EL PRIMO 'GUALATO"               pag.  3
     Su fama  la aprovechó muy bien,  fiesta que acudíamos y a la media hora ya estaba con novia nueva, “Nelson, Augusto” nos llamaba, les presento a su prima, que les parece, no es bella?...”SI” contestábamos en muy bonita.
Tocaba la guitarra como un Paco de Lucía, sus dedos rasgaban las cuerdas haciendo brotar bellas  notas de música flamenca, cantaba como un verdadero Español, nosotros le hacíamos el coro gritando “OLE””OLE” y con bulliciosas palmas.
Entonces dejaba el instrumento y empezaba el zapateo contorneando su figura como todo un “Bailaor”, usaba botines aperrillados, pantalones ceñidos con la basta ancha.
Diseñaba su propia ropa, en esto era un adelantado, después de lucir un modelo nuevo, algún modisto famoso que tenía la misma idea lo sacaba al mercado tiempo después, estoy seguro que hubiese triunfado en este campo. Los fines de semana acordaban con el ciego Luis Bardales, un amigo que lo acompañaba con el acordeón, ir a  las tabernas de la avenida “La Colmena”y ganarse unos soles entonando canciones  para los trasnochadores clientes hasta cerca de las 6 de la mañana. 
Entonces regresaban a casa comprando el pan y la leche para tomar el desayuno, después cogiendo una botella vacía de gaseosa se dirigía a la bodega, pedía al chino que le despache tallarines, tuco, atunes, arroz, azúcar y otros comestibles, al final le entregaba la botella indicándole que la quería “muy helada”. El pobre asiático entraba al ambiente contiguo a sacar la bebida del refrigerador y cuando salía se daba con la sorpresa que ya no estaba, llegaba a la casa muriéndose de risa, celebraba su pesada broma pero sabía que a mi hermano y a mi esto no nos parecía gracioso.
Por ese tiempo una conocida marca de calzado organizaba una maratón de baile, los premios eran muy interesantes, Gualato convenció a una vecina que sea su pareja de baile, ella aceptó mas que por concursar por el interés de ganarse su amor, todos los días ensayaban, nosotros les dábamos aliento, hasta que llegó el día señalado.
Ese Sábado el coliseo Amauta reventaba de asistentes, desde temprano, largas colas por ingresar causaban desorden, la policía se multiplicaba, nosotros salimos de casa a las 6 am para encontrar una buena ubicación, desde nuestros asientos tratábamos de divisar a  nuestra pareja preferida, Alberto y La China Violeta tenían el número 78 en la espalda.
Augusto Ferrando y su personal de Trampolín a la Fama eran los animadores, los Destellos, Los Guajiros, Pedro Miguel y sus Maracaibos, Aníbal López y su grupo salsero del Callao tocarían para los concursantes.
A las 12 en punto del mediodía se dio inicio al concurso, Gualato había tomado de la cintura a su pareja y bailaba con estilo, sus movimientos de hombros y caderas  eran perfectos, de pronto miré a su pareja y un mal presentimiento me hizo sospechar que abandonaría la pista de baile antes de lo previsto.
Efectivamente, su cara tenía un gesto de dolor y malestar, el trataba de animarla pero sin resultado, hasta que de un momento a otro salió corriendo dejándolo solo, con mi hermano y amistades nos miramos tratando de encontrar una justificación y bajamos de la gradería para dirigirnos a su encuentro, el nos explicaría el motivo.
Así fue, consternado nos contó que desde que la recogió de su casa, un evidente nerviosismo la invadía, el estómago se le había descompuesto por lo que tuvo que tomar un té bien cargado, a esto se sumó que los zapatos le ajustaban mucho, la noche anterior los había dejado remojando en alcohol pero no dio resultado.
“La cojuda se fue corriendo al baño nos decía”, “estaba que se cagaba y me dejó como un huevón parado en media pista”, “que vergüenza, nunca la perdonaré por este tremendo papelón”. Salimos y las bromas lograron hacerle olvidar el mal rato, no era para tanto, lo importante era participar, el próximo año buscaría una pareja a su medida.
Ese año era el mundial “México 70”, Perú se había clasificado eliminando a Argentina, teníamos una gran selección, Cubillas, Sotíl, Chumpitáz, Perico León entre otros eran considerados los mejores de Sudamérica.
Quedamos con mi tío Martín en ir a su casa para ver la inauguración. Era Domingo y Alicia su esposa había preparado cebiche y un escabeche de Cojinova como solo ella sabía hacerlo. Vivían en un 2do piso del Jr. Pariacoto en Breña. Llegamos temprano, a la 1 pm era la ceremonia, la pasaban por TV en directo, con Joel mi amigo cogimos dos cajas vacías de cerveza y bajamos al primer piso donde la bodega a comprar esta bebida, minutos antes mi tío nos había preguntado por Alberto, “si vendría más tarde”. En realidad no supimos que responderle, sabíamos que estaba con su enamorada en el departamento aprovechando nuestra ausencia. Disfrutaría de unas horas de placer, por eso que le dijimos: “Vendrá luego” “fue a cobrar a un cliente y luego pasará por acá”.
En plena inauguración, mientras todos contemplábamos el colorido desfile empezó el peor Terremoto en toda la historia de Lima y el Perú, fue grado 8, salimos despavoridos a la calle, la gente de rodillas imploraba piedad a Dios y todos los Santos, mirábamos la pista que ondulaba como el mar, las casas se derrumbaban, los vidrios caían de los edificios, era una pesadilla.
Pasado el movimiento siguieron las réplicas, nadie quería regresar a su casa, todos permanecimos en las calles y parques, por las radios portátiles nos enteramos que el epicentro fue en Huaráz, había desaparecido el poblado de Yungay, se calculaban aproximadamente 55,000 víctimas.
Cuando de lejos vimos aparecer a Gualato y su novia, venían blancos como papel, con la cabeza llena de polvo, el movimiento sísmico los cogió en pleno acto, la pasta de yeso que cubría el cielo raso de la casa se había desprendido y ellos pensaron que era el techo que se les venía encima, solo atinaron a salir despavoridos con la ropa en las manos cubriendo sus sexos, prácticamente se vistieron en la calle y fueron a darnos el encuentro y saber de nosotros.
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