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visita guiada


 

Actualmente no hay ninguna línea de tren con parada programada en Villanueva de Jiloca. Las poblaciones más cercanas a las que podemos llegar en tren son Calamocha, Villadoz y Badules. Desde estas localidades se puede llegar a Villanueva en autobús. La única línea de autobuses que tienen parada en Villanueva de Jiloca es la Zaragoza-Teruel. La parada de autobús de Villanueva de Jiloca se encuentra en la parte alta del pueblo, donde encontraremos los dos apeaderos en la carretera N-234.

En coche se puede llegar tomando la salida de la carretera nacional N-234 en Villanueva de Jiloca, continuando por la carretera que atraviesa el pueblo. Dejando atrás las vías y los apeaderos del tren, seguiremos hasta la Plaza Mayor (Plaza de Marqués de Montemuzo).

El atractivo de esta villa reside en su aspecto peculiarmente rural y mudéjar con calles estrechas e inclinadas. La visita comienza desde la Plaza Mayor (Plaza de Marqués de Montemuzo). En el centro de esta plaza encontraremos una placa conmemorativa de Arnaldo de Villanueva, un importante médico del siglo XIII oriundo de Villanueva de Jiloca. Frente a la placa encontramos el edificio que alberga el Ayuntamiento, de estilo neomudéjar, fortificado con rejas y piedra de sillería. El Ayuntamiento es el único edificio oficial de Villanueva de Jiloca.

Hasta el año 2004, en la plaza también podíamos encontrar los restos de una antigua olma. Este, en un día espléndido, árbol estuvo ligado a la historia del pueblo durante más de doscientos años. Debido a una enfermedad tuvo que ser talada, conservándose parte del tronco y ramaje durante los últimos años. Finalmente los restos de esta olma fueron totalmente amputados de la Plaza Mayor de Villanueva de Jiloca en el año 2004 por peligro de que provocasen un accidente en caso de desplome. Más información sobre la tala de la olma de Villanueva de Jiloca en estas webs de noticias:

http://es.news.yahoo.com/040428/4/3drry.html

http://es.news.yahoo.com/040428/4/3dsga.html

 

El origen del nombre de la mayoría de las calles de Villanueva de Jiloca está ligado a un trágico suceso de su historia reciente. En una época determinada del pasado, el pueblo fue prácticamente asolado por varias tormentas. Lluvias y riadas destruyeron muchas de las calles que hoy componen el pueblo. Los nombres actuales de estas calles corresponden con las entidades que donaron dinero para las reparaciones.

Situándonos de espaldas al Ayuntamiento, tomaremos la primera calle a la derecha. Entraremos por la calle Diario de Avisos. Esta calle recibe el nombre del periódico de Zaragoza que subvencionó la reconstrucción tras el desastre. Continuaremos hasta llegar a una calle casi impracticable, llegamos a la calle del Castillo.

A lo largo de la subida, podremos contemplar unos enormes portones de madera que albergaban el matadero de ganado. Subiremos esta calle hasta llegar a la parte alta del pueblo, donde descubriremos el contraste de las antiguas bodegas subterráneas con las casas de nueva construcción. Las bodegas eran utilizadas como despensa y para fabricar y el vino. Muy pocas de estas bodegas pueden visitarse por riesgo de derrumbamiento. Continuando la subida a mano derecha por varias pendientes, llegamos a la zona de los depósitos de agua, desde donde contemplaremos una magnífica panorámica de Villanueva de Jiloca, la iglesia, ermita, casas, viñedos, bodegas...

A partir de este lugar comenzará el descenso, de nuevo, hacia la Plaza Mayor. Podremos bajar por cualquiera de las tres calles que nos llevan hacia ella. De nuevo en la Plaza Mayor, y esta vez situándonos frente al Ayuntamiento, tomaremos la calle que baja por nuestra derecha. Recorriéndola, encontraremos un ejemplo de la típica casona aragonesa. La puerta se ciñe con un arco de medio punto de robustas piedras y unos pequeños balcones decoran la fachada.

Continuando el descenso por esta calle y tomando el primer desvío a la derecha se encuentra el antiguo molino. Este lugar albergaba el primer generador de energía eléctrica para Villanueva de Jiloca. Fue construido para la fábrica de harinas localizada en Daroca y posteriormente se instaló la línea de corriente para Villanueva. El edificio y el generador están pendientes de reconstrucción y en mal estado de conservación.

Al final de esta calle descubrimos entre la maleza la ermita de la virgen del Rosario. Esta ermita destella signos del mudéjar aragonés que tantas huellas dejó a lo largo de la rivera del Jiloca. Es de pequeño tamaño y tejado a dos aguas rematado con un pequeño campanario típicamente mudéjar. La fachada aparece decorada con un vano polilobulado y un portón de madera y forja. En las inmediaciones se halla una gran chopera, numerosas huertas, campos de frutales, acequias y la denominada rambla de la virgen. La ermita se encuentra en estado de ruina, por lo que no es aconsejable visitarla.

Retornando por la misma calle, continuaremos hasta encontrar la casa de los Abad de Bernabé, una de las casas con mayor solera de Villanueva de Jiloca. La casa de los Abad de Bernabé tiene dos pórticos de ladrillo formados por arco de medio punto y una ventana con reja entre ambas. En la segunda planta hallamos tres balcones y el escudo de armas que preside la portada más grande. En la tercera planta encontramos cuatro ventanas y un sencillo alero de madera a modo de remate. Son muy interesantes por su antigüedad y composición los forjados que protegen las ventanas.

"Es probable que en esta casa residiera Malo de Bernabé (Fray Antonio de la Asunción). Según cuentan las crónicas populares, nació en Villanueva de Giloca (actualmente Jiloca) en 1670 en el seno de una familia ilustre descrita por Zurita en sus Anal., p. 2, lib. 9, cap. 44, páginas 318, col. 3 y otros tomos. A los 19 años de edad recibió el hábito del Carmen y fue reformado en el Convento de San José de Zaragoza en el año 1689, donde también ejerció como profesor. Fue Prior de varios conventos: Provincial, Definidor general y General de su Congregación. Murió en el referido Convento de Zaragoza en el año 1756, a los 86 años de edad. De entre sus obras destacamos la Carta pastoral a los religiosos de la Congregación de España del Carmen Descalzo, que se divulgó por todo su generalato. Fue elogiado como un gran autor y en el mismo Convento se conservan a los pies de su retrato de cuerpo entero, parte de sus crónicas además de un claustro con su nombre".

Retornando por la misma calle continuaremos en línea recta hasta toparnos con la iglesia parroquial de San Gil de estilo mudéjar. Formada por techumbre a dos aguas, un pequeño ábside y un ajustado cimborrio de dos cuerpos decorados con arquillos ciegos. Consta además de un robusto campanario, rematado con otro de menor tamaño. La sobria fachada muestra un enorme arco de medio punto decorado con motivos geométricos, además de un enorme portón de madera.

Flanqueando el portón encontramos adosado un arquitrabe decorativo con remates mudéjares de gran belleza. Encima de este conjunto hallamos cuatro vanos circulares, tres de ellos acristalados y el restante de muy pequeño tamaño. En la parte superior de la fachada se encuentra el típico remate mudéjar a base de ladrillos en disposición geométrica. El conjunto destaca por su sobriedad y clasicismo. Es posible visitar el interior únicamente durante las misas.

Adosada a la iglesia hallamos la casa del Párroco, la antigua residencia del clérigo local, edificada sobre el primer cementerio de la villa. Bordeando este conjunto aparece un pequeño callejón, estrecho pero de enorme belleza y peculiaridad, es la calle Diecinueve de Agosto. Una vez rodeado este callejón, retomaremos la calle principal.

Continuando hacia la salida del pueblo, descenderemos hacia las vías del tren y los dos apeaderos. Existe un edificio de gran tamaño y otro más pequeño. El de mayor tamaño está construido con sillares tallados a mano y ventanas de madera. El apeadero de menor tamaño se encuentra en pésimo estado de conservación. Los apeaderos fueron utilizados por la línea férrea que unía Teruel y Zaragoza. Podrás encontrar más información sobre la antigua línea férrea en la página sobre la línea férrea del Jiloca. Frente al apeadero pequeño podremos encontrar un panel informativo con los servicios de la comarca.

Una vez contemplados retomaremos el camino hacia el puente del río Jiloca. En la misma rivera encontraremos un lugar de reposo con sillas, mesas y agua potable. Podremos pasear a lo largo de su rivera en ambos sentidos de la bifurcación que toparemos tras el puente. Estos senderos nos conducirán hasta las compuertas del río Jiloca a su paso por Villanueva, a través de caminos llenos de frutales, huertas y choperas regadas por el río Jiloca.

La visita de Villanueva de Jiloca en su conjunto resulta un paseo muy agradable para todos aquellos visitantes que deseen descubrir uno de los pueblos más desconocidos de la comarca de Daroca. La visita puede continuarse por las sendas GR-24 y GR-90 que comunican Villanueva de Jiloca con los pueblos colindantes: San Martín del Río, Daroca y Valdehorna, donde podremos encontrar más lugares de interés para el visitante de estas tierras.

 


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