Afiche por Teresa Lopez
Reinventarse
a Puerto Rico
Articulo publicado en el San Juan Star
el 20 de enero de 2006)
Por Teresa Lopez

Cada cierto tiempo alguien despierta el gigante dormido del status, cuál Gulliver mantenemos convenientemente amarrado con frágiles soguitas muy lejos (al menos de la Fortaleza) en algún lado de la Cordillera Central. Para mi sorpresa, esta vez la tarea de despertar de su letargo a Gulliver Status no fue realizada por el Juan Fulano de turno sino, nada más ni nada menos, que por el mismísimo Tio Sam. ¡Ummm… esto es algo casi sobrenatural! Los juegos favoritos del Tio Sam no son Veo veo, ni Quija, sino Inmovilismo y Mutis. ¿Será éste un momento histórico o simplemente el cortejo de los votos de los políticos insulares (o de los supuestos hispanos continentales)?¿No será que Estados Unidos de América está respondiendo a nuevos cambios en su política  tanto interna como externa? ¿ Podremos acá en la Isla, a su vez, entender cuáles son esos cambios desde una perspectiva amplia y responder a los nuevos retos del nuevo siglo XXI con una nueva manera de ver y relacionarnos con el mundo? ¿ Con nuevas formas de concebirnos a nosotros mismos? Yo diría, como dijo alguna vez un antiguo morador de la España medieval al invocar el poder de su dios: ¡Oj -alá!; aunque debo de aclarar, para no ser considerada terrorista y correrme la suerte de terminar en el campo de concentración que opera el Tio Sam en Guantánamo, que ese no es mi dios. Sólo hablo en el idioma que heredé de mis antepasados.

Lo cierto es que le he pedido a los Reyes Magos, Santa Clós, San Sebastián, los venaditos y camellos, a Harry Potter y Aslan y a todos los otros personajes que han venido a hacer su aparición en esta temporada, que los puertorriqueños dejemos de seguir condenados a la repetición política. Repetición a la cuál nos hemos habituado hasta tomarla por normal y a la cuál nos han sujeto los dirigentes políticos del país. Ya sea por desconocimiento histórico o aburrimiento o insensibilidad o demasiada codicia, lo cierto es que hemos seguido cocinando, masticando, tragando, digiriendo y defecando las mismas desabridas justificaciones para la existencia de la colonia desde hace siglos. Las viejas fórmulas se reproducen con cada vez menos imaginación, con más desgano, ad nauseum, como un mantra que mesmeriza, no sólo produciendo el sopor que aflige a Gulliver Status, sino al resto de los mortales del país.

Y hablando de sopor, anoche mientras veía las repetitivas noticias en la tele (que si la pelea de los políticos, que si más muertes debido al trasiego de drogas), apenas comencé a sospechar que los viejos grupos políticos ya comenzarán de nuevo su ritual centenario de cortejar al Tio Sam con el sólo propósito de mantener sus propias "parcelitas" de poder colonial, dejando a Gulliver Status olvidado en la Cordillera. En ese momento se me prendió la bombilla (la de la sala, que está un poco floja). Me di cuenta que el gran problema reside en que cada uno de esos grupos representa únicamente su propio y determinado interés. Lo cierto es que, en adición, existen en Puerto Rico tantos y tantos otros grupos de interés, en franco conflicto y pugna abierta. Más, si lo único que se necesita es el Consenso para resolver el status colonial, pues todo el mundo sabe que bajo tales circunstancias no será posible dicho consenso hasta bien entradito el año 3,500. Y esa fecha está bastante lejos. Lo cuál significaría par de siglos más de repetición - y una posible crisis de muertes en masa por sobredosis de tedio político que erradicaría totalmente la población civil. Pero peor aún, el problema se agudiza si se considera que resolver la cuestión de status significa que sólo uno de esos tantos grupos impondrá su ideología sobre todo el territorio de la isla de Puerto Rico y sus habitantes. Entonces, me hice de la noción que este era un problema atroz, una cuestión insuperable. Que lo único que resolvería el asunto era dividir la Isla en partes.

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