Como en
años anteriores, quienes no están dispuestos a olvidar a sus muertos,
encaminaron pasos y corazones hacia el reencuentro con la Historia; una historia
que algunos quisieran ignorar, pero que está ahí, presente en las entrañas del
pueblo y de los hijos de aquellos que supieron -y sabrán ellos mismos, llegado
el caso- defender hasta con las uñas, la legalidad y la dignidad humana.
Algo ha cambiado, sin
embargo, desde mi último reportaje sobre este tremendo drama: se ha aprobado la
llamada Ley de la Memoria Histórica que, entre otras cosas, pretende dar trato
igualitario a los que defendieron la institucionalidad democrática y a los que
se alzaron contra un gobierno democrático salido de las urnas; y que no da la
debida protección a las otrora víctimas, al declarar como "ilegítimas" a las
sentencias de los tribunales franquistas en lugar de "ilegales", que es
realmente lo que fueron; convalidando, por efecto de ello, la ilegalidad de
aquel criminal y oprobioso régimen.
Para los que tratan de
olvidar y que olvidemos precisamente eso; para los que se convierten en
bochornosos cómplices del olvido, un breve recordatorio: El régimen franquista
realmente era el poder del capital financiero y de la aristocracia
terrateniente. Constituía una dictadura terrorista y sangrienta de los grupos
más reaccionarios de la gran burguesía y de los latifundistas, apoyados en el
Ejército, la Iglesia y en la Falange (fuerza política predominante en el llamado
«Movimiento Nacional», donde se fundían los sectores españoles más
reaccionarios).
Franco y las fuerzas que lo
apoyaron impusieron una feroz política de represión, persecución y terror que
produjo el éxodo o la muerte de cientos de miles de ciudadanos (más de un millón
de muertos y desaparecidos en todo el Estado español y más de tres mil en
Canarias): Combatientes del Ejército republicano fueron recluidos en campos de
concentración y plazas de toros, hacinados como el ganado, a la intemperie,
sometidos a un trato degradante e inhumano, condenados al hambre y a la muerte;
otros fueron obligados a retornar a sus pueblos de origen para ser «depurados»;
Promulgaron un conjunto de leyes punitivas -negación de todas las normas de los
derechos humanos-, que constituyeron un verdadero “Código de represión
fascista”.
En el plano político: no
permitió el más insignificante vestigio de instituciones democráticas; suprimió
la Constitución de 1931 y el Parlamento; disolvió todos los partidos políticos y
los sindicatos obreros; anuló las libertades autonómicas de Cataluña y Euzkadi;
abolió las conquistas políticas y económicas alcanzadas por los trabajadores
durante largos años de lucha.
En lo económico: sometió a
las clases trabajadoras a la explotación más brutal y despiadada; los salarios
fueron rebajados al nivel anterior a julio de 1936; la escasez de víveres, la
especulación y el mercado negro hizo subir en tres y cuatro veces los precios de
los productos; suprimió la moneda de la República, poniendo en angustiosa
situación a la población que había estado en la zona republicana; procedió a la
exportación en gran escala de víveres y materias primas para los países del Eje
-como pago de la deuda de guerra contraídaa- lo que agudizó la pobreza; liquidó
la Reforma Agraria de la República con una contrarreforma que obligó a los
campesinos a devolver la tierra a los terratenientes, pagando las rentas
devengadas; los arrendatarios y aparceros fueron expulsados en masa o se les
impuso el pago de rentas atrasadas hasta de tres y cinco años. Los campesinos
desahuciados muchas veces fueron objeto de detenciones, despojos y
fusilamientos.
En lo social: el hambre
estaba presente en millones de hogares humildes; se ensañó con los hombres de
ciencia y privó a las instituciones científicas de valiosas colaboraciones; los
escritores y los artistas progresistas, fueron represaliados y muchos de ellos
tuvieron que emigrar para salvar sus vidas, mientras que otros perdieron todo lo
que tenían, incluyendo en muchas ocasiones hasta la propia vida; asestó un golpe
demoledor a los cuerpos docentes y la Iglesia Católica pasó a dirigir la
educación del país, restableciéndose todos los privilegios que disfrutaban esas
Congregaciones religiosas, en materia de enseñanza, antes de 1931; obras
destacadas del acervo de la cultura española y universal fueron proscritas; se
estableció una doble censura eclesiástica y falangista que asfixiaba a la
creación literaria y artística.
Pero hubiese sido sólo un
acto simbólico la presencia de los concurrentes a la peregrinación, si no
hubiese estado presente la denuncia a la actual situación nacional e
internacional: en lo nacional, la hipocresía de una derecha neofascista
preocupada solo de la reivindicación de "los suyos", incluso con exclusiones que
demuestran los verdaderos fines de "su" memoria; la debilidad ideológica de una
autodenominada "izquierda" descafeinada y permisiva con la aprobación de una ley
casi de "punto final", la precariedad económica y laboral y otros males de la
sociedad contemporánea; en lo internacional las mentiras, tergiversaciones y
manipulaciones de la realidad que viven otras naciones donde los movimientos
verdaderamente populares han alcanzado el triunfo o se encaminan a ello.
Lo que vi y constaté este
día memorable en Jinámar me ha hecho pensar: "mientras existan hombres y mujeres
como los que asistieron a esta nueva cita con la Historia, la memoria no
desaparecerá".
Orestes Martí
Las Palmas de Gran Canaria |