Expansión de Horizontes

Por James A. Long

 

“Mientras más penetramos en sus orígenes, más simples y puras son las enseñanzas, y más parecidas son una a la otra. Entre más retrocedamos sondeando la prehistoria, más nos acercamos a ciertos principios espirituales los cuales han sido transmitidos a través de las edades como una tradición sagrada. Hay buenas razones para creer, por consiguiente, que en una época muy primitiva fueron implantadas en la conciencia de la humanidad infantil grandes Ideas, las cuales más tarde fueron diseminadas universalmente en todos los pueblos de la Tierra. Pero han sido tan tergiversadas las interpretaciones referentes a credos religiosos que es difícil descubrir la tradición antigua original. Sin embargo, cada gran religión ha sacado de ella ambas cosas: contenido e inspiración. Era también el fundamento de la docencia y disciplina de las Escuelas de Misterios de Grecia, del Asia Menor, Egipto y la India. Asimismo se le ha denominado la religión-sabiduría de la antigüedad.

Dejadme ahora hacer una reseña simple de los tres postulados fundamentales presentados por H. P. Blavatsky en La Doctrina Secreta, y sobre los que descansa la theosophia o religión-sabiduría antigua.

El primero es:

Que detrás de todo, el universo, hay un Incognoscible, el vasto abismo del Espacio, la Realidad. Imposible de describir; lo llamamos simplemente Infinidad, sin principio ni fin, porque no tiene atributos ni cualidades finitas. Se le ha dado varios nombres en un esfuerzo por describir lo Ilimitado; pero el ser humano no puede definir lo Indefinible. Los escritores del Viejo Testamento hablaron de ello como "sin forma y vacío," y como la "Oscuridad sobre la faz de las profundidades." Los budistas también le llamaron el Vacío o Vacuidad, pues nada todavía había tomado forma. En los Eddas de Islandia, los antiguos bardos escandinavos lo llamaron la "Brecha Abierta" (Yawning Gap); mientras que en el Zohar los Cabalistas emplearon eltérmino Ein Soph, que quiere decir "sin limites" o el "Ilimitado."

De esta aparente Nada, que no era una nada sino un todo en estado latente, vibrante con vitalidad expectante, la semilla-esencia de la Divinidad. Sigue el segundo postulado:

Que la moción, el ritmo, o el surgimiento periódico de un Universo de la Ilimitada Oscuridad hacia la Luz, es la acción de la Deidad mientras estalla en una manifestación; esta es una palabra que significa un período de actividad en contraste con el estado de pasividad en que había estado durante su período de reposo. Como dice una estrofa antigua: como el flujo y el reflujo de las mareas, universos innumerables llamados "chispas de la Eternidad" vienen y van, aparecen y desaparecen, con todo lo que en ellos está. Conocemos esta ley de periodicidad, pues se le ve en el ritmo de los ciclos de la Naturaleza, en la alternación del día y de la noche, del nacimiento y la muerte, el despertar y el dormir, la luna creciente y menguante, y el ciclo de las cuatro estaciones.

Afortunadamente todos estamos sujetos, por las leyes de la Naturaleza, en lo que respecta a nuestro desenvolvimiento y progreso en general. Siendo una parte del Todo, naturalmente tenemos que ajustarnos a la pauta de ese Todo; aunque es nuestra responsabilidad la manera en que entretejamos nuestro modelo individual con el modelo más grande. Pero antes de continuar dejadme reseñar brevemente el tercer postulado:

Siguiendo el primero y el segundo postulado, de la Oscuridad sobre la faz de las profundidades, y el estallido a la Luz de universos por venir, el tercer postulado afirma "la identidad fundamental de todas las almas con el Alma Superior Universal," según los términos empleados por Emerson. Sencillamente esto quiere decir que cada aspecto de un universo, desde las galaxias hasta el hombre y a través de los reinos más bajos, es idéntico en esencia con Dios o la Inteligencia Divina Universal.  Idénticos en esencia sí, pero no en expresión, porque todos somos chispas divinas individuales de la Inteligencia Una. Pero hay más en este tercer postulado:

Cuando se manifiesta el universo fuera de su estado latente, fuera de la Oscuridad, éste y todas las semillas potenciales de vitalidad que hay dentro de aquél, sienten la fuerza impulsora para iniciar otro ciclo de desenvolvimiento. Por consiguiente, cada entidad, por la propia fuerza del impulso evolutivo, ha de pasar por cada fase de experiencia, incluyendo formas minerales, vegetales y animales hasta llegar al reino humano. De allí en adelante, estas chispas divinas por medio de sus propios esfuerzos tienen que desenvolver su divinidad esencial, para así con el tiempo, merecer el derecho de llegar a ser dioses verdaderamente conscientes de sí mismos.

Es un peregrinaje largo, a veces denominado el "Ciclo de la Necesidad," porque esto sugiere que el proceso completo de la evolución comprende la necesidad de crecer, de evolucionar, de beneficiarse de todo lo que la Naturaleza, en todos sus reinos, puede ofrecer. Como "chispas de la Eternidad" hemos tenido que enriquecer nuestro acopio de experiencias sirviéndonos de cuerpos minerales, vegetales y animales, pero sólo como medios temporales de expresión. Dios no se convierte en piedra o vegetal, pero un aspecto Divino es centro focal de cada piedra o vegetal o animal.  Lo mismo que no podemos decir que nuestro Dios interior es un ser humano, puesto que sólo se sirve de nuestro vehículo humano como su modo actual de expresarse; asimismo, no podemos decir que nosotros como seres humanos fuimos minerales, vegetales o animales. Es de la mayor importancia hacer esta distinción.  Resumiendo: 

Primero, existe el gran Vacío, la Oscuridad sobre las profundidades, antes de la "creación" del Cielo y la Tierra, sólo la Infinidad, ilimitada, sin fronteras, el Espacio, El Incognoscible, sin atributos ni cualidades. Segundo, como la exhalación de un Gran Aliento, la Divinidad se mueve, el "espíritu de Dios" se mueve en la faz de las aguas, y un universo viene a la existencia. Tercero, todas las gradaciones de entidades vivientes dentro del campo circundado por un universo, de la estrella más lejana hasta el átomo más humilde, son expresiones particulares de la Deidad; y por consiguiente cada faceta de ese universo, llevando el sello de la Deidad, tiene entonces no sólo la oportunidad, sino el deber de llegar con el tiempo a ser conscientemente deiforme. De modo que cada chispa divina inicia su larga jornada evolutiva a través de todos los reinos de la Naturaleza, y al fin, como un dios desarrollado completamente, en compañía de su universo, termina su período de actividad y se sume en un período de reposo.

Cada cosa está en Dios, y Dios está en cada cosa; sin embargo, Él no es ninguna cosa. En ninguna parte de las Escrituras Cristianas, si son interpretadas correctamente, encontramos que se mencione a Dios en un sentido limitado, personal. Las Escrituras hablan de Dioses, Elohim, pero no de Dios. Jamás denominaron los escritores del Viejo Testamento a Dios; mencionan alrededor de setenta y siete distintos nombres de Dios, los cuales reconocieron francamente como setenta y siete distintos atributos, pero nunca definían ellos lo que es Dios. Piensan alrededor del tema para sacar la fuerza espiritual de lo que concibieron ser Dios, pero jamás le denominaron. La verdad del asunto es que ellos no quisieron definirlo, porque sabían que nunca podrían aprisionar el espíritu del Ilimitado dentro de la frontera de un nombre.

Otros pueblos siguiendo otras líneas de desenvolvimiento han empleado una terminología distinta. El científico Sir James Jeans, en El Misterioso Universo, uno de sus libros más populares, concibió a Dios como un gran matemático, sugiriendo que toda manifestación era la gran expresión de un gran pensamiento.

Una de nuestras dificultades radica en la mala aplicación de nuestro patrimonio: aunque el Génesis dice específicamente que Dios, el Señor hizo al hombre a Su imagen, hemos invertido esto para asignar a Dios cualidades humanas, ¡solamente dándoles un tamaño más grande!

Huyamos de todos estos conceptos restrictivos, y consideremos a Dios como la Inteligencia Divina que es la raíz y el origen de todo lo que vive y se mueve. En el corazón de un árbol está Dios, pero Dios no es el árbol; en el centro de cada átomo minúsculo de los campos del espacio está Dios, pero Dios no es el átomo. Lo mismo con el hombre. Dios no es un ser humano, pero un ser humano no podría existir si no estuviese arraigado en Dios. Por consiguiente usted y yo, como "aspectos de Dios," porciones de esta Inteligencia Divina, somos verdaderamente parte de Dios, y un día comprenderemos esto de lleno.

Cuando hablamos del Incognoscible, tenemos que procurar alcanzar con nuestra imaginación al Infinito, una imposibilidad, por supuesto; sin embargo es sólo al hacer esto cuando podemos aproximarnos a una comprensión de qué exactamente es lo Incognoscible. Ello es el Vacío, pero también es, como lo denominaron los antiguos griegos, el Pleroma, la "Plenitud" y eso literalmente, porque está preñada con las semillas de futuros universos.

¿Cuál es la relación entre Dios y lo Incognoscible? Podríamos decir que el Ilimitado, el Incognoscible, es Dios en reposo (al menos desde nuestro punto de vista), mientras que en el momento cuando la actividad es concebida y la manifestación comienza, las antes durmientes chispas divinas se llenan de vida. Así, tan pronto como se siente el primer impulso de vitalidad, trillones de estas chispas divinas, como una gran exhalación del Aliento de la Divinidad, irrumpen del estado latente a la actividad, de la Oscuridad a la Luz. Después, todas las varias clases de estas chispas divinas empiezan su emigración evolucionaría, empujadas por la necesidad o Karma mientras pasan por los reinos de la Naturaleza. Una vez llegadas al reino humano, y adquirido el conocimiento de sí mismas, entonces, pausadamente, estas chispas divinas tienen que adelantar en la universidad de la vida y graduarse en ella como dioses.

Claro que tenemos el poder de escoger y la libertad de usar el albedrío, dentro de los amplios límites de la ley universal. Es verdad que ganaron su experiencia casi automáticamente las chispas divinas cuando usaron de cuerpos minerales y más tarde de plantas vegetales y animales, porque eran llevadas por el gran empuje de la corriente de vida hacia adelante. Sin embargo, una vez que se manifestaron en cuerpos humanos, otro factor apareció en el cuadro, el encendimiento de los fuegos de la Mente en la humanidad infantil. Esto es uno de los episodios más hermosos en la historia espiritual del hombre. Cualquiera que sea el nombre que queramos dar a esos "Portadores de Luz," cada escritura mundial ha conservado un conocimiento de su función sagrada, aunque esto ha asumido una significación totalmente falsa como consecuencia de siglos de interpretación limitada y personalizada. Lejos de ser una serpiente del mal, el Ángel Caído o Lucifer fue en verdad un "Portador de Luz," un Prometeo, cuya osadía traía el ascua llameante de los dioses para que al contacto consciente con nuestra chispa divina durmiente trajese al hombre la conciencia de su naturaleza deiforme innata. Este es el verdadero sentido de la historia en el Génesis, donde se puede hallar presentada por completo.

Si no nos acordásemos de nada más, tengamos presente esta única gran idea: que aun el elemento más minúsculo es una expresión de la Inteligencia Divina, una diferenciación de la esencia del Incognoscible, y que a través de los largos ciclos de experiencia se dará a cada dios en esencia la oportunidad de regresar otra vez a su Progenitor, enriquecido por su morada en todos los reinos de la Naturaleza, tanto inferiores al humano como superiores a éste. En un sentido muy verdadero, ésta es la alegoría del Hijo Prodigo, quien, después de múltiples experiencias en las esferas materiales, al fin anhela por las cosas de su Progenitor. Volviendo en aquel tiempo a su Hogar, grande es el regocijo, pues una chispa divina más, ha superado la atracción de la materia y merecido la reunión consciente con su Divinidad perdurable.

Es un cuadro asombroso, y una vez que comprendemos estos tres postulados o fundamentos de la religión-sabiduría nos damos cuenta de que forman de veras una piedra de toque con qué someter a prueba los muchos conceptos antagónicos de los pueblos y sus creencias religiosas.”

Expansión de Horizontes de James A. Long. Theosophical University Press Online Edition. 
 

Expanding Horizons

By James A. Long

The closer we penetrate to their origins the simpler and purer the teachings, and the more similar they are to each other. The farther back we delve into prehistory, the nearer we approach certain spiritual principles which have been handed down through the ages as a sacred tradition. There is good reason to believe, therefore, that at a very early period great Ideas were implanted in the consciousness of infant humanity, which later were universally broadcast among all peoples of the earth. But so heavy have been the credal trappings that it is difficult to uncover the original ancient tradition. Nevertheless, every great religion has drawn from it both for content and inspiration. It was the foundation too of the instruction and training of the old Mystery-schools of Greece and Asia Minor, Egypt and of India. It has likewise been called the wisdom-religion of antiquity.

Let me try now to give in simple outline the three fundamental postulates as presented by H. P. Blavatsky in The Secret Doctrine, and upon which this ancient theosophia or wisdom-religion rests. We can discuss them afterwards. The first is:

That behind everything in the universe there is the Unknowable, the vast abyss of Space, Reality. Impossible to describe, we call it simply Infinity, without beginning, without end, because it is without attributes or finite qualities. Many names have been given in an attempt to describe the Boundless, but man cannot define the Indefinable. The Old Testament writers spoke of it as "without form and void," and as the "Darkness upon the face of the deep." The Buddhists also called it the Void or Emptiness, because nothing as yet had taken form. In the Icelandic Eddas, the old Norse bards named it the "Yawning Gap"; while in the Zohar the Kabbalists used the term Ein Soph, meaning "without limits" or the "boundless."

From this seeming No-thing-ness -- which was not nothingness at all, but a condition of latency vibrant with expectant life, the seed-essences of divinity -- the second basic concept follows:

That motion, rhythm, or the periodic appearance of a Universe from the Darkness of the Boundless into the Light, is the action of Deity as it bursts through into manifestation -- a word which implies a period of activity as contrasted with the condition of quiescence in which it had been during its period of rest. As an ancient stanza has it: like the ebb and flux of the tides, numberless universes called "sparks of Eternity" come and go, appear and disappear, with all that is contained therein. We are familiar with this law of periodicity, for the rhythm of nature's cycles is seen in the alternation of day and night, birth and death, waking and sleeping, the waxing and waning of the moon, and the cycle of the four seasons.

Following upon the first and second principles -- that of Darkness upon the face of the deep, and the bursting forth into Light of universes-to-be -- the third asserts: "the fundamental identity of all souls with the Universal Over-soul," to use Emerson's term. This simply means that every aspect of a universe, from galaxies to man and on down through the lower kingdoms, is identical in essence with God or the Universal Divine Intelligence.

When the universe is breathed forth out of its latent condition, out of Darkness, it and all the potential seeds of life within it feel the impelling force to start another cycle of active growth. Therefore each entity, by the very force of the evolutionary urge, has to pass through every phase of experience, including mineral, plant and animal forms, until the human kingdom is reached. From then on, these god-sparks must by their own efforts unfold their essential divinity, so that in time they will have earned the right to become truly self-conscious gods.

It is a long pilgrimage, sometimes called the "Cycle of Necessity" because it suggests that the entire process of evolution takes in the necessity to grow, to evolve, to benefit by all that nature throughout her kingdoms has to offer. As "sparks of Eternity" we have had to enrich our store of experience by using mineral, plant and animal bodies -- but only as temporary media of expression. God does not become the stone or the vegetable, but an aspect of the Divine is the focal center of every stone or plant or animal. Just as we cannot say that our inner god is a human being, but only uses our human vehicle as its present means of self-expression, so we cannot say that we as human beings were ever minerals, plants or animals. This is a most important distinction to make.

First, there is the great Void, Darkness upon the deep, before the "creation" of Heaven and earth -only Infinity, boundless, frontierless, Space, the Unknowable, without at tributes or qualities. Then, like the surging of a Great Breath, Divinity stirs, the "spirit of God" moves on the face of the waters, and a universe comes into being. Third, all the gradations of living entities within the encompassing field of a universe, from the farthest star to the lowliest atom, are individual expressions of Deity; and thus every facet of that universe, bearing the stamp of godhood, now has not only the opportunity but the duty to become in time self-consciously godlike. And so every god-spark enters upon its long evolutionary journey through all of nature's kingdoms, and finally, as a fully developed god it, with the universe, ends its period of activity and is indrawn into a period of rest.

Everything is in God, and God is in everything, yet it is not any thing. Nowhere in the Christian Scriptures, properly interpreted, do we find God mentioned in a limiting personal sense. The Scriptures speak of Gods, Elohim, but not of God. At no time did the Old Testament writers name Deity; they mention some seventy-seven different names of God, which they frankly recognize as seventy-seven different attributes, but they never define what God is. They go all around the subject to draw out the spiritual force of what they felt God was, but they never name him. The truth of the matter is that they did not want to, because they knew they could never confine the spirit of the Illimitable within the boundary of a name.

Other peoples following other lines of spiritual development have used different terminology. Sir James Jeans in one of his most popular books, The Mysterious Universe, conceived of God as a great mathematician, suggesting that all manifestation was an expression of a great thought.

One of our difficulties stems from the misapplication of our birthright: although Genesis specifically says that the Lord God made man in his image, we have reversed the procedure and given God human qualities, only trying to make them God-size!

Let us get away from all such limiting concepts, and consider God as the Divine Intelligence which is the root and origin of all that lives and moves. At the heart of a tree is God, but God is not the tree; at the core of every tiniest atom throughout the fields of space God is, but God is not the atom. So with man. God is not a human being, but a human being could not exist were he not rooted in God. So you and I, as "aspects of God," portions of this Divine Intelligence, are truly parts of God, and one day will realize this in fullness.

When we speak of the Unknowable, we have to try to reach out with our imagination to Infinity -an impossibility of course, nevertheless only by so doing will we even come close to an understanding of just what the Unknowable is. It is the Void, but it is also, as the ancient Greeks called it, the Pleroma, the "Fullness" -and literally that, because it is pregnant with the seeds of universes-to-be.

Of course we have the power of choice and freedom of will, within the broad limits of universal law. While it is true that during the period when the god-sparks were using mineral bodies, and later plant and animal forms, they gained their experience more or less automatically, because carried along by the great impulsion of the forward moving stream of life; still, once they manifested in human bodies, another factor entered the picture -the lighting of the fires of Mind in infant humanity. This is one of the most beautiful episodes in the spiritual history of man. Whatever name we care to give those "Light-bringers," every world scripture has preserved knowledge of their sacred function, though this has through centuries of limited and personalized interpretation taken on an entirely false significance. Far from being a serpent of evil, the Fallen Angel or Lucifer was truly a "Light-bringer" -a Prometheus whose daring brought the flaming ember from the gods in order that self-conscious contact with our sleeping god-spark might bring to man awareness of his innate godhood. This is the real meaning of the story of Genesis. It is all there.

If we remember nothing else, let us keep in mind this one grand idea: that even the most minute element is an expression of the Divine Intelligence, a differentiation of the essence of the Unknowable, and that through the long cycles of experience the opportunity will be given for each god-essence to return again unto its Father, enriched by its sojourn through all the kingdoms of nature, both below the human and above. In a very real sense, this is the parable of the Prodigal Son, who after manifold experiences in the spheres of matter finally yearns for the things of his Father. Returning then to his Home, great is the rejoicing, for one more god-spark has overcome the pull of matter and earned conscious reunion with his abiding Divinity.

It is a wondrous picture, and once we grasp these three principles or fundamentals of the wisdom-religion, we realize that they do indeed form a touchstone upon which we can test the many conflicting concepts of the peoples of every faith.

 

 

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