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"Un viaje inolvidable - 2da. Parte" | |||||||||||||||
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" somos familia cercana, no les perdonaría que se regresen sin conocer el fundo” . Reparé en las jaulas que eran parte de su equipaje. Hermosos ejemplares de musculosos y erguidos gallos cenizos y ajisecos estiraban el pescuezo para emitir sus estridentes "kikirikis". Era un concierto. Conté las jaulas y eran 14. Tiempo después me enteré que era muy conocido y apreciado por su afición en todo el departamento de Cajamarca . Se despidió y enrumbó a la plaza donde estaba la góndola de don Pancho Alcalde. Una vez a la semana realizaba esa travesía. Los pobladores aprovechaban ese viaje para llevar sus productos a comercializarlos en San Marcos ó en el mismo Cajamarca. Habían transcurrido dos meses desde nuestra llegada. Los días pasaban raudamente. Los paseos al campo. Las invitaciones para almorzar en casa del resto de la familia. Los juegos con los amigos. Las reuniones nocturnas para contar aventuras copaban nuestro tiempo. Por las noches apenas recostados en nuestras camas nos quedábamos profundamente dormidos y al menor silbido saltábamos inmediatamente de ellas. Una noche sucedió algo que desde que llegué se me había convertido en una obsesión. Mi hermano Víctor había ido al cumpleaños de Chester. Un cólico impidió que yo lo acompañara, por lo que mi bondadosa tía me dio a beber un mate de hinojo. Me indicó que no era conveniente que saliera por el frío. Así que muy a mi pesar tuve que quedarme. En mi habitación me aburría por lo que salí al patio. Busqué con la mirada la lumbre del cigarro del tío y la ubiqué cerca de la puerta del corral. Me acerqué y lo saludé: “Tío José, buenas noches ¿Te puedo acompañar?” No me contestó ni sí ni nó. Igualmente me senté a su lado para explicarle que me había quedado solo y necesitaba conversar con alguien. Poco a poco lograba sacarle las palabras. Hasta que le hice la pregunta directa: “¿Tío, y por que no te has casado?”. Esto lo incomodó. Su carraspeo me indicó que no le gustaba tratar el tema. Dió la impresión que también necesitaba sacarse esa espina del corazón. Así que comenzó a relatarme una historia de amor que jamás hubiese imaginado. Resulta que cuando él era aún adolescente, llegó a la ciudad un circo de esos que recorren pueblo tras pueblo. Integraba el grupo de artistas una bella jovencita contorsionista. Acudió a verla en la primera función y el flechazo fue contundente. Ambos se miraron. Se enamoraron desde ese mismo instante y durante el tiempo que permaneció allí, a escondidas, vivieron con pasión su amor incomprendido. Los padres de la chica la celaban mucho. No aprobaban que viviera romance alguno. Su número era el principal en el circo. De manera que sin su presencia, el público no asistiría al espectáculo. La penúltima noche ella le pidió que se vieran detrás del campo, en el mismo lugar, cerca del puente. Allí asistió mi tío puntualmente. Al enterarse de su partida enloqueció. Anegado en llanto le pidió que huyeran, que sin su amor ya nada era igual. Ambos se amaban por lo que decidieron huir esa misma noche. Me contaba que Malena, así se llamaba, se despidió momentáneamente para luego regresar con un costalillo de ropa y marcharse con su amado. Huyeron al valle del rio Condebamba, donde el tío Segundo. Montados en el mulo, de noche, soportando el inclemente frío montada atrás abrazaba a su José con fuerza como indicando que nadie los separaría. A las 2 de la mañana llegaron al fundo. Los ladridos de los perros advirtieron a nuestro tío que había llegado alguien a visitarlo. Salió con su linterna y al alumbrar notó que se trataba de una pareja. Reconoció a su sobrino. Hombre astuto y mujeriego inmediatamente analizó la situación, se trataba de un rapto. Esto era evidente. Les prometió ayudarlos. Lamentablemente había desventajas que podrían traer funestas consecuencias, la minoría de edad de Malena, el acto mismo, podrían mandarlo a la cárcel por muchos años, lo ideal era llegar a un arreglo entre familias. Los envió a dormir. La casa hacienda era inmensa. Llamó a un lado al sobrino y le preguntó si ya habían tenido contacto sexual. Si no era así, sería mejor que ella duerma en cuarto separado. La respuesta fue afirmativa. La voluntad de no separarse para nada era férrea. De modo que el tío tuvo que aceptar. Les dio sus bendiciones y se retiró muy preocupado a sus aposentos. Una semana permanecieron escondidos. Todos trataban de localizarlos. A esta búsqueda se había sumado la policía ante una denuncia de los padres de Malena. “Ella lloraba todas las noches", me contaba el tío. “Sufría por sus padres. Yo le secaba las lágrimas con mis besos. Le preguntaba si quería regresar". “Nunca”, era su respuesta, “de ti no me separará nadie...sólo muerta conseguirán alejarme de ti...” "Un día llegó a la hacienda la Guardia Civil. Traían una orden de requisa. Comenzaron a buscar cuarto por cuarto y dieron con nosotros. Evidentemente era un acto de traición. Tengo mis sospechas de la persona que lo hizo. Me capturaron y a ella la entregaron a sus padres. Posteriormente me sentenciaron a 4 años de prisión que gracias a Dios no se cumplió. Nunca más supe de ella, tampoco sé si tendré un hijo ó no, pero me costó mucho olvidarla. Pocos saben esta historia. Espero que me guardes el secreto.” Le prometí que así sería. Al encender un cigarrillo noté que estaba llorando. Le pasé las manos por los ojos y me las besó. “Anda, vete a dormir", me dijo, “ya es tarde, yo también lo haré...Que pases buenas noches”. Me retiré y en mi lecho pensaba en esta hermosa historia de amor. A mi tierna edad no entendía que se podría amar con esa intensidad como para no volver a hacerlo nunca más. Este era el caso del tío. Más tarde con el correr de los años comprobé que esto es real. Es mi caso. Amé con locura. Nunca olvidé, ni olvidaré el rostro de mi amada, los momentos vividos. Me he convertido en un tío José pero así soy feliz. |
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