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Mi Historia

Mis Padres
Mi papá, Daniel Hidalgo, nació en 1891 a una familia de Arequipa descendiente de españoles. Mantenían una farmacia que funciona allí hasta el presente. Allí mi papá estudió el negocio hasta ser grande, cuando se mudó a la sierra para buscar oportunidades de lanzar una nueva tienda en un pueblo en el camino del ferrocarril. En Puno conoció a mi futura mamá, Victoria Velazco, cuya familia tenía un comercio en el Cuzco. Se establecieron en Juliaca, un paradero del tren en la puna. Allí nació mi hermana, Eva, y luego yo siete años después.

Mi papá era un hombre bondoso y de buen humor. Le gustaba el cine silenciosa de la época. Mi mamá fue una mujer pequeña y, evidentemente, de salud delicada. La primera tragedia golpeó cuando yo tenía siete años. Se murió mi mamá. Luego de ser viudo mi papá buscó otra mujer y se casó. Pero la madrastra no llegó a ser como madre conmigo.

Los novios Victoria y Daniel

Juliaca
Juliaca crecía por el aumento del comercio, pero había competencia y mi papá resolvió mudarse un poco más hacia la costa en busca de una oportunidad abierta.

Ferrocarril en la sierra peruana por Chambi

Sicuani
En otra ciudad paradera del ferrocarril de la sierra, Sicuani, mi papá tentó lanzar su negocio definitivo. Sicuani se beneficiaba tanto por ser un centro de comercio regional, como por estar en la línea del tren. Todas las semanas venían los indígenas de las haciendas para vender sus bienes y para comprar sus humildes necesidades. Mi papá se les vendía remedios y utilidades.

Este fue el único episodio de mi vida cuando asistí clases regularmente para aprender leer y hacer sumas. Mi papá me compró un equipo especial para guardar mis bienes escolares y para escribir en la mesa. Aprendí jugar basquetbol, y desde entonces siempre me ha fascinado ver los deportes.

Campesinos cerca de Sicuani, 1918

Un día en 1933, mi papá se puso incómodo por una fiebre. Descanó un poco pero no le dio mucha importancia. Incluso fuimos esa tarde para ver una película en el Cine Sicuani. Desafortunadamente, la fiebre quedó peor, con sítimas de una infección encefalítica. En esa época no había como tratar esas condiciones. Mi papá se puso grave y en dos días se murrió. Vinieron unos comerciantes y mayores de la ciudad para la procesión funeral. Siempre me acordé de la última vez que vi a mi papá y de esos hombres vestidos de nego que se lo llevaron a la tumba. Yo tenía apenas 14 años.

Cuando perdimos a mi papá, la vida se volvió difícil para mi y mi hermana. Hubo mucho conflicto y negligencia casi leyendario sobre la división de los bienes. Mi hermana Eva se quedó con la madrastra y acabó casándose con su hermano menor, un hombre sencillo. A mi me mandaron a vivir con la familia de mi tio, José Hidalgo, un farmacéutico. El tenía una esposa, Rosa, y dos hijos, Grover y Yolanda.

Volví a ver a mi hermana, Eva, de vez en cuando por varias razones, pero nunca por mucho tiempo. La útima vez fue cuando ella visitó LIma en 1975.

Arequipa y Mollendo
Mi José, su familia y yo vivimos en Arequipa, donde el trabajaba en la tienda familiar. De ahí que se aprofundizó mi sentido de ser arequipeña, aunque nunca llegué a hablar con todo el dejo y los modismos arequipeños. Mi vida consistía en ayudar por la casa, no tanto como una Cenicienta, pero sin opertunidad para estudiar o aprender a mantenerme sola. Mi tio me trató bien. Mis primos fueron buenos compañeros.

Depués de 6 años en Arequipa, mi tio José empezó a trasladarse en busca de avances en su trabajo. Primero estuvimos en Mollendo, el puerto cerca de Arequipa, done vi por primera vez el mar.

En estos años me volví amante de la música popular y el cine. Leía novelas y revistas sobre la romancia y las estrellas de la pantalla. Pero lo más fasinante fue participar en las fiestas o asistir un baile.

Mi primo Grover empezó a trabajar como cobrador en el Banco Popular. Se casó y tuvo hijos y llegó a ser gerente de agencia. Mi prima Llolanda se casó con un hombre llamado Pedro, entonces perito del Banco Wiese que luego llegó a trabajar en Piura. Su hijo se dedicó a la construcción de viviendas y, cuando viuda, vivió con él. Una hija de la Yolanda llegó a vivir en Miami.

Mi hermana Eva también llegó a vivir en Arequipa. Ella tuvo dos hijos que luego se didicaron a trabajar, uno como cartero y el otro en un hotel.

Mis relaciones con los primos eran delicadas, pero mi tío José se portó bien conmigo en los años posteriores y invitaba a mis hijos a sus fiestas familiares.

El muelle de Mollendo

Mollendo, Parque Grau

Tacna
Acompañé a la familia de mi tio cuando él se trasladó a Tacna para trabajar en una farmacia allí. En las tardes mi prima y yo frecuentábamos el mercado. Allí conocí a una chica, Isabel Cárcamo, que me quiso presentar a su hermano mayor, Felix. Eso fue en 1948. Felix Cárcamo Vega fue un joven alto, bien parecido a John Wayne. Era de una grande familia serrana de Candarave y vino a Tacna para trabajar en la fuerza policial del distrito. Era un solitario luego de un matromonio malaventurado. Su presencia llamativa y carácter firme me impresionaron, y nos casamos en 1950.

Felix siguió trabajando en la policia, y sus misiones en el campo impusieron episodios de separación y soledad. A veces cabalgaba de patrulla en la sierra dejándome sola durante una semana o más. Cuando vivíamos en un pueblo agrícola llamado Locumba, dí la luz a mi primera hija, Mirtha, bajo circunstancias aisladas y difíciles.

Un día de sorpresa vino a Locumba mi hermana Eva, su familia y hasta sus gallinas, buscando donde trabajar y vivir. Imaginaban que Locumba sería un lugar grande y própero, pero no era así y tuvieron que regresar a Arequipa.

Luego la vida se puso más estable y segura. . Compramos una casa en Tacna. Allí nacieron mis tres demás hijos, de los cuales Josefelix se murió tragicamente de una enfermedad cuando pequeño. Gracias a Dios que los tres sobrevivientes--Mirtha, Ana y Pepe--han gozado de buena salud y han hecho bien en sus estudios y carreras.

Un cuñado mio y tio de mi hija Mirtha era bien activo en el Club de los Leones. Para el festival de Tacna los Leones declararon a Mirtha como "Reina". Y no cabe duda que el título le quedaba muy bien. La Mirtha siempre fue tratada como princesa y verse hecha reina fortaleció su concepto real. Siempre ha sido la guía, jefa y reguladora para todo. En eso se ve la influencia de la sangre del lado de su papá, heredada de la abuela Cedonia Vega de Cárcamo, una matriarca leyendaria que, desde sillón de caballo, con botas y espuelas en los pies, vara en la mano, fuego en la voz, y sombrero de dama encima del peinado fino, governaba una hacienda serrana y todos sus peones. Del otro lado, Ana y Pepe son más tranquilos y demuestran más influencia de mi lado.

Mis hijos tuvieron una vida buena en Tacna. Las niñas fueron muy activas socialmente y gozaban de la playa de Boca del Rio. Mientras tanto, Pepe fue activo en los boy scouts y participó en varios grupos musicales.

Zona comercial de Tacna en los años 30.
Yo en los años 40 Felix Cárcamo ante el Teatro Municipal de Tacna.

Cuando los Leones hizieron "Reyna" a Mirtha

Lima
Mis hijos se trasladaron de uno en uno a Lima para seguir sus estudios profesionales y lanzar sus carreras. Las dos hijas estudiraon pedagogia. El hijo estudió economía y administración. En esa época, los años 70, se iba mal mi relación con Felix. Nos separamos y yo me mudé a Lima para estar con mis hijos. Felix se quedó en Tacna, donde se jubiló de la policía, se casó con una chilena y vivió hasta cumplir los 81 años.

Mi hija Ana, siempre distinguida por un espíritu fuera de común, se enamoró con un cuzqueño que estudiaba medicina. Ella era profesora y militaba en los sindicatos. Se casaron y se fueron a vivir en el Cuzco, donde nació mi primer nieto, Max, en 1978. Luego, en 1980, mi hijo Pepe se casó con una chica local, Cecilia Tuesta. Ellos tuvieron luego tres hijos: Silvana, Alexandra y Daniel.

USA y España
A partir de 1976, Mirtha trabajaba en relaciones públicas por la empresa Minero Perú Comercial. En 1978, la mandaron a trabajar un año en los EEUU, donde conoció a un norteamericano. En 1981, se casaron y, contra la marea y las expectativas, la unión duró muchos años y, lo que resulta más curioso, dió lugar para que yo cumpliera mi vida en ese país, tan lejos y diferente de mis raices. Allí nacieron does nietas, Alicia y Valerie, y allí llegó a estudiar y vivir el nieto mayor, Max.

Yo (izquierda) con Amelia, Mirtha y Alicia en New Jersey.

A fines de los años 80 y al inicio de los año 90, yo pasaba unos años en los EEUU y luego otros en España. Allí en Europa había mudado mi hijo Pepe con su familia en 1988 para rehacer su vida y lanzar una nueva carrerra como dueño de su propio negocio de consejería gerencial. También Ana llegó a vivir en España. En 1997 ella lanzó un negocio de aconsejar y educar a los inmigrantes en España para que fundasen sus propias empresas y supieran cómo calificarse para créditos bancarios. Mirtha, la hija leona (se afilia inclusive con los Leones y mi segundo nombre es Leonor!) trabaja de profesora en Paterson. De mis seis nietos, el mayor, Max, hijo de Ana, ganó su diploma de Grinnell College in 2001 y ahora trabaja en Des Moines. Los demás siguen en sus estudios.

En 1996, tuve la suerte de ganar mi propio departamento en Paterson, New Jersey. Realizé el sueño de tener casa propia y no depender de nadie. Vuélvanse a la página inicial para hacer una visita.

2001-3