las instrucciones del sobre que ya había abierto. Ahí se aseguraba que "el hombre del estómago" aparecería entre la efervescencia, y que de inmediato iniciaría un viaje por todo su cuerpo, hasta llegar al cerebro y contarle El Secreto. Mientras el muchacho esperaba, leía el contenido del sobre que le faltaba por abrir. Ahí decía: "Detergente biodegradable con duración semiperpetua y alambrito circular para hacer bombas de jabón y duendes". “Ya voy subiendo, ya voy subiendo”, decía el hombre mientras el niño caminaba a la cocina. “Ya voy en el cuello, ya voy en el cuello”, decía pujando mientras el niño veía la tele. Pasaron las horas, y el niño por fin dejó de sentir las agruras del principio, ansiaba desesperado que pronto comenzara el juego. Se sentó en una silla y aguardó un rato. Ahí esperó y esperó aún más. Ya había salido a jugar a la calle y regresado, ya había terminado la tarea y casi cenado. Entonces ya cansado de desesperar, abrió el sobre que faltaba de un extremo y vació el detergente en un frasco para diluirlo en agua. Todo estaba listo para que al pasar un ligero soplido por el aro, empezaran a salir las bombas de jabón. El niño terminó de esperar sin señales de que sintiera al hombre en su cerebro, y ya nada le importó, así que comenzó a mojar el aro en el frasco para revolver el agua jabonosa y se acercó al arito para comenzar a soplar. Estaba a punto de crear la primera esfera, cuando de pronto el hombre que esperaba apareció entre sus neuronas. - ¡Espera!, no lo hagas... Oye, ¡qué rebuscado tienes el cuerpo, casi me pierdo en la aorta por llegar hasta acá! De un susto el niño casi hace tirar el frasco al piso. Entonces, perdiendo la mirada y sin pronunciar palabra le dijo al hombre con el pensamiento: "¿Por qué te tardaste tanto?" - Bueno, ¿quieres saber o no dónde están los duendes?... - ¡CLARO QUE SI! Entonces el pequeño se sentó en un banco y el hombre en una neurona. - Pues resulta que los duendes están en otra dimensión, y su puerta de entrada es el arito que tienes en la mano... Espera, ¿si lo traerás en la mano, verdad? Lo digo porque me da flojera ir hasta tus ojos para comprobarlo en persona... - Si, tengo el arito en mis manos! - Bueno. Como te decía, los duendes aparecerán en las burbujas, pero estarán encerrados en ellas. En eso consiste el juego, en que tú los verás actuando para ti y haciéndote gracias y bromas desde cada una de sus burbujas; pero si las bombas revientan, ellos desaparecerán y dejarán de existir para siempre. Lo principal de este juego es que tú pongas atención a lo que te digan, porque ellos te pueden contar grandes secretos en el poco tiempo que dure cada burbuja flotando en el aire. Por ejemplo, yo mismo te puedo adelantar un secreto, ¡mmm!, algo así como... ahh, ya sé, ¿quieres saber en qué momento y lugar del universo se reunirán a platicar Mahoma, Buda, Cristo, Confucio y otros profetas?... Ah, pues eso te lo van a decir y vas a conocerlo, que todo lo que te digan será verdad. ¡Ah!, pero ten cuidado. Este juego tiene un defecto de fabricación, y para ello, si así lo prefieres, puedes usar la garantía que viene adentro para que te lo cambien por otro donde lo compraste. - Dime ese defecto. - Es un secreto, pero si quieres saberlo, entonces yo te recomendaría que no lo cambies… - Si no lo cambio ¿cuándo lo sabré? - Cuando notes que una burbuja truene y no desaparezca su duende. Ese es el defecto. - ¿Un duende que no desaparece? ¡qué bien! - Ajá. ¡Ah!, pero aquél duende también tendrá otro secreto, ¿eh? Ese secreto si que no te lo voy a contar, porque ni yo mismo lo sé. Bueno, me voy, he cumplido con la tarea encomendada para promocionar este producto. Si te dan ganas de hacer pipí, no te aguantes, ¿eh?, que yo me voy por ahí, ¡je, je! - ¡Oye, espera! - Adióoooooos! - ¡Oye! El hombre duende dio varios saltos y se aventó al tobogán de una vena para perderse para siempre. Poco después, el niño comenzó a tener ganas de orinar, y enojado se aguantaba para que el duende le dijera el secreto; pero fue imposible, tuvo que ir al baño y el duende le dijo adiós. El pequeño comenzó a llorar, pero rápidamente recordó que ya podía jugar con sus bombas y burbujas. Corrió a tomar el frasco, sopló y las esferas flotantes comenzaron a salir... Era curioso, las primeras bombitas no traían consigo hombrecillos, en su lugar había canciones, pero el niño se contentó cuando uno a uno, los duendes comenzaron a aparecer y ya le saludaban mientras desaparecían cuando tronaban sus burbujas. - ¡¡HOOOOLA!! -Pum! - ¡Estamos! -Plof! - ¡Encerrados! -Pam! - ¡Gracias! -Pof! - Por darnos... -Puc! - ...un poco... -Tam! - ...de existencia. -Pin! Cada uno hablaba y existía solamente lo que el tiempo de su burbuja alcanzaba a resistir, y el niño reía por las piruetas que ellos alcanzaban a hacer y los chistes que tenían tiempo de contar mientras flotaban en el aire. Pasaron los días y el niño seguía divirtiéndose mientras corría por el jardín, por la casa, en la azotea haciendo grandes bombas con duendes gigantes que llegaban hasta la calle. - “¿Quieres saber cuándo se abrirá un círculo dimensional?, dentro de doscientos años en el norte de Alaska, y por ahí entrarán extraños seres a visitar la tierra…” -Plof! - “Dios demostrará por fin que existe científicamente dentro de 14 años…” -Taz! - “En el fondo de un abismo de 14 mil metros de profundodad en el Océano Pacífico existen escondidas dos esferas que contienen toda la sabiduría de una civilización que existió hace treinta mil millones de años antes del big-bang - Plop! - “Dentro de 130 millones de años se realizará la segunda formación espontánea de vida en la Tierra, completamente independiente y diferente a la primera que se realizó hace 1000 millones de años y que es la que hizo que todos nosotros existiéramos” -Taz! - “En el interior de un diamante de África, existe un cubo dimensional que te convierte en diferentes especies de diferentes partes del universo. Puedes ser muchos entes al mismo tiempo y sentir cómo son y cómo piensan, todo lo que sueñan y cómo son sus civilizaciones - Clap! - “Todos tus antepasados y futuros parientes podrían cobrar vida y reunirse todos juntos si bebes de un manantial que se encuentra a diez millones de años luz, en el planeta Trantum. El código genético que tienes puede desplazarse ahí en espacio y tiempo” - Rap! - “Podrás usar la nave que te llevaría a ese extraño planeta, si logras robársela a un extraño ser viajero solitario que pasará cerca del planeta Sedna dentro de dos años” - Pum! - “Morirás en och… - Plof! - Espera, ¡dímelo, quiero saberlo! Esa bomba tronó antes de tiempo y no alcanzó a decirlo. Los meses transcurrieron, y el niño no se había olvidado de lo que le dijo el duende principal; parecía que el defecto del juguete no quería aparecer. Ya habían pasado los años cuando ese juego estaba ya descontinuado y pasado de moda. Los niños ahora jugaban al trompo de gnomos y al yoyo de nahuales. Mientras el niño ya era casi un jovencito, seguía jugando a las bombas con su juego muy duradero y casi perpetuo. Entonces el niño se hizo joven, y el joven se hizo adulto, y el adulto hombre viejo. Habían pasado tantas vueltas al reloj, tantos calendarios y tantos años, que el anciano ya casi se había olvidado del defecto de su juego, y cada año daba algunos soplidos para producir una que otra bomba de jabón. Los duendes, en solidaridad con su dueño, también ya eran ancianos. - “Si vives lo suficiente, llegará a ti una esfera donde podrás hacer realidad toooooodo lo que te hemos dicho…” - Plaf! Un día el ancianito se enfermó, y a su cama un nietecito se le acercó. - ¡Abuelito! - Mijo, tengo algo que enseñarte; abre aquel cajón y saca un frasquito de jabón que tiene un arito... - ¡Ahhh!, ¡para hacer burbujas! - Sóplale... ¡¿ves los duendes? - No abuelito. Entonces el viejito comenzó a sentirse mal. Pidió al niño que le acercara el aro a la boca, y con el último respiro construyó una gran bomba que flotó casi hasta tocar el techo. - ¿Y el secreto?... - Dijo el anciano cuando la burbuja tronó. - No te preocupes… podrás hacer realidad todo lo que te hemos enseñado… Soy el duende que no desaparece… Soy tu guía y pronto viviremos juntos tú y yo aquí en mi cuerpo… -Pero… El niño sólo vio que su abuelo se quedó dormido. El duendecillo salió de su burbuja y brincó hasta caer sobre su pecho. Corrió a la cara y cerró sus ojos. |
ESFERAS FLOTANTES El pequeño niño se sentó en el piso y abrió la caja. En ella había dos sobres cerrados de papel, el más chico de ellos contenía una pastilla en forma de cápsula. Las instrucciones recomendaban algo extraño: "Tómese con un vaso de agua y deje que haga burbujas en el estómago". Asustado, el niño se quedó quieto cuando sintió agruras en su panza, era como si le hirviera todo lo de adentro, estómago, intestinos, el mismo cerebro. Mientras una de sus manos le sobaba el ombligo debajo de la camisa, con la otra sostenía |
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A. O. G. |
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