CONSIDERACIONES EPISTEMOLÓGICAS

      Sugerí anteriormente que Maturana propone una teoría explicativa de la experiencia humana. Por esta razón deberé ahora analizar cómo él trata los siguientes problemas epistemológicos: explicación científica, determinismo estructural, y sistemas vivientes como sistemas determinados estructuralmente.

Explicaciones científicas

      De acuerdo a Maturana (1987 y 1990), una explicación científica consiste en la proposición de un mecanismo o proceso generativo que, si se le deja operar, dará origen en el dominio de las experiencias del observador a la experiencia que él o ella quiere explicar en una manera que satisface lo que Maturana llama el criterio de validación de las explicaciones científicas. Este criterio de validación consiste en la satisfacción de las cuatro condiciones siguientes:

i. Descripción de lo que un observador tiene que hacer para vivir la experiencia a explicar.
ii. Proposición de un mecanismo generativo que si se le deja operar genera en el observador la experiencia a explicar.
iii. Deducción de todas las coherencias operacionales implicadas en (ii), o de otras experiencias posibles, y de lo que el observador tiene que hacer para vivirlas.
iv. Realización de lo deducido en (iii), y si pasa, entonces, el punto (ii), se convierte en una explicación científica.

      La aplicación del criterio de validación de las explicaciones científicas tiene dos consecuencias básicas:
1. La experiencia del fenómeno a ser experienciado y el mecanismo generativo pertenecen a dos dominios fenoménicos no intersectables; y
2. Las explicaciones científicas no constituyen una reducción fenoménica y son constitutivamente no reduccionistas.

      Concordantemente, si nuestro propósito fuera el de proveer una explicación científica de cómo la psicoterapia trabaja, tendríamos que proponer un mecanismo generativo para los efectos terapéuticos en el contexto del criterio de validación de las explicaciones científicas.
      De acuerdo a Maturana, todo argumento explicativo está fundado en una aceptación implícita o explícita de la noción del determinismo estructural. Esto es, están fundadas en el entendimiento de que la operación de todo sistema, tanto en su dinámica interna como en su dinámica relacional, depende de su estructura. La noción de determinismo estructural es una abstracción descriptiva de las coherencias de las experiencias del observador en su operación como ser viviente, y de lo que él o ella hace cuando él o ella reflexiona sobre las regularidades de lo que él o ella experiencia en el vivir en tanto que él o ella tratan de explicarlas. Aún la noción de probabilidad tiene valor solamente en la aceptación implícita o explícita de que un observador opera en un dominio de determinismo estructural como trasfondo que es directamente inobservable. Las nociones de sistema y de mecanismo implican en sí mismas las nociones de determinismo estructural. Las explicaciones científicas están fundadas en el determinismo estructural, debido a que ellas consisten en la proposición de mecanismos generativos que si se les deja operar dan lugar a las experiencias a ser explicadas (Maturana, 1990). Todo sistema opera de acuerdo a su estructura, esto es, de acuerdo a cómo está hecho, en el interjuego de las propiedades de sus componentes. Un sistema que opera de esta manera es un sistema determinado estructuralmente. La estructura de tal sistema determina todo lo que ocurre en él o a él en términos de sus cambios internos así como en términos de lo que él puede encontrar en una interacción (Maturana y Mpodozis, 1992).

Sistemas vivientes como sistemas autopoiéticos determinados estructuralmente
Sistemas vivientes y fisiología


      De acuerdo a Maturana, desde una perspectiva biológica, los sistemas vivientes son sistemas determinados estructuralmente. Por lo tanto todo lo que ocurre en ellos, ocurre en cada instante como parte de su dinámica estructural de ese momento, y esta determinado por ese momento. Esto implica que todos los cambios estructurales que un sistema viviente sufre como consecuencia de sus interacciones con su ambiente no están determinados por los agentes externos que el observador ve como actuando sobre él, sino que están determinados por la dinámica estructural del ser vivo (ver Maturana, 1975).
      Por lo tanto, en su dinámica de interacciones un sistema viviente es tocado solamente por aquellos agentes externos que su estructura admite y que así especifica. Por lo tanto, el cambio estructural del ser vivo sigue un curso que es indiferente a la caracterización que un observador hace de su ambiente, pero de una manera contingente al curso de sus encuentros estructurales con el medio en el cual vive (Maturana y Mpodozis, 1992).
     De acuerdo a Maturana, los sistemas vivientes como todos los sistemas son entidades compuestas estructuralmente determinadas que existen en dos dominios fenoménicos que no se intersectan, a saber:

a) el domino de la operación de sus componentes, esto es, el dominio de su dinámica estructural; y
b) el domino en el que ellos son totalidades y operan como tales.

      Como estos dos dominios fenoménicos no se intersectan, no es posible hacer reducción fenoménica entre ellos. En el caso particular de un sistema viviente, estos dos dominios fenoménicos son los dominios de su anatomía y fisiología, y el dominio de la conducta, respectivamente (Maturana, 1995). Esta mirada invalida la intención de reducir la conducta a la fisiología que la hace posible.
     Maturana dijo que la historia de vida individual de un sistema viviente sigue un curso en el que tanto el sistema viviente como el medio sufren cambios estructurales congruentes hasta que el sistema viviente muere (Maturana, 1995). El dominio fenoménico de la dinámica estructural de un sistema es operacionalmente auto-contenido en el sentido de que todo lo que pasa en él, toma lugar como cambios estructurales en él, y ocurre en él, en cada instante determinado en su estructura en ese instante. En contraste, el dominio fenoménico en el que un sistema existe como totalidad no es operacionalmente auto-contenido porque los fenómenos en él surgen en el encuentro del sistema con el medio que también opera como un sistema independiente determinado estructuralmente. Pero, y aunque estos dos dominios fenoménicos no se intersecta, y por lo tanto, no pueden ser reducidos el uno al otro, los cambios de uno afectan lo que pasa en el otro. Esto es así porque hay un relación mutuamente generativa entre ellos a través de las interacciones estructurales actuales del sistema viviente y el medio. De acuerdo a Maturana, y aunque la totalidad de un sistema es operacionalmente constituida por su organización (la relaciones entre sus componentes que especifican su identidad de clase), su actual operación como un todo, como existe como totalidad, es realizada en y a través de la operación de su estructura (los componentes más las relaciones entre ellos que realizan al sistema particular como una caso particular de una clase particular), de modo que como sistema interactúa como totalidad, lo hace a través de la operación de sus componentes (Maturana, 1987). Concordantemente, aún y cuando el dominio de interacciones y relaciones de un sistema como totalidad está determinado por su organización, sus interacciones actuales y relaciones como tal toman lugar a través de la operación de sus componentes. El resultado de esta situación es doble: por un lado, como sistema interactuando como totalidad, su estructura sufre cambios gatillados por esas interacciones pero no especificadas por ellas. Por otro lado, cuando la estructura del sistema cambia, ya como resultado de su propia dinámica o como resultado de las interacciones del sistema como totalidad, el dominio de las interacciones y relaciones del sistema como totalidad, cambia también. O, puesto en otros términos, hay dos consecuencias básicas de esta dinámica de generación recíproca de cambios entre los dos dominios fenoménicos:
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