"Sabes que tu problema de columna no es fácil -dijo el traumatólogo- Tienes una
sifoescoliosos grave de aproximadamente 115* de desviación. Esto ha producido una
obstrucción pulmonar y tienes una capacidad vital de un 25 %, lo cual hace imposible
aplicar anestesia general, que es necesaria para una cirugía de este tipo."
Tenía tres cirugías anteriores de columna, donde se fijó la columna dorsal con
injertos óseos extraídos de las costillas y cadera. Con estos injertos se fijó la
columna dorsal y se colocó una prótesis. El traumatólogo me dijo que no operó la
cervical por la grave desviación y el alto riesgo de una cuadriplejia. Las tres veces que
se me aplicó anestesia general fue necesaria mi recuperación en terapia intensiva. Para
evitar riesgos, en la última cirugía se había aplicado anestesia local.
Como mi columna dorsal está fijada y la cervical está en movimiento, se ha seguido
desviando y provoca disminución grave en mi capacidad respiratoria, y una obstrucción en
la médula cervical, con síntomas de pérdida de sensibilidad en miembros superiores e
inferiores, y cefaleas...
El traumatólogo me explica que la anestesia que se va a utilizar es local
(Xilocaína). Los pasos de la cirugía serían cortar los alambres y quitar la barra
colocada en la columna dorsal, después, según mi estado, y si yo soporto, se tratará de
fijar la cervical con injertos entre las vértebras.
Mi psicólogo me conectó con un colega suyo en Buenos Aires, que tenía entendido se
dedicaba a la asistencia de sus pacientes mediante hipnosis. Este profesional, en la
primera consulta, me explica en qué consiste realmente la hipnosis, y procedimos a la
práctica de este ejercicio.
Me coloqué en posición cómoda, realizando una respiración relajatoria suave,
profunda. Logrando una relajación física y mental. Tratando mentalmente que mi cuerpo
sintiera que no siente, realizando así una especie de anestesia general. Si bien uno
está conciente, escuchando la voz de mi guía y todo lo que sucede a mi alrededor,
inconcientemente me pide que me traslade a un lugar conocido para mí, donde yo perciba
sensación de paz y bienestar. El profesional me dice que concientemente no sienta este mi
cuerpo dolorido, sino que inconcientemente sienta las sensaciones de mi cuerpo en aquel
lugar donde yo me había trasladado, que sienta el aire, el sol, la textura del lugar, que
mire detalladamente a mi alrededor. Me dice que busque una palabra clave que me haga
volver cuando quiera a aquel lugar y situación.
Me llevaron directamente al quirófano. Me esperaban las chicas anestesistas e
instrumentistas. La anestesista me colocó la vía para el suero y comenzaron a llegar los
cirujanos, los cuales ya conocía; me charlaban y decían bromas para tratar de que me
sintiera bien mientras llegaba el traumatólogo que me iba a operar.(...) Me sentía
insegura, pues no sabía cuánto podía resistir...
Me alcanzaron una madera para que sostuviera entre mis manos y que la presionara cuando
sientiera dolor. Me dijo "igual que en las películas de Comando".
Empezaron a pinchar mi espalda y colocar Xilocaína. Sentí el bisturí correr por mi
espalda desde el cuello hasta casi la cintura. Mi doctor me dijo
-¿Sabés qué hice?
- Sí, cortaste.
Pidió la pinza para cortar los alambres. Cuando comenzó a cortar los alambres apreté
con fuerza la madera que tenía entre las manos y no pude evitar gritar; cuando cortó el
tercer alambre mi cuerpo saltó de dolor y mi doctor dijo
- "No vamos a poder seguir".
Entonces tomé conciencia de que ya se había comenzado a hacer gran parte del trabajo.
La prótesis no iba a tener estabilidad con los alambres que había quitado. Y como
respuesta a las palabras de mi doctor "No se puede", dije
-"Sí se va a poder".
Aspiré profundo, cerré los ojos y solté la madera que tenía entre mis manos y
relajé mi cuerpo, recordé las palabras del psicólogo que me había estado preparando
para la hipnosis. Una de las frases que utilizaba el día anterior eran "siento como
si una anestesia general corriera por mi cuerpo." Y mi mente empezó a profundizar en
mi inconciente, mientras repetía una y otra vez la palabra clave que yo eligiera para
trasladarme a aquel lugar de bienestar y sin dolor. Y mientras repetía esa palabra, las
voces de los doctores empezaron a sentirse lejanas. Y ese lugar al que yo siempre iba me
pareció más maravilloso que nunca, hasta diferente, porque las montañas parecían
multicolores y esa camilla de quirófano se convitió en un colectivo que recorría los
lugares más hermosos que jamás vi.Y mi contemplación era tan profunda que ya no sentía
dolor. Sólo respondía concientemente cuando los doctores me hablaban y me preguntaban
cómo estaba. Y los comentarios con respecto a mi comportamiento en ese momento. "Es
fantástica esta chica", decía una de las anestesistas. Y seguían los comentarios y
bromas al respecto. Les dije:
- "Bueno, ya terminaste, ya me cosiste". -
- "Sí" respondió.
Me quitaron las sábanas que me cubrían y me pasaron a otra camilla para trasladarme a
la sala de recuperación. Pudieron sacar totalmente la prótesis y hacer parte de los
injertos. En sala de recuperación, mientras me tomaban los controles, medio confusa, no
podía creer lo que acababa de experimentar en mi mente y en mi cuerpo.
Comprendí que aunque mi psicólogo no estuvo presente en mi cirugía, sus enseñanzas,
a pesar de mi poca práctica, me habían servido para superar ese momento que tanto había
temido.