INCONDICIONALES

Inconditionales Pro Sancta Ecclesia

 
IDEARIO DE VIDA
 

III. DE LA FIDELIDAD

9. La Iglesia vive y actúa en un mundo cambiante, sufre sus vicisitudes, queda afectada por ellas, es peregrina en constante y difí­cil camino hacia la consumación (cf.LG 48). En cualquier situación por la que atraviesa, es el Espíritu del Señor quien la guía, dirige, sos­tiene y anima. Su fidelidad a la Santa Iglesia induce a los incondicio­nales a adoptar una actitud de apertura permanente, sincera, valiente, amorosa y gozosa hacia ella, a sentir siempre y en todo con ella.

10. El incondicional no se siente atado ni condicionado a nada ni a nadie; no se aferra a los medios; está dispuesto a cambiar en el mismo modo y medida que la Santa Iglesia cambie y diga; es fiel a las exigencias perennes e inmutables, y sensible a las nuevas conveniencias que en cada momento se plantean a la Santa Iglesia; siempre actúa en comunión con la Iglesia y sus Pastores.

11. El incondicional no entiende la fidelidad como aferrase al pasado, ni tampoco renegar de él; no está en prevención constante contra todo tipo de innovación, pero tampoco acepta críticamente todo lo moderno y lo nuevo; no se siente comprometido con lo de "siempre", pero tampoco en actitud permanente de crítica destructi­va de lo de "antes".
Tanto daño pueden hacer los "integrismos", que interpretan la fidelidad como retención permanente del pasado, como los "progre­sismos", que la interpretan como actitud de constante reticencia ante la jerarquía, admitiendo únicamente lo que ellos llaman lo "nuclear" de la Iglesia.
La fidelidad del incondicional tiene un sentido activo, dialo­gal, interpersonal, esponsalicio, comprometido (Juan Pablo TI); es apertura a la Iglesia, organismo vivo, no muerto, peregrina y no para­da en el tiempo, que camina hacia la perfección que todavía no posee del todo. La fidelidad es fruto del amor a la Santa Iglesia, procede del amor y se traduce siempre en amor.

12. Esta fidelidad se inspira en el ejemplo de las primeras comunidades cristianas: "La muchedumbre de los creyentes tenía un solo corazón y un alma sola" (Hech 4,32). "Perseveraban en la doc­trina de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones" (Hech 2,42). Perseveraban, eran fieles, estaban unánimes; su fidelidad y su unanimidad se fundamentaban en la Palabra de Dios, en la comunión fraterna, en la Eucaristía y en las oraciones. Estos son los campos de fidelidad de los incondicionales.


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