"LA CUCARACHA DE PLATA"
Autor: Nelson Dávila Barrantes
         Con la vista fija en la interminable y serpenteante carretera conducía su viejo y fiel "escarabajo". Este carro lo había adquirido hacia 8 años. Con él había recorrido muchos senderos. Ahora estaba viajando hacia el norte para visitar a  su familia. Temprano había telefoneado a su esposa. Le comunicó que saldría de Lima apenas el mecánico ponga a punto el motor de su vehículo, que la extrañaba mucho, que deseaba ver a sus hijos, y que llevaba muchos regalos. Y estas navidades servirían para unirse más. Pronto dejaría de viajar. Sus labores de ventas de equipos agrícolas le habían permitido ahorrar una buena cantidad de dinero que estaba destinado para montar su propio negocio. Laboraba18 años en la empresa. Empezó siendo muy joven. Siempre en el área de ventas. Al principio como empleado de mostrador, luego fue ascendiendo hasta ocupar la Supervisión Nacional.
Por sus funciones tenía que movilizarse continuamente de ciudad en ciudad, siempre con su Volswagen color plata que raras veces le falló por algún desperfecto mecánico u eléctrico. Y ahora estaba a punto de tomar la decisión más importante de su vida. El día anterior había conversado con el Gerente que aparte de jefe, era su gran amigo.
            “Mira Lucho”, le dijo, “esto ya me cansó. Si no me dan la administración de la oficina de Chiclayo me retiro.10 años seguidos que vengo viajando de sitio en sitio.Prácticamente no veo a mi familia. No gozo de la compañía de mi esposa. No veo crecer a mis hijos. Te pido que hables con la dirección y analicen mi pedido”.
Luis Sanguineti le contestó: “Jorge, lo veo difícil, sabes que el actual administrador es yerno de don Manuel. ¿ tú crees que exista la mínima posibilidad de que lo remueva sólo para nombrarte? Se realista, si dependiera de mí hace años te hubiese colocado como cabeza de alguna de nuestras sucursales. Pero donde manda capitán no manda marinero...Recapacita, no te desesperes. Eres indispensable, ganas un buen sueldo, las cosas van a cambiar, a don Manuel lo mandarán a Chile, por línea de carrera me toca reemplazarlo, entonces lo primero que haré será asignarte esa administración”
Pero Jorge ya no creía en esto. Muchas veces se había repetido esta conversación. Siempre promesas incumplidas.
             Tomó el teléfono y se comunicó con el Banco, necesitaba saber la cantidad de que disponía para llevar a cabo su segundo plan, conocía el negocio, se había hecho de una cartera de clientes, nada le costaba formar su propia empresa. Hablaría con Lucía su abnegada esposa, le comentaría de esto, seguro que estaría de acuerdo, saltaría de alegría al saber que al fin estarían juntos como una verdadera familia. Se asombró cuando la funcionaria del Banco le dijo la suma de dinero. No lo esperaba , no se imaginó que el esfuerzo de tantos años haya servido para acumular esa cifra. Entonces todo estaba solucionado, después de la charla con su esposa y de pasar una navidad feliz regresaría a su oficina y presentaría su renuncia irrevocable. Fue a las tiendas “Ode” y compró regalos para todos. No escatimó en gastos. Creyó que no se olvidaba de nadie, cuando recordó a su fiel empleada, también le llevaría algún presente, ella los acompañaba desde que se casó con Lucha y era considerada como un miembro más del hogar. Luego fue a la bodega del italiano y compró dos botellas del mejor vino. Sabía que Lucía adoraba el tinto, escogió también un "pisco acholado" para preparar unos buenos “Souer” que él preparaba tan bien. Ya no faltaba nada. Todo estaba dentro de la maletera y en los asientos posteriores. Fue al mecánico y le explicó que dentro de una hora se marchaba al norte, que revisara el aceite, los frenos y "suba la chispa" del distribuidor para la altura.
              Ahora ya estaba terminando de cruzar la variante de Pasamayo, miró el reloj y calculó que en unas 10 ó 12 horas estaría entrando a su bella Cajamarca. Prendió la radio y sintonizó una emisora donde Nino Bravo entonaba la canción “América”. Recordó los tiempos en que la bailaba con Lucía. Era una de sus preferidas y comenzó a cantarla con su voz desafinada. Se conocían desde siempre. Le llevaba varios años. Era la hermana menor de su mejor amigo, frecuentaba su casa, la dejó de ver por 6 años cuando viajó a la capital a seguir sus estudios de Derecho, luego cuando terminó su carrera regresó a la tierra y un día decidió visitar a Juan y sus padres. Tocó el timbre de la casa. Le abrió la puerta una bella jovencita, inmediatamente se reconocieron y ella le dijo: “¿Jorge, eres tú? Pasa, pasa adelante”. Entonces reparó que la niña se había vuelto mujer. La crisálida ya era una bella mariposa y quedó enamorado desde ese mismo instante. En el almuerzo ofrecido por sus anfitriones no dejaban de mirarse. Mientras él explicaba los sucesos ocurridos durante todos esos años, ella le sonreía con inocencia, sus bellos ojos parecían escudriñar su alma, cuando llevaba la cuchara a la boca dejaba mostrar su blanca y perfecta dentadura, unos labios carnosos y delineados que invitaban a un largo beso. Este sería el principio de un corto y apasionado romance que terminó en el altar. Luego a Jorge se le hizo difícil conseguir trabajo en su profesión. Decidió marchar a la capital a probar suerte y consiguió trabajo de vendedor en la empresa donde hizo carrera.
                 A pesar de tener oportunidades de ser infiel supo mantenerse firme. Sus viajes le permitían "tirarse una canita al aire”, pero amaba tanto a su esposa, que consideraba una traición hacerlo. Los días feriados volaba a verla. Disfrutaba de su compañía, del calor de su cuerpo, vinieron dos hermosos niños y con la llegada de ellos su felicidad era completa.
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