Indice General

Volver a la página de inicio

Nuestra página en geocities


Temas del mes de Julio del 2000

Temas del mes de Agosto del 2000

Temas del mes de Septiembre del 2000

Temas del mes de Octubre del 2000.

Temas del mes de Noviembre del 2000


Amor, noviazgo y matrimonio

Cómo proceder si te llega una cadena por mail que te ordena hacer copias y distribuirlas

Profecías

Infórmate, infórmalo

Criterios para determinar si una página web es católica

Devociones para obtener grandes promesas!!

Porqué la misa tradicional

El Ecumenismo es herejía

Caridad: acerca de la gente que pide limosna en la puerta de las Iglesias


Enlaces para recomendar

Volver a la página de inicio

 

http://www.infocatolicos.cjb.net/

Nuestra Señora, Madre de Dios:


Resumidamente podemos decir que Nuestra Señora es Madre de Dios y no es divinidad. O sea, Ella es Madre de Dios por ser Madre de Nuestro Señor, pues las dos naturalezas( Divina y humana), están unidas en Nuestro Señor Jesucristo.
La herejía de negar la maternidad divina de Nuestra Señora es muy anterior a los portestantes. Esta nació con Nestorio, por entonces obispo de Constantinopla. Los protestantes retomaron la herejia que había sido sepultada por la Iglesia de Cristo.
Mas, al final, por qué Nuestra Señora es Madre de Dios?
Vamos a probar por la razón, por la Sagrada Escritura y por la Tradición que Nuestra Señora es Madre de Dios.


La persona de Nuestro Señor Jesucristo:


Si preguntamos a alguien si es hijo de su madre, si esta es verdaderamente madre de él, de cierto nos lanzará un grito de espanto. Y seguramente tendría razón.
El hombre, como sabemos, es compuesto de cuerpo y alma, siendo esta la parte principal del ser, pues comunica al cuerpo la vida y el movimiento.
Nuestra madre trrena, todavía, no nos comunica el alma, sólo apenas el cuerpo. El alma es creada directamente por Dios. La madre genera apenas la parte material de este compuesto. Y entonces, cómo podemos afirmar que la persona que nos da la luz es nuestra madre?
Si hiciécemos esa pregunta a un protestante sincero e instruído, él mismo respondería con tranquilidad: "es cierto, mi madre genera apenas mi cuerpo y no mi alma, más lal union de mi cuerpo y mi alma conforma mi persona; y mi madre es madre de mi persona. Siendo ella madre de mi persona, compuesta de cuerpo y alma, es verdaderamente mi madre".
Apliquemos ahora, estas nociones de buen sentido al caso de la Maternidad divina de María Santísima. Hay en Jesus Cristo dos naturalezas; una divina y otra humana. Reunidas, ellas constituyen una única persona, la persona de Jesucristo.
Nuestra Señora es Madre de esta única persona que posee al mismo tiempo la naturaleza divina y la naturaleza humana, como nuestra madre es madre de nuestra persona. Ella dió a Jesús Cristo la naturaleza humana y no la de Dios, pues la naturaleza divina sólo puede provenir únicamente del Padre Eterno. María dió, pues, a la persona de Jesucristo, la parte inferior- la naturaleza humana, como nuestra madre nos dió la parte inferior de nuestra persona, el cuerpo.
A pesar de esto, nuestra madre es, ciertamente, madre de nuestra entera persona, y María es Madre de la persona de Cristo.
Notemos que en Jesús Cristo hay una sola persona, una persona divina, infinita, eterna, una persona del Verbo, del Hijo de Dios, en todo igual al Padre Eterno y al Espíritu Santo. Y María Ssma es Madre de esa persona Divina. Luego, ella es la Madre de Dios, Madre del Verbo Eterno, Madre del Hijo de Dios, la Madre de la Segunda Persona de la Ssma Trinidad,  la Madre de Dios, pues todo es la misma y única persona, nacida de su seno virginal.
El alma de Jesus Cristo, creada por Dios, es realmente el alma de la persona del Hijo de Dios. La humanidad de Jesús Cristo, compuesta de cuerpo y alma, es realmente la humanidad del hijo de Dios. Es la virgen María Madre de este Dios, revestido de esta humanidad, Ella es la Madre de Dios hecho hombre.
Ella es la Madre de Dios "Maria de qua natus est Jesus"(Mt 1,16). Nótese que ella no es Madre de la Divinidad, como nuestra madre no es madre de nuestra alma; pero ella es la Madre de la persona de Jesucristo, como nuestra madre es la madre de nuestra persona.
La persona de Nuestro Señor es divina, y es la persona del Hijo de Dios. Luego, por una lógica irrefutable, ella es la Madre de Dios.


La consecuencia de la negación de la maternidad divina es la negación de la Redención:


ahora, cual es el fondo del problema de esta herejía? Analicemos algunos pormenores y algunas consecuencias de negar la maternidad divina de Nuestra Señora.
No fueron los protestantes los únicos en objetar el título de "Madre de Dios" a Nuestra Señora.
Fue Nestorio, el indigno sucesor de San Juan Crisóstomo, en la sede de Constantinopla, el inventor de tan absurda negación. La sutilidad griega había suscitado varios errores respecto a la persona de Nuestro Señor Jesucristo!! Sabelio pretendió aniquilar la personalidad del Verbo. Arrio procuro arrebatar e esta personalidad la aureóla divina; los docetas negaron la realidad del cuerpo de Jesucristo, y los apolinaristas, el alma humana de Cristo. Todo esto fueron ataques orquestados por los herejes, pero a cada uno de éstas herejías surgía la Iglesia infalible, bajo la dirección del Papa de Roma, que salía en defensa de una única e imperecedera verdad: de la persona del Verbo contra Sabelio; de la divinidad de esta persona, contra Arrio; de la realidad del cuerpo humano de Jesús contra los apolinaristas.
Bastaba apenas un punto central para soportar el ataque de parte de los herejes; era la unión de las dos naturalezas, divina y humana, en Jesús el Cristo.
Todavía faltaba Nestorio para levantar una herejía contra este punto central; y los hijos de Lutero continuaron defendiendo este error grotesco.
Fue en el año 428 que el indigno patriarca Nestorio comenzó a predicar que no había en Jesús Cristo dos personas: una divina, como hijo de Dios, y otra humana, como hijo de María. Por eso concluye elheresiarca, que María no puede ser llamada, Madre de Dios, mas simplemente Madre de Cristo o de los hombres.
Concíbase el alcance de tal negación. Si las dos naturalezas divina y humana no son hipostáticamente unidas en Ntro Señor Jesucristo, de modo de formar una sola persona, desaparece la Encarnación y la Redención, por cuanto el Hijo de Dios no estando revestido de nuestra naturaleza, no puede ser nuestro Redentor. Jesús sufrió solamente como hombre. Ahora, el hombre como ser finito, solo puede hacer obras finitas. Luego, la Redención no más que un valor finito; Jesús Cristo no puede ser adorado pues es apenas un hombre; el Salvador no es más Hombre Dios. Tal es el error grotesco de nestorio, predecesor de Lutero, no temió lanzar al mundo.
Ahora, los protestantes no quieren llevar hasta las últimas consecuencias la negación de la materjnidad divina de Nuestra Señora. Admiten en Jesús Cristo las dos naturalezas en una persona, pero les repugna la unión hipostática de las dos naturalezas en la única persona de Jesucristo.
Basta un pequeño raciocinio para reconocer como necesaria la maternidad Divina de la Virgen: Nuestro Señor murió como hombre en la Cruz, (como hombre, pues como Dios no puede morir), pero nos redimió como Dios, por sus propios méritos infinitos. Ahora, la naturaleza humana de Nuestro Señor y la naturaleza divina no pueden ser separadas, pues la Redención no existiría si Nuestro Señor hubiese muerto apenas como hombre. Luego, Nuestra Señora, Madre de Nuestro Señor, mismo no siendo madre de la divinidad, es Madre de Dios, pues Nuestro Señor es Dios. Si negamos la maternidad de Nuestra Señora, negaremos la Redención del género humano o caeríamos en el absurdo de decir que Dios es mortal!
Los protestantes, admitiendo que Jesús Cristo nació de María, al no poder negarlo pues está en los Evangelios, deben admitir que la persona de este Jesús es Divina; que Nuestra Señora es la Madre de esta persona; y que ella, es por lo tanto, Madre de Dios! Es un dilema sin salida desde el punto de vista racional.


El Concilio de Efeso:


Cuando el heresiarca Arrio divulgó su error, negando la divinidad de la persona de Jesús Cristo, la Divina providencia hace aparecer al intrépido San Atanasio para confundirlo, asi como hace surgir a San Agustín para suplantar al hereje Pelagio, y a San Cirilo de Alejandría para refutar los errores de nestório, que habían sembrado la perturbación e indignación del Oriente.
En 430, el Papa San Celestino I, en un Concilio de Roma, examinó la doctrina de Nestorio que le fuera presentada por San Cirilo y la condenó como anticatólica, errónea, y herética.
San Cirilo formuló una condenación con doce proposiciones, llamadas los doce anatemas, en que resumía toda la doctrina católica a este respecto.
Se puede resumir en tres puntos:
1) En Jesus Cristo, el Hijo del Hombre no es personalmente distinto de Hijo de Dios;
2) La Virgen Santísima es verdaderamente Madre de Dios, por ser la madre de Jesucristo, que es Dios.
3) En virtud de una unión hipostática, hay comunicación de idiomas, esto es, de denominaciones, propiedades y acciones de las dos naturalezas en Jesus Cristo, que pueden ser atribuidas a su persona, de modo que se puede decir: Dios murió por nosotros, Dios salvó al mundo, Dios resucitó.
Para exterminar completamente el error, y darle unidad de doctrina al mundo, el Papa resolvió reunir el Concilio de Efeso (Asia menor) en 431, invitando a todos los obispos del mundo. 200 obispos de todo el mundo (Ndela R: para aquella época de escasa poblacion y pocos medios de locomocion, eran muchos obispos asistentes). Vinieron de todas partes del orbe; la asamblea fue presidida por San Cirilo, en nombre del Papa; Nestorio rehusó comparecer ante los obispos reunidos.Desde la primera sesión la herejía fue condenada; sobre un trono, el centro de la asamblea, los obispos colocaron el Santo Evangelio, para representar la asistencia de Jesús Cristo, que prometiera estar con su Iglesia hasta la consumación de los siglos, espactáculo santo e imponente que desde entonces fue adoptado en todos los concilios. Los obispos rodeando el Evangelio y el representante del Papa, pronunciaron unanime y simultáneamente la definición proclamando que María era verdaderamente la Madre de Dios. Nestorio dejó de ser, desde ese entonces, obispo de Constantinopla. Cuando la multitud ansiosa que rodeaba la Ilgesia de Santa María la mayor, donde se reunía el concilio de la definición proclamando que María era "Madre de Dios", un inmenso gentío exclamó a coro: Viva María, la Madre de Dios! Fue vencido el enemigo de la Virgen! Viva la grande, la augusta, la gloriosa Madre de Dios! En Memoria de esta solemne definición, el concilio unió a la salutación angélica estas simples pero expresivas palabras: "Santa Maria, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte".
Pruebas de la Santa Escritura:
Para iluminar con un rayo divino esta verdad tan bella y fundamental, recorramos la Sagrada Escritura, mostrando como allí todo proclama este título de Virgen Inmaculada. Ella generó un hombre hipostáticamente unido a la divinidad; Dios nació verdaderamente de Ella, revestido de un cuerpo mortal, formado por su virginal y purísima sangre. Sin embargo, Ella en el Evangelio, no es específicamente llamada "Madre de Cristo", o "Madre de Dios", pero esta dignidad se deduce con todo rigor del texto sagrado.
El Arcángel Gabriel, diciendo a María: "El Santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios"(Lc 1,35),  deriva claramente en que ella será Madre de Dios. Si el Hijo es hijo de María, e hijo de Dios, es absolutamente cierto que María es Madre de Dios. Repleta del espíritu Santo, Santa Isabel exclama: "De dónde me viene que la Madre de mi Señor venga a visitarme?(Lc1,43). Madre del Señor y Madre de Dios son expresiones idénticas.
El profeta Isaías predice que una virgen concebiría y daría a luz un hijo que sería llamado Emanuel o Dios con nosotros (Is 7,14). Cuál es ese Dios? Es necesariamente aquel que segun el testimonio de San pedro, no es Jeremías, ni Elías, ni ningún otro profeta, pero sí, Cristo, el hijo del Dios vivo. Es aquel que, conforme a la confesión de los demonios, es: El Santo de Dios.
Tal es ese Cristo que María dió a luz. Ella generó pues, un Dios-hombre. Luego, es madre de Dios por ser madre de un hombre que es Dios y que siendo Dios, redimió al género humano.
La Doctrina de los Santos Padres y la tradición: 
Tal es la doctrina claramente expresada en el Evangelio, la que desde siempre se siguió en la Iglesia Católica. Los santos Padres, desde los tiempos apostólicos hasta hoy, fueron siempre unánimes respecto de esta cuestión; sería una página sublime si pudiéramos reproducir las numerosas sentencias que ellos nos legaran. Citemos por lo menos unos textos principales de los Apóstoles, extraídos de sus Liturgias y transmitidas por los escritores de los primeros siglos.
San Andrés dice: "María es Madre de Dios, resplandece de tanta pureza, y está radiante por tanta belleza que, abajo de Dios, es imposíble imaginar mayor, en la tierra como en el cielo" (S.Andrés en Transito, BV)
San Juan dice. "María es verdaderamente Madre de Dios, pues concibió y generó un verdadero Dios, no un simple hombre como las otras madres, mas sí a Dios con carne humana".
Santiago: "María es la Santísima, la Inmaculada, y la gloriosísima Madre de Dios".
San Dionisio el Aeropagita: "María es hecha Madre de Dios, para salvación de los infelices" (San Dionisio en revelaciones a Sta Brígida).
Orígenes: "María es Madre de Dios, unigénito del Rey y creador de todo lo que existe".
San Atanasio: "María es Madre de Dios, completamente intacta e impoluta".
San Efren: "María es Madre de Dios sin culpa".
San Jerónimo: "María es verdaderamente Madre de Dios" (San Jerónimo, "Sermones").
San Agustín: "María es Madre de Dios, hecha por la mano de Dios".
Es como si todos los Santos Padres rivalizaran en amor y veneración, proclamando a María: Santa e Inmaculada Madre de Dios.
Tenemos tantas citas, que podríamos llenar páginas enteras, pero basta con el argumento con el cual San Cirilo refutó a Nestorio:
"María Santísima, es Madre de Cristo y Madre de Dios, La Carne de Cristo no fue, primero concebida, después animada, y luego asumida por el Verbo; sino que en el mismo momento fue concebida y unida el alma al Verbo: No hubo, pues, intervalo de tiempo entre el instante de la Concepción de la carne, en la que se permitiera llamar a María "Madre de un Hombre". Pues en el mismo momento la Carne de Cristo fue concebida y unida el alma al Verbo".
Así se ve, a través de estas citas, que sin ninguna duda, ninguna hesitación existe sobre este punto en el espíritu de los Santos Padres. Es una verdad evangélica, tradicional, universal, que todos aceptan y profesan.
Conclusión: deber de culto a la Madre de Dios:
María es Madre de Dios... es absolutamente cierto. Esta dignidad supera a todas las demas dignidades, pues representa el último grado a que puede ser llamada una criatura. Y luego, toda dignidad supone un derecho; y no hay derecho en una persona, que sea neutro. A todo derecho le corresponde una obligación. Si Dios elevó tanto a su madre, es porque quiere que Ella sea honrada y exaltada por nosotros... Dicha dignidad es única en el mundo y en el Cielo, y así preguntamos a los pobres protestantes: ¿No es lógico, no es necesario, no es imperioso que los hombres amen y exalten a Aquella que Dios llevó y exaltó encima de todas las criaturas?. Si fuese prohibido dar culto a la Santísima Virgen, como quieren los protestantes, el primer violador de esta prohibición es el propio Dios, que mando al Arcángel a saludarla con estas palabras" Ave, llena de gracia!"(Lc1,28). Santa Isabel "Bendita eres entre todas las mujeres". E igualmente, la propia Señora dice: "De ahora en adelante, me llamarán bienaventurada todas las generaciones" (Lc 1,28)
Todos estos actos, conllevan e indican culto a Nuestra Señora, de la honra que le es debida. Si no fuera así, entonces el Arcángel es culpable, Santa Isabel es culpable, los Apóstoles son culpables, y los santos son culpables y 19 siglos de generaciones de cristianos son culpables... pero los protestanes no...
Desde los primeros tiempos, el culto a María era muy común. En las catacumbas de encontraron, en todas partes, imágenes y estatuillas de la Virgen María. El culto a Nuestra Señora no es un adorno de la religión, es una parte constitutiva, parte integral indisolublemente ligada a todas las verdades y misterios evangélicos. Querer aislar el culto a la Virgen de la doctrina de Jesucristo, es querer dar un golpe mortal a la religión entera y hacerla caer; es no querer comprender la grandeza del hecho de que Dios pueda unirse a sus criaturas.
El Misterio de la Encarnación es la última palabra de su poder y de su amor!


El texto fue extraído del libro "Una Mujer Bendita" del Padre Julio María, ed "O Lutador"), y traducido de la URL http://www.lepanto.org.br