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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

 

Y demás/Música

  Carpenters y otros fresas 1970 - 1978

DICIEMBRE, 2005. Cuando los Carpenters fueron firmados por A&M Records la pregunta era qué hacer con este par de hermanos importados de Connecticut, él con estudios de piano clásico y ella con estudios de canto, más bien complementarios dado su talento nato. Allí había potencial, pero en esos años (fines de los sesenta) la radio estaba saturada de consignas, revolución, eras de Acuario, malas lunas que se elevan y satánicas majestades, ¿Cómo encajar, pues, a este grupo en el mainstream de las listas?

Ni siquiera la dupla Burt Bacharach y Hal David --responsable de hits para Dionne Warmick y el mismo Herb Alpert, copropietario de A&M-- cooperaron con una composición para este grupo cuyo nombre de grupo era el de su apellido. La propuesta final fue la de Richard, integrante, junto con su hermana Karen, de los Carpenters. Con una introducción de piano clásica harían irreconocible al inicio de una de las canciones más famosas de los sesenta; "Ticket to ride" despegó la carrera de los Carpenters con una estrategia similar que había lanzado a la estratósfera a Joe Cocker y su cover de "With a little help from my friends".

¿A quién sorprendería entonces que "(They long to be) Close to You", el segundo hit de los Carpenters, haya sido escrito por Bacharach-David? Un éxito enorme, descomunal, pero que no tuvo continuidad por parte de este binomio. Carpenters recurrió a otros compositores, algunos extraordinarios, como Leon Russell y Neil Sedakka, y otros más bien grisáceos, como Paul Williams. Lo que sí realmente sorprendió a todos fue la versión de los Carpenters de "Calling Occupants" de Klaatu, grabada en 1977 cuando los hermanos tenían la urgencia de sacudirse el mote de fresas (en Estados Unidos los llaman wimps) que los marcó desde el inicio de su carrera.

Parece extraño (¡aun hoy!) pero la música de los Carpenters distaba mucho de sus gustos personales; no por nada preferían grabar temas de otra gente --Richard participó en algunas composiciones pero más bien como arreglista-- que algo enteramente suyo. En una entrevista que Richard Carpenter concedió al canal MTV a mediados de los ochenta, reconoció que, en el apogeo de su carrera, él prefería escuchar a Led Zeppelin (¡) y que incluso esa música le emocionaba más. Su hermana Karen tampoco iba a la deriva en ese sentido: en 1992 apareció un álbum póstumo --enlatado por años, supuestamente por renuencia de Richard-- producido por Phil Ramone y que daba indicios de new wave y algo de ritmos discotequeros. Es bueno apuntar que el álbum fue grabado en 1979, año bastante confuso en cuanto al gusto del consumidor, en medio del naufragio de la música disco y lo débil de los nuevos ritmos que entrarían en los ochenta. En retrospectiva, se entiende porqué su disquera no quiso asumir riesgos con lo que sería el primer álbum "solista" de Karen Carpenter.

Pero "Calling Occupants" y "Touch me when we're dancing" carecían de operancia comercial al ser lanzadas. Sin embargo lo que dejaron los años 70-76 para los Carpenters en miles de oyentes en todo el mundo los marcó de por vida, mucho más que Richard Nixon cuando en 1973 afirmó que el dúo "era un ejemplo de la juventud sana de Norteamérica" durante una presentación en la Casa Blanca, hasta diez años después cuando la prensa anunciaba escuetamente la nota de la muerte de Karen por anorexia.

Los Carpenters fueron sólo una parte de este universo que, decíamos, condensaba lo que era ser "fresa" a principios de los setenta; el momento en que los hermanos menores de los fanáticos de los Beatles y los Stones entraban a la pubertad y, con ella, las primeras punzadas hormonales. Para ellos se encontraban Bread, Christie, Shocking Blue, Maureen McGovern y The New Seekers; éstos últimos, por cierto, popularizaron uno de los jingles publicitarios más exitosos de la historia.

Empecemos por Bread. Sus temas "If", "Guitar Man" y "Make it with you" eran la quintaesencia wimpy en Estados Unidos, si bien en América Latina no pasaron de ser considerados "fresas". Quien tuviera un disco de Bread en la tornamesa era tan culpable como el que poseyera literatura subversiva en tiempos de Stalin; no había excusa válida a menos, por supuesto, que estuvieras enamorado y no quisieras que nadie se enterara porque eso sería un "signo de debilidad". Sin embargo y pese a que a los críticos odiaban a Bread, alguien, conjuntado en muchos miles, compraba sus discos. Como acotación adicional Bread grababa para la disqueras Elektra, la misma de The Doors, quienes eran el lado opuesto de azucarado sonido (de inicio la influencia de McCartney) del quinteto liderado por David ("Any way you want me") Gates.

Otra canción "fresa" y de extraordinario poderío comercial fue "Yellow River" de Christie. Christie tomó por sorpresa a la radio en 1973 pese a que la canción había sido grabada dos años antes. "Yellow River" tiene, además, uno de los riffs más inconfundibles en la historia del pop y que los Beatles bien pudieron haber grabado en sus momentos de baterías bajas. Lo que nadie pudo negar es que Christie estaba condenado, desde su nacimiento, a ser "hit de un día", o lo que los gringos llaman one hit wonder, lo que les garantizaría ser incluidos en casi toda antología setentera.

Vemos pues que con excepción de Carpenters, Bee Gees, Air Supply y Barry Manilow, era sumamente difícil mantener una carrera "soft rock" que se prolongara a más de un disco. Richard Carpenter lo sabía, de ahí tantos intentos por desencasillarse y cuyo extremo fue su versión de "Jambalaya" del icono country Hank Williams. A inicios de los setenta, entonces, los autores de melaza auditiva abundaban hasta un centenar. Incluir a todos no resultaría tan sencillo, pero sí podríamos mencionar a algunos de ellos.

La historia registra a "Venus" como hit de un día lo cual es parcialmente cierto pues en Latinoamérica el grupo tuvo más fuerza que en Estados Unidos; ABBA, ah-a, Europe y otros escandinavos tuvieron una presencia más longeva al cruzar la frontera sur

Maureen McGovern (también de Connecticut, como los Carpenters, pero sin relación con el senador demócrata George, de los mismos apellidos) es un caso similar al de los Bee Gees: un productor pide una canción para un filme que nadie ha visto y que el tema en cuestión no es, ni con mucho, el más importante de la película; de hecho sólo se escucha unos 30 segundos, y como manera de introducir a los protagonistas, en este caso la cantante de un grupo. Si no han adivinado el nombre de la película y aún no recuerdan la tonada en cuestión, es recomendable vayan y adquieran la biografía de Eminem. Esto ya suena muy viejo para ustedes.

The Poseidon Adventure el filme de marras y que sería, junto con The Towering Inferno, la dupla de desastres producidos por el ya fallecido Irwin Allen, fue postulada como mejor película en 1972, algo de lo que hoy la Academia no debe sentirse muy orgullosa, mientras que la canción "The morning after" sí ganó su Óscar como mejor canción. Lo que pasó aquí es que Maureen McGovern la había grabado comercialmente casi un año después aunque mucha gente que ha visto El Poseidón cree que McGovern es quien la interpreta en la película. Los productores no andaban tan errados: el tema alcanzó el sitio uno en agosto de 1973. Por lo que toca a El Poseidón, la película no es tan mala; cumple con su objetivo primordial que es el entretener, además ¿qué otra oportunidad tuvimos de ver actuar juntos a los legendarios Gene Hackman, Ernest Borgnigne, Shelley Winters, Stella Stevenson y a la espléndida Pamela Sue Martin, futura playmate?

Finalmente, y para quien haya vivido una Navidad en el periodo 1970-1975 hubo una canción cuyo mensaje en el mercado latinoamericano era "Quisiera al mundo yo enseñar" y que en inglés lleva el título de "I'd like to teach the world to sing". La imagen en la pantalla de televisión es imborrable: decenas de jóvenes con veladoras entonan esta canción-himno y al final, en la toma de lejos, se forma un árbol de Navidad con el logo de la Coca-Cola. Hace algunos años una encuesta hecha en Estados Unidos arrojó que quienes fueron niños a principios de los setenta recordaban mucho más el tema de la serie Isla de Gilligan y "I'd like to teach the world to sing" que cualquier materia vista en el salón de clase. A la segunda tonada se le identificó como "the Coca-Cola song", algo similar a lo ocurrido en América Latina donde se le conocía como "la canción de la Coca", del mismo modo en que la Oda a Guillermo Tell de Rossini es ampliamente conocida como "el tema del Llanero Solitario".

En esa misma encuesta pocos recuerdan al intérprete: The New Seekers. La canción fue grabada también por un grupo vocal, The Hillside Singers, un poco más country, pero su efecto no fue el mismo. Esta agrupación había resultado de la escisión de The Seekers, quienes allá en 1964 grabaron "I'll have found someone like you". Es curioso que ese tema haya sido escogido por la famosa compañía refresquera para su promoción navideña pues se pensaba en un principio que "I'd like to teach the world to sing" no tenía nada que ver con la temporada. Pues bien, aparte de llegar al número 1 del Top Ten, es canción fue el jingle decembrino de la Coca-Cola hasta 1978. Para entonces el spot ya había sido visto en más de 100 países y traducido a unos 30 idiomas. (1)

Por supuesto que éstas no fueron todas las canciones pop "fresa" a inicios de los setenta que alegremente cabalgaron en la fama de los Carpenters. "My Love" fue, según los críticos, el colmo: Wings había perdido el respeto a sí mismo (nunca dijeron eso de Lennon con "Woman", una balada con más I love yous que una caja de chocolates, pero bueno); "I need you", de America, "Ben's theme" de Michael Jackson y los Bay City Rollers, quienes luego de su "Saturday Night" se fueron al suspiro con "You make me believe in magic" cuando estos jóvenes escoceses ya iban, como se dice comúnmente, de salida.

Otro grupo indudablemente considerado "fresa" a inicios de los setenta era Shocking Blue. Todavía faltaban años para que el norte de Europa ingresara sobre alfombra roja pero sin duda este grupo holandés fue pionero del fenómeno. Su hit "Venus" descendía directamente de las extravagancias de Roger Vadim y su Barbarella. Su pegajosísimo intro --quien desee aprender a tocar la guitarra y a sincronizar sus dedos debiera memorizárselo; tan básico y vital como el "Smoke in the Water" de Deep Purple-- da lugar a un ritmo frenético y a una voz que nos haría pensar en una Grace Slick "fresa" (bueno, eso lo veríamos después con Jefferson Starship, pero ahorita estamos en 1970). "Venus" también incluye una estrofa de voz salida directamente del "A day in the life" de los Beatles, aunque debemos recordar que en aquellos momentos escapar de la influencia de los melenudos de Liverpool era imposible; habría que irse a vivir a la Luna, y puede que ni así.

La historia registra a "Venus" como hit de un día lo cual es parcialmente cierto pues en Latinoamérica el grupo tuvo más fuerza que en Estados Unidos; ABBA, ah-a, Europe y otros escandinavos tuvieron una presencia más longeva al cruzar la frontera sur. Su otro hit fue "Never marry a railroad man", y aunque no repitió la suerte de su antecesor, por lo menos le valió tener clubecitos de admiradores en México, Chile y Argentina. Por lo que toca a "Venus", que en 1985 fue grabada por Bananarama, ésta se ha sumergido en el tiempo. La versión que todos recordamos es la original de 1970... la "fresa".

Este episodio terminó con los Carpenters, los mismos que lo comenzaron. Su último hit fue "Touch me when we're dancing", una exigencia por pasar de lo teórico a la acción: "me siento cerca de ti, en la cima del mundo y sé que apenas acabamos de empezar, pero por favor ¡tócame!", parece ser el grito de la malograda Karen, más efectivo si asumimos la acepción que el verbo "dance" tiene en el idioma inglés: "¿me haces sentir frígida? ¿por qué no me siento como supuestamente debería sentirme?" Para un dueto de hermanos cuyas armonías eran telegramas del paraíso y las letras eran "fresas", lo que ocurrió después con aquella cantante no deja de poseer cierta melancolía. Yesterday once more.

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(1) Para el verano la refresquera ideó otro spot con el estribillo "quiero llevar a todos mi canto". Un hombre con un micrófono en lo alto de una montaña entona este jingle, pero sus efectos publicitarios fueron menores.

 

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(Extraído del CDROM-book Rock, Pop: sus facetas 1965-1995 por Oscar Fernández)

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