...desde chiquito 
era mi ilusión 
ser luchador...'



Kid Guerrero vs El Hijo De La Portera

_______________________________Rosa Carmen Ángeles.

KID GUERRERO (ERNESTO BELTRÁN), LUCHADOR TÉCNICO:

Conocí a Francisco Vázquez en unas vacaciones de la escuela secundaria; yo tenía 13 años y él era un chamaquito más o menos de mi edad. Como desde chiquito era mi ilusión ser luchador, mi papá me cumplió el capricho de llevarme a entrenar lucha olímpica con el profesor Amaro en el Club Atlético Ham Lee. Francisco, Pancho, Vázquez ayudaba a su papá a hacer la limpieza del gimnasio, y a mí me daba envidia que él ya hiciera “resortes” y diera saltos mortales y yo no. Me preguntaba a mí mismo entonces: ¿Cómo es posible que el chavo de la limpieza haga todo eso y yo no?” Entonces dije: “Me voy a poner a entrenar y lo voy a superar”. Como después de las vacaciones tuve que regresar a la escuela, me retiré de la lucha olímpica y volvía regresar ya cuando tenía 16 años. Como pude darme cuenta de que Pancho Vázquez, con el tiempo, se había convertido en un muy buen luchador, lo invité a que formáramos equipo. Y así fue como nos convertimos en Los Kids Guerreros. Debutamos como luchadores oficialmente en la Arena Naucalpan, a la que consideramos nuestra casa. Empezamos como técnicos y posteriormente nos pasamos al bando de los rudos. Así estuvimos un tiempo hasta que llegó el día en que consideramos que sólo uno era el que se tenía que quedar con el nombre y le dije: “Oiga pareja, ¿no le parece que ya somos muchos Kid Guerrero? Si hay un hijo del Santo, un Hijo del Blue Demond, ¿por qué usted no se cambia el nombre y se pone el de El Hijo de la Portera? Ya estuvo suave que seamos dos que nos llamemos igual”. Aquí fue donde se empezaron a calentar las cosas... Hasta que hubo primero un enfrentamiento mano a mano y luego otros en tercias, y posteriormente decidimos que íbamos a jugarnos la caballera; lucha que él aceptó, y finalmente lo rapé. Estando Pancho ya pelón y no teniendo más que apostar, decidió que ahora sí se jugaría el nombre: “Aquí nomás va a haber un Kid Guerrero, dos ya son muchos. El que gane se queda con el nombre de Kid Guerrero, dos ya son muchos. El que gane se queda con el nombre de Kid Guerrero, y el que pierda se queda con el de Hijo de la Portera”, y es así como están las cosas. Estoy seguro de que él va a decir que es mejor que yo, y que si perdió nombre y cabellera fue por pura chiripada; pero yo creo que ya es hora de que vaya inventando otro cuento. De puro miedo que me tiene se ha de morder las uñas...

Nosotros hemos trabajado en arenas como las de la Pista Revolución, en arenas que maneja la bolsa de trabajo del Consejo Mundial de Lucha Libre. Antes de ser luchador estaba yo estudiando contabilidad. Lo hacía para darle gusto a mis papás, pero como mi inquietud eran las luchas, pues ahí la dejé. Yo de chico admiraba al Mil Máscaras; siempre lo vi como atleta ejemplar y quería ser como él. Pienso que los sueños, cuando tiene uno fe en ellos y lucha por alcanzarlos, se vuelven realidad: yo me acuerdo que veía luchara a Kimba, a El Ángel Blanco, a luchadores que eran estrellas, y me decía: “Algún día yo he de estar luchando con ellos, haciendo pareja con ellos”.

Hasta que el sueño se cumplió. Ahora he sido pareja y rival de algunos y creo que me he comportado a la altura. Yo sé que mi madre acepta más a la fuerza que otra cosa el que yo sea luchador.

AHORA HABLA EL HIJO DE LA PORTERA (FRANCISCO VÁZQUEZ) LUCHADOR RUDO:

Yo nací en Tacuba, que es un lugar histórico, de abolengo, donde se le salieron las lágrimas a Hernán Cortés, no es una de esas colonias nuevas que andan por ahí, sin historia y sin porvenir... Después me fui a vivir a la colonia Martín Carrera, pero con el tiempo mis padres emigraron a Jamaica, hasta que después llegamos a Inglaterra, a unas cuadras, aquí adelante, en la colonia San Simón. Yo sé que Beltrán (Kid Guerrero), ya desde que éramos niños me admiraba. Lo supe desde el primer momento. Cómo no ha de ser, si yo soy muy superior a él. Eso de que me rapó y de que me dejó hasta sin nombre, fue de pura chiripada: un golpe de suerte. Yo de niño nunca quise ser luchador; a mí lo que me gustaba era el futbol. Pero me di cuenta de que en el fut nunca iba a poder hacerla, porque en una temporada estuve jugando y entrenando mucho, y en 15 partidos que jugué metí nueve autogoles. Eso sí, fueron goles espectaculares, nadie los metía como yo; lo malo es que todos eran contra mi portería. Yo ya trabajaba aquí, ayudando a mi padre a limpiar el piso, cuando a los 12 año me decidí a ser luchador. En esta profesión me introdujo el Villano I, un luchador con mucho cartel allá en Japón. Como de niño era yo muy flaquito creí que no tenía facultades para las artes marciales, me daba miedo la lucha. Hasta que varios luchadores que venían aquí a entrenar me empezaron a invitar y a enseñar secretos. Y como descubrí que tenía cierta facilidad para echar maromas y torcele los brazos al prójimo, empecé a meterme de lleno al mundo de la lucha libre. Yo bien que me daba cuenta que Beltrán (Kid Guerrero) me tenía envidia, pero aún así, en buena onda, me porté gente con él y le empecé a enseñar, ¿y todo para qué? Para que me quitara hasta el nombre y ahora tenga que llamarme El hijo de la Portera. Beltrán (Kid Guerrero) ha sido chueco conmigo, hasta cuando hemos trabajado juntos. Un día sucedió que, haciendo pareja –-ambos ya éramos luchadores técnicos--, estábamos luchando y como, pues, él tiene su pegue con las muchachas, se le acercó una niña y le pidió un autógrafo. Y ahí está él, dando autógrafos, mientras que a mí, los contrarios ya estaban estrellándome y metiéndome una zapatiza. Y él firme y firme autógrafos. Y que no diga que no porque incluso lo tengo filmado. Ese cuate se cree la gran cosa: ¡Huy sí, el Spiderman! Nada p’s que; cuando mucho pura Mujer Maravilla... En cambio yo, admiro todo lo mexicano. Desde niño quise ser como Pancho Villa. Beltrán (bueno, Kid Guerrero) y yo hemos estado como compañeros, como enemigos, como técnicos y como rudos. Ahora él es técnico y yo soy rudo, por lo cual ya no podemos ser pareja.

Golpes duros, he recibido muchos. Como, mire, este dedo ya está muy sentido, a cada rato se me zafa, pero ya nada más lo agarro, le doy un jalón y lo acomodo, ya está muy amolado. Una vez que me caí se me alcanzó a cuartear la cabeza. La verdad es que si uno no está adolorido, uno no está feliz. Como luchador, yo tengo muchas satisfacciones; como haber trabajado con los Scropios, con El Ojo de Tigre, Los Ángeles Blancos; gente de renombre que parecía que me iba a poner una barrida y hasta a borrar de la cancha y hasta del mapa, pero que ya, a la mera hora, estando junto a ellos, la pude librar muy bien. Yo estudié hasta el tercer semestre de bachillerato técnico, pero como mi vida eran las luchas y yo soy rudo de corazón, ya no quise ir a la escuela. Entonces cursé algo que podría se lo que en luchas sería el kinder: el acondicionamiento físico; la primaria es: la lucha olímpica; la secundaria es: la lucha grecorromana. La media superior sería saber poner una llave y saber quitársela. Hasta que finalmente, como servicio social, empezamos a “ranchear”: a andar en pueblecitos, a andar en arenas. Todo esto dura alrededor de cuatro o cinco años.

Rosa Carmen Ángeles

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