C O N T E N I D O

 

Convocatoria
El mítico llamado a concurso, de muy singular repercusión

El cuento
La obrita apócrifa que originó todo

 

Concursos
Lo que se dijo y no, uno por uno
Primero
Segundo
Segundo (B)
Tercero
Tercero (B)
Cuarto
Cuarto (B)
Cuarto (C)
Quinto
Quinto (B)
Quinto (C)
Final 1

Primero 2002


Correo

Cuarto concuso
 

Los textos son factura del presentador oficial de concursos, don El Oriental

Yo siempre fui enemigo de las dedicatorias, no sé, me parecía que era mersa dedicar algo, pero con el correr del tiempo comprendí que dedicar es el reconocimiento de una deuda, con alguien o con algo, y que el negarlo es un acto de soberbia.... como veremos más adelante. Así es que aprovechando que hoy nos visita mi santa madre, doña Mecha, autora de mis días, voy a dedicarle estas palabras ya que ella fue la que con tanta ternura me llenaba la mamadera con moscato o semillón, para que no llorara sin motivos y durmiera plácidamente, costumbre que tuvo el feliz desenlace de convertirme en un alcohólico infantil recuperado, como ya dijera en el anterior concurso, y tener el gusto de conocer en el ámbito de Alcohólicos Infantiles Famosos a grandes amigos que aún hoy conservo, como el gallego Tino, el buffetero Carlitos, el maestro Etchegoyen, y tantos otros. No así Tito del Río, que siempre fue un gil de lechería. También debo hacer extensiva mi dedicatoria a los personajes que contribuyeron a formar mis gustos estéticos y a darme intensos e inolvidables momentos de felicidad en mi lejana infancia. Me refiero a Emilio Salgari, imaginativo escritor, que sin haber salido nunca de Italia, describió innumerables aventuras de su héroe Sandokan, en la exótica Malasia. También a don Adalberto Campos, quien fuera considerado la mejor voz del radio Teatro argentino y que nos tenía a mi abuela Ángela y a mi largas horas en vilo junto a la radio, escuchando las aventuras de El León de Francia. Ya viejo y olvidado, don Adalberto, habitué del bar Los Riojanos, de Gaona y Nicasio Oroño, me premió con su amistad e innumerables invitaciones a los cabaret de la zona de donde invariablemente nos echaban a empujones porque no podía pagar. A las buenas costumbres cuesta dejarlas. Tan singular fue don Adalberto, que hasta ablandó el corazón de Chaplin, gallego dueño del bar, el que un buen día pegó con cinta scotch una rosa en la caja registradora, y que respondió con voz quebrada a nuestra pregunta:
— ¿Qué pasó Gallego que pegaste esa rosa?
— Murió don Adalberto.
— ¡Bueno ché, acabála con la necrofilia!, ya te estás pareciendo al vasco Etchegoyen cantando "Las mil y una desventuras de Nora, de cómo se enfermó, tosió, sufrió y se retorció hasta que murió", dejáte de joder,—me dijo don Carlitos aburrido. — ¿Por qué no discutís de algo con el gallego Tino? 

DISCUTA CON EL SECRETARIO.

Hoy a la madrugada en Tango y Truco, en el marco de las prestigiosas jornadas de los viernes, ya famosas internacionalmente, que se originaron espontáneamente a través de las charlas de café entre amigos y socios veteranos, observamos que el secretario familiarmente conocido como el gallego Tino, al promediar los dos tercios de la segunda botella de vino, comienza a discutir sobre cualquier cosa, manteniendo tenazmente la posición contraria de su contrincante a rajatabla, a tal punto que Don Carlitos, el buffetero, le hace una marca a la segunda botella, bien visible, para advertirnos en qué momento debemos dejarlo sólo para evitar su molesta costumbre. Pero como el gallego es una excelente persona, muy querido por todos nosotros, organizamos una serie de jornadas intituladas Discutan con el secretario. Se toca cualquier tema para que no se sienta solo, sorprendiéndonos el éxito obtenido y el deslumbrante papel que Constantino Torres desempeñó, hablando con toda soltura de cualquier tema que desconoce en absoluto, doble mérito porque conociendo habla cualquiera, y manteniendo la posición contraria: si el contrincante dice negro, él dice blanco, si dice blanco, él negro. Es imposible agarrarlo distraído. Como ayer sólo tuvo 3 ó 4 discusiones nada más, enfiló directamente hacia donde se encontraban Tito del Río y Rocamora, hablando cordialmente de las complicaciones que trae aparejada la súbdita fama que ganaron luego de ganar ambos el 2° y 3° concurso respectivamente, Tito comentaba:
— Fijate que ayer, mientras caminaba por la calle Avellaneda, un admirador me gritó ¡chau, Tito!, desde un colectivo y me arrojó una media. Yo qué querés que te diga, me enamoré, mientras la recogía con cierto reparo

 porque tenía bastante baranda, y pensaba
¡Ya llegará el momento en que me tiren con una bombacha como a Sandro!
En seguida los interrumpió el gallego diciendo
— Ché, el público los reclama, ustedes tienen que hacer un dúo. Va a ser un éxito.
Las dos estrellas dijeron al unísono:
— Yo al público no le debo nada, todo se lo debo a mi arte.
¡Increíble, como si lo hubieran ensayado!, sin advertir que aquí, el único artista era el gallego Tino, que los hizo entrar al galope en su juego.
— ¿Cómo que al público no les deben nada, desagradecidos? Es el público el que los hizo famosos y al que le deben un poco de respeto.
—¡Yo lo único que respeto es mi arte!, dijeron al unísono
— Ustedes no merecen el reconocimiento de su público. Mejor que vayan ensayando un dúo como les pidieron, si no quieren que le pida al Oriental que los escrache— amenazó.
Las dos estrellas quedaron perplejas y se fueron al baño, cuchicheando por lo bajo. Esperamos ansiosos superaran rivalidades y los eternos problemas de cartel
— ¿Cómo se llama el dúo, Rocamora-del Río o viceversa?
Yo propuse una solución salomónica, los voy a postular así:
Del Río Rocamora sacamos estos pescados, y el dúo se presenta con unos trajes imitación merluza, cubiertos de lentejuelas remedando las escamas, ¿es una idea, no?
Mientras transcurrían estos diálogos yo pensaba para mis adentros cómo hubieran presentado el concurso del Río o Rocamora, con su total falta de humildad e irreverencia con el público, algo más o menos así:

Hipotética presentación Rocamoresca o Titodelriísta o viceversa del 4° concurso de cantores aficionados
B
ueno, aquí estoy nuevamente con mi público, mi querido público, a quien todo se lo debo, pues es de buen tono saber reconocer las deudas, que aunque pocas, casi casi ninguna, si, porque la verdad, ahora que lo pienso bien, deuda deuda, lo que se dice deuda no es que tenga, sino más bien depende del lado en que se lo mire ¿Qué sería de ustedes sin mí? Prácticamente nada. Pero no importa, yo los quiero igual.

SOCIOS ADHERENTES.

Yo los quiero igual. Por eso es que me propuse  presentar el 4° concurso de cantores contra viento y marea, a pesar de que me hayan echado. Veo muchas caras de asombro, sí me echaron. Pero bueno, claro, ustedes no se enteran de lo que ocurre en la intimidad de tango y truco. Para tener acceso a esta intimidad hemos creado la categoría de socio adherente, que no es el tipo de socio que abunda en otros clubes y al que ustedes estarán seguramente acostumbrados. El tipo de socio adherente de Tango y Truco, merced a una substancia viscosa que le provee el secretario, se adhiere como su categoría lo indica a un socio vitalicio y disfruta de los mismos beneficios a un costo mucho menor. Esta modalidad, poco cómoda, quizás, y en proceso de estudio, ha traído más de un entredicho, como fue el caso de Tito del Río que se adhirió con una gruesa capa de pegamento a una bella señorita que al sentir el bulto a sus espaldas y no lograr desprenderse de él, presa de una profunda turbación, presentó una nota a la secretaría quejándose en estos términos:
 

    Sr Secretario
     A riesgo de que se me considere pacata, debo advertir que no es que me disguste la compañía masculina, muy por el contrario, y menos aún la del destacado intérprete Tito del Río, con el que, si bien nos separa el infranqueable muro de la diferencia de edad, esta sería un detalle insignificante, según dice, pues su vasta experiencia de viajero y amante internacional, es más que suficiente para satisfacer mis deseos más íntimos. Pero  debo decir que hay ciertos detalles que me inquietan de este singular sistema: por ejemplo, el hecho de llevar adherido a mis espaldas en forma permanente al inspirado cantor, que a pesar de colmarme de atenciones, me resulta muy difícil soportar el intenso olor a formol que despide y cuyo origen, según dice, se debe a las incursiones que hace, por motivos estrictamente humanitarios, a ciertos dormitorios de señoras maduras, y por último y en franco plan de confidencia mi mayor motivo de inquietud es que llegado al caso, teniendo en cuenta

     que el socio lleva adherido más de tres días, de tener una acuciante necesidad física ¿qué hago?
    ¿Le solicito a usted, señor secretario, que lo despegue con algún solvente que supongo tendrá para tales efectos?. O bien en caso de hallarme a una distancia considerable del club, como este no posee subsedes y sólo en casos de extrema necesidad y urgencia, irremediablemente vencida en esta lucha a brazo partido contra la incontinencia
    ¿Qué hago, señor secretario?

    Dejándole mi inquietud se despide de usted atte.
    NN.

A este inconveniente se suma la notable desazón y envidia en  que han caído algunos socios fundadores vitalicios por su condición de tales
¿Al final de qué me sirve ser socio fundador dijo el secretario Constantino  Torres si es mucho mejor ser socio adherente, tiene unas cuantas ventajas muy interesantes, por ejemplo, yo en caso de serlo ¿sabes como me adhiero a esa petisita? ¡me queda justa! comento mirando el espantoso relojito imitación acero que le regalaron luego de 35 anos de servicio en la firma BARNEY barney y barney donde trabaja.
Enseguida se suma Gerardo Zetner -Gereta para los amigos- diciendo
— Y yo a esa lunga a la que te voy a ser franco no se si me le adhiero por delante o por detrás, como Tito. Comentarios decididamente vergonzosos e impropios de personalidades que deberían dar ejemplo de probidad y buenos modales, y no dar muestras de una libido propia de seres de bajos instintos desvirtuando el espíritu comunitario de la figura de "socio adherente". Recomiendo a los futuros socios adherentes no copiar estos malos ejemplos. Si desean adherirse háganlo por el costado del socio vitalicio en forma suave y utilizando poco adherente, que es de buen tono, no despierta suspicacias, y en caso de querer entablar una relación ajena a los principios de la Asociación deseamos aclarar, que sin intención de inmiscuirnos en temas particulares, no olviden que al estar adheridos, la representan, así que moderación y buen gusto.                                            

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