Segunda parte de "LA BODA DE MI MEJOR ENEMIGO" (III)
La mañana del lunes, Sue Ellen llegó a las oficinas de la Ewing Oil y dijo su habitual y silencioso “hola, cariño” al retrato de J.R. Kelly, su secretaria, le informó de que su hijo la esperaba en su despacho.
- Buenos días, cariño – le dijo mientras le daba un beso. De repente, notó frialdad en su gesto y en su voz. - ¿Estás enfadado conmigo por algún motivo?
- He visto la película – anunció secamente él. – La película que hiciste sobre papá.
Sue Ellen había conservado durante años la esperanza de que John Ross viviera ignorante del hecho de que, antes de marcharse de Dallas, había producido una película que desvelaba la auténtica personalidad de su ex marido. Ahora, él incluso la había visto. Seguramente, sus años de búsqueda habían dado su fruto y J.R. obtuvo una copia de la película sobornando o chantajeando a alguien...
- ¿Y qué te parece? Quiero que comprendas que... - Lo único que comprendo es que no te bastó con pegarle tres tiros sino que además intentaste arruinar su reputación con una sarta de mentiras...
- La película nunca llegó a estrenarse, si eso te tranquiliza. Pero no había ni la más pequeña mentira en ella, aparte de algunos nombres que se cambiaron...
- Así fue como conociste a Don Lockwood, ¿verdad? Él estaba compinchado contigo...y era tu amante.
- Don era un director y guionista excelente y trabajamos en equipo. No era ningún complot, sólo algo...que debía hacer. Algún día lo entenderás, cariño.
- Antes sabía quién era mi padre y quién era mi madre, y que no podían vivir juntos a pesar de tener un hijo en común. Ahora, ya no sé quién es mi padre ni lo que sentía por mí...y, lo que es aún peor, no sé quién es mi madre...ni lo que siento por ella...
John Ross cogió su maletín y tiró al aire los documentos que había en él, mientras decía: “Mira, madre: esto es la Ewing Oil, y ahora es toda tuya. Dirígela tú sola porque seguramente es lo que pretendes...” Acto seguido, salió dando un portazo.
Sue Ellen se quedó allí, inmóvil, hasta que reunió fuerzas para sentarse en su sillón y, en silencio, rompió a llorar...
Aquella misma mañana, los habitantes de Southfork recibían una agradable sorpresa: era la familia Krebbs, Ray, Donna y la joven Maggie, que volvían de Australia.
- Os hemos echado de menos... – dijo Pam.
- Queríamos llegar un día antes de la boda pero surgió un imprevisto y retrasamos la marcha – comentó Donna.
- Supongo que sabéis lo ocurrido... - dijo Bob, buscando la complicidad de Ray en la mirada.
- Sí, es una tragedia. Pobre Vanessa... – exclamó, mostrándole el periódico que habían visto en el aeropuerto.
- Y pobres James y Cally, se quedaron sin boda... – añadió Pam.
- ¿Se sabe algo de su paradero, de dónde pueden estar? – inquirió Donna preocupada.
- La policía sospecha que pudieron ser secuestrados por una antigua novia de James...pero ahora, aseáos y ponéos algo cómodo, porque tenéis muchas cosas que contarnos. – dijo Bob mientras cogía una de las maletas de Ray y llamaba a Raúl para que les ayudase.
- La madre de James, asesinada. Dios mío, mamá...es horrible. – dijo Maggie, aún impresionada.
- Sí, amor mío. Tenemos que ser fuertes para darles todo nuestro apoyo cuando vuelvan. Tenemos que rezar para que estén sanos y salvos, dondequiera que se encuentren – consoló Donna a su hija.
Hacía una mañana soleada y Lucy había invitado a su madre a acompañarla con los niños, Pete, su hijo, Ellie, la hija de Cally, y Jimmy, el hijo de James, hasta un lugar que ella solía frecuentar, en un momento muy concreto de su vida. Se trataba de una zona de recreo no muy lejos de Dallas, situada justo al lado de un campamento para niños con problemas. Su nombre era Windsor Meadows. Madre e hija conversaban mientras los niños correteaban por delante de ellas.
- Lucy, este es un sitio estupendo para los niños. ¿Cómo lo conociste?
- En 1983. Por aquel entonces, John Ross estaba aprendiendo a nadar y J.R. pensó que necesitaba un instructor personal. De hecho, el niño se había traumatizado a causa del incendio del rancho...y la psicóloga les aconsejó que trajeran al campamento a John Ross.
Valene le escuchaba con atención. Llevaba semanas ansiando que su hija le hiciera algún tipo de confidencia...
- El tutor de John Ross durante aquel verano se llamaba Peter Richards. Era rubio, atlético, muy atractivo... – Lucy se sintió incapaz de continuar. Tenía un nudo en la garganta.
- Dime, Lucy. ¿Ocurrió algo entre vosotros dos?
- Yo lo intenté con todas mis fuerzas, pero él se sentía más atraído por otra persona...Finalmente, intentamos hacernos amigos, pero, debido a una venganza de J.R., se le obligó a marcharse a Nueva York.
- El viejo estilo de nuestro J.R. Ewing...
- Pero eso no es lo peor. Poco después de morir la abuela, John Ross volvió a necesitar un terapeuta y Peter reapareció en nuestras vidas. Con una diferencia: ahora había perdido una esposa...y le quedaban pocos meses de vida. Había contraído sida a través de ella.
Valene enmudeció, y le cogió las manos a su hija.
- Por favor, Lucy, ¿qué quieres decirme?
- Entonces fue cuando empezó nuestra amistad. Y cuando murió, durante unas vacaciones que hicimos juntos por el Caribe, yo entré en una grave crisis. Sólo quería tener un hijo para no sentirme tan sola, sin desengaños amorosos, ni ataduras matrimoniales.
- ¿Qué hiciste, nena?
- Estaba obsesionada con tener un hijo. Primero lo intenté con alguien que nos encontramos casualmente en el Caribe...
- Alan Beam, ¿verdad?
- ¿Cómo diablos lo sabes?
- El día de la boda, oí cómo Alan te decía que sabía que Pete era hijo suyo...aunque tú estabas durmiendo la mona...
Las dos mujeres sonrieron. Llegaban al nivel de confianza que siempre habían deseado tener.
- Tienes razón, pero Alan no es el padre. Le conocía demasiado bien como para arriesgarme a tener un hijo suyo...Acudí también a Mitch, y ahora me avergüenzo. Aquello fue un error. Hubo un tercer hombre, pero siempre lo mantendré en secreto, madre.
- ¿Querías a ese hombre? – inquirió Val, adivinando la respuesta.
- No. – contestó ella. – Nunca volví a verle. Nunca sabré si podría haberle querido...
- Estás en tu derecho a mantener en secreto su identidad. Pero también Alan tiene derecho a saber que no es el padre de Pete. Los hombres sienten la llamada de la paternidad igual que nosotras, Lucy. No juegues con él como yo jugué con tu padre cuando nacieron los gemelos...
En la Mansión Wentworth, Pamela hablaba con la criada de su hermano, Jennifer.
- No sabemos cuándo volverán, pero mi hermano me ha encargado que te deje a cargo de la casa indefinidamente. Van a pasar una temporada viajando y quieren que todo siga como hasta ahora.
- Espero que no tarden mucho en volver, esta casa es muy grande y, cuando las tareas del día se acaban, me siento sola aquí, sobre todo sin la niña...
- Lo sé muy bien. Yo también viví aquí durante años, y antes, estuvo mi madre, Rebecca. No hace falta que vengas todos los días, puedes tomarte los fines de semana libres, para ir a ver a tu familia...
La mujer, que rondaba los cuarenta años y estaba dedicada en cuerpo y alma a cuidar de la familia Barnes, agradeció sinceramente el gesto, pero no pudo evitar añadir:
- Cuando dice que volverán, ¿eso también incluye a la señora Barnes?
Pamela captó el sentido de la pregunta de la mujer:
- Eso esperamos todos, Jennifer. No hay que perder la esperanza...Nunca.
Lejos, muy lejos de allí, en la paradisíaca isla venezolana de Aruba, James Beaumont miraba al horizonte que se fundía con el azul intenso del océano. De repente, oyó a alguien que le llamaba. Era su flamante esposa Cally, que se acercaba con noticias de Dallas. Se había recibido una llamada telefónica en el hotel, requiriendo su regreso urgente a casa, a Dallas.
Cally le miró asustada, mientras James la acercaba a su pecho musculado. La abrazó cálidamente, pensando para sí: “¿Quizá no fuimos más listos que Michelle?” Pero lo que le dijo a ella fue: “Tranquila, todo está controlado, señora Beaumont...”
(Fundido en negro)
La noche se cernió sobre la mansión Southfork, una vez más. Todos parecían temer la llegada de la oscuridad. La familia casi al completo se había reunido para cenar: allí estaban Bob, Pam, Chris, Lucy, Gary, Val, Ray, Donna y Maggie, Barbara e incluso los pequeños Ellie y Jimmy, que habían quedado al cuidado de Lucy, Val y Pam, hasta que James reapareciera.
- Bueno, a vosotros no os conocía...Me alegro de que hayáis vuelto antes de nuestra partida – confió Madeleine a Ray y Donna.
- Nosotros también teníamos muchas ganas de conocerte, Madeleine...Bob nos dijo que vivías en Suiza. Yo pasé varios años allí también, en Berna, concretamente.
Donna escuchaba las palabras de su marido, aunque no podía evitar sentirse extraña cuando le oía hablar de los años que pasó con Jenna y sus hijos.
- Efectivamente, y allí fue donde nos conocimos...
Lucy puso los ojos en blanco, temiendo que volviera a relatar su “tropezón” con Clayton y su “flechazo”. Barbara también escuchaba silenciosa, hasta que lanzó una pregunta:
- Madeleine, querida, tengo que ir a Suiza el mes que viene para ver a una amiga. ¿Cómo se llamaba tu hotel? Así me ahorrarás la molestia de alojarme en casa de mi amiga.
Madeleine se quedó callada durante un par de segundos. Todas las miradas se fijaron en ella, y dijo por fin:
- “Hotel D´Ourhamme”. Lo fundó mi anterior marido, que en gloria esté...Cerramos el negocio antes de venir a los Estados Unidos. Pero seguro que en un hotel de cualquier cadena americana encontrarás lo que buscas...
- Gracias, lo tendré en cuenta... – sonrió falsamente Barbara.
Teresa entró y anunció que había una llamada para Bob. Éste se levantó y, minutos después, regresó al comedor.
- Buenas noticias, familia: hemos localizado a James y Cally. Volaron con el reactor Ewing hasta la Isla Aruba en Venezuela, donde se casaron. Luego mandaron al piloto con el reactor de vuelta a Dallas. Cuando el piloto se enteró de lo que había ocurrido, empezó a sentir la obligación de informarnos de ese vuelo-incógnito, a pesar de que James se aseguró de que guardase silencio.
- Estupendo. ¿Cuándo llegarán? – preguntó Pam.
- Mañana por la mañana, a primera hora.
Deberíamos preparar el funeral de Vanessa para la tarde, por si desea que se entierre en Dallas.
Donna se levantó, seguida de Val.
- No te preocupes, Bob. Nosotras nos encargaremos de ello – aseguró Donna. Maggie bajó la vista y luego miró a Christopher, sentado delante de él. La tristeza de la hermosa joven no le pasó por alto...
Bob se adelantó y se dirigió a toda la familia en pleno:
- Quiero aprovechar la ocasión para agradeceros vuestro apoyo incondicional ante esta tragedia. Ojalá la próxima vez que nos visitéis, Clayton, haya un motivo de alegría en vez de tristeza...
Madeleine miró a Bob, y se admiró ante su nobleza y bonhomía. Luego devolvió la mirada a Clayton, y, en el fondo de su corazón, y durante un breve instante, se alegró de pertenecer a aquella familia, a pesar de todo lo que les escondía...
Barbara llamó a la puerta de la habitación de Lucy. Poco después, esta le abrió y le hizo pasar.
- Me alegro de que me hayas pedido que hablásemos, Lucy... – dijo Barbara.
- Tenemos un asunto muy serio que resolver. Quería saber si estabas de mi parte...
- Si te refieres a Madeleine, estoy contigo, Lucy. No creo que sus intenciones sean buenas, precisamente...
- ¿Sabes algo que no sepa? – la mayor de los nietos Ewing abrió los ojos de par en par.
- El día de la boda, tuve la suerte de oír, por casualidad, claro, una conversación que sostenía nuestra amiga por su móvil...
“Cariño – decía – escúchame bien. Ese hombre ha tenido dos ataques al corazón y posee una de las mayores fortunas del estado de Tejas. Nuestro plan surte efecto pero necesito más tiempo. Poco a poco, se va debilitando por la presión familiar y quiere que vayamos a ver a su hijo a su rancho. Oh, calla, claro que te mantendré informado...”
Lucy se quedó boquiabierta: aquello confirmaba sus peores sospechas: Madeleine no sentía nada por Clayton, sólo buscaba su fortuna, una de las mayores de Tejas...que además incluía una quinta parte de Southfork y el Grupo Ewing.
- ¡Tenemos que hacer algo, Barbara! – exclamó Lucy, alarmada. – Cuando murió su anterior marido, le dejó en herencia el hotel. Si algo le pasara a Clayton, heredaría mucho más que un hotel de segunda categoría...
- Déjame a mí lo del hotel. Con un par de llamadas, averiguaré cómo era su vida antes de conocer al poderoso Clayton Farlow...Pero tienes que ayudarme: si no me equivoco, Clayton ha sufrido un par de crisis cardiacas y seguramente está tomando algún tipo de medicación. Tenemos que saber qué es exactamente lo que está tomando, y antes de que se marchen a San Angelo...Si queremos acabar con esa farsa, no hay tiempo que perder...
- Mi ex marido Mitch es cirujano plástico. Seguro que podría ponerme en contacto con algún amigo suyo cardiólogo...Déjame lo demás a mí.
- Sabía que podía contar contigo, Lucy. Si hay algo mejor que un Ewing, son dos mujeres Ewing...
En el aeropuerto Love Field, Bob y Ray esperaban que James y Cally bajasen del reactor Ewing. Por fin, la pareja desembarcó...No habían podido hablar con ellos previamente, por eso Bob prefirió acudir con Ray, que siempre había tenido una relación cordial con James.
- Hola, Bob, Ray – saludó el joven. - ¿No felicitáis a la novia?
Bob y Ray se miraron sorprendidos, y besaron a Cally.
- ¿No sabes nada de lo que ha pasado, entonces? – preguntó Bob.
- Lamento haberos dejado plantados en Southfork, pero temíamos que Michelle intentase algo para sabotear la boda, y decidimos casarnos en el paraíso, o al menos se le parecía...
- James, escúchame: por lo que dices, fuiste a buscar a Cally a tu apartamento antes de que saliesen con la limusina, y te la llevaste directamente al aeropuerto, dejando allí a tu madre, ¿verdad?
- Sí. Bob, ¿qué intentas decirme?
Ray intervino para ayudar a Bob en la difícil tarea de comunicarle a James la muerte de su madre.
- James, muchacho. Por lo visto, Michelle llegó poco después de que os marcháseis...
- ¿Mi madre está bien? – James empezó a ponerse nervioso, mientras Cally se aferraba a su brazo...
- Tu madre ha muerto, James, - dijo finalmente Bob. – Todo indica que Michelle fue la responsable...y sigue en libertad.
En Southfork, Clayton y Madeleine se disponían a marcharse a Dallas para entrevistarse con el abogado de él. Durante el desayuno, Lucy había escuchado atentamente todo lo que se decía la pareja, y había sido especialmente amable con Madeleine. Cuando se subieron a la limusina, Lucy corrió en dirección a la casa de Clayton. Tenía que encontrar pruebas de que aquella mujer tramaba algo relacionado con la delicada salud de su marido. Subió a toda prisa a la habitación de la pareja, y empezó a mirar las etiquetas de los botecitos de medicinas que encontró en el cuarto de baño.
De repente, Lucy oyó el ruido de la limusina aparcando en la puerta de la casa, y de unos tacones que se acercaban cada vez más a la habitación. No se lo pensó dos veces: dejó todos los botes en su sitio, y se escondió debajo de la amplia cama, conteniendo la respiración.
Madeleine abrió la puerta y entró, con paso firme. Al cabo de unos segundos, se detuvo delante de la cama. Había notado un aroma de un perfume que no era el suyo. Recordó que Clayton la estaba esperando abajo, y sacó un par de aspirinas de un bote y se las tomó. Acto seguido, se marchó rápidamente...y Lucy respiró aliviada, cuando la limusina se hubo alejado. Volvió a salir, anotó en un papel los nombres de las medicinas, registró los cajones de la mesita y salió de allí, sigilosamente...
James se había acercado con su coche hasta la tumba de su padre J.R., junto al lago de Southfork...
- Mamá ha muerto...no creo que estéis en el mismo lugar, pero ojalá ahora los dos seáis más felices que cuando vivíais. Nunca fuisteis capaces de construir una vida en común, a pesar del amor que sentíais el uno por el otro...Espero que eso no nos pase a Cally y a mí...Descansad en paz, los dos...
James se secó las lágrimas con el antebrazo y se dirigió a su coche. En ese momento, sonó su móvil: era el número del móvil de su hermano...
- Hola, James. Soy John Ross. Estoy en el parking de la Ewing Oil, he tenido problemas con el coche. Ven a buscarme...
En ese momento, se interrumpió la comunicación.
- Eres muy buen actor, yo en tu lugar haría las maletas y me iría a Hollywood – dijo Michelle, mientras le pagaba la cantidad acordada a un empleado de la limpieza que se había hecho pasar por John Ross, con la excusa de gastar una broma. – Te estaré eternamente agradecida...
Al mismo tiempo, Pamela hablaba con Cliff por teléfono en su habitación de la casa principal.
- De acuerdo, Cliff. Sí, ya he hablado con Jennifer, no te preocupes. Sí, he entendido tus instrucciones, ya no soy tu hermanita pequeña – dijo ella, intentando quitarle trascendencia a la charla - Quieres que haga una oferta por la cadena de televisión en la que trabaja Afton. De acuerdo, si eso es lo que quieres, me parece muy bien. Te avisaré cuando los contratos estén firmados. ¿Sabes si Mitch ya ha conseguido hablar con el cirujano del que me hablaste? Ya sé que la posibilidad es remota, pero Afton ha cambiado de opinión y tenéis que mantener la esperanza...Ya lo sé, Cliffie. Yo también te quiero.
Después de colgar el teléfono, Pam entró en el cuarto de baño: había dejado allí algo que seguramente ya habría dado el resultado que esperaba. Sólo quería eliminar todas las posibilidades antes de acudir al médico.
Pero el resultado era el contrario al que esperaba. Pam se quedó de pie, delante del espejo, mirando el resultado de la prueba...
- Dios mío...No puede ser...Estoy embarazada.
Media hora más tarde, James aparcó su lujoso deportivo en el aparcamiento subterráneo del Edificio Ewing. Salió del coche, lo cerró automáticamente y empezó a buscar con la vista el coche de su hermano. Por fin, encontró uno de la misma marca y color, pero cuando se acercó, vio que no llevaba la matrícula “Ewing 8”. Entonces, James oyó unos pasos y, al girarse lentamente, se encontró con una pistola que le apuntaba justo a la cabeza.
“Dile adiós a tu vida, James Beaumont...” - la persona que estaba a punto de dispararle no era otra que Michelle...
FIN DEL EPISODIO 7
Actores invitados:
Kimberly Foster (Michelle)
Randolph Powell (Alan)
Seth Petersen (Bill)
Kehly Gray (Kelly)
"IMPERIO EWING" es un ciberserial escrito y editado por TONI DÍAZ y PAM´S TWIN SISTER. Los personajes principales de este ciberserial fueron creados por DAVID JACOBS para las series "DALLAS" y "KNOTS LANDING".
Las fotos que se han utilizado pertenecen en su mayoría a WARNER BROS. Su finalidad es exclusivamente ilustrativa y no lucrativa. Ninguno de los actores, guionistas, productores o actores ajenos a estas series, tienen ningún tipo de relación con el ciberserial, aunque estamos abiertos a todo tipo de ofrecimiento.
Dedicamos este episodio a Mauricio, por su asesoramiento técnico y su apoyo, también a la hora de escribir este ciberserial.
EPISODIO 8: "FRENESÍ"