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"UN REGALO DE NAVIDAD" | |||||||||||||
Autor: Nelson Dávila Barrantes | |||||||||||||
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Calladamente escuchaba el diagnóstico del médico, miraba a su novio a la vez que debajo del escritorio le estrujaba la mano con desesperación hasta el extremo de clavarle las uñas, mas que alegría por la noticia, un escalofrío y un leve temblor remecieron su cuerpo. No había dudas, estaba en estado de gestación de 2 meses, la suspensión de su regla no se debía a que era irregular si no mas bien que estaba esperando un hijo. Lentamente, como si fuera un ente mecánico se puso de pié extendiendo la mano al doctor y abandonó el consultorio. Ricardo se había quedado en el interior para cancelar la consulta, de manera que tuvo que correr para alcanzarla en el pasadizo del viejo edificio. Ella permanecía muda, petrificada de espanto ante el dilema de verse envuelta en tremenda irresponsabilidad. Esto no estaba en sus planes. Es más, veía derrumbarse como un castillo de naipes sus locas ilusiones de ingresar a la universidad. Se había preparado todo ese año, se había "quemado las pestañas" estudiando, sus padres confiaban ciegamente en ella. |
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Ese mismo día, a la hora de almuerzo, su madre le había dado la noticia de que estaba decidido su viaje a Lima, habían acordado con su papá que sumando esfuerzos, ajustando el presupuesto familiar, limitándose de ciertos gastos podrían cubrir sus estudios en la Universidad Cayetano Heredia, y cumplir con su deseo de seguir la carrera que la apasionaba. Desde muy niña cuando le preguntaban: "Estelita, que quieres ser cuando seas grande?", ella sin titubear respondía "Doctora, como mi papá". Recordaba sus juegos con las amigas, auscultándolas, examinándolas, indicándoles muy seria su mal, la manera como debían tomar sus medicinas: "Señorita, tiene que tomar sus pastillas cada 8 horas" "Recuerde ingerirlas con el estómago lleno, no vaya a ser que le de gastritis". Sus padres la escuchaban, reían felices y se prometieron cumplir como sea ese sueño infantil que con el correr de los años se mantuvo firme. Las lágrimas querían brotarle de sus inmensos ojos verdes, se mordía los labios y como si retrocediese en el tiempo recordaba el momento en que ingresó al departamento del jirón Arequipa, ese momento en que accedió a la petición que Ricardo día tras día le hacía. Se habían encontrado a las 8 de la mañana y en lugar de ir a clases en la Academia decidieron dirigirse a ese lugar, a la vivienda de un amigo común que les había proporcionado la llave. En realidad ese día estaba feliz, no se sintió presionada, amaba mucho a su enamorado, se habían conocido desde niños, fueron vecinos por algunos años hasta que al padre de Ricardo apenas ascendió a Comandante de la Policía lo trasladaron a Piura y tuvo que marcharse por dos años. Sufrió mucho por la separación, fue entonces que se dio cuenta que estaba enamorada de él y cuando regresó un día a su casa, su madre le dio la noticia que había tenido una agradable visita, que Ricardo y su mamá la habían visitado, que estaba todo un hombre, que se lo veía muy guapo, que había preguntado por ella. Apenas se encontraron, se estrecharon en un fuerte abrazo, sus corazones latieron con fuerza, él le dijo en el oído que la adoraba con todas sus fuerzas, que había regresado a estudiar Agronomía en la Universidad local, pero la verdadera razón era por volver a verla, decirle que todo ese tiempo no había dejado de pensar en ella, que estaba decidido a hablar con sus padres para que lo acepten como enamorado oficial. Se sintió la mujer mas dichosa y derramó algunas lágrimas, estaban hechos el uno para el otro, juntos eran la pareja ideal y prometieron vivir esa felicidad por toda la vida. De esto había pasado un año. Terminó la secundaria, el logró ingresar a la Universidad. Sus padres decidieron que se prepare en la Pre, que refuerce sus estudios y pueda asegurar su ingreso a la facultad de medicina el próximo año, al principio se pensó en la misma ciudad, pero cambiaron de opinión. Viajaría a Lima a la casa de su tío Cristóbal, ya habían consultado con él y estaba dispuesto a aceptarla en su casa, no tenía descendientes mujeres, sólo varones y quería a su sobrina como si fuese su propia hija, estaba muy feliz con la idea, no solo él, sino toda su familia. Cuando su madre le dio la noticia saltó de alegría pero inmediatamente el rostro de su amado se le vino a la mente. Cómo haría para darle la noticia? Cogió el teléfono, lo llamó y quedaron encontrarse al día siguiente, trataron el tema, al principio el no la aceptó, la desesperación por perderla, la sola idea de que tenga que marcharse lo enloquecia, pero ella lo calmó, le juró que lo amaba sobre todas las cosas, que nada ni nadie impedirían que sean felices. Entonces Ricardo le propuso ir donde el departamento de Javier, tenía el duplicado de la llave, el momento había llegado y de la mano fueron por ese sendero. Al ingresar, con la mirada recorrieron el reducido ambiente, la salita lucía desarreglada, botellas vacías de ron y ceniceros llenos de restos de cigarrillos hacían el ambiente muy espeso y cargado como si estuviesen en una cantina. Se dirigieron al dormitorio, había una cama de metal color azul acero, su "somier"de resortes colgaba hasta llegar al suelo, las frazadas y sábanas desordenadas indicaban que el que dormía allí no era precisamente un amante de la limpieza y el orden. Disimuladamente arrugó la nariz, un gesto de desagrado se reflejó en su bello rostro pero las caricias de Ricardo la tranquilizaron, sus bocas se juntaron en un prolongado beso y se dejaron llevar por el desconocido camino del sexo y la pasión. |
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