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"Razones para construir juntos" | |||||||||||||||||||||
Revista electrónica semanal, Puebla, México, año 1, núm. 3, 5 de septiembre de 2004 | |||||||||||||||||||||
Política - Sociedad - Cultura | |||||||||||||||||||||
Política | |||||||||||||||||||||
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LAS DOS MARCHAS Jorge Navarro La primera marcha tuvo otro gran defecto, carecer de "rostro" y de "figura". La sociedad civil somos todos y no es nadie. No hubo orador, no hubo proclamas, todos podían atribuirse el mérito, pero al mismo tiempo no era de ninguno. Entre las denuncias de la izquierda y los pudores de la derecha, la primera marcha se "desfiguró" a si misma. Tenemos la otra. La segunda marcha, la "del desafuero", llena de defectos o al menos de dudas: es una marcha que quiere dirimir en la calle lo que debe ser decidido por las leyes y las instancias jurídicas apropiadas. Es una marcha que deja el mensaje de que el poder para movilizar masas es garantía de impunidad. La segunda marcha abre para algunos analistas un mal presagio de lo insano del populismo y la construcción de la figura de un nuevo "caudillo" o dictador. La segunda marcha destapó la verdadera vocación de Andrés Manuel a hacer segundos pisos. Quiere construir un segundo piso del "echeverriato". De la segunda marcha no se pueden cantar loas a la "blanca e impoluta" sociedad civil, porque fue un acto partidario, un desplante y un desafío político. Y de los partidos "grandes" el que menos votos recaba, el que técnicamente representa menos a la sociedad, se yergue a base de populismo y demagogia como el "mas fuerte", en el que puede paralizar la capital del país. Es paradójico que la vocación democrática del PRD no pase precisamente por el balance de las urnas, sino por los desplantes de poder en el centro, no sólo político, también simbólico de México. La segunda marcha es la del partido que ha sido más exhibido como corrupto a través de los medios de comunicación, que se ha deslindado aparentemente de tales actos de corrupción, pero que no los ha combatido ni parece estar interesado hacerlo. Tantos defectos, sin embargo no pueden opacar, la que quizá sea su única virtud. La segunda marcha esta llena de señales "simbólicas" y se ha pronunciado con el lenguaje que el "imaginario colectivo" capta, aunque no lo entienda. Y no necesita entenderlo. Es una marcha con "rostro" (AMLO), que exalta "una figura" (El peje de gobierno), que tiene una palabra que "convoca", que ofrece "salvación" (en veinte puntos), que defiende del "enemigo" (los del compló: nombrables e innombrable incluidos), que exorciza los demonios internos (todos los lideres -presentes, menos El Moral: ¡que inmoralidad!-). |
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Tomado de El Universal, 30-ago-04 | |||||||||||||||||||||
Los que creen en la eficacia -y de eso están llenas las cabezas neoilustradas de los profesionistas y de los ejecutivos que están arribando a la política- se han confiado a la racionalidad del discurso estratégico y de la acción planificada. Siguen creyendo que la racionalidad instrumental no puede sino producir efectos racionales y más eficacia. Pero se equivocan, porque también existen los "efectos perversos" en la acción racional y porque los factores irracionales que se mueven con holgura en el mundo de los mitos (geniales o tabasqueños), casi siempre son más eficaces. Estoy convencido de que el triunfo de Fox, no se definió sólo por su campaña mediática, sino por haber logrado instalarse en el imaginario social. Ese es el lugar que le está disputando el "nuevo héroe". Y la segunda marcha parece haber dado el paso más agresivo en esa lucha. ¡Jaque! Si la primera marcha quiso ser sólo un desplante de poder, ya tuvo, en la segunda, su respuesta que es otro desplante. Si la primera marcha quiere construir debe mostrar las razones. O mejor, mostrarse como propuesta razonable para todos. En el fondo no trato de denunciar un fenómeno de la manipulación mediática, se trata de algo más complejo, ya que el ser humano es un "animal simbólico". El gran inquisidor de Dostoyevski dice que los hombres prefieren el pan a la libertad y están dispuestos a vender su libertad por la seguridad del pan. Y este es el riesgo que prevalezca la irracionalidad y la seducción del poder como el gran dador del bolillo, sobre el deseo de libertad, que no puede gestionarse como dádiva del poder. [El autor es profesor de la Facultad de Filosofía de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) y miembro del Aula Angelopolitana de la ciudad de Puebla] |
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