20.08.00
UN DELANTERO QUE SI SABIA HACER GOLES
Por Mario Sánchez Los
peruanos todavía recordamos a Oswaldo "Cachito" Ramírez, uno de los más
grandes goleadores que ha tenido el fútbol peruano, y que marcó toda una época en la
década de los '70 con sus espectaculares y abundantes goles. Todavía, a medida que
se acerca cada 31 de Agosto, las pantallas de nuestros canales reviven una y otra vez la
epopeya de la Bombonera, que registró en la historia futbolística de nuestro
país la primera vez que una selección peruana clasificaba a un mundial por méritos
propios (México '70), gracias a los goles de "Cachito".
Oswaldo
Cachito Ramírez fue quizás la antítesis del jugador de fútbol peruano
tradicional. En un medio como el nuestro,
donde el juego bonito, el taquito, la huachita, o los oles en el
propio campo (aunque se vaya perdiendo el partido) suelen todavía arrancar estentóreos
aplausos de las graderías, Cachito nadó siempre contra la corriente: lo suyo era el pique rápido, la ubicación
precisa, la eficiencia en los tiempos y movimientos, y la definición sin contemplaciones. En resumen, dedicación exclusiva y a tiempo
completo a la obtención del gol.
Sus
tantos en la Bombonera son un ejemplo clásico de como un delantero debe
encarar la tarea de anotar un gol: pique
rápido, cabeza levantada, y remate con alma, corazón y vida a la primera oportunidad que
se tenga. El video de sus goles debería ser
material obligado en las charlas técnicas de los equipos de hoy, especialmente ahora que
los esquemas ultra-defensivos, tan puestos de moda, han reducido significativamente el
número de oportunidades de gol que se le presentan a un equipo en el transcurso de un
partido, y que por eso mismo no pueden desperdiciarse. Hoy más que nunca, se
necesita de delanteros rápidos y que no fallen a la hora de la definición.
No
faltarán quienes digan que el fútbol de antes era distinto, que no había tanta marca, y
que era más fácil hacer goles. A ellos,
recomiendo también ver el video de la Bombonera, ya que es evidente que si
bien las marcas eran menos pegajosas que en la actualidad, no había por esas épocas la
protección que hoy sí se brinda al futbolista de talento, donde un foul medianamente
fuerte es sancionado sin dilaciones con una tarjeta amarilla o una expulsión, y donde la
acumulación de un cierto número de tarjetas amarillas inhabilita al jugador para jugar
un partido.
En
aquellas épocas, los defensas marcaban con reciedumbre y mala intención, concientes de
que la sanción sería por lo general bastante leve.
Recordemos también que los futbolistas argentinos de ese entonces se
caracterizaban por ser quizás los que más frecuentemente y más duro pegaban (era la
época del "anti-fútbol", popularizado por el Estudiantes de la Plata, y que
llevó a dicho equipo a conquistar importantes triunfos gracias al hecho de jugar "al
filo del reglamento"). En frase que popularizaron muchos cronistas de la
época, podría decirse que los defensas argentinos de aquellos tiempos "daban la
más baja a la altura de la rodilla...
En medio de ese ambiente de guerra entró a jugar Oswaldo Cachito Ramírez, un
larguirucho y joven atacante que ya jugaba con éxito en el Sport Boys del Callao, y cuya
corta edad coincidía con el número 22 de su camiseta.
Llamado de emergencia a la selección a último momento debido a la lesion del
titular Alberto Gallardo, Cachito no se chupó y demostró a todo
el mundo que un gol vale más que cien pases de lujo en la mitad de la cancha.
Si
hay una anécdota que yo recuerde, que sirva para resumir lo que Cachito
Ramírez representó para el fútbol peruano, es sin duda la siguiente:
Siendo todavía un niño, acudí al Estadio Nacional a ver un partido entre Universitario
y Cristal. Cachito Ramírez
jugaba ya en ese entonces por el cuadro merengue. En
un determinado momento del partido, un compañero le entregó la pelota y
Cachito, al no encontrar a nadie desmarcado, intentó "driblear" a
su marcador, quien sin embargo le quitó el balón. En
ese instante, un aficionado de esos que todavía abundan a pesar del paso de los años,
gritó, haciendo un gesto de fastidio con la mano: Este
Cachito es una bestia
Lo único que sabe es hacer goles!.
Este despistado aficionado estaba, sin saberlo, rindiéndole a Cachito el
mayor homenaje que puede recibir un delantero: ser considerado sinónimo de gol. Ojalá tuviésemos hoy en día más delanteros que
de vez en cuando perdieran un mano a mano en la mitad de la cancha, pero que sin embargo
supieran definir con la contundencia y la efectividad de Cachito a la hora de
la verdad, con esa misma obsesión innata por inflar sin contemplaciones las redes del
arco rival y hacer historia.
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