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Había una vez un rey y una reina que anhelaban un hijo. Año tras año esperaron y por fin tuvieron una hija a la que llamaron Aurora. Llenos de regocijo, los reales padres pidieron a siete hadas que fueran las madrinas de la pequeña princesa. Ellos sabía que si cada hada le daba un regalo a la niña, como era costumbre, al crecer sería la princesa más perfecta de todo el mundo.
A la fiesta del bautizo, a cada hada madrina se le dio un plato, cuchillo y tenedor de oro macizo. Pero en cuanto los invitados se sentaron, una octava hada fea y arrugada por la edad, entró en el salón. Nadie la había visto durante cincuenta años y por eso no había sido invitada. El rey no le pudo dar un plato, un cuchillo y un tenedor de oro porque solo le habían hecho siete, y el hada vieja protestó, creyéndose insultada. Para prevenir cualquier maldad del hada vieja, el hada más joven guardó su regalo para el final y se escondió.
El festejo empezó y las hadas presentaron sus regalos a la princesa. La primera le dio el don de la belleza; la siguiente, sabiduría. Las otras hadas declararon que sería elegante, una bailarina soberbia, una cantante maravillosa y un músico diestro. Entonces el hada vieja gruñó: "¡La princesa se pinchará el dedo con un huso y morirá!". Entonces el hada más joven se adelantó y dijo: "¡La princesa no morirá! Cuando se pinche el dedo caerá en un profundo sueño. Dormirá cien años, entonces un príncipe vendrá a despertarla". Esto no fue suficiente para el rey. Ordenó que cada huso fuese quemado, y la princesa creció a salvo de peligro. Un verano, el rey y la reina la llevaron a un castillo en el campo. En lo alto de una torre encontró una pequeña habitación. Había una anciana sentada, hilando hilo, usaba un huso y una rueca. La anciana desconocía las órdenes del rey. Ansiosa por probar, la princesa alargó la mano. Pero cuando cogió el huso, se pinchó el dedo y cayó desmayada... Sus ojos estaban cerrados, pero sus mejillas eran rosadas y respiraba suavemente. En vano intentaron despertarla. Finalmente el rey ordenó a sus sirvientes que la llevaran a la sala más bella del castillo.
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