INCONDICIONALES

Inconditionales Pro Sancta Ecclesia

 
IDEARIO DE VIDA
 

VII. DE CÓMO SENTIR EN TODO CON LA IGLESIA

55. Los incondicionales de la Santa Iglesia son cristianos adeptos a la Iglesia, a su doctrina, disciplina y autoridad, sin límite ni condición alguna, que sienten en todo con ella. "Depuesto todo jui­cio, deben tener ánimo aparejado y pronto para obedecer en todo a la vera Esposa de Cristo Nuestro Señor, que es Nuestra Santa Madre Iglesia Jerárquica" (San Ignacio de Loyola). Estén dispuestos a "aceptar con prontitud y cristiana obediencia todo 10 que los sagra­dos Pastores corno representantes de Cristo establezcan en la Iglesia actuando de maestros y gobernantes" (LG 37).

56. A los incondicionales les preocupa la comunión ec1esial, quieren vivirla, defenderla, fomentarla y reparar sus quiebras. Y 10 hacen así para cumplir la voluntad de Dios y realizar su divino plan de salvación en el que la Iglesia tiene un papel tan importante (d. LG 14).
Según la voluntad del Señor, el Pueblo de Dios debe crecer y expansionarse en la unidad y en el amor. Los miembros del Pueblo de Dios se aglutinan por la profesión de una misma fe común, la par­ticipación de los mismos sacramentos, la incorporación a una misma comunidad de hermanos vertebrada jerárquicamente por los Pastores legítimos. La comunión en la unidad supone la confesión de una sola y misma fe, la celebración común del culto divino y la concordia fra­tema de la familia de Dios (d. UR 2). El misterio de la unidad de la Iglesia se fundamenta en Cristo y en la comunicación del Espíritu Santo. "El supremo modelo y principio de este misterio (de la Iglesia) es en la Trinidad de personas la unidad de un solo Dios Padre e Hijo en el Espíritu Santo" (UR 2).

57. La comunión ec1esial es algo muy querido por los incon­dicionales, especialmente apreciado y vivido, y 10 que intentan defender con más empeño. Quieren estar plenamente incorporados a la única Iglesia de Cristo según el pensamiento de la misma Iglesia. (A la sociedad de la Iglesia están incorporados plenamente quienes, poseyendo el Espíritu de Cristo, aceptan la totalidad de su organiza­ción y todos los medios de salvación establecidos en ella, y en su cuerpo visible están unidos con Cristo, el cual la rige mediante el Sumo Pontífice y los obispos, por los vínculos de la profesión de la fe, de los sacramentos, del gobierno y comunión eclesiástica. No se salva, sin embargo, aunque esté incorporado a la Iglesia, quien, no perseverando en la caridad, permanece en el seno de la Iglesia "en cuerpo", mas no "en corazón"( (LG 14).

Los incondicionales se sienten felices de pertenecer a la Santa Iglesia y por ello dan incesantes gracias al Señor y quieren permane­cer "plenamente incorporados" siempre a ella. Pero, "no olviden todos los hijos de la Iglesia que su excelente condición no deben atri­buirla a los méritos propios, sino a una gracia singular de Cristo, a la que si no responden con pensamiento, palabra y obra, lejos de sal­varse, serán juzgados con mayor severidad" (LG 14).

58. Los incondicionales están plenamente identificados con la Santa Iglesia. Viven con paciencia y fe esperanzada los momentos difíciles y críticos de su vida, aceptan incondicionalmente, con espí­ritu de comunión con los Pastores, las intervenciones doctrinales y disciplinares que dimanan de su gravísima misión como maestros y jueces en la fe y en las costumbres cristianas, viven el espíritu de comunión eclesial sin esperar a que el ministerio jerárquico se pro­nuncie inmediatamente ante cualquier síntoma de posible error o des­viación práctica.

59. La actitud permanente de los incondicionales respecto a la Santa Iglesia se resume en las siguientes posturas, que ellos viven y enseñan: a) Creer en la Iglesia, que es un misterio, "Cuerpo místico de Cristo, al mismo tiempo sociedad visible instituida con organis­mas jerárquicos y comunidad espiritual": Cristo y la Iglesia son un único misterio; b) Amar a la Iglesia, que es Madre, en la que todos hemos sido llamados a ser hijos de Dios, sacramento universal de la salvación, que llama a todos los hombres a su seno para alumbrar en ellos la vida divina; c) Sentir en todo con la Iglesia, que es Maestra, por la cual "debemos siempre tener, para en todo acertar, que lo blan­co que veo creer es negro, si la Iglesia Jerárquica así lo determina, creyendo que entre Cristo Nuestro Señor, Esposo, y la Iglesia su Esposa es el mismo Espíritu que nos gobierna y rige para la salva­ción de nuestras almas, porque por el mismo Espíritu y Señor Nuestro que dio los diez mandamientos es regida y gobernada nues­tra Santa Madre Iglesia" (San Ignacio de Loyola); d) Sentimos Iglesia, responsables de su edificación, crecimiento y unidad, pues "quiso el Señor santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados entre sí, sino constituir un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera santamente" (LG 9); "se da una verdadera igual­dad entre todos en lo referente a la dignidad y a la acción común a todos los fieles para la edificación del cuerpo de Cristo" (LG 32).

60. No sólo acatan ellos la doctrina predicada por la Iglesia,. sino que promueven entre los fieles el acatamiento filial y el amor a la sagrada Jerarquía. "Los obispos juntamente con el Romano Pontífice han sido constituidos por el Espíritu Santo que les ha sido dado verdaderos y auténticos maestros de la fe, pontífice y pastores" (CD 2); nadie más tiene la potestad de ejercer función alguna de magisterio, santificación y gobierno, si no es en participación y comunión con ellos" (MR 9).

Los incondicionales se han de distinguir y señalar por su obe­diencia, respeto y devoción al Romano Pontífice, aun cuando no hable ex cathedra, de tal manera que se reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se preste adhesión al parecer expresado por él según el deseo que hay manifestado él mismo, como puede descubrirse ya sea por el índole del documento, ya sea por la insistencia con que repite una misma doctrina, ya sea también por las fórmulas empleadas (LG 25). Los incondicionales han de venerar y amar con afecto entrañable la persona del Papa.


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