La juventud del MNyP en la Revolución Nacional y Popular

Pensando en argentino

De cara a las elecciones presidenciales, a pocos pasos de la revolución nacional y popular que barra con el país de la exclusión, la miseria y la dependencia, la juventud refundadora tendrá que marcar el nuevo rumbo en la reinstauración del proyecto histórico argentino, representante de las tres grandes banderas.

Ahora bien, el planteo insoslayable que debemos hacernos los argentinos y sobre todo, los futuros herederos del país, es cómo hacer para detener el ciclo permanente de las revoluciones y contrarrevoluciones, pero dejándolo eternamente interrumpido en una revolución nacional y popular. Nadie quiere luchar en vano, poner de pie al pueblo, engrandecer la nación para que década más década menos, seamos una vez más desplazados del Gobierno. No, debemos pensarlo muy bien. Esta vez la revolución no puede quedar a medias; la defensa, consolidación y profundización del programa histórico nacional no puede fallar.

Los abanderados de la nueva Argentina, quienes sostenemos su refundación desde la perspectiva histórica del proyecto nacional hemos triunfado en la primer gran batalla política: actualmente los medios de comunicación serviciales murmuran, muy a pesar suyo, temas prohibidos. La renacionalización o reestatización de los ferrocarriles, del petróleo; industrialización, intervención estatal de los servicios públicos, derogación de leyes antinacionales, investigación de la deuda externa, MERCOSUR antepuesto al ALCA, etc.

¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo fue que se distrajo a la audiencia embobada de casos de desnutrición, secuestros y asesinatos, con las grandes cuestiones nacionales? Simple, aunque no sencillo: llevamos la lógica de discusión hacia donde nos convenía. Las reivindicaciones históricas hablan por boca de los más reaccionarios, y como era de esperar, no saben qué decir. Murmuran por lo bajo.

Y es justamente ahí, en ese balbuceo apesadumbrado y confuso, donde las nuevas generaciones tenemos que aparecer en acción. Porque los enemigos de la Argentina están desorientados los jóvenes debemos resurgir para asestar el golpe definitivo. ¿Cómo? Diciendo y afirmando que, efectivamente, coincidimos en un 100% con la Argentina libre, industrializada, con un Estado fortalecido y respetable, que cuente con los recursos estratégicos una vez más en manos del pueblo. Es decir, coincidimos plenamente con las primeras medidas del MNyP para los primeros 100 días de gobierno. Sin embargo, algunos mercenarios de la información afirman que las medidas son obsoletas, que implican un retroceso mortal. Nosotros, las nuevas caras y las nuevas ideas debemos contestarles que las medidas son en realidad una novedad –aunque parte integral del proyecto histórico nacional inconcluso– y están más vigentes que nunca en el mundo entero; tampoco debemos olvidar que el pensamiento de la juventud nacional y popular también ha contribuido en su elaboración. No puede ser obsoleto la opinión de miles de nuevos líderes, los más de ellos jóvenes.

¿Hacia donde orientar la discusión política e ideológica? Pensemos en argentino

Creemos imperioso unificar criterios y estrategias de militancia. Es crucial organizarnos para adentro y por fuera del movimiento. Pero lo más importante de todo, más importante aún que el “adoctrinamiento” es la necesidad profunda de repensar el país, de reflexionar certeramente sobre los grandes problemas de la Argentina. En pocas palabras, hay que profundizar el significado concreto e histórico de las tres banderas, para aprehenderlas, incorporarlas, y no simplemente repetirlas como loritos, en un mar de citas y fraseología revolucionaria inconsistente. Muchos peronistas, jóvenes y no tanto, repiten y citan copiosamente al General sin profundizar el análisis ni aplicarlo a la realidad. Hay que trascender los marcos del verbalismo. El camino de la revolución sólo se accede con una política y esta política sólo es posible si se integra en el marco de una organización revolucionaria que afiance sus cuadros a través de la maduración ideológica y la organización disciplinada.

Las nuevas generaciones tenemos que retomar el contacto con lo propio, reconociéndonos en la corta pero intensa experiencia histórica argentina y latinoamericana. De esta manera y no de otra haremos frente con la verdad a las falsas disyuntivas, las más de las veces impulsadas desde los centros de poder mundial: ni izquierdas ni derechas, ni marxismo ni neoliberalismo. Nosotros, desde aquí, debemos responder que la Argentina tiene aún como prioridad la consolidación y el forjamiento de una conciencia propia, enmarcada dentro de una experiencia endógena, revolucionaria, popular y pacífica.

Por este motivo, precisamos irrumpir en la sociedad con un análisis original y opuesto al pensamiento único, globalizador. Debemos ahondar en las entrañas de nuestra historia verdadera para buscar las claves al presente, pues sin conciencia histórica no hay conciencia nacional. Escuchamos desde muy chicos como los ferrocarriles son analizados según la óptica mitrista e inglesa de la rentabilidad; el petróleo visto exclusivamente como bien generador de divisas, con precios internos ligados al internacional; el MERCOSUR como bloque comercial y nunca como principio unificador latinoamericano, fruto de una necesidad histórico-social. Sobre los primeros nada se dice de su función pobladora, conectiva, industrialista y soberana, si son conducidos por un Estado Nacional. Sobre el petróleo, se omite su importancia geopolítica, su rol emancipador, su necesaria pertenencia por el pueblo si se plantea un país productivo, industrial y volcado al mercado interno y al regional.

Otro punto clave se halla en el cambio impostergable entre una Argentina exportadora de materias primas y una exportadora de manufacturas. Se oye por doquier la profunda necesidad de desarrollar las exportaciones no tradicionales, pero nosotros debemos imponer el camino para realizar esa transformación. No se trata de echarle escollos a las exportaciones de carnes y cereales, sino de iniciar el mayor proceso de exportación proteínica de la historia, convirtiéndola en los resortes de nuestra industrialización, proveedora de nuevos empleos y factor irreemplazable del equilibrio social. Por último, el caso del Estado. Tenemos que demostrarle al pueblo argentino que sí es posible un Estado eficiente y benefactor. Un Estado en manos de un Gobierno nacional y popular es opuesto al Estado antinacional que controla el establishment en la Argentina desde hace 25 años. Nuestro Estado será administrado por sus propios técnicos, profesionales, empleados y obreros, para buscar entre todos la eficiencia óptima. Sólo así la Sociedad podrá controlarlo y colocarlo a su total disposición.

¿Cuál es nuestro rol en estos momentos preelectorales, prerrevolucionarios y cuál al ganar las elecciones? Algunas cuestiones estratégicas:

· Trabajar y militar conjuntamente, uniendo esfuerzos, lazos, proyectos y pensamiento. No podemos darnos el lujo de ir por separado, intrigando y atentando los unos contra los otros; nadie debe hacerlo, mucho menos la juventud. Criticamos y rechazamos rotundamente los modos de hacer política en la Argentina durante los últimos 25 años; dentro de los nuevos y no tan nuevos militantes existirá siempre cierta propensión a repetir esa política perversa. En esto de la militancia, a muchos de los recién llegados –los más experimentados perdieron la capacidad de asombro–, nos tocó enfrentarnos a la cruda manera de hacer política, presente en muchos viejos y nuevos militantes. Adulterada, menospreciada, falseada y al servicio de intereses personales y privados, estos hombres y mujeres corrompen el único instrumento capaz de refundar y recuperar el presente y el porvenir de la Argentina. Muchos de los jóvenes convocados por el MNyP desgraciadamente conservan ese despreciable modo de hacer política. Pero por suerte hay nuevas caras, muchas de ellas principiantes en este arte, que vienen a debatir, elaborar y aportar su sacrificio, conocimientos y esfuerzo en pos de un Proyecto Nacional y Popular, desvinculado de intereses personales, cargos y demás prebendas. Está en nosotros, entre los que cambiaremos todo, denunciar y expulsar de las filas de nuestro movimiento a quienes practiquen políticas contaminadas. La juventud revolucionaria del MNyP dará el ejemplo.

· El arma más poderosa de liberación la constituye la creación de un Partido Nacional y Popular, revolucionario, que aglutine a todos los oprimidos en la perspectiva del rescate y refundación de la República. Tiene que ser esta y no otra la metamorfosis, la obligada evolución que debemos imprimirle al MNyP. Sin un Partido nacional, todo el fervor revolucionario se operará en el vació de un espontaneismo del cual se nutren políticos corrompidos, pseudo y contrarevolucionarios. El Partido es una necesidad socio-histórica que debe plantear en todo momento consignas justas, penetrantes, que respondan a tiempo a las situaciones concretas. Seguramente existirán situaciones en las que las consignas y formas tendrán menor tenor revolucionario, situaciones donde la acción revolucionaria requerirá de mayor trabajo y planificación, pero esto no nos puede desalentar. En el largo y difícil camino de la revolución nacional, habremos dado un gran paso si luego de la contienda electoral de abril, e independientemente de si el triunfo nos es favorable, el campo nacional y popular aglutinado en el MNyP, cristaliza en un gran y nuevo Partido Nacional, representante de las mayorías populares.

· La creación de una estructura político-organizativa ligada táctica y estratégicamente con el proyecto histórico de la mayoría popular, que actúe como apoyo eficiente y sea capaz de criticar avanzando. Una tarea fundamental a su cargo residiría en la formación y fortalecimiento de cuadros, que sepa vencer de un modo sensato, paso a paso. Las nuevas generaciones debemos encarar la tarea de imbuir al movimiento de una nueva ideología, de una nueva manera de hacer y construir la política. No hay que olvidar que la política del peronismo fue más el producto de una acción concreta que de una ideología elaborada. Por ello, es fundamental generar una sólida y profunda conciencia revolucionaria contemporánea.

· Abandonar el paternalismo y sectarismo abstracto y retrógrado de considerar al MNyP como un movimiento exclusivamente peronista. Dentro del movimiento hay peronistas y no peronistas. Al levantar las banderas de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política no estamos haciendo otra cosa que alzar aquellas banderas vindicatorias de una Nación soberana y libre, es decir, a favor del Programa Histórico. Nuestro Movimiento debe trascender y superar al peronismo de Perón y al radicalismo de Yrigoyen. Tenemos que triunfar donde ellos fracasaron para seguir avanzando en el camino por la definitiva liberación nacional. El MNyP debe rescatar lo mejor del gran movimiento de masas del 45, desechar lo peor, y superarlo allí donde fue vencido. Debemos recordar que la revolución no es un hecho aislado, sino la continuación de un proceso interrumpido en el 55.

· Advertir y comprender que el Frente Nacional agrupa en una unidad contradictoria a numerosas clases y sectores sociales, diferentes los unos de las otros, unidos sobre la base de un programa político, económico y social común y determinado. Cada clase o sector se une con los otros en el seno del Frente Nacional por sus propios intereses y por el interés común. Sin embargo para la clase de los más humildes, los desposeídos, el interés de clase y el interés nacional concuerdan perfectamente. En cambio, para las otras clases entre el interés particular y el interés común hay convergencias, pero hay también puntos de divergencia. Es por esto que para realizar la unidad y reforzarla habrá que resolver inevitables enfrentamientos internos.

En el momento histórico, en el punto de inflexión nacional que marcará el rumbo de las generaciones venideras, se impone que la juventud de pensamiento nacional y popular, que no se resigna a este destino de patria chica, asuma la herencia intelectual y política de las generaciones argentinas precedentes que han vivido y luchado por los mismos fines.

Ahora que América latina brilla, sumemos nuestra causa a la de la Patria Grande, hoy encaminada hacia la definitiva emancipación. El siglo XIX ha sido el siglo de las luchas independentistas en el nuevo mundo y de las nacionalidades europeas; el siglo pasado el de los grandes movimientos nacionales y populares latinoamericanos; éste, el siglo XXI, será el de la transmutación hemisférica: daremos vuelta la Argentina con tanta fuerza, con tanta osadía y coraje que los del norte irán al sur y los del sur hacia “arriba”. La unidad completa y definitiva de América latina, sostenida e impulsada desde el MERCOSUR, sellará la gran e histórica gesta. Adolfo Rodríguez Saá no está solo: las nuevas generaciones aceptan el gran desafío y avanzan firmes a su lado.

Compañeras y compañeros, para que nuestra revolución no sea frenada por una contrarrevolución; para que el programa de país sea el de la Patria Grande, soñada por San Martín, Yrigoyen y Perón; para que no luchemos en vano; para que no retrocedamos más; para que los argentinos no sobremos en un país absolutamente rico, con todas las condiciones para ser una gran potencia; para que América latina se una y forjemos esa unión; para poder vivir en paz. En síntesis, para que nuestros hijos nazcan libres en una Argentina también libre: ¡Avancemos a paso de vencedores hacia una Nación digna de ser vivida!

Federico Bugarte.
Juventud del MNyP.
 
ARTÍCULO ENVIADO POR
"ORGANIZACIÓN FEDERAL DE LA JUVENTUD"
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