"UNA EXTRAÑA VISITA"
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- "Cómo dices que estás sola y esa niña quien es?, le replicó.
- "No sé Charo, no sé de quien se trata, vayamos a ver"
Lentamente caminaron los escasos metros que separaban los ambientes, cautelosamente asomaron sus cabezas por el umbral de la puerta. No había nadie.
- "Que miedo María Elena, que miedo, pero la vi te lo juro, es una niña que jugaba, hasta nos miró te diste cuenta?
- "No te vayas amiga, quédate hasta que venga Tomasa', le suplicó, "no quiero quedarme sola, por favor."
- "Claro que me quedaré, pero salgamos al jardín. Acá no me quedo un minuto", más le respondió, "afuera estaremos mas tranquilas, pero quien puede ser?"
            Le narró lo que le había contado su esposo de los hechos ocurridos la noche de la tormenta.
- "Tienes que bendecir tu casa amiga, ve a la iglesia y trae agua bendita, riega hasta el último rincón, ya verás que esto pasa."
Sacaron al bebé y lo colocaron debajo de la sombrilla de la mesa de camping. Ellas tomaron asiento y tocaron temas variados para olvidar el incidente aunque de vez en cuando dirigían sus miradas hacia el interior. Pasaron tres horas y sintieron abrir la puerta. Era Tomasa que regresaba bastante preocupada por su demora.
- "Señora discúlpeme pero las colas eran largas, he venido volando, ahora me pongo a preparar el almuerzo."
- "No le digas nada", le dijo María a su amiga, "es muy nerviosa. Si le contamos lo que acaba de pasar ya no querrá entrar a su cocina, dejémosla a ver que sucede."
             No volvió a ocurrir nada más. La amiga se despidió después de comer y ambas sonrieron al despedirse. - "Tranquila hermana, reza bastante y verás que nada vuelve a ocurrir."
Por la noche en su acostumbrada charla le comentó lo sucedido a su esposo.
- "Te lo dije chola", le contestó, "estaba en lo cierto, ¿A quién podemos acudir? ¿Qué podemos hacer?"
- "Averiguaré", le dijo ella, "una amiga de mi madre conoce de estas cosas, se contacta con brujos y adivinos, es muy creyente, fíjate que antes de ejecutar algún proyecto personal ó de su negocio consulta con su maestro. Así lo llama, si él no está de acuerdo, ella no lo lleva a cabo, en estos momentos llamo a mamá."
Concertaron acudir de inmediato a ver a la amiga. Se llamaba Norma. Era del norte y como la mayoría de los oriundos de esa parte del Perú, específicamente de Piura, creía mucho en "mesadas" y "amarres", gastaba mucho dinero en sus sesiones espiritistas. Era dependiente de augurios y vaticinios. Pasaría por la casa de mamá, la recogería e irían a consultar a la amiga, ella los conectaría con el "chamán" ó quien quiera que sea.
Al día siguiente apenas salió su esposo a trabajar, dejó a Omar al cuidado de Tomasa y le pidió que no se separe de él, que no demoraría. Como pretexto le dijo que mamá estaba enferma, iría a darle un vistazo y regresaría de inmediato.
- "Vaya tranquila señora, no se preocupe", le contestó.
El taxi ya estaba esperándola en la puerta y marchó a su destino. Chela ya estaba lista. Apenas escuchó el claxon salió a su encuentro y abriendo la portezuela del vehículo se sentó al lado de su hija.
- "Es preocupante lo que me dices, pero todo se despejará dentro de un momento, no estés nerviosa, dice Norma que ésta persona es muy efectiva."
Llegaron a casa de la amiga. María Elena bajó y tocó el timbre. Escuchó unos pasos y al abrir la puerta reconoció a Norma. Habían coincidido en alguna de las fiestas familiares. Se saludaron y las tres se acomodaron en el asiento posterior, el chofer preguntó que a donde irían. "Al Rímac", le contestó Norma, "al Jirón Pizarro 789, para allá nos vamos."
El vehículo dio vuelta en U para dirigirse en esa dirección, el conductor miraba por el espejuelo a las tres mujeres, sonreía por el tema que estaban tratando, por respeto no intervenía, sólo se dedicaba a escuchar.
            El barrio era populoso. Tuvieron que sortear a los futbolistas que convertían las calles en canchas de fútbol, miraron la numeración y le pidieron que baje la marcha pues estaban a una cuadra de la casa. Lentamente el taxista se cuadró en el número indicado. Pagaron y bajaron, repararon que no había timbre. Con la palma de la mano Norma tocó fuertemente la puerta. "Hay que tocar así, por que ella para al fondo de la casa, a veces dando baños de florecimiento a sus clientes, ojalá haya escuchado y nos abra de inmediato".
Madre e hija se miraron al escuchar la palabra “ella”. Entonces se trataba de una mujer. Mucho mejor, así hablarían con más confianza. No demoraron mucho en abrir. Una persona mayor, una dama de unos 60 años apareció en el umbral. Al reconocer a su cliente exclamó:
- "Normita que milagro por acá, siempre yo soy la que acudo a verte, pero pasa, pasa adelante por favor. Ellas son amigas tuyas?"
- "Si", le contestó Norma, "venimos a verte por un asunto muy delicado."
- "Entonces pasen, tomen asiento, en un rato termino con un paisano, ya casi, casi. Me esperan un ratito?" 
             Los quince minutos que duró la espera, permanecieron en silencio. Un hombre joven pasó por medio de la salita y abriendo la puerta salió por ella.
- "A ver, a ver, en que puedo servirlas", dijo, "que motivo las trae, ¿mal de amores?
- " No hija", le contestó Norma, "el asunto es otro, ya te explicarán todo."
Paso a paso narró los hechos. Ella escuchaba mientras murmuraba algo entre dientes. Al final de la exposición les dijo:
- "La casa es nueva?"
- " No ya tiene unos 15 años de construida."
- "A quién se la compraron?"
- "A nadie, mi esposo la levantó con mucho esfuerzo".
- "Mira hija, tengo que ir allá, déjame la dirección y dime cuando puedo ir. Comenzaremos con una limpia, pero tiene que ser un viernes. Si quieres voy esta semana ya que recién empieza. Estamos lunes. Mientras tanto llévate esta agua de siete iglesias y lo riegas en donde se apareció, reza un rosario mientras lo haces, esto aliviará mucho ya lo verás."
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