In memorian publicado -con motivo del deceso de Jorge Abelardo Ramos- en la prensa de Chile, Bolivia y Perú.
Jorge Abelardo Ramos ha fallecido. Una sensación
de abandono impregna a quienes, en Chile, somos sus discípulos. Argentino argentinísimo
tuvo, como José de San Martín, una concepción continental de patria. Fue, en
consecuencia, un cruzado de las tesis del nacionalismo iberoamericano. Su trayectoria
vital está jalonada de fecundas aventuras en la prensa, la política y la
historiografía. En su mocedad, desde la barricada socialista, adhiere a la heterodoxia de
Trotski. Sin embargo, durante las jornadas de
1945, se adscribe al movimiento libertador acaudillado por el coronel Juan Perón.
De aquella época al presente -por medio siglo- los trabajos y los días del
tenaz gladiador se centralizan en la lucha por integrar nuestra América. En la esfera de
la cultura entabla una guerra sin cuartel contra el eurocentrismo. Promueve -en medio del
estupor de los internacionalistas- la autoctonización de las tesis de Carlos
Marx. Aun más, propone amalgamarlas con el plan de Simón Bolívar. Sobre la marcha
formula la teoría, según la cual Iberoamérica es una nacionalidad desmembrada como, en
su momento, la Italia pregaribaldina y la Alemania prebismarckiana. En
la empresa funda diarios y revistas, sellos editoriales y organiza el Partido Socialista
de la Izquierda Nacional así como el Frente de Izquierda Popular. Entre sus obras figuran
Marxismo de Indias e Historia de la nación latinoamericana. En
una ocasión postula a la Presidencia de la República. También se desempeña como
embajador en México. Hasta ayer operaba desde las oficinas de cultura del MERCOSUR.
El magisterio cívico e historiográfico de Ramos irradia -desde Buenos Aires- sobre
Suramérica. La originalidad de los enfoques que presenta y el fuego de sus argumentos
cautiva a lectores y auditores. Círculos de simpatizantes suyos se fundan en Uruguay,
Paraguay, Perú y, principalmente, Bolivia y
Chile. En la patria de Bernardo O´Higgins y Gabriela Mistral hay quienes admiramos
aquella vida sin tregua consagrada al ideario libertador. En la brega cotidiana se le
evoca -irónico e imperioso siempre erguido y palpitante- encabezando la patriada como
miliciano corajudo y carismático maestro.
Prof. Pedro Godoy P.
Centro de Estudios Chilenos CEDECH
Santiago (Chile)