¿Y los niños iraquíes?
Charlotte
Aldebron / Juventud Rebelde - 14/03/03
Esta es la traducción del discurso pronunciado en un mitín contra la guerra por
Charlotte Aldebron, una escolar de 13 años de la Cunningham Middle School en Presque
Isle, Maine*
Cuando la gente piensa sobre el bombardeo a Iraq, ellos ven en su cabeza una foto de Saddam Hussein en uniforme militar, o quizás soldados con grandes bigotes negros portando cañones, o el mosaico de George Bush padre en el piso del lobby del hotel Al-Rashid con la palabra criminal. ¿Pero que importa? Más de la mitad de los 24 millones de iraquíes son niños que tienen menos de 15 años. Son 12 millones de muchachos. Muchachos como yo. Bueno, yo tengo 13 años, así que algunos son un poco más viejos, y algunos más jóvenes, algunos son niños en vez de niñas, algunos tienen pelo negro, y no rojo. Pero muchachos que son lindos igual que yo. Entonces mírame una buena y larga mirada. Porque yo soy lo que debes ver cuando pienses en bombardear Iraq. Yo soy lo que tú vas a destruir.
Si soy afortunada, me matará instantáneamente, como los trescientos niños que murieron por sus bombas inteligentes en el bombardeo a un refugio de Bagdad el 16 de febrero de 1991. La explosión causó un fuego tan intenso que dejó quemada en las paredes las sombras de los niños y de sus madres; todavía se puede arrancar en las piedras souvenirs de su victoria tiras de piel ennegrecidas.
Pero, quizás no sea tan afortunada y yo muera lentamente, como Ali Faisal, de 14 años, que está ahora mismo en el corredor de la muerte del hospital para niños en Bagdad. El tiene un linfoma maligno cáncer causado por el uranio empobrecido de sus misiles en la Guerra del Golfo. O quizás yo muera dolorosa e innecesariamente como Mustafá, de 18 meses, cuyos órganos vitales han sido devorados por parásitos voladores de la arena. Yo sé que es duro de creer, pero pudo haberse curado totalmente a Mustafá con medicinas que cuestan 25 dólares, pero no hay ninguna de esas medicinas por las sanciones.
O quizás yo no muera, pero viviré durante años con los daños psicológicos que usted no puede ver desde fuera, como Salman Mohammed, que incluso ahora no puede olvidar el terror que él vivió junto con sus hermanas pequeñas cuando fue bombardeado Iraq en 1991. El padre de Salman hizo que toda la familia durmiera en un mismo cuarto, para que todos sobrevivieran juntos, o murieran juntos. Él todavía tiene pesadillas sobre las sirenas del raid aéreo.
O quizás yo sea huérfana como Alí, que tenía tres años cuando su padre murió en la Guerra del Golfo. Alí escarbó en el polvo que cubre la tumba de su padre, cada día, durante tres años, diciéndole: Todo está bien papito, tú ya puedes salir, los hombres que te pusieron ahí ya se fueron. Bueno, Alí, estás equivocado. Parece como si esos hombres estuvieran de vuelta. O quizás, yo pueda hacerlo en una pieza, como Luay Majed, que recuerda que la Guerra del Golfo significa que él no tiene que ir a la escuela y puede quedarse tan tarde como quiera. Pero hoy, sin educación, él trata de vivir vendiendo periódicos en la calle.
Imagine que estos son sus niños o sobrinos o sobrinas o vecinos. Imagine a su hijo gritando desde la agonía de un desmembramiento severo, pero usted no puede hacer nada para que su dolor sea menor o confortarlo. Imagine a su hija llorando bajo los escombros de un edificio derrumbado, pero usted no puede alcanzarla. Imagine a sus hijos vagando por las calles, hambrientos y solos, después de haberlo visto morir a usted ante sus ojos.
Este no es un cine de aventuras o una fantasía o un juego de video. Esta es la realidad para los niños en Iraq. Recientemente, un grupo internacional de investigadores fue a Iraq para encontrar cómo los niños serían afectados por la posibilidad de la guerra. La mitad de los niños con los que ellos hablaron le dijeron que no veían la posibilidad de seguir vivos. Incluso muchachos verdaderamente pequeños conocen sobre la guerra y les preocupa. Uno de cinco años, Assem, la describió como cañones y bombas y el aire será frío y caliente y nos quemaremos mucho. Aesar, de 10 años, tenía un mensaje para el presidente Bush: quería que él conociera que una gran cantidad de niños iraquíes morirán. Usted lo verá por la televisión y entonces usted se arrepentirá.
En la escuela primaria me enseñaron a resolver los problemas con otros niños no golpeándolos o poniéndoles nombretes, sino hablando y usando mensajes T. La idea de un mensaje T es hacer que la otra persona comprenda cuán mal te sientes con las acciones de él o de ella, de forma que esa persona pueda simpatizar contigo y deje de hacerlo. Ahora yo le voy a dar a usted un mensaje T. Solo que va a ser un mensaje We (nosotros). We como todos los niños en Iraq que esperan indefensos porque algo malo va a suceder. We como los niños del mundo que no toman ninguna de las decisiones pero tienen que sufrir todas las consecuencias. We en todos cuyas voces son muy pequeñas y están muy lejos para hacer oír.
Sentimos miedo cuando no sabemos si estaremos vivos al día siguiente.
Sentimos ira cuando la gente quiere matarnos o injuriarnos o robar nuestro futuro.
Sentimos tristeza porque todo lo que queremos es una mamá y un papá que esté aquí al día siguiente.
Y, finalmente, nosotros nos sentimos confundidos porque ni siquiera sabemos qué hemos hecho mal.
* Traducción: Juana Carrasco Martín, de la transcripción publicada en ANTIWAR.COM