|
Una de las cosas que todo profesor de escuela debe saber bien es como tener un contacto estrecho con los padres o tutores de los chicos, ya que es indispensable mantenerlos al tanto del aprovechamiento de sus hijos, así como hacerles ver que debe existir una buena comunicación entre todos los miembros de la familia.
Terminado el primer mes del ciclo escolar, el Profesor Angelio decidió convocar a reunión general de padres y maestros con el propósito de darles a conocer los resultados de las evaluaciones, así como ciertas modificaciones hechas al reglamento escolar, por lo que nos comisionó a los maestros asesores para distribuir entre los muchachos las invitaciones por escrito que debían entregar en sus casas.
El día de la reunión se procedió a que cada asesor de grupo hiciera el pase de lista, ya que es indispensable cerciorarse de que todos los padres o tutores están presentes antes de comenzar. Así lo hice yo con mi grupo, y cuando tocó nombrar a Ricardo, una joven mujer que traía medio rostro cubierto con una pañoleta blanca contestó "presente" desde el fondo del salón. Aunque esto me llamó mucho la atención, no hice ningún comentario y seguí nombrando a los chicos.
Quince minutos habían transcurrido de la reunión, cuando de pronto hizo su aparición un hombre delgado, moreno, de mediana estatura, con ralo bigote oscuro y llevando puesta una gorra con propaganda de aceite para automóviles, quien en forma cortés pero sin ocultar disgusto, pidió hablar con una de las señoras presentes. No había yo terminado de contestarle que podía hacerlo, cuando la joven mujer de la pañoleta blanca se levantó y salió a su encuentro. Con este movimiento, la tela cayó de su rostro y pude distinguir en su mejilla izquierda un enorme moretón, vestigio de un tremendo golpe.
---¡Ay, Esthela! ¿Hasta cuándo sigues dejándote de este infelíz?---dijo una de las madres de familia al mismo tiempo que el hombre regañaba en voz alta a la joven mujer, hasta que comenzaron ambos a discutir de tal manera que no pude continuar hablando con quienes seguían atendiéndome dentro del salón. No pudiendo llegar a un acuerdo, el hombre descargó una bofetada en el ya maltratado rostro de su esposa y se alejó a toda prisa hasta la entrada, donde abordó una vagoneta de transporte colectivo, de la cual era el conductor. La mujer volvió al aula con los ojos llenos de lágrimas, pero conteniendo el llanto por el coraje.
---¡Si no fuera por los muchachos!---repetía una y otra vez, mientras las otras mujeres trataban de calmarla. Como se veía realmente mal, me ví en la necesidad de pedirle que mejor se fuera a su casa. Una señora la acompañó.
Así fue como conocí a los padres de Ricardo. Según pude saber, llevan la cosa de dieciséis años de un matrimonio lleno de discusiones y peleas, en las cuales no faltan las agresiones físicas por parte de ambos cónyuges. Uno de los principales motivos de los pleitos, es que Don Esteban, el padre, tiene una educación de carácter machista, donde aprendió que el hombre debe llevar a su familia con mano dura, además de que la mujer siempre ocupa un segundo plano. Aunado a esto, su poca instrucción le hace sentirse orgulloso de su "hombría" teniendo amoríos con varias mujeres que ha conocido por medio de su trabajo como conductor de una vagoneta del transporte colectivo. Por esto, tiene varios hijos regados a lo largo del territorio del Caribe. Lo más triste de la situación es que los hijos de su legítimo matrimonio sufren con cada día de discusiones, y temen que su familia tenga un desmembramiento, pues Don Esteban no se cansa de repetir que el día menos pensado los va a abandonar y a dejar a su suerte.
Toda la tarde y parte de la noche de aquel día de la reunión no dejé de pensar en Ricardo, quien en varias ocasiones ha manifestado que odia a su padre, al grado de que profiere insultos muy crueles contra él. Yo me temo que, si en verdad el padre decide cumplir su amenaza, Ricardo tenga que dejar la escuela para trabajar.
Don Esteban no tiene el vicio del alcohol como otros hombres que tienen un comportamiento similar, lo cual me hace pensar que no es la copa la única culpable de todos los males sociales, sino la ignorancia, que es un mal bastante extendido en las naciones que todavía tienen como sistema político y económico el capitalismo salvaje.@
|
|