
Episodio 7: “LA BODA DE MI MEJOR ENEMIGO”
(Parte 3: “MARCHA FÚNEBRE”)
APARICIÓN ESPECIAL DE:
HOWARD KEEL (CLAYTON)
SUSAN SARANDON
como MADELEINE
y
JESSICA LANGE
como BARBARA
Gary y Bill esperaban en la calle, vestidos aún con los fracs de la boda, pero se habían quitado la pajarita y la americana. Cuando el cadáver fue trasladado hasta la ambulancia, Bill anduvo hasta la esquina de la calle y empezó a vomitar. Era el mejor amigo y mecánico personal de James, y la experiencia le estaba resultando traumática. Se había previsto una boda, pero, en lugar de ella, se había cometido un asesinato. Gary miró hacia dentro, buscando la figura de su hermano menor Bobby. Al no verlo, volvió a intentar introducirse en la casa.
- Ya le hemos dicho que no puede entrar nadie, aunque su nombre sea Ewing. Esto no es una reunión familiar... – dijo uno de los policías con malos modos. Bobby oyó, desde dentro, las quejas de su hermano, y salió a reunirse con él.
- Tranquilos, no hace falta que entre nadie más, - dijo en tono conciliador. Gary le miró fijamente y preguntó con impaciencia lo que ansiaba saber desde hacía media hora. Desde que habían llegado al apartamento de James Beaumont en Dallas: ¿Qué había ocurrido ahí dentro? ¿Quién había sido asesinado?
Bob le devolvió la mirada, que expresaba tristeza.
- La madre de James, Vanessa. Alguien la ha asesinado.
Entretanto, en los jardines que rodeaban la Mansión Southfork, los invitados comenzaban a sentir nerviosismo. Pamela y Valene trataban de calmarles, hasta que, por fin, Bob telefoneó con la respuesta a sus dudas.
- Cariño, necesito tu ayuda. Ha ocurrido una tragedia. La madre de James ha muerto. El apartamento está patas arriba, como si lo hubiera destrozado un loco...y nadie sabe dónde están James y Cally.
- Dios mío, Bobby... – murmuró Pam, reprimiendo sus emociones, - diré a los invitados que la boda se aplaza hasta nueva fecha, y que les mantendremos informados.
- Pamela...mañana mismo, aparecerá en la prensa. Será mejor que, entre todos, comuniquéis lo ocurrido a nuestros amigos. No tardaremos en volver. Te quiero.
- Y yo a ti... – la comunicación se cortó y Pam levantó la mirada. Tenía delante a Sue Ellen, Valene y, un poco más allá, a los chicos. Sue Ellen se le adelantó y le puso las manos en los hombros.
- Por favor, Pam...dinos qué ha ocurrido – rogó Sue Ellen con impaciencia. Todos se miraron y John Ross preguntó:
- ¿Es mi hermano, verdad? Le ha pasado algo a James...
- No, John Ross. La policía ha encontrado a Vanessa muerta, en el apartamento de James…y él y Cally, han desaparecido...
En el exterior de la casa, Madeleine, Clayton y Lucy charlaban ajenos a lo que había ocurrido.
- ¡Qué falta de puntualidad! Con un escenario como este, yo jamás llegaría tarde a mi boda! – exclamó Madeleine.
- Cariño, seguramente les ha ocurrido algo con la limusina, y Bob y los chicos les traen personalmente hasta aquí.
- Parece que la maldición de las bodas de Southfork continúa con los años...Espero que no sea irreparable, como que a Cally le haya dejado plantada James, o algo así...
- No veo que estés muy de acuerdo con esta boda, ¿no será que te gustaría ocupar el lugar de la novia? – señaló con malicia Madeleine.
- Créeme, si quisiera, podría estar casada y con alguien mejor y más maduro que James. Además, él es prácticamente mi primo...Nunca me acostaría con alguien de mi familia... – afirmó Lucy, segura de que ninguno de los presentes conocía su apasionada relación con Ray Krebbs en el pasado...
- Ya salen las chicas, y por el semblante que tienen, diría que no hay buenas noticias.... – observó Clayton, mientras se levantaba.
Media hora después, todos los invitados se habían marchado a sus casas, excepto Alan Beam, que encontró a Lucy sola en la sala de estar.
- Hola, Lucy – saludó con amabilidad.
- Ah, hola – contestó ella, que se había servido su tercer “gin tonic” de la tarde. - ¿Qué haces aún aquí?
- Quería concretar una reunión con tu padre para mañana, y no hemos tenido tiempo de hablar aún. Siento mucho lo ocurrido...aunque no conocía a la dama.
- Gracias – le contestó indiferente Lucy, mientras apuraba su copa. – Era toda una dama, puedes estar seguro.
- Tú también lo eres, Lucy. Te has convertido en toda una dama, atractiva, independiente y madura. Y en una buena madre de tu hijo Peter.
- ¿Por qué cada vez que hablamos tiene que salir mi hijo a colación? Dímelo ya y acabemos con esta historia...
- De acuerdo. Pero no creo que sea el mejor momento. – Alan miró al fondo de la sala, y expresó lo que estaba pensando. – Sabes muy bien que yo soy el padre de tu hijo.
Dicho esto, Alan abandonó la sala y salió a buscar a Gary. De repente, entró por la puerta Valene, con la sorpresa dibujada en su cara.
- Lucy...¿es eso verdad? ¿Es Alan Beam el padre de tu hijo?
Lucy ya no podía oír nada. Se había acurrucado en el sofá y murmuraba palabras sin sentido. La mezcla de champán y ginebra había surtido efecto...
Sue Ellen y John Ross acababan de llegar a su lujoso hogar, en el barrio residencial de Turtle Creek, en Dallas. El joven estaba visiblemente preocupado por la ausencia de su hermano mayor y por el efecto que tendría en él la muerte de su madre, que tanto apoyo le había dado durante toda su vida.
- ¿Quieres hablar de ello, cariño? – preguntó Sue Ellen, mientras se quitaba sus elegantes zapatos de tacón negros.
- No, ¿por qué? Seguro que James y Cally están bien, casándose en alguna capilla hortera de Las Vegas. – John Ross intentó frivolizar, aunque realmente temía por la vida de su hermano...y porque se habían distanciado desde la noticia de su compromiso. Remordimientos, pánico y la obligación de mostrar una apariencia fuerte, convertían sus nervios lógicos en una frialdad insondable. – No te preocupes por él.
- Siempre quise conocer a Vanessa Beaumont, aún antes de saber que existía - la mirada de John Ross la obligó a continuar. – Durante todo el tiempo que estuve casada con tu padre, intuía que había habido una mujer, en algún momento, que le había convertido definitivamente en la persona que siempre fue. Un desengaño amoroso en la vida de J.R. Ewing, aunque parezca mentira. Nuestra relación no fue degenerando por mi culpa, sino porque él ya había decidido que nunca nadie volvería a partirle el corazón...
- ¿Por qué me cuentas todo esto, madre? – Sue Ellen pestañeó: hasta aquel momento, su hijo la había llamado “mamá”.
- No busquemos culpables. Dejamos que él nos hiciera como somos. Como él quería que fuésemos. Pero tú te rebelaste y eso hundió vuestro matrimonio. Ahora lo entiendo, pero no entonces. Papá era como un dios para mí. Recuerdo la primera vez que me llevó con él a un pozo petrolífero, en un pueblecito llamado Pride, cuando aún estaba casado con Cally... – la voz de John Ross fue perdiendo fuerza, hasta que se apagó. Sólo añadió: "Buenas noches, mamá". Una vez sola, Sue Ellen sonrió y cerró los ojos... J.R. siempre acababa saliendo en la conversación cuando algo iba mal. De una forma u otra, siempre eran ella, su hijo y J.R.
De vuelta en Southfork, Bob reunió a toda la familia, a excepción de John Ross. A un lado, estaban Clayton, Madeleine, Lucy y Barbara. Al otro, Gary, Valene, Pam y Christopher. Bobby se quedó de pie mientras relataba su charla con el detective del Departamento de Policía de Dallas...
- Voy a dejar fuera los detalles sórdidos, pero esto es lo que ocurrió en casa de James, según la policía. Lo primero que supe fue que Vanessa murió de una caída, provocada seguramente por querer evitar un disparo. La muerte fue inmediata. La persona que la provocó no ha sido identificada todavía por las huellas que dejó por toda la casa, pero todo indica, aunque resulte difícil de creer, que se trata de Michelle Stevens.
- ¿Aquella zorra que iba detrás de James hace años? – exclamó sin pensar una resacosa Lucy.
Bob miró a Pam y Val, las ausentes en aquellos años. – Michelle no era ninguna zorra, sino la hermana de mi esposa April. Era una joven muy ambiciosa y apasionada que no superó la muerte de su hermana y asesinó a su responsable. Estaba enamorada de James y, al final, se le condenó a varios años de cárcel por el crimen que cometió.
- ¿Quieres decir que Michelle salió de la cárcel sin que ninguno de nosotros lo supiera? – inquirió Christopher.
- Sí. Por aquella época, Pam y yo estábamos en Toronto, y los demás os esforzábais en empezar de nuevo aquí, en Southfork. Hace unos meses, Michelle fue dada por muerta cuando una mujer parecida a ella fue recogida en la calle, drogada, sin esperanza de sobrevivir. Esta mujer llevaba encima el certificado de matrimonio de James y Cally, y una foto de James...La policía, entonces, creyó tener un caso fácil: una mujer sin casa muere de sobredosis en un callejón. Pero esa mujer no era Michelle. Michelle aún está viva...
(Fundido en negro)
El silencio que había en la salita de Southfork estaba creando incomodidad entre los presentes. De repente, Barbara empezó a sentir curiosidad:
- ¿Quieres decir que ha fingido su muerte para cumplir alguna venganza?
- Eso es lo que piensa la policía: antes de ir a prisión, James la visitó y, no sé qué le dijo, pero ella juró vengarse de él y matarle algún día.
- Y qué día mejor para ella que el de su boda con otra mujer... – Bob asintió.
- De todas formas, creo que James debió de sospechar algo. Había hablado con el detective que llevaba el caso el día antes, y sabía que la chica muerta sin duda alguna no era Michelle. También averiguaron, a través de una confidente de la penitenciaría, que las dos mujeres habían planeado asesinarlo cuando salieran de allí... – Valene se llevó la mano al estómago. – Lo siento, Val. Si queréis retiraros, hacedlo. No quiero que esto os afecte aún más. – Madeleine, Valene y Pam fueron a la cocina a preparar algo caliente.
Bobby prosiguió con la historia:
- Pero algo salió mal, ya que por lo visto, su relación era más estrecha de lo que parecía. Se defendían la una a la otra en la cárcel...pero, una vez fuera, algo se estropeó, y Michelle inyectó una sobredosis letal a la otra chica, que se hacía llamar Sheree. Le hizo beber grandes cantidades de alcohol y le dio también drogas sintéticas que supusieron la última gota... – Bob tomó aire y luego continuó. Como decía antes, creo que James debió de sospechar algo, ya que, en el anuncio que publicaron en la prensa de Dallas, se especificaba que sería James el que llegaría en la limusina y no Cally. Y por lo visto, hicieron planes de última hora...
- ¿Estás insinuando que podrían haberse casado por ahí y estar disfrutando de su luna de miel, ignorantes de todo?
- Clayton, eso es lo que piensa la policía. De hecho, es lo que ellos mismos le sugirieron que hiciera...
Clayton se frotó los ojos con la mano derecha, mientras Lucy intentaba transmitirle que, a pesar de todo, ella estaba de su parte...y aún le quería.
- Hay algo que no entiendo en todo esto. Según nos informasteis, el apartamento estaba en muy malas condiciones, como si alguien se hubiera vuelto loco, ¿verdad?
- Sí – afirmó Bob – incluso desgarraron algunos de los cuadros de Cally allí colgados.
- Entonces, ¿qué le impediría a alguien fuera de sus cabales, secuestrar a dos personas que quizá ya le han visto cometer un asesinato, para luego matarlas y deshacerse de ellas?
Bob movió la cabeza, mientras pensaba que era el momento de reunirse con su esposa y descansar de una jornada tan agitada...o de intentarlo, por lo menos.

Un cuarto de hora después, Bob, recién salido de la ducha, se secaba el cuerpo y se disponía a meterse en la cama. Pam se estaba desmaquillando con expresión triste...
- Quizá Lucy ha tenido razón, todos estos años... – dijo ella.
- ¿Sobre qué?
- Sobre la maldición de las bodas de Southfork...Parece que todos los que nos casamos aquí, nos gafamos de alguna manera...
- Tonterías, míranos a nosotros.
- Tengo que recordarte que nuestra última boda se celebró en el ayuntamiento de Dallas...por si te falla la memoria. Además, la única vez que nos casamos aquí, en el rancho, todo fue de mal en peor a partir de aquel día...El embarazo de Jenna, la pérdida de la Ewing Oil, mi accidente...
Bob calló de repente, como si se hubiera acordado de algo o de alguien en quien hacía tiempo que no pensaba...
- ¿Aún piensas en él, verdad? – cuando vio la expresión falsamente inocente de su marido, añadió: - En Lucas, quiero decir.
Lucas era el hijo que Bob había tenido con la difunta Jenna Wade, poco después de aquella segunda boda en Southfork. Había sido entregado en adopción, tal como su madre había estipulado en su testamento, a pesar de que se oponían a ello tanto su padre natural, Bob, como su padre adoptivo, Ray.
- De vez en cuando. Pero Christopher y tú sois mi auténtica familia. Quien me preocupa a veces es Charlie, estaba muy descentrada la última vez que la vi...Me pregunto dónde estará ahora...
- Espero que James y Cally se encuentren sanos y salvos, y sobre todo lejos de Michelle...
Bob dedicó silenciosamente unos minutos a su hijo Lucas. Ray estaba a punto de regresar de Australia, quizá él sabría cómo contactar con los padres adoptivos de Lucas...
A la mañana siguiente, John Ross y Barbara cabalgaban por las tierras del Este de Southfork...El caballo de John Ross parecía resistirse a seguir el ritmo que le marcaba su jinete y Barbara se percató de ello...
Siguieron cabalgando velozmente hasta que Barbara comprobó que el caballo de su primo segundo estaba herido en el lomo izquierdo. Pidió a John Ross que se detuviera y este le hizo caso.
- Dios mío, cariño...Mira lo que le has hecho con tus espuelas... – el costado inferior del caballo del joven sangraba, lo cual sorprendió a este.
- No pensé que estuviera presionando tan fuerte...Parecía que estaba perdiendo el control y se iba por el sendero equivocado...
- John Ross, mi abuelo materno solía decirme que el caballo siempre tiene razón...no el jinete.
El joven se sentó en el suelo, después de atar las riendas a un poste cercano. Tenía el ceño fruncido y sudaba...
- Tu padre debió de comprarte este caballo hace unos diez años, cuando aún cabalgabas en pony, e hizo que el mejor entrenador de todo Tejas lo preparase para ti. Es un pura sangre y un ganador...como tú.
John Ross sonrió, mientras añadía: “Era más fácil controlar al pony”...
- Pero el problema no son los caballos, ¿verdad?
- No – la mirada de John Ross se perdía en el horizonte de Southfork. – Es nuestro primer pozo: deberíamos haber encontrado el crudo y aún no hay señales de ello...y ahora James desaparece.
- Mi querido primo segundo John Ross Ewing III – bromeó Barbara, rodeándole la espalda con el brazo. – Los principios nunca son fáciles para nadie. Hay que tantear, probar, equivocarse y empezar de nuevo. Es así con todo, pero tienes que sentir placer con lo que haces, sea perforar un yacimiento, montar a tu caballo favorito o bien intentar conquistar a una chica. El proceso es parte del placer, no un simple medio. Si tu padre no hubiera hecho adiestrar tu caballo, hoy te habría pegado un par de puntapiés en el culo...y habrías salido volando...
Ambos se echaron a reír...
- Creo que capto el mensaje, tía Barb.
- Y no te preocupes por tu hermano James. Algo me dice que se encuentra mucho mejor que nosotros...
- Quería preguntarte otra cosa: ¿recuerdas la cinta de vídeo que me diste hace un tiempo, de parte de J.R.?
- Sí, ¿qué tal fue? ¿La has visto ya?
- No, sentía una especie de pánico cada vez que la sacaba de la funda. Pero creo que ya ha llegado el momento de verla...

Pamela llegó a la mansión de Turtle Creek donde había quedado con Sue Ellen para almorzar. Le había rogado que viniese para tratar un asunto urgente...
- No haces buena cara, Pam. – le comentó con sinceridad al sentarse a la mesa.
- Sí, no me encuentro nada bien, no sé si se debe a lo que pasó ayer, o al estrés de los preparativos de la boda...Bueno, ¿cuál era ese asunto tan urgente? Me tienes intrigada...
- Comparado con la tragedia de ayer, no es nada. Pero se trata de mis negocios. En concreto de una pequeña editorial que compré hace un par de años. Hemos editado una revista femenina de tirada nacional que ha tenido una aceptación impresionante. La directora, Deborah, está a punto de dar a luz un niño y me ha pedido un año de excedencia. La verdad es que no confío en nadie más aparte de ella, tengo demasiadas inversiones que controlar, y había pensado que, ya que tú te dedicaste durante tanto tiempo a la moda y luego a los negocios junto a Cliff, serías la persona perfecta para sustituirla.
- Oh... – Pam sonrió, sorprendida - Me halagas de verdad, Sue Ellen. Desde que volvimos de Toronto, no he vuelto a trabajar, pero ahora sí que empezaba a pensar en buscar algo aquí en Dallas.
- Debo advertirte, Pam, que no es un trabajo fácil: implica viajar varias veces al año por toda Europa, siguiendo las pasarelas de moda más reconocidas. Además, quisiera cambiar el enfoque y darle un tono más adecuado al siglo XXI. Tienes toda la libertad del mundo para realizar cambios y contratar a nuevo personal.
- Suena interesante...Pero, ¿por qué no lo llevas tú misma, ya que la central está aquí, en Dallas?
- Mi prioridad más importante es ayudar a John Ross en la Ewing Oil, aunque tenga que vender todas mis empresas. Espero que eso no ocurra, pero el fracaso no entra en sus planes...ni en los míos. James nos será muy útil, tiene mucha energía y ellos dos son uña y carne. Además, empezó en el negocio del petróleo con el maestro J.R. Ewing.
Pamela rió divertida, captando la ironía de esta Sue Ellen que poco tenía que ver con la que había conocido 22 años antes en el antiguo Rancho Southfork.
- Mañana te daré una respuesta. Qusiera consultárselo a Bobby y...a la almohada también.
- Eso esperaba oír...Piensa que podemos hacer mucho con un nuevo enfoque: hay muchas mujeres, ahí fuera, que todavía creen que los hombres como J.R. son lo que llaman “un buen partido”...
Las dos mujeres volvieron a reír a carcajadas, mientras empezaban a comer...
Arriba, en su habitación, John Ross se disponía a ver el contenido del vídeo que le había entregado su tía Barbara, meses antes. Introdujo la cinta en el aparato y pulsó la tecla de “play”. La etiqueta que había en el lomo de la cinta le había llamado la atención. En el fondo de la caja, encontró una nota firmada por su padre.
“Querido hijo – rezaba la nota – Ha llegado la hora de que veas atentamente esta cinta de vídeo. Su título es, como habrás visto, “La historia de J.R. Ewing”. Al final de la película, verás el nombre de la persona y única responsable de ella, que aparece como “productor ejecutivo”. Quiero que la estudies y saques tus propias conclusiones. ¿Qué tipo de persona podría hacer algo tan cruel contra tu padre? La respuesta, al final de la película.”
John Ross vio las primeras imágenes de unos vaqueros conduciendo ganado, y se acomodó en su cama...

(Fundido en negro)
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