Lucas después de entrar manualmente en la atmósfera le pidió a R4T5 que aterrizase la nave en algún descampado de ese planeta tan inhóspito al que acababan de llegar. Buscaban a Yodo, el gran maestro que le permitiría convertirse en un Caballero y terminar de una vez por todas con el lado oscuro de la fuerza. Era, sin duda, un fin muy loable, aunque no tenía las ideas muy claras. La fuerza iba y venía según las copas que se había tomado y era más difícil de controlar que la princesa Layla en esos fatídicos días que se repiten mes tras mes.

R4T5 hizo su ruidito característico, haciendo que a Lucas se le evaporasen instantáneamente los pensamientos de la mente.

-Macho- dijo Lucas, -llevas dos milenios funcionando y no hay manera humana de entenderte.

Otro ruidito metálico y la nave comenzó a sacudirse violentamente como si se tratase de un caballo desbocado. La nave cruzaba por entre las nubes como si hubiese perdido el control. La gravedad, junto a los motores, la impulsaban a un fin no escrito en el guión.

-¿No querrás decir que nos vamos a tomar por culo?-, gritó Lucas - Habla claro, coño-

La nave chocó contra dos árboles de unos cincuenta metros de altura cada uno y fue a parar a un charco. La bruma de la mañana envolvía todo el paisaje, como si alguien no quisiera enseñarnos el decorado del fondo. Sólo se oía el chapoteo de R4T5 al intentar escabullirse y el cantar de varios pájaros que habían despertado bruscamente de su descanso diario.

Lucas se repuso y se quitó el casco de bicicleta. "Como coja a la bombona de butano me lo cargo", pensó mientras R4T5 volaba fuera de plano. De repente miró a su alrededor. El silencio, la niebla espesa y los cámaras le dieron mala espina. Había llegado allí a ver a Yodo, pero ¿qué pasaría si se había equivocado de planeta? Igual acababa de llegar al hogar de monstruos infectos y carnívoros que le comerían el hígado, el intestino, el corazón, el bazo, la vejiga, los pulmones, el esófago, las pelot... Lukas dejó de pensar.

Seguro que ese era el planeta: más le valía. De repente escuchó el típico crujido de ramita seca. Un ser repugnante, verde, como una pasa de las arrugas y con orejas de Spok le estaba mirando desde una roca.

-Ayudarte podría-, dijo el enano.
-Hola, he venido buscando a Yodo. ¿Sabes si se ha cogido el día libre?
-¿Yodo? Tu llegada esperaba, gran Ovi-Juan.
-No soy Ovi-Juan.
-Ruego me perdones gran Anakonda.
-Tampoco soy Anakonda.
-Ruego me perdones JanJan.
-Que no joder, que soy Lucas. Lucas Torpedo.
-Con tantos nombres raros lío mental tengo.
-Bueno, ¿dónde está el Yodo ese?
-Yodo yo ser, gran Lucas.

"Para ser un gran Caballero está hecho polvo el pavo éste", pensó Lucas. Se esperaba un guerrero de dos por dos, tipo armario, con un disfraz de plástico al menos. Si no quedaba nada más, se tendría que conformar con aquella cosa.

-Necesito una licencia Caballeroi, gran maestro Yodo, y me han dicho que las expiden aquí".
-Pasar por caja has de.
-Pero, ya pagué en mi planeta maestro. Mire, tengo el recibo y todo.

Yodo cogió el recibo y comprobó al trasluz que la marca de agua era la correcta. Además tenía los sellos de la Administración.

-Bien gran Lukas, a mi hogar pasar has de. Cuidado con el techo has de tener.

Lukas se precipitó al entrar en la cueva y se golpeó la cabeza con una lámpara de latón que le habían regalado a Yodo haría dos o tres películas.

-Mucho que aprender has- dijo Yodo mientras se sentaba a ver la tele.












Episodio I
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