de cenar en Southfork, las seis, y todos estaban preparados para sentarse a la mesa. Sin embargo, Bobby llamó a Clayton a la biblioteca para hablar antes con él a solas.
- ¿Hay algún problema, Bobby? Espero que no tenga que ver con Madeleine...
- Bueno, pues...sí, y no. Es decir, sí, tiene que ver con ella, y no, no es ningún problema...que no tenga fácil solución.
- Para ser un Ewing, estás dando muchos rodeos.
Bobby rió el comentario, pues tenía su parte de verdad: él era conocido por su sinceridad y por atajar los problemas.
- Se trata de la boda. He estado hablando con las chicas: con Pam, Val y Lucy, y les ha molestado que Madeleine quisiera organizar la boda en la casa. Cally estaba ilusionada con celebrarla en el jardín, banquete incluido. Recuerda que, en su “otra” boda en Southfork, rompió a llover cuando dijeron “sí, quiero”.
Ahora fue Clayton quien rió a carcajada limpia.
- Sí, y tu madre insistió en que los invitados durmieran en la casa, nunca podré olvidar “la noche en que J.R. y Cliff durmieron bajo el mismo techo.”
- Iré al grano: la organización de la boda ha estado a cargo de las chicas desde el principio, y Madeleine puede colaborar si lo desea, pero respetando los planes previos: no somos ninguna dinastía egipcia, sino una familia.
- De acuerdo, Bobby, me parece bien. Quizá se emocionó mucho al conocer a los Ewing de Tejas...- Bobby le dio una palmada en la espalda y luego se reunieron con los demás, en el comedor...

A la mañana siguiente, James entró puntualmente en las oficinas Ewing. Había concertado una importante reunión con Sue Ellen y estaba seguro de que ella llegaría tarde, por lo que se sorprendió al encontrarla ya en su despacho...
- ¡Buenos días, James! – le saludó ella con un punto de ironía.
- Hola, buenos días. Voy a dejar el maletín en mi despacho y hablamos ahora. – Ella asintió y sacó un portafolios de uno de sus cajones cuando se quedó sola. Lo observó fijamente, como si estuviera a punto de hacer algo importante y no estuviera segura de ello. Pero en el momento que James entró por la puerta, sus dudas desaparecieron.
- Tengo la agenda repleta, he de pasar por el aeropuerto a recoger a mi madre y luego debo asistir a una reunión ineludible. Te agradecería que resolviéramos nuestro asunto lo antes posible, Sue Ellen. ¿De qué se trata?
- De esto, - dijo, mostrándole el portafolios – Él leyó el nombre de Ewing Oil en la cubierta, con el logotipo de la empresa. A primera vista, no era nada extraordinario. – Es mi regalo de bodas para Cally y para ti. – añadió, misteriosa.
James abrió el portafolios y leyó la primera página del documento. Se trataba de una cesión de acciones de la Ewing Oil a su favor. - ¿Un regalo? No lo entiendo. Esto me hace propietario de otro tercio de la empresa, y de esta forma me convertiría en accionista mayoritario.
Sue Ellen le miró con simpatía, no exenta de nerviosismo.
- James, cuando fundamos la empresa, te dije que esto no era sólo un negocio, también era un asunto de familia. Eres copropietario de la Ewing Oil con tu hermano John Ross. Pero él aún no puede dirigir la compañía por sí solo. En parte, porque no posee la experiencia suficiente, y en parte porque J.R. exigió en su testamento que, antes de acceder a su herencia, debía graduarse en la universidad. Si todo sale bien, John Ross se graduará dentro de unos meses y será el presidente de la Ewing Oil, como su padre, y él mismo, siempre desearon.
- ¿Y qué papel jugaré yo entonces? – preguntó James.
- Tú y él seréis socios al 50%, como buenos hermanos. – La mujer se sonrió. – Ironías aparte, tú posees una serie de talentos: tienes una habilidad especial para relacionarte dentro del mundo de los negocios de Dallas, has sido muy útil en el Grupo Ewing. Siempre te han interesado todas las fuentes de energía, no sólo el petróleo, y las conoces bien. Eso es algo de lo que carece John Ross. Has disfrutado de grandes riquezas y...- hizo una pausa y bajó el volumen de voz- y has trabajado en un taller como mecánico. Has formado una familia y, por tanto, desearás estabilizar tu vida. Puedo equivocarme, pero creo que Cally será una buena influencia para ti.
- No sabía que la conocieras tan bien – confesó sorprendido él.
- Estoy acostumbrada a que me subestimen...y a trabajar en casa – dijo, levantando la barbilla, con dignidad – Si cuando mi hijo se gradúe, tu gestión de la Ewing Oil me parece la más adecuada, este documento se validará y tú serás el único socio legal de tu hermano. Yo...saldré de escena discretamente y seguiré dirigiendo mis otras empresas.
- ¿Y en caso contrario? – James elevó una ceja. – En el caso hipotético de que resulte ser el petrolero más desastroso de Dallas...
- En caso contrario, te aconsejo que reanudes tu amistad con Gary Ewing: podrías necesitar trabajo de nuevo. – Sue Ellen le acercó la pluma para que firmase el preacuerdo.
- Muy bien – firmó y acercó a la mujer el documento, ya firmado por ambas partes. – Pero, ¿no será que...te sientes culpable por haberme abofeteado en nuestra última discusión?
Sue Ellen se levantó, le dio un beso en la mejilla y añadió: “Que seáis felices y comáis perdices...”

(Fundido en negro)
Continúa