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PASAJERO NO. 1


Jalisco. El autobús viaja a cien kms. por hora. A la derecha se desliza un bosque de cactos grandes, a la izquierda la carretera parte el panorama y el bosque de robles inunda el campo hasta alejarse al fondo. Vamos pasando por un grupo de géisers naturales llevados por el viento, alcanzan a mojar mi parabrisas y enciendo el expulsor de agua. "Chamaco travieso, mete la cabeza, el géiser es de agua salada". Inmediatamente de gritarle al niño que va conmigo en el asiento de atrás, un poderoso golpe en el tumba burros llena de rojo mi parabrisas.

- ¡¡CHINGUE… A SU M…!! ¡¿A QUIEN MATÉ?!

Inmediatamente detengo el autobús y abro la puerta de volada. Desciendo esperando que haya sido un animal o una vaca. Camino a los costados, toda la carretera está llena de sangre, camino unos veinte metros hasta donde no hay más mancha. Pero nada. Le grito al chamaco que se baje a ayudarme. "¡Muchacho!, ¡canijo chamaco te estoy hablando! Como no lo veo tengo que ir a buscarlo a él también cuando caigo y me resbalo sobre el charco de sangre y tengo ganas de vomitar; "¡guac!", mientras no sepa de quién es esta sangre, puedo pensar que es del mismísimo demonio. Me levanto estilando de rojo y me limpio la cara, camino seis pasos al camión y bajo la mirada, ¿qué diablos es esto?, parece una mandíbula o algo así, la recojo y sigo averiguando. Sobre el autobús también escurre sangre, ¿a quién pude haber atropellado?. De una vez por todas subo al bus y le grito al niño. "¡Niño tonto!, no es momento de estar jugando", pero de pronto los ojos se me abren como cuando uno se está ahogando...

- ¿Quién es usted?. ¿Qué diablos está haciendo en mi autobús?, ¿dónde está el niño?.  ¡Bájese de ahí!
- ¿Por qué no te fijas cómo conduces?, por poco y me mataste.
- Pero!...
- Cállate, sube al camión y maneja.

Quién se creé este imbécil para darme órdenes, tomo vuelo con la mandíbula y le disparo un golpe, el tipo la esquiva y me inyecta sus dedos en los ojos, caigo, el tipo corre al volante y enciende el motor. "¡Ahora si te cargó la chingada!". El bus acelera, no entiendo la velocidad pero se escucha el viento afuera jalando de la lámina. "Escuincle, ¿dónde estás?, ¡¿DONDE ESTAS?!" 

- ¡Bah!, cállate ya, el niño quedó desparramado en la carretera...
- ¡No puede ser! Estoy seguro que el niño iba conmigo... ¿dónde está? ¡Baja ya la velocidad, ¡QUE ME ESTÁS ASUSTANDO!
- Y pensar que te sientes muy fregón con ese físico de trailero barato...
Me levanto, quiero ver. A punto de lograr caminar me arrastro hacia adelante...
- ¡Mira!, allá viene un trailer, ¿qué te parece si nos estrellamos de frente?...
- ¡NOOOOO!
- Mira que nos estamos acercando... cuchi, cuchi... y mira quién viene manejando. Se parece a un niño...
- ¡¿Qué!?
Como puedo, intento golpear insistentemente su cabeza con la mandíbula, estoy recuperando la vista. El maldito volante no da vueltas, este tipo lo tiene trabado.
- ¡Hijo de la chingada!, no ves que nos vamos a estrellar!... -Le digo mientras sigo intentando detenerlo.
- ¡Papá, despierta!, ¡PAPA NOS VAMOS A ESTRELLAR!, ¡¡PAARAAAAAAAAAA...HH!

El autobús se incrusta cara a cara con un trailer, suelo radiante inundado de sangre, parabrisas destrozado y dos cuerpos desparramados a lo largo de la carretera. Fin de la pesadilla.

(Dedicado a Gerardo Lugo)
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