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Rumanía – México, Amistad y Cooperación

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Un poco de humor grafico :) –para equilibrar la información tan seria y autorizada que una embajada puede dar...
Desde – ChocoKids

Este artículo encontrado inesperadamente en la red fue una bonita sorpresa para mí debido a su riqueza informacional –¡tiene tantos datos que yo no le sabia de antes!
Más allá de esto al artículo transmite emoción y calor humano hablando no solamente de intercambios diplomáticos sino de acercamientos y hechos de la gente que en un cierto momento se convirtieron en embajadores sui-generis de los dos países. - Articulo desde: Embajada de Rumanía en México


Primera parte

"Los primeros documentos oficiales en la historia de las relaciones rumano-mexicanas datan de 1880 … 

Los primeros documentos oficiales en la historia de las relaciones rumano-mexicanas datan de 1880; contestando a la carta del soberano rumano Carlos I, el Presidente mexicano Porfirio Díaz resaltaba en su carta del 30 de noviembre de 1880 que recibió “con gran satisfacción la notificación sobre la independencia de Rumanía” y que desea cultivar “relaciones cordiales” entre los dos países

Cronológicamente hablando, si repasamos nuestros contactos a través de la información escrita así como entre personas en situaciones históricas casuales, vamos a tener agradables sorpresas. Así, en las obras de geografía universal de los siglos XVI-XVII, los lectores rumanos se enteraban del Nuevo Mundo, con dos temas de mayor interés: la América precolombina y las cautivantes civilizaciones de los aztecas y los incas.

Muchos estudios y trabajos circulaban en la época en forma de manuscritos y la obra de los monjes y de los centros de cultura, que eran los conventos, reflejaba de una manera interesante, por ejemplo, el fascinante cuadro de la capital de México: “…la ciudad está construida en una gran isla, en medio de un lago, es la mayor fortaleza del Nuevo Mundo, con un montón de ciencias y gremios. Numerosos puentes facilitaban la comunicación y por el lago circulaban miles de botes de madera”.

Dentro de la fortaleza habían grandes palacios y casas construidas con esfuerzo y maestría, grandes plazas para el comercio, tianguis y quioscos donde brillaban objetos de oro y plata, labrados y tallados con destreza. Abundaba la cerámica dorada, así como tejidos multicolores que simbolizaban los luminosos corazones de los habitantes, utilizándose los más brillantes y vivos tintes. Cerca de la gran ciudad se encontraba un palacio donde vivía el rey, donde tenían lugar los juicios y, también, ahí se sentaron los virreyes de España que conquistaron el imperio azteca. Existían otros muchos palacios del emperador Moctezuma, que eran el orgullo de México. Había palacios decorados con piedras semipreciosas, otros para fiestas y ceremonias, otros llenos de terribles armas decoradas con oro, otros con maravillosos jardines, llenos de flores y plantas medicinales que se repartían sin costo a los enfermos. Todas estas bellas imágenes son eclipsadas por las descripciones de los sacrificios humanos para el dios de la guerra.

En capítulos distintos, el manuscrito que se encuentra en la Biblioteca de la Academia Rumana presenta los viajes de Cristóbal Colón, la conquista de México por Hernán Cortés, entre 1519-1521, la conquista del imperio inca, etcétera.

Estas escasas noticias menudearon posteriormente, desde principios del siglo XIX, durante la guerra de Independencia, misma que fue vista con simpatía. Cabe mencionar que en el siglo XVII, una de las grandes contribuciones de México al desarrollo de la calidad de la alimentación de la humanidad, el maíz, entró en los Países Rumanos, primero en el principado de Valaquia, después en Moldavia así como en el principado de Transilvania, llegando a ser Rumanía en nuestros días una gran potencia en el cultivo de esta planta, entre los séptimos primeros en el mundo. Una amplia narración sobre las relaciones entre el Viejo Mundo y el Nuevo, sobre todo México, se encuentra en la prestigiosa revista cultural “Albina Romaneasca”( La Abeja Rumana) En 1841 fue publicado el artículo “Una colección histórica y arqueológica”, en la cual se presentan lujosos objetos de artesanía mexicana, y se aventura la posibilidad de unas relaciones entre las dos orillas del Atlántico, aún desde la antigüedad. En 1842 la misma “Albina Romaneasca” publicó la traducción de la obra “México y el mexicano”, escrita por Madame Calderón de la Barca y, posteriormente, una obra científica sobre los descubrimientos en las Cuevas de Cacahuamilpa. En los años 1844-1850 se publican notas sobre las guerras mexicano-estadounidenses y los Acuerdos de Guadalupe-Hidalgo, sobre todo en el “Jurnal de Galati”. Se evoca el típico color mexicano de los territorios del norte (particularmente la carrera tras el oro, después de su incorporación a los Estados Unidos). En la “Gaceta de Moldova” se publicó una descripción detallada de las ruinas de Yerba Buena, California (1849).

Entre 1884-1885 trabajó en México, en el Diario de los Forasteros, el ingeniero Julio Popper, un erudito aventurero, geógrafo y explorador rumano, después de haber participado anteriormente en obras de construcción en Nueva Orleáns y, después, en la sistematización de la ciudad de La Habana. Partió más tarde a Brasil, pero finalmente se quedó en Argentina, como perito en los estudios sobre Patagonia y Tierra del Fuego…

Segunda parte

Uno de los más bellos, emocionantes y relevantes momentos en la historia de las relaciones rumano-mexicanas ocurrió hace un siglo y medio, durante las luchas de México para preservar la independencia nacional (1863-1867). 

La aventura de Napoleón III en beneficio de un príncipe extranjero, el archiduque Maximiliano de Habsburgo, fue, según Julio Favre, el motivo por el cual más de treinta mil soldados franceses lucharon en México. Evidentemente, en el ejército de Maximiliano había soldados y oficiales de las tropas imperiales de Francisco José, el emperador de Austria; el imperio de éste abarcaba también a Transilvania, provincia del centro y noroeste de Rumanía.

Sobre la presencia de rumanos no existen testimonios documentales, salvo uno, realmente impresionante, oriundo de Transilvania. Se trata del médico militar, Ilarie Mitrea, de Rasinari, ciudad de ancestrales costumbres rumanas, ubicada cerca de Sibiu, en la zona del centro-sur de Transilvania. Mitrea llegó a ser teniente médico a los veintidós años y trabajó un tiempo en la zona de Istria, junto al mar Adriático, en Pola. Antes de partir hacia México fue ascendido a capitán médico, siendo encargado, poco tiempo después de su llegada, de la organización del servicio sanitario en las guarniciones “imperiales”. Habiendo una vez caído prisionero en manos de los soldados de Benito Juárez, lo llevaron a una zona donde se atendía a muchos heridos mexicanos. Curó y operó durante dieciséis horas, con la satisfacción de haber salvado a todos los heridos que atendió. El juramento de Hipócrates y el sentido del deber humano lo determinaron – progresivamente y al parecer por iniciativa propia – a cruzar con frecuencia las líneas mexicanas para operar y cuidar heridos. Asimismo, aunque corría un gran riesgo, su simpatía hacia la causa de México fue cada vez más fuerte. Algunas veces, cuando emprendía sus “expediciones” hacia el campamento mexicano o hacia zonas donde estaban concentrados los heridos, era acompañado y protegido desde lejos por destacamentos de la caballería mexicana. Finalmente, en 1867, decidió pasarse definitivamente del lado mexicano. El primer cargo importante que se le otorgó fue la inspección sanitaria de la costa del este de México. Llegó a ser gran admirador del folklore mexicano y coleccionó objetos de arte y artesanías del sur-este de México, particularmente de Tabasco. Más tarde volvió a su patria, llevando algunas artesanías del país que tanto amaba. Aprendió lenguas indígenas y, al parecer, se casó con una mexicana; hizo un gran número de estudios arqueológicos en la zona de Palenque y fue un gran admirador de la civilización maya.

Entre las primeras presencias rumanas en reuniones internacionales celebradas en México recordamos a la del geólogo Gregorio Stefanescu en el X-mo Congreso Internacional de Geología, en 1906. Posteriormente, el profesor y explorador rumano viajó por todo México y recogió informaciones y datos sumamente interesantes sobre la estructura geológica de las regiones del Norte de México.

En 1910, cuatro jóvenes rumanos incluyeron a México en su vuelta al mundo a pie, recorriéndolo desde la frontera norte hasta Tampico. Ellos fueron verdaderos embajadores del folklore rumano y efectuaron interesantes descripciones del paisaje mexicano.

Regresemos a la parte oficial de nuestras relaciones.

A través de nuestras Legaciones en Paris o directamente entre las dos Cancillerías, los Presidentes mexicanos Porfirio Díaz (1896, 1901, 1905, 1910), Francisco I. Madero (1910), Emilio Portes Gil (1928), Pascual Ortiz Rubio (1930), Abelardo L. Rodríguez (1932) y Lázaro Cárdenas (1934) notifican su elección o reelección a los soberanos rumanos y las dos partes expresan constantemente su deseo de desarrollar los lazos bilaterales. Un momento de especial significado sucedió en 1931, cuando, bajo la presidencia del diplomático rumano Nicolae Titulescu, durante la duodécima sesión de la Asamblea de la Sociedad de las Naciones, en Ginebra, tuvieron lugar las ceremonias de aceptación de México como país miembro. En su discurso, Nicolae Titulescu destacó que “Por esta vía, hacia la Universalidad, la XII Asamblea registró progresos de la mayor significación. El ingreso de México, en el contexto de la crisis mundial, muestra que si existe una crisis en todo el mundo, incluso de confianza, ésta no ha tocado la Sociedad de las Naciones”, reconociéndose de esta manera el gesto de México.

El 15 de julio de 1935, el ministro rumano en Paris, Cesianu, solicita, en nombre del Gobierno de Rumanía, a su colega mexicano el beneplácito para el prof. Dimitrie Draghicescu en calidad de enviado extraordinario y plenipotenciario de Rumanía en México. Beneplácito concedido el 20 de julio de 1935 – fecha considerada como la oficial para el establecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países. El profesor universitario, doctor en Letras y Filosofía en la Universidad de Sorbona, Dimitrie Draghicescu llegó a la Ciudad de México en la noche de 18 de diciembre de 1935, viajando en auto desde Nueva York. Es saludado en el hotel por el jefe del Protocolo, Vicente Veloz González, quien, en septiembre de 1936, iba a llegar a ser el primer enviado extraordinario y ministro plenipotenciario de México en Rumanía. El 7 de enero de 1936, Dimitrie Draghicescu entregó sus cartas credenciales al Presidente de México, Lázaro Cárdenas. Más tarde, el 24 de diciembre de 1941, México rompió oficialmente las relaciones diplomáticas con una Rumanía que había orientado su política hacia la del Eje Roma - Berlin – Tokyo.

Reestablecidas el 20 de marzo de 1973, las relaciones diplomáticas rumano-mexicanos han venido conociendo un permanente desarrollo. En plano bilateral, así como en el multilateral, en plano económico, comercial, así como en el diálogo político al más alto nivel, al parlamentario, los últimos decenios se inscriben como los más fructíferos en la historia de los vínculos de amistad y cooperación entre los dos países latinos ubicados en las extremidades norteña y sureña, respectivamente, del globo terráqueo. Países que se encontraron muy a menudo en posturas similares o próximas de cara a los grandes retos del mundo contemporáneo; países que situaron siempre a la base de sus enfoques externos, la observación de los principios del derecho internacional contemporáneo. La lucha, dentro de los mecanismos existentes en la ONU y otros organismos internacionales, por la paz, el desarme nuclear, contra la pobreza y el subdesarrollo, en pro de los derechos humanos y la solidaridad internacional encontró a Rumanía y a México en posturas parecidas; lo que facilita el avance de proyectos de resoluciones y otros documentos internacionales conjuntos.

El momento 1967 – el Tratado de Tlatelolco para crear una zona libre de armas nucleares en América Latina tuvo un respaldo incondicional de parte de Rumanía dentro de la ONU y otros organismos especializados de la misma.

En los últimos años, los dos países se han brindado mutuamente su apoyo de cara a distintas candidaturas en cargos importantes en el Consejo de Seguridad, la ECOSOC, UNESCO, FAO, en Comisiones de la ONU con sede en Ginebra y Viena, etc.

La caída del comunismo en Rumanía y en toda Europa significó una intensificación y diversificación sin precedentes de los vínculos bilaterales. El Presidente de Rumanía visitó a México en el año 2000, se efectuaron visitas recíprocas a nivel de los jefes de las dos diplomacias, entre presidentes de las Cámaras de los dos parlamentos; comenzó a funcionar el Mecanismo de consultas entre las dos Cancillerías así como las Comisiones Binacionales de la cooperación económica y comercial; las presencias de parlamentarios rumanos en México y de los mexicanos en Rumanía son permanentes, elevando a la diplomacia y al diálogo parlamentario a niveles cotidianos y muy fructíferos para el conjunto de los intercambios bilaterales.

En Monterrey, desde 1994, y en Guadalajara, desde 2002, funcionan sendos Consulados Honorarios de Rumanía.

El enriquecimiento y la actualización del marco institucional bilateral con vistas al ingreso de Rumanía a la UE en enero de 2007 es una tarea prioritaria de ambas Partes. En el contexto, cabe señalar que los intercambios comerciales, la cooperación económica y las inversiones recíprocas siguen siendo lejos de las posibilidades y el potencial de las dos economías. Ni el volumen, ni la estructura del comercio bilateral pueden satisfacer; justamente por ello, esta Embajada, la Oficina del Consejero Económico han venido promoviendo la oferta rumana, el medio de negocios rumano a través de numerosos seminarios económicos, encuentros con empresarios mexicanos tanto en el DF, como en otros Estados de la República Mexicana.

En lo cultural, la espiritualidad latina, las afinidades idiomáticas y culturales, así como el interés recíproco en un mejor conocimiento fueron y siguen siendo otras tantas razones para múltiples presencias de nuestros valores espirituales en los dos países. En el DF y otros 18 Estados mexicanos, esta Misión Diplomática ha venido organizando, en los cuatro últimos años, por ejemplo, 34 Semanas o Días de la cultura rumana (conferencias, exposiciones, música, artesanía, festivales gastronómicos etc.).

La presencia de embajadores culturales rumanos de prestigio en el Festival Internacional Cervantino – ejemplo el Teatro L.S.Bulandra de Bucarest o giras del elenco folclórico “Martisorul” de Cluj-Napoca, el corro infantil “Allegretto”, el “Taraf de los Haíducs”, el grupo de jazz “Raíces”, dan fe de la intensa y provechosa que es la creación artística rumana y su aprecio en México. Lo mismo se puede decir sobre las presencias culturales mexicanas en Rumanía. El hermanamiento entre las ciudades rumanas de Iassy y Baile Herculane con las mexicanas de Monterrey y Tlaxcala, respectivamente, elevan a un nivel superior los intercambios y el acercamiento entre los dos países a través de sus ciudades.

No cabe duda que tanto Rumanía como México, en sus propias regiones, continentes, así como en plano mundial tienen que aportar sus propios valores y experiencias – como contribuciones destinadas a superar las dificultades que acarrea el mundo globalizado de hoy. Rumanía y México seguirán siendo mano a mano siempre y cuando se trate de paz y seguridad internacionales, de desarme y solidaridad humana ■

Dejame un postit! | CorreoEmbajada de Rumania |Rumanía-México Relaciones |Articulo |05.10.2007