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EL PRIMO "GUALATO" pag. 2 | ||||||||||
En el trayecto pensaba y pensaba, sabía que su sobrino no tenía ni secundaria completa, guardaría este secreto como el se lo pidiera, a la vez agradecía al Señor bendito que hayan sucedido de esa manera las cosas, pronto vería a su amada esposa, no había problemas de tiempo de retorno ni económicos gracias a la bondad del Gualato y esto se lo agradecería mientras viva. Supimos después que alguien lo reconoció y lo denunció al Ministerio de Fomento. Con mucha suerte tuvo el tiempo suficiente para huir del lugar, su destino?...solo el lo sabría. En una ocasión llegó a mi domicilio un compadre de mi progenitor, Don Gumersindo Gálvez, famoso gallero Cajabambino, amante de la fiesta taurina y Las peleas de Gallos de navaja. Ese día mi madre nos encomendó a mi hermano Augusto y a mí que entremos al cuyero y busquemos los mejores rucos, se sacrificarían media docena para agasajar al estimado compadre quien venía acompañado de su digna esposa y un amigo aficionado como el. Después del suculento almuerzo mi padre sacó unas monedas y nos indicó que vayamos a la chichería “El portal” para comprar la fuerte y rica chicha de jora que allí vendían, cogimos el poronguito y marchamos a cumplir con el encargo, sabíamos que era uno de muchos viajes, esto era compensado pues en lugar de cinco soles comprábamos cuatro y esta ganancia se multiplicaba en cada ida y vuelta. Don Gumersindo cogió la guitarra y se puso a entonar unas tristes canciones, unos yaravíes que estremecían el alma, por eso que a un pedido de las personas presentes cambió el ritmo para empezar un alegre carnaval que fue seguido por las voces de su amigo y de mi tío David. En un descanso alguien elogió su manera magistral de hacer hablar las cuerdas del instrumento, agradeció el gesto manifestando que el que le había enseñado a tocar era su “maestro” Alberto Dávila quién radicaba hace un par de años en Cajabamba. Había llegado para la fiesta“De los Diablos de Octubre” integrando la cuadrilla de toreros de los hermanos Bustamante le gustó el terruño y se quedó a vivir por allí. . Mi padre nos dirigió una mirada, de verdad nos encontrábamos sorprendidos al saber que Gualato estuviese por esos lares y que sea “Torero” por lo que muy atentos seguimos escuchando al compadre, “De repente es su familia compadrito continuaba” “Por el apellido Dávila. “Es un gran tipo” “Hace de todo”Se gana la vida en lo que sea” no le corre al trabajo, lástima que esa maldita cornada le haya malogrado la pierna y su carrera en la tauromaquia, “Nunca había visto un torero con esos cojones” Mi padre al ver que no había cosas negativas en la narración del amigo asintió con la cabeza, “Sí mi querido compadre” es mi sobrino, un gran muchacho.. De manera que estaba por allí, lidiando con los toros y la vida, que sorpresas le depara el destino a uno, pero ese bello lugar lo ataría para siempre?...conociéndolo dudábamos de ese milagro, mas tarde sabríamos por que. Fue por esos tiempos que una epidemia de “Malaria” estaba causando estragos en los pobladores de Bagua grande, el Ministerio de salud necesitaba brigadistas para que vayan a vacunar contra este mal, a cambio de un apreciado salario contrataban a las personas interesadas, existía el riesgo de contraer el mal y una manera de incentivarlos era ofreciéndoles un buen sueldo. Y fue así que Gualato se marchó en ese rumbo, sin causar daño a nadie en Cajabamba se enroló en las filas y se internó en la enmarañada selva a cumplir con su trabajo, les dieron un curso acelerado de inyectables, de primeros auxilios y se integró a esa dependencia. Mucho tiempo después cuando compartimos mi casa, me contaría que por esos sitios sufrió mucho, sintió en carne propia la miseria humana, hacía las veces de enfermero, de médico, de partero. En las comunidades no existían estos servicios, tenían que adaptarse a esas condiciones, no había infraestructura ni medicinas, salvó muchas vidas, en realidad a las autoridades no les importaba la supervivencia de esa pobre gente y esto lo marcó en su vida futura. Permaneció allí por cuatro años, era un cadáver andante, esto lo sobrellevaba por el trato que le daban, “Era el doctorcito” del lugar y se sentía muy orgulloso de que lo llamen así. Un día, a principios de 1970 tocaron a mi puerta, vivía en el Jr Washington, en el centro de Lima, me acompañaban mi hermano Augusto y Joel Briones un gran amigo, en realidad la casa era “Un hotel” donde llegaban todos los paisanos a visitarnos, se quedaban largas temporadas a vivir con nosotros. Abrí la puerta, me choqué cara a cara con Alberto, había llegado a Lima y alguien le dio mi dirección, después de un efusivo abrazo me informó que estaba en busca de trabajo, que si podría alojarlo unos días hasta que lo consiga, que más adelante buscaría su propio alojamiento. Claro que puedes quedarte le respondí, mi casa es tu casa, adelante primo querido.”Augusto grité” “Adivina quien ha llegado”. Mi hermano salió y al igual que yo se puso muy contento por ese reencuentro. Paso a paso nos narró con detalles su experiencia vivida en la selva, lo escuchábamos con atención, eran aventuras increíbles…”Ahora he venido a ver si me quedo por acá un largo tiempo” “Necesito hacer un alto en mi agitada vida” “Echar raíces” “Ya me siento cansado y los años me están ganando”. Tengo 33 años de edad “La Edad de Cristo bromeaba”. Todos los días yo salía temprano para asistir a mi trabajo en una empresa de telecomunicaciones, mi hermano y Joel asistían a sus clases universitarias y el se quedaba solo en la casa, le dejábamos un dinero y a nuestro regreso encontrábamos la cena preparada, se esmeraba en pagar de esta manera el alojamiento, era un gran cocinero, tenía una excelente sazón para elaborar las comidas y esto nos alegraba bastante. A la par, trabajaba en lo que fuera, vendedor de enciclopedias, de lapiceros, grabó un comercial de un conocido licor, “Barman” gritaba en el spot publicitario, “Sírvame un cuba libre” “Pero que sea con Cartavio” terminaba diciendo. Con su elegante frack parecía un galán de cine, en realidad la escena grabada no duraba ni dos minutos pero le sirvió para hacerse conocido, donde íbamos, en todo lugar era reconocido, la gente se codeaba al identificarlo, “Mira” decían es el del comercial de cartavio”.se hacía el desentendido y caminaba despreocupado. |
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