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A N G E L  P A R R A

Nació en Valparaíso en 1943, es hijo de Violeta Parra y de Juan Cereceda Arenas, maquinista de ferrocarril y del sindicato Santiago Watt. Su infancia transcurrió como la mayoría de los chilenos, sufriendo sin disimulo los rigores de la pobreza. Ya a los dos años subía a los escenarios junto a su madre y a su hermana Isabel, junto a quien formaría una de las más famosas duplas de la música chilena.

A los cinco años, luego de la separación de sus padres, cantaba en los circos; su repertorio se nutría de célebres intérpretes latinoamericanos de la época como Leo Marini y también acompañaba a su madre en su infatigable trabajo de recopilación folklórica por todo el país.

A los diez años comienza su romance con el guitarrón chileno al conocer al maestro Isaías Angulo y posteriormente se vincula con otro de los ejes de su carrera(¿o ejes de su carreta?): el compositor argentino Atahualpa Yupanqui, de quien terminaría haciéndose amigo y a quien acompañaría en sus últimas presentaciones públicas por Europa (material registrado en el disco “El último recital”).

A fines de los años 50 ya es parte activa del mundo discográfico, publicando un miniálbum junto al grupo Los Norteños y una recopilación de villancicos folclóricos y originales bajo el título de "Cuatro villancicos chilenos".

En 1960 trabaja en los inicios de la TV chilena, donde cumple diversas labores desde tramoya hasta artista y asistente de dirección. Repite la experiencia en Uruguay, donde llega a ser director.

En 1961 recorre Europa junto a su madre y su hermana. En Francia comenzaría el trabajo en dúo con Isabel cuando se presentaron, entre otros, en los cafés parisinos La Candelaria y L’Escale. En el país galo llegarían a grabar un disco juntos titulado “Los Parra de Chillán”.

Al retorno al país, en 1964, es parte de la campaña presidencial de Salvador Allende, que termina siendo derrotado por Eduardo Frei Montalva, y con Isabel desarrolla su proyecto más popular y legendario: basados en los recintos franceses donde se presentaron, decidieron crear la Peña de los Parra, que fue el punto de encuentro más importante de la Nueva Canción Chilena, por donde pasaron todos los artistas del movimiento y muchos de los grandes exponentes latinoamericanos.

  Graba sus dos primeras producciones solistas (“Angel Parra y su guitarra” y “Volumen 2”) y en 1965 comienza su larga travesía en obras unitarias de largo aliento con el “Oratorio para el pueblo” que, junto a “El sueño americano” de Patricio Manns se les considera precursoras de la Cantata Popular “Santa María de Iquique” de Luis Advis. En el oratorio colaboran su hermana Isabel y Rolando Alarcón, quien sería uno de los constantes invitados a la peña.

  En 1966 es convencido por un joven llamado Julio Numhauser para que dirija al naciente conjunto Quilapayún, a quienes les ayuda a montar sus primeras canciones, les dirige en su primer actuación en vivo en Valparaíso y les entrega la composición “El pueblo”. Al año siguiente trabajaría con otro grupo que enraizaría definitivamente en la música andina: Los Curacas. Ese mismo año viaja a Cuba, para participar en el Primer Festival de la Canción Protesta, en Varadero.

  Sus obras conceptuales continúan con “Arte de pájaros” basado en poemas de Neruda y con “Chile de arriba abajo” a partir de una obra de Manuel Rojas. Además, entre otras publicaciones, en este período graba las “canciones funcionales” que agrega un elemento sarcástico al repertorio de la Nueva Canción que se retomaría en el momento más álgido de la Unidad Popular por varios de sus exponentes y que de alguna forma es heredada por Payo Grondona a fines de los ‘60. A este disco pertenece “La democracia” uno de sus temas más populares. De ese período son también las “Canciones de amor y muerte”, al que pertenece “Canción de amor” otra de sus obras más conocidas y cantadas a lo largo del país.

  En 1970 vuelve a trabajar activamente por la campaña de Allende, que esta vez resulta ganador y durante los tres años de gobierno popular recorre el país de punta a cabo, ofreciendo recitales gratuitos en fábricas, centros campesinos y poblaciones populares. Además, en Carmen 340 (lugar donde se encontraba la peña) organizó talleres culturales para los vecinos.

Además, muestra otra de sus facetas más reconocidas al grabar un disco de cuecas choras con el tío Roberto Parra en 1972 y compone, como símbolo del nuevo estado de cosas en el país uno de sus temas más célebres, “Cuando amanece el día”. Un poco antes del acto “redentor” de las Fuerzas Armadas alcanza a publicar premonitoriamente la obra “Pisagua”, basada en el libro de Volodia Teitelboim, que recuerda la utilización de esta localidad como campo de concentración en el gobierno de Gabriel González Videla, el traidor (el primero). 

  El golpe sorprende a Angel Parra en Chile y, tal como muchos otros compatriotas, es trasladado al Estadio Nacional, donde estuvo cerca de dos meses. Tras esto, llega hasta el campo de concentración Chabuco, ubicado en el norte del país, sitio en el que tiene una estancia prolongada y donde nacen nuevas obras conceptuales como el  “Oratorio de navidad”, que monta junto a otros reclusos.

  En el exilio, como la gran mayoría de los sobrevivientes de la Nueva Canción, comienza un itinerar por el mundo denunciando la dolida situación del país y comienza también el desarrollo de una carrera artística en un medio más exigente en términos musicales. Desarrolla los últimos trabajos con su hermana entre fines del ’70 y comienzos del ’80. Luego de estar inicialmente en México (donde nace el Corrido del ’73) posteriormente se traslada a Francia, que pasa a ser su residencia permanente (hasta la fecha) y donde, entre otras cosas, desarrolla un trabajo de guitarra popular reflejado en un disco relanzado en los ’90 por Alerce y simboliza su arraigo con el nuevo país al componer en francés (como en el tema “La prochaine fois…”).

  Luego de volver a Chile en 1989 para realizar una gira, comienza una vida llena de “idas a venidas” donde vive un período frenético de grabación. Entre otros edita “La travesía de Colón”, “Boleros”, “Amado, apresura el paso” (basado en poemas de Gabriela Mistral), “Canta a los niños”, “Violeta Parra, letra y música”, “El último recital”, “Canciones eróticas”, “El insolente” (que retoma la idea de las canciones funcionales), “Brindis y cuecas caballas”, “Antología de la canción revolucionaria –volumen 1-“, “Todo el amor” la música de la película “Los Náufragos”  y la que hasta ahora es su más reciente producción, “Corazón de los Andes”. Además, Alerce relanzó algunos de sus trabajos como “Cuando Amanece el día”, “Guitarra popular chilena”, “Corazón de bandido” y Warner publicó su Antología.

  (Realizado a partir de la biografía hecha por Nano Tamayo en la revista “El cancionero nº25” y por los datos que aparecen en el sitio oficial de Angel Parra, www.angelparradechile.scd.cl además de consultar la discografía del cantautor por el periodista: Manuel Vilches)

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