20 de diciembre
Alcanza con mirar lo que ocurre en Afganistán o en Yugoslavia para comprender a qué se refería nuestro Libertador, José de San Martín, cuando condenaba la anarquía. Una y otra vez, el Gran Capitán de los Andes insistía en la necesidad de evitar el caos interno y el desorden porque, alertaba, eso sería el caldo de cultivo para la intervención foránea.
A
principios de la década de 1990, la Unión Soviética se desplomó y esto tuvo
consecuencias internas para muchos países del mundo, entre ellos, Cuba. Sin embargo, y
cuando muchos auguraban el fin de la Revolución, los cubanos fueron capaces
de seguir adelante. El principal motivo de esto es que, a pesar de las enormes
dificultades que debieron enfrentar, supieron mantener el orden y la unidad. En Cuba no
hubo caos, no hubo anarquía y no hubo todos contra todos.
No hace mucho,
nuestros hermanos brasileños salieron a la calle y borraron de un plumazo a Collor el
embaucador. Se expresaron, apretaron y establecieron el giro de situación;
después, contuvieron, garantizaron la estabilidad y aplicaron la política pertinente que
hoy, en el momento oportuno, ha dado resultados. Brasil no se desbocó: reguló, acumuló
y avanzó. El resultado de la sabiduría, de la acción y del patriotismo no es otro que
la llegada de Lula y del P.T. al gobierno.
Hay que escuchar
a Zitarrosa:
No
hay cosa más sin apuro
que
un pueblo haciendo la historia,
no
lo seduce la gloria
ni
se imagina el futuro
marcha
con paso seguro
calculando
cada paso
y
lo que parece atraso
son
cosas que para el tonto
son
causas de su fracaso.
Al igual que
todos los argentinos, recuerdo perfectamente el 19 y 20 de Diciembre del año 2001: el 19
a la noche salí desde Villa Lugano, crucé la ciudad a toda velocidad (de una punta a la
otra) y llegué a la Plaza cuando ya estaba el gas por todas partes. Toda la gente en
todos los barrios se había levantado: en cada cruce de avenidas, había concentraciones
de 300 o 400 personas con fogatas; Buenos Aires estaba prácticamente tomada y el ambiente
tenía olor a tierra de todos.
En Plaza de
Mayo, ese gas te secaba la garganta y te hacía arder los ojos a tal punto que resultaba
imposible ver algo. En el tumulto, me lo encontré a Priotti (soldado de primera fila).
Él me dijo que había estado a dos metros del portón de la Rosada, que la gente estaba
firme y en orden, y seguía llegando...hasta que apareció un grupito de energúmenos que
empezó a tirar piedras contra los policías (los cuales, hasta ese momento, no habían
tenido pretexto para intervenir). Dos cascotazos bastaron para justificar el contraataque:
claro, unos tiraron las piedras y otros recibieron los gases. Conclusión: la jornada
popular llegó a su fin, porque la gente (que era la única protagonista) agarró y se
fue.
El 20 volví,
después del mediodía: a Pérez Ezquivel lo sacaron delante de mí, cerca de la
pirámide, completamente descompuesto por los gases; pasó Tognetti corriendo, micrófono
en mano y, de pronto, quedé parado al lado de Luis Bazán (periodista de Canal 13). En
hilera, estábamos él, yo y otro más, cuando dos o tres policías se abalanzaron. El
manoseo sacó de quicio a Bazán, que sintió vulnerada su neutralidad de periodista;
al mismo tiempo que esto ocurría a mi izquierda, otros dos policías llegaron por atrás
y chuparon a quien estaba a mi derecha.
Hace unos
cuantos años que yo no voto; Menem, De la Rúa, Duhalde, y otros más, son todos parte de
lo mismo. Nada se ve en el horizonte, es cierto, pero la situación tiene un aspecto
positivo: nos obliga a desensillar hasta que aclare y esto, en términos políticos,
significa escoger un punto y hacerse fuerte en él, seguros de que la nación entera hace
lo mismo. Es decir: esto es una curva, y no se trata de dejar de andar sino de hacer un
rebaje para seguir adelante sin salirse del camino.
¿Qué pretenden
ellos? Que apretemos el acelerador, que nos desboquemos, caigamos en la anarquía, el
caos, en el todos contra todos. ¿Por qué? Porque a río revuelto,
ganancia de pescadores.
Si este 20 de
Diciembre generan desgracia de muerte y de violencia,
no será la revolución sino todo lo contrario. ¿Qué
conviene hacer? Contener la situación, regular, acumular, crecer y aplicar política.
Éste es el camino a la victoria, que se construye paso a paso y según los tiempos de la
gente. Lo otro es hacerle el caldo gordo al enemigo.
La Nación
Argentina tiene problemas, pero está fuerte; necesita el margen de tiempo y de
circunstancias para organizar su avance (contra lo cual conspiran el caos y la anarquía).
Se ha convocado
a una jornada contra la violencia y contra el hambre para este 18; es la mejor manera de
honrar a aquella histórica jornada, a nuestros caídos, y es la forma de prepararse a
realizar los grandes cambios que necesitamos.
El año pasado,
convertimos a la calle en tierra de todos; que no ocurra ahora que, con el
pretexto de conmemorarlo, nos fabriquen el tierra de nadie.
Martín Cerri
"El bullicio no es la organización. El aparato no satisface a los hombres reales. Ganar un alma en la sombra, un alma que peca y se avergüenza, es más grato y útil al país, que caracolear y levantar el polvo...no es el número de clubes lo que importa, sino el ardor de su patriotismo, su magnanimidad y prudencia, su economía administrativa, el empuje y honradez de sus miembros. Unos cuantos pilares, con tal que sean firmes, sostienen una vasta bóveda. (José Martí)