|  El pronunciamiento militar.
 Una vez asegurado el respaldo de las 
principales guarniciones militares de la capital cubana y del resto del país y 
tomado suficiente fuerza la conspiración en ambas escalas, el futuro dictador 
Batista tomó la decisión de pasar a concretar la acción golpista prevista, la 
que fue llevada a cabo en la madrugada del 10 de marzo de 1952, mientras la 
población habanera dormía después de una agitada noche de carnaval. 
 Las "acciones" partieron de la ya mencionada finca "Cuquine" que poseía Batista 
cerca de La Habana. Allí se reunió un pequeño grupo con el "hombre fuerte" del 
imperio en Cuba y se encaminó hacia el Campamento de Columbia que sería el 
centro de dirección de toda la operación de toma del poder mediante el golpe de 
Estado. Al mismo tiempo, otros pequeños grupos de complotados marcharon hacia 
diversas instituciones y objetivos militares (fortaleza de La Cabaña; La Punta 
–sede del Estado Mayor de la Marina de Guerra-; la Jefatura de la Policía 
Nacional, entre las principales). En toda la "operación" no sonó ni un solo 
disparo, lo que muestra hasta que punto las guarniciones estaban al tanto de lo 
que ocurriría y su grado de compromiso.
 
 Una vez dentro de Columbia, oficiales complotados (capitanes y tenientes) 
pusieron en conocimiento de Batista que los puntos claves que se habían previsto 
en el plan de asalto al poder se encontraban en manos de la –lea bien el 
rimbombante título- "Junta Militar Revolucionaria". Vea cómo se seguía 
manipulando la verdad con ideovocablos destinados a confundir a la opinión 
pública y a la población.
 
 Ya cuando amanecía, el golpe de Estado militar se había consumado y la capital 
del país se encontraba en manos del "hombre fuerte" y sus seguidores, que 
comenzaron entonces a desarrollar acciones para ampliar su influencia al resto 
de las guarniciones militares ubicadas en el resto del país.
 
 En la capital, aquél lunes 10 de marzo, el rumor corría de boca en boca: 
"Batista ha dado un golpe de Estado". En las oficinas de los organismos 
estatales el acceso estaba prohibido incluso a los empleados. Las oficinas 
bancarias no abrieron sus puertas. Las escuelas suspendieron las clases y los 
periódicos no aparecieron. Las emisoras de radio –que en general transmitían 
solamente música, interrumpida cada cierto tiempo para informar que la 
programación habitual había sido suspendida-, el Palacio de los Trabajadores y 
las oficinas del Partido Socialista Popular, fueron ocupados militarmente. En 
las instalaciones policiales se advertía movimientos inusuales y en las 
proximidades del Palacio Presidencial se estacionaron carros de combate 
(conocidos popularmente en Cuba como "tanques de guerra"), mientras las calles 
eran recorridas por patrullas militares fuertemente armadas. A las 7:30 a.m. una 
Comisión de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) llegó al Palacio 
Presidencial y ofreció su respaldo al Presidente de la República –nervioso e 
indeciso- agregando su disposición a luchar con las armas en la mano para 
defender el orden constitucional; no hubo acuerdo y los estudiantes decidieron 
marchar hacia la Colina Universitaria a esperar un supuesto envío de armas que 
nunca llegó.
 
 Mientras, en las provincias de Camagüey y Santiago de Cuba, el pueblo que había 
salido a las calles, ofrecía la posibilidad de una resistencia popular al golpe. 
Por su parte, los mandos militares de las provincias de Matanzas, Camagüey y 
Oriente (agrupaba a las actuales cinco provincias del oriente cubano) se 
mantenían fieles al régimen constitucional. Muchas guarniciones de la provincia 
Las Villas se comportaban de igual forma. El jefe del regimiento Maceo de 
Santiago de Cuba, habló con el Presidente constitucional y lo instó para que se 
trasladara a aquella provincia y desde allí iniciara una contraofensiva contra 
los golpistas. Todo fue en vano ante la cobardía manifiesta de los personaros de 
aquél régimen corrupto. Al finalizar el fatídico día 10 de marzo, el Presidente 
Carlos Prío Socarrás se presentaba en la Embajada de México en Cuba donde hacía 
una petición de asilo político.
 
 Una sola conversación5 –dentro de la 
Embajada mexicana- de uno de aquellos personajes puede darnos una idea de 
quiénes eran ellos y quiénes muchos de los "nuevos líderes" del llamado exilio 
cubano que en Miami aseguran irán "a salvar a Cuba de los Castro".
 
  -Embajador, ¿y usted está seguro de que 
  aquí no nos pasará nada? 
 -Estése tranquilo, señor Artigas –aconsejó, sonriente el diplomático-, que 
  está usted al amparo de la bandera mexicana y nada puede sucederle….
 
 -Bueno, menos mal –repuso Artigas-. Una vez en México, me voy para Miami, 
  donde tengo todos mis intereses. Yo sabía lo que nos venía encima y le dije a 
  éste –y señaló a Carlos Prío- que tuviera cuidado, pero no me hizo caso. Por 
  algo puse mis fondos a salvo y conseguí desde hace días mi residencia en los 
  Estados Unidos….
 5 Diálogo 
entre Ricardo Artigas, subdirector de la Renta de la Lotería en el gobierno de 
Carlos Prío Socarrás y el embajador de México en Cuba. 
 
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