En este, el segundo año de secundaria, conoció a mucha gente en su nueva escuela, y ahora Liní y Fernando son sus mejores amigos. Así llegamos a 1990 (lo cual hace al título algo obsoleto), a la mitad de las vacaciones antes de que entre a tercer año, cuando, en una mañana como cualquier otra, Reubén parece tener una revelacion: No le gusta la música.
Este hecho lo persigue todo el resto de las vacaciones, además de que ha oído que Liní se anda juntando con otros tres muchachos que van a entrar a la misma escuela que ellos. Para lo único que Liní le ha hablado a Reubén es para pedirle prestado un libro.
Cuando por fin entran de nuevo a la escuela, la situación en que se encuentra la amistad de ellos dos se vuelve crítica, puesto que Liní ya no le habla a nadie más que a Adrián, Antonio, y el primo de este último: Alfonso. Unos nuevos alumnos.
Todo el primer día de clases se la pasa tomando fotos. Pero no solo de sus compañeros, sino a todas las personas en la escuela, incluyendo al personal docente, administrativo y de mantenimiento.
Así acaba el día, y Reubén se encuentra triste.
- "¿Qué te pasa?" le
pregunta Fernando.
- "Me siento confundido" se
queja Reubén.
- "¿Quieres quedarte a platicar? Todavia
es temprano"
- "Sí. Vamos allá, a la sombra"
dicho esto, los dos se sientan debajo de un
arbol cercano.
- "Ahora sí, dime porqué."
- "En las vacaciones... no sé cómo
decírtelo, creo que vas a pensar que perdí la cordura...
me dí
cuenta que... no me gusta
la música."
- "..... pensé que yo era el único."
- "¿¡Deveras?! ¿¡A
tí tampoco te gusta?! ¿¡Desde cuando?!"
- "Desde hace unos días. Te lo iba a decir
cuando terminaras de contarme lo que te tenía triste.
Como es lo mismo, pues...
¡Ah!, ahora que recuerdo, ¿Y la muchacha que te atraía
de El
Grupo?"
- "Son gustos de vista solamente, ya sabes. Si
la pudiera conocer personalmente, sabría si me
gusta en realidad. Pero...
mejor me olvido de ello."
- "Y el concierto es mañana a las doce
y media..."
- "Afortunadamente a esas horas no vamos a poder
ir. De lo contrario hubiéramos tenido que
comprar boleto y asistir.
Qué chistoso. Siempre le calculan para que vaya el menor número
de
personas posible, para que
sólo se llene el lugar donde toquen, sin que nadie quede fuera."
- "Sí, son expertos en esa cuestion. ¿Y
Liní? ¿Porqué andaba tomando fotografías?"
- "No sé. Ya no me habla desde las vacaciones.
Se junta con otros tres nuevos alumnos. Es más,
ya no le habla a nadie más
del salón..... ¿Me acompañarías a pedirle que
me devuelva un libro
que le presté?"
- "Te acompaño."
Después de un poco de caminar, llegan a casa de Liní y tocan.
- "¡! Oh..... ¿Qué los trae
aquí?" pregunta Liní
fria, sin pizca de entusiasmo.
- "¿Desocupaste ya el libro que te presté?"
pregunta Reubén cándidamente.
- "Sí. Pero no recuerdo exactamente dónde
lo dejé, así que pueden pasar a esperar mientras lo
busco."
- "Gracias" dan
los dos.
Pasan a la sala, que a su vez dobla como la mini-biblioteca familiar. Mientras ella busca, Fernando toma unos libros al azar. Se queda con el "Tratado del Decaimiento del Imperio Griego".
- "Este libro es demasiado ligero para su tamaño"
comenta Fernando, y al abrirlo, se da
cuenta porqué.
Es hueco, con un compartimiento ocupado por
la cámara que usó
Liní en la mañana,
y por unas fotos.
- "Esa cámara... es del tamaño
de un lápiz. No creo que esas fotos sean las que tomó en
la
mañana....."
pregunta Reubén.
- "¡Sí lo son! ¡Debe ser un
nuevo tipo de cámara instantánea! Pero mira: alrededor de
las
personas que tomó,
hay una capa de luz rodeándolos. Todas son más o menos iguales...
pero
en las de nosotros tienen
un brillo más intenso, y abarca un área mayor" le
enseña Fernando.
- "Es cierto... mmmh... tenemos que guardar esto
antes de que regrese."
- "Es verdad."
Guardaron todo y siguieron esperando. Al poco rato Liní apareció con el libro.
- "Mi cuarto está muy desordenado. Al fin
lo pude hallar" le entrega el libro.
- "¿Cuándo vas a llevar las fotos
a la escuela?" pregunta Reubén.
- "No lo sé... intento hacer un álbum
personal" responde Liní mientras
los encamina hacia la
salida.
Como ya ha pasado algo de tiempo, Fernando y Reubén se separan para irse a sus respectivas casas.
Durante el día, los dos tratan de imaginar por su cuenta el significado de aquellas fotos. No lo logran, y en la noche caen rendidos de sueño. Reubén empieza a sonar que recibe dos pares de zapatos que caen del cielo. Unos son para él, y el otro para quien escoja. Casi al instante se los entrega a Fernando. El timbrar del teléfono lo despierta. Afuera, el sol brilla como si fueran... ¡Las nueve de la mañana!
Reubén se apresura a contestar, pero cae al tropezarse con algo. ¡Es el par de zapatos que soñó! Sin detenerse a pensar, descuelga el auricular.
- "¿Buenos Días?" saluda
algo asustado.
- "¿Qué está pasando? Tuve
un sueño de unos zapatos, y ahora... ¡Aparecieron en mi casa!
Sentí
que a tí te había
pasado lo mismo y te llamé" le
dice nervioso Fernando.
- "En efecto... llévalos en tu mochila.
Al salir de clases hablamos de esto más a fondo."
- "Cierto. Adiós."
Al llegar a la escuela se da cuenta que... ¡Todos se habían quedado dormidos! Las clases transcurren con un incómodo aire de tensión silenciosa, que Liní interrumpe a mediodía.
- "Maestro: No tengo ánimo de seguir. ¿Podríamos
tomar esta clase otro día?"
- "Sí. Seguro" concede
el maestro.
La maestra del salón de enseguida observa cómo salen todos, y al preguntarle a Liní que sucede, ¡Ella también deja salir a sus alumnos! Y esa misma tendencia la adquieren los demás grupos...
Cuando ya se han alejado todos los otros alumnos, Fernando y Reubén se sientan debajo del mismo árbol que ayer y sacan de sus mochilas los zapatos.
- "Mira:" le
muestra algo Fernando en su mano "Esto venía
dentro de los zapatos."
- "¿Una estampita? ¿Con el dibujo
de un mapache?" se extraña Reubén.
- "Quizá también se encuentre en
los tuyos."
- "Déjame ver" sacude
los zapatos, y del derecho sale una estampa "sí,
la misma."
- "¿Qué piensas que signifique
todo esto?"
- "No lo sé. Los zapatos son para calzarse..."
- "¿Lo hacemos?"
- "Sí....." y
se los calzan.
De un segundo a otro, cada quien regresa a su casa, con los zapatos en la mano.
- (¿Nos transportaron de vuelta a mi casa? ¿Dónde está Reubén?) se pregunta Fernando.
El teléfono suena. Es Reubén.
- "¡Estás ahí! Pero, ¿cómo?
¿Qué es lo que nos pasó?" Reubén
pregunta en cuanto le
contestan.
- "No tengo idea. No sé lo que pasó.....
me preocupa" contesta Fernando.
- "..... Estoy aterrado. No sé qué
vayan a decir mis padres cuando les cuente. Primero no nos
gusta la música, y
luego esto."
- "Mejor espérate hasta mañana,
y analizamos lo que pasó."
- "Está bien. Hasta mañana."
Ellos no tenían una noción exacta del tiempo en que se los pusieron, pero al ver el reloj tienen el presentimiento de que algo no anda bien...
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