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ANÁLISIS, COMENTARIO Y DEMÁS

   

nternacional

Un vistazo a la nueva  potencia

Ha aplicado un "capitalismo salvaje"" a su economía aún más duro que durante la Revolución Industrial, con la aparente paradoja de ser todavía un país comunista. Es China, país que ya vislumbra el futuro. Pero hay pendientes que pudieran complicar su poderío.

ENERO, 2006. Cuando el general Douglas McArthur afirmó que el futuro del mundo se encontraba en el Pacífico era difícil creerle, pues Japón estaba arruinada por la guerra y en China había llegado un caudillo comunista que aplicó reformas radicales. Pero se trató de una predicción acertada, aunque más allá de lo imaginable, sobre todo en lo referente a China, la nación más poblada del planeta y que hoy se perfila como la potencia que rivalizará con Estados Unidos los próximos 50 años.

El poder que poseía China hace apenas dos décadas empequeñece con el que ostenta actualmente. Todo se debe a las reformas económicas que se han instrumentado ahí desde que Den Xiaoping pronunció la frase "no importa de qué color sea el gato mientras cace ratones" y que dio reversa a muchos aspectos legados de Mao Tse Tung, fallecido en 1976.

El paso se ha enfocado hacia un capitalismo semi rudimentario pero que ha ofrecido resultados de boom económico, lo que evidentemente no retrata a un capitalismo sano pues no beneficia remunerativamente a los trabajadores. Entre esos elementos tenemos que en China no existen los sindicatos, los salarios son bastante bajos y los horarios no suelen ajustarse a las 8 horas (ello sin contar a los empleados que asisten a las fábricas los siete días de la semana). Aún así, los puestos son disputados ferozmente ante la abundante oferta de mano de obra. Por algo mucho menos que eso los líderes sindicales de Occidente han acusado a sus gobiernos de “explotadores” aunque hasta hoy ninguno de ellos haya llamado "neoliberal" a China.

Esto hace que el asunto sea aun más contradictorio pues China es hoy el país que más facilidades “neoliberales” ofrece a la inversión extranjera directa, mucho más que países de amplia libertad económica como Australia y Estados Unidos.

Por ejemplo, el Estado chino ofrece un "periodo de gracia" de cinco años a las empresas extranjeras durante el cual quedan exentas de impuestos, entre otras facilidades fiscales, mayores aún par quienes invierten en tecnología. Otro hecho que fortalece a China hacia el futuro es la educación, donde el Estado ha duplicado sus inversiones desde el 2 mil, y en ello ha incluido la remoción de viejas estructuras educativas que nada tienen que ver con el mundo actual.

El cambio se ha reflejado dramáticamente en las ciudades, tanto así que ello dejaría sin aliento a Mao; las ciudades de Shangai y Beijing cuentan hoy con grandes rascacielos ultramodernos con todos los servicios así como tiendas de cualquier tipo, desde las más modestas donde aún es posible regatear, hasta establecimientos carísimos como Gucci donde un vestido cuenta cientos, y a veces miles de dólares.

Las reformas tomaron un paso frenético una vez que el Estado chino autorizó la existencia de la propiedad privada, en el 2004, y con mayores seguridades jurídicas incluso que en México. Ello ha acelerado la llegada de inversión extranjera la cual, a diferencia de otros países donde gran parte de ella sólo es empleada para especular temporalmente en las casas de bolsa. El gobierno chino ha procurado que todo ese capital se destine a rubros que beneficien directamente a su economía.

                                      Feria de espejos

Todas estas recetas parecen ser de corte tan capitalista que enorgullecerían incluso a Adam Smith, o al menos eso es lo que se pudiera pensarse al querer explicar el asombroso poderío financiero chino. Pero se trata aún de una economía dirigista donde es el Estado es el que establece prioridades, en qué áreas se debe invertir y cuáles es necesario desestimular. Por ningún lado de los textos de Smith se recomienda que el Estado prohíba a las familias tener más de un hijo, por ejemplo. Lo interesante es que trata de un país que no ha abandonado su retórica comunista, donde de vez en cuando sus líderes sueltan algún discurso antiimperialista y donde la colectivización es vista con agrado y la realización personal un acto egoísta.

La censura ha variado muy poco en relación a los tiempos del maoísmo. Hace un par de años los buscadores Yahoo y Google fueron acusados de ayudar al gobierno chino para bloquear el acceso a páginas web "indeseables" para el Estado. Quien se encuentre en China y quiera consultar los sitios de Amnistía Internacional, Human Rights Watch o Greenpeace no podrá conseguirlo pues las direcciones se encuentran bloqueadas, como le ocurrió al periodista Andrés Oppenheimer según escribe en su libro Cuentos Chinos.

Por tanto, las razones por las cuales, al menos en lo económico, las teorías marxistas son ya un anacronismo en China aún son motivo de discusión. Hay quienes han aventurado la hipótesis de que Beijing busca estimular el desarrollo del capitalismo al máximo para así entrar a la siguiente etapa, que es la lucha de clases, antesala de una sociedad comunista limpia de veleidades políticas, según lo advirtió Marx. Pero si éste es el caso, los riesgos son enormes pues --aparte que esta predicción, como apunta el historiador británico Paul Johnson, se ha frustrado terriblemente en Estados Unidos y, más recientemente, con los dragones asiáticos-- pondrían el peligro la permanencia del Estado chino actual pues inevitablemente una situación así se le revertiría.

Para otros, las reformas económicas eran indispensables aunque sin poner en discusión la férrea censura china. La intención es crear un Estado económico de bienestar (aunque muy relativo con el de otros países) que compense el descontento expresado en ideas. Es un temor fundado, pues la URSS y el bloque oriental comenzaron a desmoronarse en cuanto empeoró la economía del "realismo socialista", sin embargo queda la incógnita de cómo manejará el gobierno chino otra disyuntiva, también inevitable: que un bienestar económico, por más sometida que esté la libertad de expresión, necesariamente experimentará cuestionamientos por parte de la población que vea subir su nivel social.

O tal vez la razón radique en lo evidente: el anterior esquema económico chino era absolutamente inoperante y había rezagado el potencial de ese país. Mantenerlo habría sido un retroceso, un espejismo del cual Latinoamérica, pese a todo, no ha logrado librarse.

 

Recuadro

                        Hong Kong, la gema (aùn) respetada por China

Era la única colonia del mundo cuyo PIB superaba holgadamente al del país colonizador; al pasar a poder de China, en 1997, la diferencia fue aún más grande. El clima de libertad económica del que gozó Hong Kong, a veces con prerrogativas inexistentes en el resto del territorio inglés, dio como resultado el nacimiento del primer dragón asiático, una prensa modelo en su libertad de opiniòn y un auge que convirtió a Hong Kong en un sitio con el mayor nùmero de autos Rolls Royce por kilòmetro cuadrado del mundo.

La ex colonia cumplirá este fin de año su primera década de estar formalmente incorporada a territorio chino y su "estatus especial" --el acuerdo con Gran Bretaña indica que durante 50 años mantendrá su actual esquema económico-- y el territorio continúa como poderosa máquina financiera que parecía detenerse antes de la "fecha cero" cuando alrededor de 80 mil ciudadanos emigraron a Australia, Canadá, Estados Unidos y Gran Bretaña con todo y capitales.

Los temores eran reales: China había asegurado a las Naciones Unidas que respetaría el Tíbet para después invadir la región con la mayor desfachatez y varias veces ha anunciado que "sin aviso previo" lanzará sus tropas contra Taiwán, considerado "territorio chino rebelde" por Beijing. Asimismo, lo ocurrido en la Plaza Tiananmen --donde el gobierno chino había asegurado que respetaría el derecho de los estudiantes a manifestarse para después masacrarlos-- daba por un hecho que no se podía confiar en la palabra de los máximos dirigentes.

Hasta hoy, los que se quedaron han visto que las cosas en Hong Kong han cambiado relativamente poco, si bien los editores de periódicos han mostradom preocupación ante la "presencia silenciosa, pero amenazadora" de las autoridades chinas cuando publican algo que no le parece a la línea oficial. Y si bien hubo cierto declive en el auge económico los meses siguientes de su transferencia a China --aunque los índices van otra vez hacia arriba-- Hong Kong mantiene aún las finanzas más prósperas de Asia, incluido Japón, país minado por varios escándalos de corrupción y un creciente burocratismo, hasta hace poco rara avis en su economía.

Sería un juicio superficial afirmar que el capitalismo de Hong Kong contagió a China para que acelerara sus reformas. Más bien, el éxito en la economía de libre mercado de la ex colonia es tan incuestionable que pondría en evidencia cualquier otro dogma en sentido contrario.