CARTA ABIERTA AL CIUDADANO PRESIDENTE DE
LA REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA,
HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS

NOTA: Esta carta no ha sido respondida hasta los momentos, desde su fecha de envío en el mes de enero del año 2000.


La catástrofe ocurrida con las torrenciales lluvias de diciembre de 1999, ha asestado un durísimo golpe a la nación, que ya venía padeciendo la desastrosa situación heredada del régimen "puntofijista". La tragedia actual nos dejó millares de muertos y damnificados, pérdidas tremendas en viviendas e infraestructura y un retroceso terrible en la calidad de vida de todos los directamente afectados, además de graves repercusiones indirectas. Pero, el pueblo venezolano ha sido, damnificado permanente de lo que Ud. ha denominado como "una verdadera catástrofe moral, económica, política y social"; causada por el régimen de desigualdades, corrupción e injusticias, del cual nuestro bravo pueblo se esfuerza por salir, mediante sus luchas e intentos transformadores.
Si la destrucción acaecida en Vargas y en otras zonas del país nos ha lacerado de manera especialmente cruel, ello obedece no sólo a causas naturales, sino también artificiales: La marginalidad y la exclusión social que impiden a la mayoría de los venezolanos el acceso a viviendas dignas y seguras, que los coloca en los márgenes de las quebradas; la especulación inmobiliaria que violenta normas y regulaciones en su persecución de la ganancia; el acaparamiento de la tierra por el latifundismo; un perverso tratamiento urbano y del ambiente que ha caracterizado a los grupos económicos y políticos detentores el poder; la dictadura del "mercado" que no respeta el equilibrio ecológico...
El drama de vivir en tal sistema de explotación y opresión siempre nos causó innumerables víctimas, producto de la pobreza, de la crisis de la salud y la educación, de la inseguridad, del atropello de los derechos humanos, del hambre y la desnutrición infantil y de muchos otros males, propios de lo que Ud. ha calificado como "capitalismo salvaje" u "ofensiva neoliberal" y ha denunciado como sistema de "gobierno transnacionalizado" y "podrido". Ese desastre cotidiano, tan o más fuerte que las torrenciales lluvias y los derrumbes, nos ha azotado sin tregua, desde que tienen memoria los venezolanos contemporáneos. ¿Cuántos han muerto y han sufrido por estas causas? ¿Por dónde irá la cuenta?

Usted se levantó contra todo esto e identificó algunos de los más importantes "Ejes Problemáticos Nacionales":

Pobreza (Crisis social; seguridad y servicios sociales; umbral de vida infrahumano. Distribución regresiva del ingreso).
Desnacionalización (Deuda Externa, Apertura Petrolera y privatizaciones).

Ante esto, propuso colocar "en primer lugar las NECESIDADES HUMANAS BÁSICAS", planteándose "elevar en el corto plazo el nivel y la calidad de vida de la población venezolana por encima del umbral básico, constituido por el conjunto de sus necesidades físicas (alimentación, salud, vivienda), necesidades culturales (educación, deporte, recreación, creatividad) y necesidades políticas (participación, protagonismo)", así como "contribuir a la reivindicación de nuestra independencia nacional y a la reafirmación de nuestra soberanía" (Agenda Alternativa Bolivariana, p. 8, julio de 1996). Por eso el pueblo le dio las riendas del gobierno, cuando Ud. expresó en sus proclamas públicas el compromiso de asumir la "reconstitución o refundación del Poder Nacional en todas sus facetas, basado en la legitimidad y en la soberanía".

Para lograrlo, Ud. propuso dotar al país de una nueva Constitución y un conjunto de lineamientos estratégicos. Además de haber ofrecido promover un cambio en los mecanismos y proporciones de la distribución de la riqueza, hizo notar que gran parte de los recursos requeridos para la reconstrucción nacional estaban siendo sustraídos por el perverso mecanismo de la Deuda Externa, por las desfavorables condiciones de pago, cuyo servicio (intereses) se llevaba la mitad del Presupuesto Nacional en el año 1997. Ud. fustigó en ese entonces la carencia de una política negociadora digna y que Venezuela había hecho una de las peores negociaciones, en comparación con otros países latinoamericanos. Citó la flagrante violación de la inmunidad soberana de la República y las lesiones al patrimonio nacional, a causa de los contratos ilegales e inconstitucionales firmados por Lusinchi en 1986. Acertadamente, Ud. Presidente Chávez, contribuyó a mostrarle al pueblo que la Deuda Externa era una "estafa" (AAB, p. 17), por la cual fue introducida una demanda ante la Corte Federal de New York. Frente a ello, consideró varias opciones, que en distintos momentos Ud. ha reiterado en foros internacionales y a través de los medios de comunicación; opciones entre las cuales contempló la posibilidad de la Moratoria de la Deuda o la negociación de su Condonación, a fin de que "no afecte ni vulnere los planes de reconstrucción nacional" (AAB, p. 18).

En estos momentos, bajo el impacto de la tragedia, el cuestionamiento de la Deuda Externa está, más que nunca, a la orden del día. No es posible adelantar la reconstrucción nacional con un inmenso agujero, equivalente hoy en día a más de un tercio del Presupuesto Nacional, debido al pago de esa condena interminable. El país prácticamente ha duplicado en pagos el monto de los empréstitos (producto de los intereses) y el capital adeudado ha variado muy poco, encontrándose en torno a unos 23.000 millones de dólares. Diversas fuentes, oficiales y privadas, han estimado el costo de la reconstrucción del Estado Vargas y de las otras regiones desbastadas, en cifras discrepantes que varían entre 5 mil y 20 mil millones de dólares; suma, ésta última, que se acerca al volumen global de la Deuda Externa venezolana. El costo definitivo tendrá que ser calculado una vez evaluados todos los daños, sin olvidar que las lluvias continúan haciendo estragos en la geografía nacional. Muchísimo más que eso cuesta la reconstrucción global (económica, social, política y moral) de un país. No hay reconstrucción sin desarrollo, y éste, muy difícilmente superará su histórico rezago, con el lastre de una deuda descomunal que lo atrofia. El pueblo está pasando privaciones que cuestan vidas y sufrimientos, porque hay que destinar una inmensa porción del presupuesto a pagar una deuda que no contrajo, que no le ha rendido beneficio y que además es tramposa. ¿Vamos a permitir que esto siga ocurriendo en la V República? Ud. siempre nos dijo que primero es la deuda social.
Por ayuda internacional han llegado muchos millones de dólares, pero lo recibido es insuficiente para la magna tarea que tenemos por delante. Se habla de la posibilidad de obtener más crédito externo. Pero, adquirir nuevos préstamos, contraer más deuda, bajo condiciones similares de pago, sería agravar y alargar aún más el suplicio, seguir comprometiendo la soberanía nacional a capricho de los acreedores, que imponen sus pautas a las economías a través de multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyo papel Ud. también ha señalado como nefasto para los países dependientes. No se justificaría que, manteniendo el actual esquema de pagos de una deuda fraudulenta e ilegal, se pidiera a al pueblo y a la clase trabajadora mayores sacrificios para la recuperación después del desastre, pues congelar contratos colectivos o reducir porcentajes de aumentos salariales implicaría seguir generando damnificados sociales. Recordemos que el estallido del 27 de febrero estuvo vinculado a la aplicación de un "paquete" de ajuste económico sujeto a las condiciones fijadas por el FMI a través de la "Carta de Intención" firmada por el gobierno de Carlos Andrés Pérez.
Venezuela cuenta con recursos internos, reservas internacionales, buenos precios para las exportaciones de petróleo. No obstante; entretanto, el incremento de los ingresos petroleros, ha venido siendo aprovechado por sectores acaudalados, en capacidad de adquirir divisas, para llevar a cabo una espectacular fuga de capitales hacia el exterior. Por cierto, se trata de una suma equivalente al pago por Deuda Externa previsto para el primer trimestre del año 2000. Las salidas de capital del sector privado no financiero alcanzaron a US $ 4.638 millones en 1999, según el mensaje de fin de año del Banco Central de Venezuela. Gran parte de los recursos necesarios para financiar el desarrollo y la recuperación de las secuelas del desastre, están desangrándose con la Deuda Externa, con vencimientos de pagos muy próximos que nos restarán insumos necesarios para afrontar la emergencia, impulsar un plan masivo de viviendas, reestablecer vialidad y servicios, reactivar la producción y el empleo, rescatar la salud y la educación, elevar los míseros ingresos de la gran mayoría de la población.
La reconstrucción y el desarrollo pueden financiarse en buena medida con esos recursos que nos están arrebatando. Endeudar más al país con otros préstamos pudiera significar (así lo dice la experiencia histórica) que el remedio fuese peor que la enfermedad. Existen y deben examinarse, otras alternativas. Es necesario controlar la fuga masiva de dólares. Se puede pechar, con un impuesto progresivo, a las grandes propiedades inmobiliarias (especialmente los enormes centros comerciales y megaestructuras de lujo), como una de las medidas inmediatas.
Mal pueden, los organismos financieros internacionales, los entes acreedores, las transnacionales y las naciones más desarrolladas del planeta, hablar de ayuda solidaria a Venezuela (que es bienvenida y se agradece), si por otro lado tenemos que seguir destinando una enorme porción de nuestros ingresos a satisfacer condiciones leoninas impuestas por los prestatarios con criterios y mecanismos muy dudosos, convenidos por gobiernos corruptos y antipopulares que han sido la plaga del país en las últimas décadas.
Todos los países latinoamericanos y muchos de los llamados países del "Tercer Mundo" o "en vías de desarrollo" se encuentran atrapados en una crónica crisis y agobiados de uno u otro modo por el problema de la deuda. El año pasado Honduras y otros países de Centroamérica sufrieron los estragos del huracán Mitch y fue planteada la condonación de la deuda hondureña. Ecuador, inmerso en una terrible crisis económica, social y política, ha tenido que suspender los pagos de su deuda y se encuentra en mora. Sectores laborales, campesinos, estudiantiles e indígenas de Ecuador han levantado el cese del pago de la Deuda Externa como una de sus consignas de lucha. Usted ha hablado de la unidad latinoamericana y hasta ha propuesto construir una confederación que integre a nuestras naciones. ¿No es lógico empezar por la unidad de América Latina para la búsqueda de una salida a la cuestión de la deuda? Los acreedores se imponen unidos: ¡Unámonos nosotros! El momento es propicio. Venezuela, y el Presidente Chávez, deberían estar a la cabeza de la convocatoria de un evento continental, orientado a construir la unidad latinoamericana para enfrentar el problema de la deuda.

No podemos seguir pagando la Deuda Externa como se ha estado haciendo. Esta cuestión debe ser objeto de un amplio debate nacional, con plena participación de la base popular. En tal sentido, solicitamos a Ud. y al Gobierno Nacional, así como a los miembros de la Asamblea Nacional Constituyente, que atiendan a este llamado, promoviendo una profunda discusión democrática y participativa de todo el pueblo venezolano, que ponga de nuevo en el tapete las alternativas de solución del problema de la Deuda Externa; incluidas, entre ellas, las que Ud. mismo formuló en la Agenda Alternativa Bolivariana, con el objeto de apartar las principales trabas, que atentan contra la reconstrucción nacional, que atentan contra los derechos del pueblo, que nos impiden abrir camino a un nuevo modelo de desarrollo humanista y soberano.

 

PARA SUPERAR LA TRAGEDIA Y ADELANTAR LA RECONSTRUCCIÓN NACIONAL VENEZUELA DEBE LIBERARSE DEL YUGO DE LA DEUDA EXTERNA


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