Índice general

BusWeb

Foro Transporte

Opiniones

Laboro

AMI cest l´enemi

Mis Viajes

Yugoslavia

O G M

Luna Llena

La Pecera

Consumidores

"La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido"- Milan Kundera

EL VALOR GEOPOLÍTICO DE YUGOSLAVIA Y EL "TERCER IMPERIO AMERICANO"

Por Dragos Kalajic

La actualidad del reciente juicio-farsa contra el presidente electo de
Serbia y Yugoslavia, Slobodan Milosevic, nos invita a repensar las claves de
la pasada agresión de la Alianza Atlántica sobre la Federación Yugoslava.
Dragos Kalajic, fundador y director del Instituto de Geopolítica de
Belgrado, dio lectura en su día de este artículo ante la Universidad de
Verano de Sinergias Europeas.



Son pocos quienes recuerdan aquélla declaración pública y oficial (repetida
después por Bill Clinton) del presidente americano George Bush - padre,
justificando la movilización total de las fuerzas americanas sobre el
territorio balcánico: "Serbia es un problema para la seguridad de los
intereses políticos y americanos de los Estados Unidos".



Que el fin último perseguido desde un principio fue la disgregación de
Yugoslavia no es una noticia nueva. La partición de la Federación fue
anunciada en su día por el entonces Secretario de Estado americano James
Baker en New York, el 18 de abril de 1992. El Secretario de Estado
consideraba que Serbia y Montenegro debían ser reducidos a un territorio aun
menor de la antigua Serbia anterior a la guerra de los Balcanes (1912-1913).
¿Por qué? La geopolítica nos ofrece la respuesta, y nos demuestra el enorme
valor del territorio yugoslavo en la estrategia antieuropea de los Estados Unidos y de su
pequeño caballo de Troya en la Unión Europea: la Gran Bretaña.
El espacio geopolítico en cuestión intercepta una serie de vías de
comunicación únicas, actuales y virtuales terrestres y fluviales, que
enlazan directamente la Europa Occidental, Central y Septentrional, con el
Sudeste Europeo y, más allá, con el Oriente Medio y el Mar Caspio.



Todo control hegemónico sobre este nudo de comunicaciones terrestres y
fluviales, comprendidos los oleoductos existentes y por construir, otorgaría
a un poder determinado la capacidad de interceptar las comunicaciones entre
los diversos extremos geográficos de Europa. Ya en los siglos XIX y XX la
geopolítica alemana comprendió el valor metaestratégico de estas regiones
del sureste de Europa. Los alemanes, bajo el primer Reich guillermino,
proyectaron la construcción de una línea ferroviaria capaz de enlazar
Hamburgo y Bagdad, el Mar del Norte y el Golfo Pérsico, lo que hubiese
supuesto un eje de coprosperidad para todos los pueblos que habitasen
alrededor de este eje. Tal proyecto perseguía esencialmente contestar la
hegemonía británica en el Oriente Medio, que descansaba en el monopolio
inglés del petróleo y de las rutas marítimas. Por estas razones, la política
colonial británica se empeñó en hacer fracasar el proyecto alemán, incluso
mediante acciones militares.

El dictamen del general Beck

El comandante en jefe del ejército austrohúngaro, el general Beck, en el
informe enviado al Consejo Imperial en 1895, señalaba claramente la
importancia geopolítica de Kosovo y de la Metohija, describiendo a la región
como la llave estratégica que permite el control de los Balcanes. La
potencia que alcanzase a controlar esta zona alcanzaría automáticamente la
posibilidad de controlar el espacio balcánico en su conjunto, con todas sus
vías de comunicación. El general Beck presentaba una prueba de orden
histórico: el Imperio Otomano no logró, tras la caída de Constantinopla, el
control de los Balcanes sino después de la victoria en la batalla del Campo
de los Mirlos, es decir, en Kosovo. En Versalles, los artesanos occidentales
que fabricaron Yugoslavia atendían a las mismas claves geopolíticas. Para
los aliados atlantistas, Yugoslavia debía servir como barrera antialemana y
antieuropea. La "Resolución sobre Yugoslavia", emitida por la logia del Gran
Oriente de París en marzo de 1917, saludaba al Estado aun por nacer como "un
dique de la civilización contra la expansión de la cultura pangermánica". La
Alemania actual, guiando de hecho a la Comunidad Europea y ejerciendo el rol
de moderador (y revelándose en todo lugar parcial e interesada) entre las
diversas repúblicas yugoslavas en el momento de la crisis separatista, se
apresuró a destruir el "dique" apoyando y legitimando las secesiones de
Eslovenia y Croacia.

Más tarde, en 1992, los Estados Unidos entraron en juego con la firme
intención de construir una alternativa ofensiva (y no solamente defensiva)
al "dique" antialemán y antieuropeo. Esta alternativa al rol que debían
representar la primera y la segunda Yugoslavias tomó el nombre clave de "La
Transversal Islámica", entre los nuevos geopolitólogos serbios actuales, o
"Tercer Imperio americano" entre sus homólogos de Washington.


El "Tercer Imperio americano"

La descripción más sintética del "Tercer Imperio americano" nos la ofrecen
dos redactores de la escuela estratégica de Washington, Michael Lind y Jacob
Hailbrum. Este nombre se debe a un artículo conjunto de los anteriores
aparecido en la edición del International Herald Tribune del 4 de enero de
1996, cuyo título es todo un programa geopolítico: "El Tercer Imperio
americano con los Balcanes como frontera".

Según los dos autores del ensayo, por "Primer Imperio americano" hay que
entender el control estratégico y económico de Mesoamérica y Sudamérica,
bajo las premisas de la doctrina Monroe. A él siguió el Segundo Imperio
americano, conquistado tras la victoria en la Segunda Guerra Mundial, bajo
la premisa de la doctrina de el "Destino Manifiesto": comprende Europa
occidental y el Pacífico. El último de estos imperios, el Tercero, aun está
en trámite de forja:

"Antes de considerar a Bosnia como la frontera oriental de la OTAN, hay que
considerar a los Balcanes como una frontera occidental de la expansión de la
esfera de influencia americana en dirección al Oriente Medio. De hecho,
hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial los Balcanes fueron considerados
parte de del Próximo Oriente y no de Europa (sic !!). El hecho de que los
Estados Unidos sean los sostenedores en exclusiva de los musulmanes bosnios,
frente a sus aliados europeos, refleja, entre otras cosas, el nuevo rol que
deben asumir los Estados Unidos: guiar una coalición informal de naciones
musulmanas desde el Golfo (el Golfo Pérsico, claro, N.dT.) hasta los
Balcanes. Toda esta zona que una vez estuvo bajo el dominio otomano
devendría así el espacio del Tercer Imperio americano". Así el "Tercer
Imperio americano" o "La Transversal Islámica" estaría constituido por una
cadena de naciones musulmanas o con fuertes minorías musulmanas que,
partiendo de la Turquía europea, atravesaría Bulgaria, Macedonia y Albania
para terminar en Bosnia y Herzegovina. Para garantizar y consolidar la
integridad territorial de esta cadena, es necesario el control del nudo
principal: Kosovo y Metohija.

El "Tercer Imperio americano" heredaría evidentemente las viejas funciones
estáticas del "dique" construido en su tiempo contra la expansión alemana y
europea en dirección al Oriente Medio y contra el avance de los rusos en
dirección al Mediterráneo, pero, además, adquiriría nuevas funciones
dinámicas. La primera intención de los estrategas de Washington sería
restablecer la hegemonía turca en los Balcanes, hegemonía presentada como
"factor inestimable de estabilidad", pero que en realidad tendría el fin de
forzar las puertas de la Unión Europea ante Turquía, lo cual tendría como
misión desestabilizar y finalmente desintegrar el mundo europeo.

Las visiones del geopolitólogo turco Nazmi Arifi.

Para comprender las intenciones turcas y el potencial explosivo de Turquía,
es necesario leer los textos de los geopolitólogos turcos, que expresan con
claridad sus intenciones de reconquistar los Balcanes e, inmediatamente
después, toda la porción que puedan de Europa, con la ayuda de los Estados
Unidos y de su propia demografía galopante. El influyente politólogo turco
Nazri Arifi, en varios números del diario "Preporod" (órgano oficial de los
musulmanes bosnios), en concreto en su edición del 15 de agosto de 1991,
describía claramente, con detalles sádicos, las consecuencias de una entrada
de Turquía en la Unión Europea: "Europa es consciente de la masa demográfica
turca, con una población potencial de 200 millones de habitantes
(comprendidos los turcófonos del Asia Central, a quienes Ankara asegura
directamente la ciudadanía turca). Es lógico pensar que Europa no se
opondría a Turquía. En el plazo de 10 años (después de la entrada de Turquía
en la UE), la mayor parte de la población europea será musulmana por las
razones siguientes: los pueblos musulmanes tienen una natalidad más elevada
que los pueblos europeos, las migraciones económicas provenientes del mundo
islámico se instalarán en una Europa de baja natalidad y propensa a la
conversión. Estos serán los hechos que, de buen o mal grado, Europa deberá
aceptar".

Opiniones paralelas a esta son constantemente confirmadas por las
posiciones oficiales y la retórica de los políticos turcos, desde Türgüt
Özal hasta el actual presidente Demirel. Todos estos políticos no dejan de
anunciar a los turcos y a los turcófonos que "El siglo XXI será turco, y
Turquía se extenderá desde la Muralla China hasta el Adriático". A lo cual
podemos añadir nosotros: "E incluso hasta el Atlántico".

El "Tercer Imperio americano" o "La Transversal Islámica" abriría la más
grande vía terrestre imaginable a las migraciones masivas provenientes del
mundo islámico hacia Europa, lo cual ocasionaría un vuelco demográfico y
cultural en el Viejo Continente. Es el escudo serbio quien impide la
islamización de Europa. Pero hoy, esa Europa legal, sierva de los ocupantes
atlantistas de los Estados Unidos, envía contra su escudo serbio bombas y
misiles, fabricados a despecho de un espíritu masoquista y suicida.

El futuro de Rusia.

La ocupación del territorio yugoslavo de Kosovo ha transformado la provincia
en una gigantesca base de la OTAN, que sirve potencialmente para atacar a
Rusia en una futura y probable guerra. Sería para ello fácil poner en escena
un nuevo "casus belli" que obligue a repetir una nueva "misión humanitaria".
Las aspiraciones turcas en Chechenia o cualquier etnia musulmana rebelde en
la Federación Rusa bastarían como pretexto. También sería fácil justificar
una agresión contra Rusia pretextando que su arsenal nuclear podría caer en
manos revanchistas -calificadas por la propaganda occidental de "fascistas"
o, lo cual es lo mismo, "nacional-comunistas". El escenario ya ha sido
imaginado por el gran arquitecto de la actual geopolítica americana,
Zbigniew Brzezinski, el autor del famoso "Plan Brzezinski", también conocido
como "cinturón verde", de acoso y derribo a la Unión Soviética mediante el
fomento del integrismo musulmán. El Gran Arquitecto actualmente evoca la
posibilidad de partición de Rusia en tres Estados, "fáciles de modernizar",
es decir: fáciles de ser expoliados en beneficio de la potencia mundialista.

La ocupación de Yugoslavia, mediante la instauración de un gobierno
fantoche, tiene por fin controlar, dominar y monopolizar todas las
comunicaciones terrestres y fluviales entre Europa y el Oriente Medio, así
como entre Europa y la regiones del Cáucaso y el Caspio. De hecho, el
objetivo principal de los bombarderos de la OTAN fue la destrucción de los
puentes sobre el Danubio, que interrumpió durante meses tanto el tráfico
fluvial como el acceso a las mercancías provenientes de la región póntica
(Mar Negro). La ocupación de Yugoslavia tendría como resultado inmediato la
interceptación del único pasaje libre y virtual hacia el Mediterráneo para
la economía rusa, ante el bloque turco del Bósforo, fiel vasallo tradicional
de las potencias anglosajonas.

La OTAN, con el concurso de la complicidad servil y masoquista de los
gobiernos europeos, intenta frustrar en Yugoslavia la posibilidad de la gran
alianza entre Europa Occidental y Rusia, la alianza deseada por nuestros
grandes maestros, Nietzsche y Dostoievski. En una perspectiva así lúgubre,
Europa no sería más que una provincia marginal americana y, a la postre, un
desierto tercermundista.

LA GACETA DE LAS VERDES PRADERAS

@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@
Magazine electrónico de Oposición Radical al Sistema Liberal-Capitalista
Por la conjunción y superación del pensamiento de Derecha e Izquierda
@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@@

Edición y Dirección R. Saavedra
Nº 2.

La OTAN destruye Kosovo para salvarlo.

Sorry, no english translation planned in the near future, try Altavista:translations

Durante los últimos 10 años , la administración Clinton se ha dedicado a ampliar las alianzas  militares de EE.UU. en Europa y a intensificar las actividades militares en Oriente Próximo,  al tiempo que promovía los intereses de las multinacionales Estadounidenses.
Los resultados son sorprendentes: la OTAN se ha ampliado hasta la frontera Rusa, Europa Occidental es un socio subordinado en la Alianza y el dominio de Wall Street está relacionado directamente con la gran ofensiva de Washington  para crear un imperio político y militar.

El ascenso del imperio de EE.UU. ha llevado a Clinton a recurrir a las acciones unilaterales  y a la manipulación de las llamadas Organizaciones Internacionales.

Clinton ordena a la OTAN bombardear Yugoslavia, y sus colegas europeos se cuadran de inmediato.

La guerra en Yugoslavia solo puede entenderse como parte de una expansión generalizada del  poder de EE.UU. Su ofensiva para destruir cualquier competidor en la lucha por el poder es incontenible  ahora que Washington es la única potencia Mundial.
Clinton ha conseguido subordinar a los regímenes de Europa Oriental  ( Polonia, República Checa y Hungría ) bajo el dominio de la OTAN.
Ha integrado a España y Grecia como colaboradores dóciles.
Turquía e Israel constituyen la base de la supremacía de Washington en Oriente próximo.

Con el fin de consolidar su imperio, EE.UU. ha creado pequeños estados,  ha brindado apoyo económico a políticos y  ha emprendido acciones para eliminar a cualquier adversario en potencia.
Milosevic era un obstáculo, y los albaneses podían ser utilizados para socavar el poder   del líder Serbio.

Una Maquinación.

La fuerza militar ha sido el instrumento político favorito de Washington.
El apoyo a grupos de combatientes locales fue el sello de distinción de la administración Reagan.
Clinton ha hecho lo mismo en Kosovo.
La idea de una nación Kosovar es una maquinación de Washington, así como lo es el argumento de que EE.UU. está interveniendo por razones humanitarias.

En primer lugar, ningún analista objetivo puede tomarse en serio que el bombardeo   es un acto humanitario. Algunos de los más cercanos aliados de Washington son mucho más opresivos  con sus propias minorías.
Por ejemplo, Turquía encarcela a todo aquel que HABLE de la autonomía Kurda.

La verdadera naturaleza de la política imperial de Washington ha sido manifestada   descaradamente por el jefe supremo de las fuerzas de la OTAN, el general Westley K. Clark:
" De forma sistemática y progresiva vamos a atacar, desorganizar, degradar, devastar y,  a menos que el presidente Milosevic cumpla con las exigencias de la Comunidad Internacional
( léase Washington ) vamos a destruir sus fuerzas. ( el paréntesis es mío ).

DESTRUCCIÓN O SUBORDINACIÓN, esta es la alternativa que el monstruo imperial ofrece a   los gobernantes Europeos desobedientes.
La restablecida supremacía de EE.UU., el relativo declive económico del Japón y de Alemania ,  y la neutralización de Rusia han alentado a Washington a intervenir militarmente en Europa, a trazar nuevas fronteras, a extender y profundizar sus alianzas militares, a desafiar las normas y regulaciones comerciales y a imponer su propia interpretación del libre comercio.

Samuel Berger, asesor de Clinton, ha justificado la intervención en la política interna de  Yugoslavia.
Cuando le preguntaron si los ataques establecían un precedente para futuras intervenciones  en guerras civiles, Berger contestó:
" Dependerá de si están en juego o no los intereses de EE.UU., así como sus principios".

Este reconocimiento por parte de Berger de que " los intereses de EE.UU."
( que ahora incluyen los de las multinacionales norteamericanas y las alianzas militares,   entre otros ) son predominantes, significa que Washington rechaza la independencia y  la soberanía de todos los países.
La doctrina de Clinton ha vuelto ha interpretar el Mundo de acuerdo al pasado colonial:
WASHINGTON TIENE EL DERECHO DE ATACAR A CUALQUIER PAIS
CUYA POLITICA SE OPONGA A SUS OBJETIVOS IMPERIALES.

James Petras, es profesor de ética política en la universidad de Binghamton (EE.UU.)

El Mundo, página 6.
7 de Abril de 1999.

Sorry, no english translation planned in the near future, try Altavista:translations


[ Yahoo! ] options

emíliame