CONT.: Marcos Irizarry: vida y obra 1987-1991 (y un poco m‡s)
Teresa L—pez

De hecho, tanto la obra pict—rica producida por Marcos entre el 1987 al 1991, como la m’a propia, tienen las mismas caracter’sticas generales que aparecen en las nuevas tendencias, es decir, comparten la misma ÒsensiblidadÓ.  Para empezar, el neoexpresionista trabaja una figuraci—n de alta emocionalidad centrada en la figura humana Ð figura que aparece frecuentemente desproporcionada, deformada, segmentada o invertida. Entre otras caracter’sticas se encuentran:
- ambiguedad de estilos;
- cita o referencia a la historia del arte;
- mezcla de la figuraci—n y la abstracci—n con el concepto;
- tendencia a plasmar la vida del artista y/o elaborar s’mbolos muy personales;
- acercamiento poŽtico, par—dico, ir—nico o morboso sobre el tema
- la creaci—n de pinturas de gran formato, en donde aparecen gestos amplios e impastados
- colorido o zonas de fuerte contraste
- transmici—n de ricas y oscuras asociaciones de ideas
- espacios subjetivos determinados por manchas de color
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Pero los pintores de las nuevas movidas no eran los œnicos en quien Marcos estaba interesado. El expresionismo suelto y violento de De Kooning (la Serie de las Mujeres) y la obra de Manolo Millares, por ejemplo la serie Personajes Ca’dos,
tambiŽn tuvieron una influencia muy importante en su obra. Adem‡s, estudiabamos todo tipo de artista y estilo: pintura rupestres, Albizu, Morandi, Giotto, Bonilla Ryan, Tapiez, Manet, Guinovart, Rivera, Su‡rez.

Pero a pesar del entusiasmo con que arremet’a su m‡s reciente aventura, (Marcos, sobre todo, era un aventurero del arte como de la vida), pintar no fue un proceso f‡cil. Estaba obsesionado con aprender  a pintar con mano de pintor, no como grabador. Sobre el canvas de gran formato, Marcos se entregaba a una figuraci—n improvisada, espont‡nea, azarosa, donde los procesos autom‡ticos y el accidente cobraban gran protagonismo. Mientras tanto, lo que Marcos llam— en muchas ocasiones el acontecimiento pl‡stico, se resumi— ahora en el elemento del color (aunque siempre se impuso el negro como un elemento compositivo unificador). La incursi—n en un nuevo medio trajo consigo tambiŽn nuevos materiales y procesos tŽcnicos con los cuales familiarizarse. Tuvo que desarrollar nuevas formas de pensar y de construir su imagen, tanto como de darle un nuevo sentido pl‡stico para s’ y sus galeristas, marchantes y clientes. En fin, toda una serie de problem‡ticas nuevas.

Las pinturas exhibidas bajo el t’tulo de Invocaciones en 1990, en la Sala de exposiciones Chase Manhattan Bank se pueden agrupar en tres etapas bastante definidas. Estas tres etapas fueron llamadas ÒGestaci—n, Evoluci—n e Involuci—nÓ por Mari Carmen Ram’rez, en su ensayo del cat‡logo de la exposici—n del Chase. Las primeras obras correspondientes al periodo que Mari Carmen llama ÒGestaci—nÓ, fueron hechas entre 1987 y 1988, entre el taller de Ibiza, el cuarto que serv’a las veces de taller en la casa de Maricao, el taller que Marcos ten’a en mi apto. de la calle Tetu‡n en el Viejo San Juan, as’ como el espacio que luego le prest—, en el Edif. El Mundo, su gran amigo Jerry Carlo. Algunas de las obras de estas primeras etapas no se exhibieron nunca y Marcos les pint— encima. Las que se salvaron llegaron a formar parte de la exposici—n de 1989 en la Galer’a Marozzini y la del Chase. En esta primera etapa, Gestaci—n, Marcos elabora los temas del amor y el erotismo de forma muy personal, encarnados con cierta ansiedad y conflicto en unas masas-semi-cuerpos extra–as que est‡n enlazadas o envueltas como cris‡lidas, y que causan gran desasosiego.

Muchas de las obras de las otras dos etapas, realizadas entre 1989 y 1990, Evoluci—n e Involuci—n, fueron producidas mayormente entre Ibiza y el nuevo taller de Cayey, del cual hablarŽ un poco m‡s adelante. Evoluci—n, es un cierto tipo de bestiario visceral cuyos protagonistas son formas grotescas o mutiladas (algunas femeninas, otras masculinas); formas-cordones-umbilicales-sogas y formas org‡nicas que sugieren flora-can’bal, en ocasiones fundiŽndose unas en otras. Estas obras tiene trazos muy sueltos, zonas muy activas de color, modeladas. El negro juega un rol muy importante al contraponerse a la actividad de las masas, los colores y las texturas. En la etapa final llamada Involuci—n,  el color Ð el cual comienza a apagarse Ð se somete al dramatismo de la forma. Las masas de figuras-formas desmembradas, todas yuxtapuestas, se despliegan unas sobre las otras como pŽtalos. Las im‡genes citan a Picasso, Bacon, Chirico, Fern‡ndez Granell.  Aqu’ la escena es totalmente claustrof—bica y desconcertante, pero l’rica. Piernas-narices, caras-cuerpos y las alas-escamas se desparraman fragmentadas por el plano pict—rico, para expresar el avatar final de los amantes. Pinturas que Àpor casualidad? coinciden con nuestro rompimiento como pareja. El resultado de todo este breve, pero muy intenso, periodo pict—rico fue una obra que en primera instancia fue muy desigual, pero que progresivamente madur— y tom— un rumbo muy definido. Las œltimas pinturas producidas por Marcos a finales de 1990 y principios de 1991est‡n amarradas m‡s que las anteriores en la figuraci—n, las figuras, de contorno definido est‡n trazadas con l’nea negra y la  paleta es sobria. Superadas estas etapas, la obra de Marcos tomar‡ un nuevo rumbo hacia la abstracci—n a partir de 1991.

Antes de terminar, quiero destacar la importancia del periodo en el cual Marcos, Carlos Collazo, Mari Mater OÕNeill y yo compartimos en el Taller de Cayey, entre 1988 y 1990 aproximadamente. El Taller estaba ubicado en un antiguo almacŽn de cafŽ y tabaco en el Barrio Cuy—n entre Cayey y Aibonito. Dicho espacio tuvo un gran impacto en todos nosotros, en tŽrminos de la din‡mica que se cre—: una de mucha actividad, est’mulo e impulso creativo. Carlos y Mari Mater ten’an la misma fiebre, esto es, la misma pasi—n por la pintura neo-expresionista, y por toda la pintura en general. Entraban y sal’an muchos amigos del taller durante los fines de semana; despuŽs de trabajar, sol’amos ir a comer o a pasear. Este periodo tan m‡gico termin— una vez Carlos falleciera a finales de1990 y de que nuestra relaci—n terminara definitivamente un tiempo despuŽs. Sin embargo, Mari Mater, Marcos y Dhara Rivera (quien se integr— al grupo m‡s adelante) siguieron trabajando all’. Su clausura definitiva tuvo lugar en 1993 cuando Dhara Rivera y yo decidimos organizar una actividad llamada Situarte93, un d’a de actos interdisciplinarios, con la ayuda de El’as Adasme y Nestor Otero, a la que se sumaron veintitantos artistas. En esta actividad Marcos trabaj— una œltima instalaci—n sobre el tema de su propia muerte.

Como punto final, quiero a–adir que adem‡s de ser un importante artista, uno muy  serio y disciplinado, Marcos fue una persona extraordinaria. Para los que tuvimos la fortuna de conocerlo ’ntimamente, Marcos fue un ser muy sencillo, frugal, generoso y carism‡tico. Era muy honesto - a veces demasiado directo - y no ten’a agendas escondidas. Se rodeaba siempre de sus amigos y le encantaban celebrar cenas y fiestas. Ten’a un esp’ritu muy joven, lœdico, entusiasta y libre. Pero lo m‡s que a m’ siempre me impresion— - y enamor— de Marcos - era que, sobre todo, viv’a cada d’a intensamente y como si su vida fuese la m‡s incre’ble de las aventuras, la cual en retrospectiva, definitivamente fueÉ

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